Ficción, nacida a partir de esta imagen de LoboLópez
Imperecedero
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Sin duda, soy una persona afortunada, me gusta lo que hago, pocas personas pueden decir con satisfacción que laboran en una actividad que les apasiona. Definitivamente, soy una bibliófila consumada, de no dedicarme a esta labor, restaurar libros, con seguridad sería un ratón de biblioteca.
La experiencia de abrir un libro es comparada con la de ir descubriendo por vez primera el cuerpo del amando, sentir la textura de el lomo, las tapas, el canto, el papel e incluso cuando humedeces el índice para dar vuelto a la página, es como un gesto sugestivo, procaz, lúbrico y carnal,. Percibir el aroma que produce en específico cada clase de papel, la tinta de impresión, el material con que se cubren…es como un goce sensual. Abrir un libro, es como despojar a un cofre de sus valiosos tesoros, es establecer una perfecta comunión entre el escritor y su lector. Realmente es un orgasmo intelectual y espiritual. Y lo mejor, que siempre será una experiencia única, cada vez, que abras un nuevo ejemplar e incluso, cuando con el tiempo retomas el mismo, siempre será un orgasmo diferente.
Y al evocar esto, me viene a la memoria una conversación con un colega entrometido, que me preguntaba de la razón de mi nula inclinación por la maternidad, ahorraré la respuesta que le di, para no aburrirles, sólo agregaré que me tacho de insensible y egoísta y solo falto que se persignara, jajaja.
Luego, cuando le reviré la pregunta, -Yo quiero dejar un testimonio de mi existencia para la posteridad. Y un hijo es una parte de ti. Es como dejar una huella- respondió el ególatra.
-¡JAJAJAJAJA!- fue mi respuesta, lo sé bastante grosera. Y es que no me pareció una razón válida para traer al mundo hijos, considero una visión estrecha la de este hombre.
Y es que la única manera de dejar una huella imborrable o pasar a la posteridad, es dejar un registro escrito de ello o realizar una gran hazaña de cualquier índole. Y es que la lengua escrita, posee
características que la hacen perdurable: es colectiva (por que establece comunicación entre los seres humanos, es decir, pertenece a todos, a una nación, clan, tribu, etc.), es creativa, siempre esta generando nuevas ideas, es dinámica, porque esta en constante transformación, no se mantiene estática (un ejemplo, el castellano que empleó Miguel de Cervantes, para escribir su Quijote, difiere con el castellano que empleamos en la actualidad, por cuestiones de modismos, modificaciones y actualizaciones del lenguaje de una sociedad en constante transformación), es abstracta (porque aun sin pronunciar una frase, ya existe en nuestro pensamiento, en forma de ideas) y finalmente es imperecedera, el registro escrito es memoria de una sociedad ( hoy día, conocemos como vivieron las antiguas civilizaciones, por sus registros escritos, en piedra, grifos, rollos, papiros, códices, etc.) y demuestra su avance cultural. Es el único recurso para pasar a la posteridad.
Pero has de disculpar, querida lectora, que mi apasionamiento por este tema, me haya distraído de mi narración.
Pues, bien, heme aquí, husmeando en lo que fuera una amplia colección de una biblioteca privada, perteneciente a un antiquísimo caserón. Cuando la compañía para la que trabajo, adquirió esta biblioteca, sabía que hacían una buena inversión, porque en ocasiones hemos encontrado verdaderas joyas, perdidas entre ostentosos pero inútiles enciclopedias temáticas y alguno que otro pasquín. Y con muchísima suerte, topamos con una verdadera reliquia, un incunable.
Y aquí, empieza mi labor, catalogo nuestra recién adquirida colección, ya pasan de las 7 p.m., y hasta ahora, nada interesante, sólo algunos ejemplares muy bien cuidados, que por las fechas de edición, no pertenecen a los primeros ejemplares que habitaron en los estantes del caserón.
Golpeo el piso, con frustración y este movimiento, hace caer de algún lugar, allá arriba del estante, un objeto, que con su esquina punzo-cortante, da en mi testa, produciendo aúlle de dolor-¡Ayyyy!- ya repuesta del golpe, busco el objeto que me golpeó, es un libro, de mediano calibre de grosor y como 15 cm. de largo, pasta negra y desgastada por la parte del lomo, unas letras impresas ya desvanecidas, que en un tiempo fueron color oro-¡Es un Shakespeare!-Exclamo emocionada.
