Hola, siempre he sido de historias cortas y la verdad no me considero una escritora de las grandes del candymundo, soy una mas del monto que hace uno que otro minific de vez en cuando y ya, pero hace unos años me embarqué en esta historia alterna, que aun no está terminada pero que pienso terminar ahora que me decidí a publicarla.
Este Terryfic nació un buen día, la idea llegó a mi cabeza y la musa se apoderó de mi, ese día escribí los 7 capítulos que tengo y que permanecieron en el baúl del olvido hasta hoy. Lo terminaré Dios mediante, eso es seguro, odio las historias incompletas.
Nada es lo que parece
Por Candida Grandchester
Los personajes Candy Candy propiedad de Kioko Mizuki y Jumiko Igarashi respectivamente
Por Candida Grandchester
Los personajes Candy Candy propiedad de Kioko Mizuki y Jumiko Igarashi respectivamente
La música comenzó a sonar en aquel lugar oscuro… lleno de hombres ansiosos por ver la nueva atracción. La visibilidad era mínima, el olor a sudor se entremezclaba con el del cigarrillo y los efluvios de alcohol. El raído telón de terciopelo rojo se abrió para mostrar a una hermosa mujer de cabellera rubia ondulada, sentada en una silla de metal. Su rostro cubierto por un antifaz negro dejaba vislumbrar unos hermosos ojos verdes, sus curvas eran enmarcadas por un corto vestido de lentejuelas negras.
Los silbidos no se hicieron esperar, varios de los hombres con sus sentidos afectados por el alcohol gritaban a la mujer que se quitara la ropa y mostrara los encantos ocultos bajo la diminuta prenda..
Tienes mucha ropa, chiquita. Quítatela para verte mejor, que estás bien buena!!... – decían estallando en risotadas. Pero ninguna de estas acciones distrajeron la actuación de la chica que se movía sensualmente en la silla, luego su voz cual ruiseñor, retumbó en todo el local llegando a los oídos de uno de los espectadores que miraba en silencio la presentación.
Sus ojos escrutaron con cuidado cada movimiento, cada curva, la colocación de sus manos, el desplazamiento en el escenario y luego (más adelante) la limpia voz.
Esta mujer es lo que ando buscando. La quiero para mí – pensó.
Al terminar de cantar los aplausos no se hicieron esperar y la audiencia terminó rendida ante la misteriosa rubia, que a diferencia de sus compañeras de trabajo no necesitó despojarse de sus ropas para dejar a todos con la boca abierta.
Misterious Girl era un pequeño diamante en bruto para el espectáculo, sólo necesitaba ser descubierta por un buen agente artístico.
****
¡Ahí está otra vez ¡- dijo Tehuite con una sonrisa pícara en sus labios. Tehuite era una morena de piel oscura y curvas generosas.
¿Quién? - preguntó la rubia mientras se acercaba a su amiga para observar a través del telón.
¡Quién va a ser, Dulce! el tipo apuesto de los ojos azules que viene todas las noches y se sienta solo en la misma mesa de siempre.- terminó diciendo mientras soltaba un suspiro – ¡que hombre!
¡Ah! te refieres al caballero elegante de ojos enigmáticos - respondió tratando de sonar indiferente, mirando al hombre en cuestión oculta tras el telón, se alejó del mismo para terminar de prepararse, dado que su actuación era la siguiente.
No te hagas conmigo – le reclamó la morena mientras ponía sus manos en la cintura- bien triste que te pusiste la otra noche que no vino ¿Acaso crees que no lo noté?
Triste ¿¡yo?!- replicó la rubia fingiendo indignación.
¡Sí!, tú misma. Apenas articulaste palabra por todo el camino de regreso a casa.- le señaló.- y desde que él viene te arreglas más.
Son puras ideas tuyas.- acto seguido se miró por enésima vez en el espejo ubicado en el corredor mientras Tehuite le guiñaba un ojo.
¡Mira qué ojos! ¡Qué boca! ¡Qué cuerpo!- cada palabra era enmarcada por movimientos sensuales. – Está como paco.
Tehuite ¿Como paco? Pero si el pobre paco es bien feito, flaco y desgarbado... en cambio, - no pudo terminar la frase pues Tehuite la interrumpió con indignación.
