HELLO HELLO LLEGO LA CORRESPONDENCIA FELIZ NOCHE CHICAS BELLAS.
Noveno Invierno.
No sé por dónde empezar – lleno mis pulmones de aire y luego lo dejo salir, mi aliento cálido acentúa el frío que está haciendo ahora, dejo la pluma por un momento y me froto mis manos para calentarlas –, no me he había sentido muy bien así que decidí ir al doctor, me hice un chequeo general pero estoy bien aun así yo me seguía sintiendo mal, fue hasta que ya en mi desesperación le conté a un amigo lo que me pasaba – dejo de escribir un momento por el temblor en mi mano, luego prosigo – él me dijo que su hermano después de la guerra quedo con muchas secuelas psicológicas –, creo que tu entiendes mejor ese término que yo – en fin, me conto que tuvieron que llevarlo a un hospital psiquiátrico y que por medio de un tratamiento experimental él había mejorado bastante, la verdad al principio me ofendí un poco pues no me considero una persona mentalmente dañada – suspiro al recordar mi actitud tan inmadura –, si Candy, a mis veintiocho años aún tengo muchos complejos – deja de reclamarme con la mirada, imagino ese gesto tuyo de desaprobación –, pues después de pensarlo mucho una mañana me plante en el instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York – vaya manera de disfrazar el nombre de un hospital para locos, digo para mis adentros sonando un poco discriminatorio –, pues no es muy grato todo lo que ves en un lugar como ese, fue demasiado fuerte, cuando entre había una jovencita que gritaba y se golpeaba a sí misma, tuvieron que ponerle una camisa de fuerza – de recordar la escena me da escalofrió –, no puedo mentirte retrocedí ante mi decisión pero en el camino hacia la salida me topé con un hombre, en ese preciso instante mi mano comenzó a temblar y el doctor se dio cuenta de ello, quise ocultarlo pero fue demasiado tarde, el hombre de cabello cano comenzó a hablar conmigo y me dio una cita para ese mismo día por la tarde, tuve que esperar un par de horas pero no me arrepiento de ello pues al fin me explicaron lo que tengo – lanzo un suspiro no sé si de alivio o de frustración –, después de algunas consultas al fin me dieron un diagnostico “Ansiedad” es un trastornó recién descubierto y es por consecuencia de los acontecimientos de todos estos años, bueno también derivada de los excesos después de nuestra separación, me recomendaron dejar el cigarro pero me ha sido difícil, desde hace cuatro años que no bebo ¡Ah!, por cierto tampoco tomo café y eso ha ayudado bastante el temblor ha disminuido de manera impresionante yo creo que pronto me darán de alta, pues solo son pequeños lapsos cuando pasa el temblor y no tan frecuentes como antes – dejo la pluma y miro mi mano, el temblor apenas y es perceptible –, sabes mi corazón también ha sanado de manera impresionante ya no despierto tanto por las noches y cuando te recuerdo ese dolor que dejaba resentido todo mi ser ha desaparecido casi por completo, no puedo negarlo en ocasiones flaqueo pero me doy valor para aceptar mi realidad y vivir con ella - ¿Qué si te he dejado de amar?, imagino tu rostro angustiado e interrogante –, no Candy, nunca dejare de hacerlo solo he aprendido a que la vida continua y que debo de tomarla con madurez, nueve años han pasado desde que nos dijimos adiós y fue hasta ahora entendí que nuestra historia tomo caminos diferentes es por ello que me despido con esta carta… hasta siempre pecas si algún día la vida nos pone de frente nuevamente te mirare a los ojos y te diré, ¡Si Candy, si he sido feliz!...
P.D. Anexo las tres últimas cartas de los inviernos pasados.
Noveno Invierno.
No sé por dónde empezar – lleno mis pulmones de aire y luego lo dejo salir, mi aliento cálido acentúa el frío que está haciendo ahora, dejo la pluma por un momento y me froto mis manos para calentarlas –, no me he había sentido muy bien así que decidí ir al doctor, me hice un chequeo general pero estoy bien aun así yo me seguía sintiendo mal, fue hasta que ya en mi desesperación le conté a un amigo lo que me pasaba – dejo de escribir un momento por el temblor en mi mano, luego prosigo – él me dijo que su hermano después de la guerra quedo con muchas secuelas psicológicas –, creo que tu entiendes mejor ese término que yo – en fin, me conto que tuvieron que llevarlo a un hospital psiquiátrico y que por medio de un tratamiento experimental él había mejorado bastante, la verdad al principio me ofendí un poco pues no me considero una persona mentalmente dañada – suspiro al recordar mi actitud tan inmadura –, si Candy, a mis veintiocho años aún tengo muchos complejos – deja de reclamarme con la mirada, imagino ese gesto tuyo de desaprobación –, pues después de pensarlo mucho una mañana me plante en el instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York – vaya manera de disfrazar el nombre de un hospital para locos, digo para mis adentros sonando un poco discriminatorio –, pues no es muy grato todo lo que ves en un lugar como ese, fue demasiado fuerte, cuando entre había una jovencita que gritaba y se golpeaba a sí misma, tuvieron que ponerle una camisa de fuerza – de recordar la escena me da escalofrió –, no puedo mentirte retrocedí ante mi decisión pero en el camino hacia la salida me topé con un hombre, en ese preciso instante mi mano comenzó a temblar y el doctor se dio cuenta de ello, quise ocultarlo pero fue demasiado tarde, el hombre de cabello cano comenzó a hablar conmigo y me dio una cita para ese mismo día por la tarde, tuve que esperar un par de horas pero no me arrepiento de ello pues al fin me explicaron lo que tengo – lanzo un suspiro no sé si de alivio o de frustración –, después de algunas consultas al fin me dieron un diagnostico “Ansiedad” es un trastornó recién descubierto y es por consecuencia de los acontecimientos de todos estos años, bueno también derivada de los excesos después de nuestra separación, me recomendaron dejar el cigarro pero me ha sido difícil, desde hace cuatro años que no bebo ¡Ah!, por cierto tampoco tomo café y eso ha ayudado bastante el temblor ha disminuido de manera impresionante yo creo que pronto me darán de alta, pues solo son pequeños lapsos cuando pasa el temblor y no tan frecuentes como antes – dejo la pluma y miro mi mano, el temblor apenas y es perceptible –, sabes mi corazón también ha sanado de manera impresionante ya no despierto tanto por las noches y cuando te recuerdo ese dolor que dejaba resentido todo mi ser ha desaparecido casi por completo, no puedo negarlo en ocasiones flaqueo pero me doy valor para aceptar mi realidad y vivir con ella - ¿Qué si te he dejado de amar?, imagino tu rostro angustiado e interrogante –, no Candy, nunca dejare de hacerlo solo he aprendido a que la vida continua y que debo de tomarla con madurez, nueve años han pasado desde que nos dijimos adiós y fue hasta ahora entendí que nuestra historia tomo caminos diferentes es por ello que me despido con esta carta… hasta siempre pecas si algún día la vida nos pone de frente nuevamente te mirare a los ojos y te diré, ¡Si Candy, si he sido feliz!...
P.D. Anexo las tres últimas cartas de los inviernos pasados.