En seguida, examino, el colofón, buscando el año de impresión-¡1885! ¡Lotería!- y lo tomo entre mis manos con sumo cuidado, lo poso en la mesa de trabajo y comienzo, la disección con todo el cuidado del mundo; en él se puede observar un hermoso trabajo artesanal, las fojas cocidas a mano y con…al levantar la cubierta de la tapa, cae una vieja fotografía, un tiempo color sepia, ahora en un amarillo deslavado, en ella, posa una joven de hermosa belleza y encantadora sonrisa, una verdadera belleza-¿Quién eres joven de la sonrisa encantadora? ¿Quién fuiste?-
Curiosa me elucubro, divago y juego con las posibilidades, doy vuelta a la fotografía y al reverso, en perfecta y hermosa caligrafía, lo que parece un poema:
“Amarillo, amargo, dolor,
En lengua muerta o moderna,
En castellano o latín,
*La amargura posee idéntico matiz,
Tiene un lenguaje universal.
En la palidez que deja el desamor,
En el color de las hojas muertas,
Se percibe en lo estéril del yermo
O al morir la tarde,
Amarillo, amargo, dolor.
De amargura se tiñe mi corazón
Incluso las palabras que emanan de mi alma,
Y la sangre que fluye en mis venas,
Mi sudor, mi llanto, poseen igual color,
Amarillo, amargo, dolor…”
Susan Marlow
Verano, 1889
El contenido angustiante del poema, contrasta con la alegría proyectada por la sonriente joven de la fotografía-¡Ajá! Ahora ya tenemos un nombre- y mi curiosidad por saber más acerca de la enigmática joven, se desborda, tomo el teléfono y marco a mi asistente:
-Hola, indaga por favor, todo acerca de alguien llamado Marlow, Susan, haz la búsqueda en los años 1880-1889. Sí, un Romero y Julieta, es posible, lo siento, no tengo más datos, me llamas en cuanto tengas algo, gracias-
Continúo con mi exhaustiva observación, algunas páginas contienen en las esquinas y en la parte superior anotaciones en la misma perfecta caligrafía-Seguramente tinta fuente, espero lograr su total restauración!-
Sin duda, este fue un libro muy amado en verdad, siempre he pensado, que un buen libro se debe leer y releer, hasta desgastarle sus conocimientos, disfrutarle y si encima, luce algunas acotaciones personales, es como confesar nuestro sentir a un verdadero amigo y con la certeza de que jamás traicionará tu confianza; sigo pasando página tras página y de pronto, cae un recorte de periódico, casi se desintegra, de lo viejo que es, se alcanza a leer, noticia a primera plana: “Muere la prometedora gran actriz de teatro Susan Marlow”.
Una angustia inexplicable se apodera de mí y continúo la lectura: Durante los ensayos, para el estreno de la puesta en escena “Romeo y Julieta”, la novel actriz muere en terrible accidente, al desplomarse uno de los reflectores, sobre la joven, quien murió al instante. La joven actriz, había conseguido su primer estelar, lamentablemente, el destino truncó una prometedora carrera. Descanse en paz….
Algo aturdida, no alcanzó a comprender, debe haber una confusión, las fechas no me cuadran, el poema esta fechado en 1889 y la supuesta defunción 1887.
-Ring-ring- el timbre del teléfono me saca de mis cavilaciones-¿Sí? Sí, ya se que fue una actriz de teatro, ¿La biblioteca perteneció a los duques de Granchester? ¿Se casó en 1888 con el Duque de Grandchester? ¿También actor famoso en su época? ¿Pero porqué la dieron por muerta? ¡Ah, cielos! Qué desafortunado accidente, sí, sin duda, el ejemplar incrementa su valor, ¿Conservaremos las acotaciones personales? Bueno, es que me parece que es algo muy íntimo, que sólo perteneció a ella y al libro. ¡Perdón por ser tan sentimental!, esta bien, si los actuales parientes ya dieron la autorización, ni hablar- concluyo mi acalorada discusión vía telefónica.
Hermosa y dulce Susana, ahora sé la causa de tu doble muerte, la pública, era mejor que te creyeran muerta, a que te miraran con compasión. Y luego, la muerte de tu corazón, de tu alma, por un amor nunca correspondido. Tu sacrificio por amor, fue una hazaña y e aquí que has pasado a la posteridad, cruzaste el umbral a la inmortalidad. Y sólo espero que alguien, con exquisita sensibilidad sea digno de ser el poseedor de este hermoso ejemplar.
Nota:
Fanart obra intelectual de César Daniel, LoboLópez.
Ficción y poema de mi autoría.
Los personajes pertenecen a Mizuki.
Nota:
Fanart obra intelectual de César Daniel, LoboLópez.
Ficción y poema de mi autoría.
Los personajes pertenecen a Mizuki.