No me refiero a Paco el conserje sino pa’ comérselo.
Estás insoportable.- terminó diciendo la rubia entre risas.
Y tú más necia que nunca. Ahora me voy porque tengo clientes que atender, en especial a cierto galán solitario- le dio la espalda, agarró la manija de la puerta y antes de salir hacia el área de mesas se giró levemente para ver la cara molesta de la rubia.- ¡No te pongas tan celosa! sólo le daré unos cuantos besitos- un cepillo volador apareció de la nada y Tehuite lo esquivó mientras cerraba la puerta de acceso al bar.
Durante la presentación de la rubia, conocida en el bar como Mysteriuos Girl, su amiga se mantuvo alrededor del apuesto caballero cual mosca sobre pastel. Cada uno de sus movimientos, eran vigilados por la ojiverde, ella sabía muy bien que su amiga hacia todo eso para molestarla y lo estaba logrando, estaba cayendo en su juego, pero , es que , no podía controlar lo que sentía, la sangre le hervía cada vez que veía a su amiga rozar su senos supuestamente por accidente con ese hombre magnifico con el que soñaba diariamente .
¿Quiere algo de tomar el señor?- preguntaba Tehuite al caballero en cuestión.
No, gracias. Sólo quiero ver el espectáculo- con lo barato que es este lugar ya me imagino a qué debe saber el whisky que se sirve aquí.- pensó.
¿O quizás quiere un poco de compañía?- le dijo melosa e insinuante Tehuite, mientras miraba de reojo a Misterious Girl.
Muchas gracias señorita, prefiero estar solo.- esta mujer si es insistente no me deja ver el Show con tranquilidad.- le regaló una de sus sensuales sonrisas y Tehuite sintió como sus piernas se convertían en gelatina pura.
Me retiro entonces,- respondió- ya sabe, estoy disponible para lo que usted mande.
Dulce vio como la mano de su amiga se deslizaba por el cuello del hombre que todas las noches asaltaba sus sueños, sin pensarlo dos veces bajó los cuatro escalones que formaban parte del escenario y que facilitaban el acceso al área de mesas. Con cadenciosos movimientos acompañados por las notas de un viejo piano giró varias veces alrededor del enigmático caballero …estando frente a frente ella hizo una leve pausa, acercó su rostro al de hombre y le susurró las ultimas notas de la canción. Todos los presentes se quedaron atónitos excepto el elegante caballero que sólo le regaló una media sonrisa al terminar su presentación. Ella estaba tan hechizada por ese hombre que no notó cuando uno de los borrachos la tomó por la cintura cayendo sentada sobre el regordete hombre.
¿Cómoda, chiquita?- reía el muy abusador, mientras la aferraba más a su cuerpo.- yo también quiero un poco de lo que acabas de hacer con ese - Dulce se asustó con la repentina situación, pero no le demostró su temor al ladino regordete.
¡Suélteme! ¡Yo no soy lo que usted piensa!- le decía forcejeando con el sucio hombre pero mientras más luchaba más fuerte era el agarre.
No te gusto – el aliento del borracho casi marea a Misterious Girl- pero si aquí tienes más de donde agarrar.
Un puño cruzó el aire, el hombre que la sostenía cayó de bruces. Dulce apenas pudo aferrarse a la mesa antes de precipitarse junto a ella. El ruido de los cristales al caer anunció el comienzo de una pelea en lo interno del bar. Botellas, sillas y cuanto elemento estuviese al alcance de las manos volaban sobre las cabezas.
La joven cantante arrastrándose por el suelo se sintió igual que aquella vez en el desierto mientras escapaba. Un cristal se incrustó en su mano causándole daño. Fue entonces que sintió unas manos fuertes que la levantaron del suelo. Ella comenzó a golpearlo en el pecho pidiendo que la soltara pero al alzar la mirada pudo ver quién era su defensor. Todos sus sentidos se afectaron, el aroma embriagador, “no precisamente por el alcohol”, se notaba que el hombre que la sostenía no había tomado absolutamente nada, pero el aroma que expedía era tan excitante, tan sensual, tan perfecto que todo su cuerpo se estremeció al aspirar la seductora fragancia. Entonces él habló y si pudiera ser imposible, su voz era aun más perfecta que su olor, profunda, melodiosa y muy varonil. Embelesada con el movimiento de sus labios sensuales y carnosos lo escuchó decir:
¡Vámonos de aquí, Misteriuos Girl!
y sin pensarlo se fue con él.
