LA BODA DE MIS SUEÑOS
Aquí va mi aporte para este reto, sacado un poquito de mi experiencia personal. Lo subo desde el iPad, así que es sencillo. Espero y guste.
El día se llegó, y aunque sabía que estaría sola, no me importaba. O más bien sí dolía; sin embargo, el saber que uniría mi vida a la del ser amado, lo como compensaba todo. No habría familia, solo unos pocos amigos, por mi parte y por la suya. Él es huérfano, creció bajo el amparo de una importante familia escocesa. Y aunque su jefe fue sumamente generoso con su regalo de bodas, preferimos acondicionar nuestro futuro hogar.
Organizamos un sencillo brindis después de la sencilla ceremonia que tendrá lugar dentro de un par de horas. ¿Vestido de novia? No me pareció una opción muy viable. ¿Para qué gastar en un traje que nunca más volveré a usar? Y cuando una amiga me hizo la observación de que mi hija podría usarlo en su propia boda, le dije que a lo mejor una hija mía preferiría su propio traje nuevo. Yo no usaré el de mi mamá.
Ahora bien, ¿a qué se debe esta escasa asistencia de amigos, así como la nula presencia de mi familia (que dicho sea de paso, tampoco es muy numerosa) al día más feliz de mi vida?
Pues simple y sencillamente a que no aceptan la elección de marido que hice.
George Johnson es un hombre bastante mayor para mí, me lleva más de quince años de edad. Le conocí recién entrada a la universidad, a la carrera de administración de empresas. No es un estudiante, tampoco un profesor. Fue invitado como un expositor externo, para hablarnos del Corporativo Andley, donde él es uno de los asesores más importantes. Y desde ese día, su imagen gallarda, esbelta y masculina, se grabó en mi memoria y, sin saberlo, fue abriéndose camino a mi corazón.
Cuando ofrecieron la oportunidad de aceptar estudiantes para prácticas en dicho corporativo, mandé inmediatamente la documentación solicitada. Y me llevé la sorpresa de ser aceptada. Me presenté con el estomago volteado y el corazón como tambor. ¡Oh, sorpresa, cuando supe que estaría bajo las órdenes del señor Johnson!
No fue nada fácil ganarme su confianza, ya no digamos su amor. Él es demasiado serio y la barrera que pone con su rostro adusto y sus trajes de severo corte, no inspiran a tomarse libertades con él. Laura, mi amiga más cercana, comenta que seguramente se enamoró de mí, porque hice que le ganara la risa, ya que es muy difícil verle reír.
Sonríe a menudo, eso sí. Y su sonrisa transmite tranquilidad y aceptación. Fue esa sonrisa, cuando me felicitó por mis primeros aciertos en el trabajo, la que hacía que el corazón me latiera feliz y a mil por hora, enamorándome como una boba de él. Cuando nos descubrimos enamorados, él me confesó que mi carácter un tanto deshinibido, más mi clara percepción en el trabajo, y que no tengo empacho en reconocer y corregir los errores que cometo, fue lo que le atrajo de mi.
Cuando se presentó en casa, como probó caballero, a solicitar permiso formal para cortejarme, mi papá no lo aceptó de buen grado. Y en privado, me dijo que era demasiado mayor para mí, no importando la excelente situación que tenga. He de confesar que mi familia no es el modelo de familia que se ganaría el premio a los mejores padres del año. Y no entraré en detalles que nublen este día que es de dicha para mí. Supongo que mi padre mide a George desde su mismo rasero y teme que se comporte como él lo ha hecho en su matrimonio.
Con mi carácter práctico y mi experiencia dentro de una familia con problemas y un tanto disfuncional, debería tener los mismos miedos; pero aún así, voy a arriesgarme con el señor Johnson, quien me gana prometido y ha hecho que le prometa, que siempre habrá comunicación entre los dos. Algo que mi padre no toma en cuenta, es que George Johnson es un hombre recto, generoso y muy seguro de sí. Lo que tristemente no puedo decir de papá. Además, creo que un punto a desfavor de George, es que es solamente diez años menor que mi papá. Ahora bien, mi papás se casó muy joven, y yo soy la mayor. Así que con veinticinco años, se había convertido en padre.
Retorno de mis recuerdos, mientras Laura me ayuda con el peinado. No llevo velo, apenas un tocado de flores artificiales en color pastel. Mi vestido es blanco, adornado con sutiles toques de pedrería, pero no es un traje de novia. Sentí que era más acorde con el sencillísimo brindis que ofreceremos a los pocos invitados que asistirán. Nuestra boda se efectúa un jueves y, si bien no fue a más cinco de la tarde, como alguna vez lo expresé, será al anochecer. Y mañana hay trabajo.
-Mejor haremos una gran celebración el día que te recibas -propuso mi prometido.
Estuve de acuerdo. Nos casamos porque no queremos seguir viviendo separados, porque nos amamos, y a pesar de las agoreras predicciones de mis padres, yo estoy dispuesta a arriesgarme y a poner todo de mi parte para ser feliz y hacerlo feliz a él. Y George me ha prometido lo mismo.
Pero me duele que mi familia, por muy pequeña que es, mis papas y mis dos hermanos, no estén conmigo. Como sea, son mi familia y me hubiera gustado que me acompañan.
-¡Perfecto! -exclama Laura y me estudia de arriba abajo, admirando su obra.
Como sea, mi atuendo es elegante, para no desentonar con mi futuro marido y mi nueva posición como la señora Johnson. Ya lista para salir a la iglesia, recibo una llamada de mi novio.
-Te tengo una sorpresa.
Salgo con la cabeza llena de interrogantes, que no duran mucho tiempo, solo hasta llegar al templo. Frente a la puerta, se encuentra mi familia. La emoción llena mis ojos de lágrimas.
-¡Ni se te ocurra llorar! -reclama Laura, preocupada de que eche a perder "su obra maestra".
-George habló con nosotros -confiesa mi papá cuando me acerco a él-. Y tiene razón, no podemos estar lejos de ti en tu boda.
Solo sonrío, no tiene caso reclamar y no somos tan expresivos como para entrar en detalles cursis. Cuando entro del brazo de papá, miro a mi prometido, que me espera al pie del altar. Por esta vez, sonríe satisfecho y feliz, por verme a mí feliz. Ahora sé que no me equivoqué, pues no le importó el pleito que tuvimos con mi familia a causa de nuestra boda, él sabía que yo no era feliz por no contar con ellos, y se dio a la tarea de hablar con papá y mamá y convencerlos de asistir. ¿Cómo no amarlo? Que importa que no sea una boda espectacular, si es con el amor de mi vida. Quisiera saltar sobre él y llenarlo de besos, pero me controlo, ya que estamos en un recinto sagrado.
Pero esta noche, le agradeceré como se merece, lo que ha hecho por mí.
FIN