Como un Gato
La Maldición Andrew
Parte Cinco Candy
Pasaban los días, todos estaban contentos, hasta que vieron llegar a Elisa y Niel. Candy estaba preocupada, era cierto que ella no se transformaba, así que ya tenía sus ventajas mejoradas, primero había pasado sus días femeninos y ahora se haría cargo de cuidar a sus cuatro mininos, al menos así ya no dormiría tanto, todas esas noches se quedaba agotada, pero lo mejor de todo es que Albert la cuidaba.
--- Será que no se enteren, la Tía Abuela piensa dar la cena temprano y anunciar que nos retiremos a descansar, planea realizar actividades diurnas para cansar a sus invitados. Comentaba Stear con cierta seriedad.
--- ¿Cansar? Pero si estos días no me puedo despertar, necesito dormir por la tarde y así los acompañaré por la noche. Candy se acomodaba su sombrerito y observaba que Anthony le hacía señas para que fuera al jardín.
Archie al ver que se separaban, continuaba buscando a la gatita que lo traía loco, era tan negra y tan bonita, debía encontrarla lo antes posible, si no quería terminar sus dotes de caballerosidad escondidas en algún otro lugar.
Albert desde la ventana notaba como llegaban Elisa y Niel, hacía que le avisaran a su Tía, para que estuviera al pendiente. Ella salía recibirlos y Candy al recibir su canasta colmada de rosas, le agradecía a Anthony el presente y se retiraba escondida para que él fuera a recibir a Elisa, que solo venía por verlo a él.
--- Mejor ve de una vez, Anthony, me iré a descansar antes así en la noche podré cuidarlos a todos.
--- Como quieras Candy. Pero ten cuidado, recuerda que no todos somos nosotros, hay una manada de gatitos más y… me da miedo que vuelva el zorro.
--- No olvides poner las campanas, iré a ver a Albert.
Al entrar al estudio Albert observaba el paisaje y giro, al verla a ella con su sonrisa coqueta y con sus mejillas sonrosadas, el también le sonrió,
--- ¿Qué pasa Candy?
--- Dormiré un rato en la merienda, así despertaré a media noche y los cuidaré de las travesuras que acostumbra Niel.
--- Muy bien, te cubriré, diré que te mande a hacer algunas cosas.
--- Gracias, corría y le daba un beso en la mejilla sorprendiendo agradablemente a Albert, quien suspiraba al recordar, como todas esas noches se había ido a dormir en sus brazos. De pronto sintió que si se iba deseaba seguirla y la detenía,
--- ¿Candy?
--- ¿Si? Con una simple sonrisa, ladeando su cabeza, robaba suspiros que ya no podía ocultar y el solo por entretenerla un poco más le preguntaba,
--- ¿Te gustan los gatos?
--- Me encantan.
Sonriendo se iba y se daba un baño, para descansar una supuesta siesta, que planeaba para poder proteger a sus pequeños amigos.
Lo cierto es que no era fácil dormirse, hacía todo, cerraba los ojos, suspiraba, tomaba aire y se concentraba para poder tomar el sueño, de pronto escuchaba que alguien entraba, ahora con mayor razón se fingía dormida, era Albert quien sigiloso como todas las noches, ahora pensaba que extrañaría dormir entre sus brazos, tomaba la cobija, cerraba las cortinas ocultando aun más la luz, o tal vez, que deseaba ocultar que el estaba en esa habitación, se sentaba cerca de la cabecera y le acariciaba sus rizos, comenzó a ronronearle, sin querer, suspirando cerca de su oído, acariciando como lo hacía cada que ella dormía.
Candy no podía creer, que su corazón comenzó a latir aceleradamente, con ternura ante la obscuridad de la habitación, abrió sus brazos y sin previo aviso lo tomaba. Albert estaba asustado, el no estaba como un gato… pero sentía como Candy suspiraba abrazándolo y otra vez, como cada noche ella dijo
--- ¡Albert!
El sonreía suavemente, ahora su barbilla guardaba a Candy como ella lo hacía con él, la abrazaba mimoso y hacía todo cuanta caricia le daba cuando estaba dormida, logrando los suspiros que ella siempre hacía, un sabe comentario le hizo levemente
--- Candy, te cuidaré siempre.
Ella lo abrazaba aun más fuerte, sonreía sin que el viera que aun no estaba dormida, con todos los cuidados ella le respondía,
--- Siempre
Continuará