Era su hombre enigmático, el mismo que todas las noches iba a ver su presentación y estaba segura de que sólo iba a verla a ella, después de ella presentarse él se levantaba de su silla y salía del local. Fuera del recinto, aun nerviosa por lo acontecido comenzó a temblar como pajarillo herido entre los brazos de él.
¿Tienes frío?- El caballero elegante que le había defendido se quitó su chaqueta y la puso sobre sus hombros y le preguntó - ¿Mejor así?. - nunca nadie había sido tan gentil con ella. Bueno, pensándolo bien sí, recordó a Anthony pero él ya no estaba para cuidarla.- ¡Estas herida!- le tomó la mano con suavidad algo que para Dulce parecía imposible, era un hombre tan fuerte, tan alto, tan hombre – se te ha clavado un cristal, la herida no es profunda – ella lo miraba embelesada, él estaba muy concentrado en su tarea, lo vio sacar un blanco pachuelo de su chaqueta y luego presionó la herida, ella se estremeció y él le besó la mano, aquello era el pomo de la botella, en cualquier momento se derretiría si ese hombre perfecto continuaba tratándola con tal delicadeza.
Gra... gracias – respondió tartamudeando a causa del nerviosismo.
Te hacía más desinhibida -acotó él- en el escenario eres una diosa, Una mujer muy sensual y esta noche superaste todas mis expectativas.- sus manos habían abandonado las de ella y ahora estaban colocadas sobre los hombros femeninos, friccionando lentamente a través de la tela de la chaqueta, tratando de transmitirle calor, sin imaginar que Dulce estaba en llamas en su interior.
Es mi trabajo – respondió por inercia, embriagada por el masculino aroma que desprendía la piel del hombre y de los movimientos lentos sobre esa parte de su cuerpo que jamás pensó fuera tan erógena. Luego él se detuvo, ella pensó decirle que continuara tocándola de aquella manera. ¡Qué cosas estaba pensando! ella no era una mujer fácil. Así que, en silencio ambos comenzaron a caminar lentamente uno al lado del otro.
Es más que eso - le dijo girando sobre sus talones para quedar frente a ella y acercándose lentamente quedó a escasos milímetros de su cara. Su respiración rozaba su piel. Ella podía sentir el calor y el olor a menta de su aliento extasiando sus sentidos. ¿Cuántas veces había soñado con él, con tenerlo así de cerca? Para ser sinceros, más cerca aún, tan cerca que el aire no podría pasar a través de ellos ¿Cómo se sentirían sus labios sobre los suyos? ¿Serían cálidos sus besos? ¿Serían tiernos o ardientes? En la materia ella tenía muy poca experiencia por no decir ninguna. Lo poco que sabía era por las escenas descritas por Tehuite de sus innumerables amoríos y las novelas que leía a diario, su segunda gran pasión.
Señorita ¿está bien?- le cuestionó sacándola de sus abstracciones.
¡Oh! Disculpe, es que esta noche ha sido un poco loca, ¿ usted me decía? – al parecer duró mucho tiempo vagando en sus pensamientos hipnotizada por el movimiento lento de los labios masculinos y perdida en divagaciones sobre ciertas partes de su cuerpo que había olvidado existieran y que ahora mismo ardían de deseo.
Más no sólo ella estaba viajando en un sueño mas allá de lo correcto, el caballero en cuestión estaba tan perdido como ella en sus cavilaciones, en el verde exquisito de sus ojos, en los carnosos labios pintados de carmín y en la cremosa piel, tan blanca como la nieve. Cada rasgo, cada pliegue de sus labios, cada peca casi imperceptible bajo la capa de maquillaje quedó memorizada.
Al ver la turbación de la joven le regaló otra de esas extrañas sonrisas suyas de medio lado, no era una chica fácil, eso él lo sabía desde hacia varias semanas, la había visto actuar, veía como rechazaba todas las propuestas que le hacían los clientes de aquel burdel barato. Él quería sacarla de ese lugar, hacerla famosa y también suya, ¡en qué estaba pensando!, ella era un prodigio musical, no una aventura. Despejó su cabeza con un leve movimiento y continuó hablando.
Le decía que lo suyo es más que un mero cumplimiento de su trabajo, lo suyo es pasión. Usted ama la música en todas sus facetas..-
Sonrojada por los halagos dirigió su vista al suelo. Él la tomó por la barbilla y por primera vez se perdió en las lagunas de sus ojos. Ambos se quedaron observando, mirándose el uno en el otro y a pesar de la poca iluminación de aquella calle ella pudo ver cuán hermosos eran los ojos de él. Eran de un extraño azul tan profundo como el océano y él pudo apreciar el verde intenso de los ojos de ella, tan verdes como el de las praderas que algún día le gustaría poseer y explorar.
¿Por qué no te quitas el antifaz, Misterious Girl? Me gustaría verte- poco a poco sus manos se fueron deslizando por debajo de la pequeña máscara de plumas negras y terciopelo. Cada roce, cada pequeño toque se convertía en una marca indeleble sobre su piel. Despacio, ambos acercaron sus rostros hasta que sus labios se rozaron mínimamente. ¡Él la estaba besando!, tenía que estar soñando, pero no, en ese momento se sintió mas viva que nunca, todo su cuerpo estaba reaccionando a aquel contacto tan sutil y delicado. Su misterioso caballero continúo abriéndose paso por sus labios, primero con breves besos en la comisura, luego le tomó el labio inferior mordisqueándolo suavemente, qué debía ella hacer, nunca había besado antes, estaba pasmada. Entonces él dejó sus labios y fue hasta su oreja, mordisqueó el lóbulo de la misma y entre susurros habló.
Deja de pensar, sólo siente, déjate llevar – se apoderó de nuevo de sus labios pero ahora su beso iba cargado de urgencia, de pasión, de deseo, las manos de Dulce que hasta el momento permanecían inertes sobre los pectorales subieron con voluntad propia hasta el cuello de él, acariciando, palpando la firme piel bajo la camisa y luego sus dedos se introdujeron por el grueso pelo masculino. Las manos de él aferraban fuertemente a la joven por la cintura, en aquel instante la había levantado unos cuantos centímetros del suelo, era delicioso sentir como encajaban sus cuerpos, necesitaba mas, quizás si la pegaba contra la pared de aquel callejón y ella lo rodeaba con sus piernas, ¿en qué estaba pensando?, ella merecía mas, ¡no era una cualquiera!, aun así no la soltó, quiso mantenerla un momento mas pegada a su cuerpo.
¡Misteriuos Girl! el jefe te necesita, ahora.- esa era la voz del cantinero interrumpiendo aquel momento mágico. ¿Es que no podía ser más inoportuno? Pensó. Bastante mal le caía el perrito faldero Carl y con esto último reafirmaba aun más su desprecio.
El antifaz estaba otra vez sobre sus ojos. Él no pudo ver el rostro femenino al descubierto, la identidad de Misterious Girl pasó a un segundo plano cuando sintió el choque eléctrico producido por el roce de sus cuerpos y aquel beso, tan efímero y a la vez tan eterno, jamás lo olvidaría. Al igual que el suave olor a rosas que expedía aquella blanca piel femenina.
Pero ¿qué le pasaba? se cuestionaba. Nunca una mujer le había producido tal tumulto de sensaciones. Él era un soltero empedernido, un alma libre y solitaria.
Estaba tan desorientado que al salir de su transe notó que la joven ya entraba al local sin siquiera haberse despedido de él.
Mañana volveré a verte mi chica misteriosa. – le dijo, ella apenas pudo darle un leve asentimiento de cabeza mientras se perdía tras la puerta de metal, sin prisa él se alejó con paso lento por las calles de uno de los tantos barrios de California..
El destino juega de manera caprichosa, la vida da jirones insospechados y las decisiones de terceros muchas veces determinan nuestro futuro.
Unos toques en la puerta le anunciaron al hombre que su empleada había aparecido. Un seco pase le dejó claro a ella que su jefe estaba de mal humor.
Me dijo Carl que usted quería verme - de pie en la entrada con su mirada apuntando a sus zapatos Dulce no se atrevía a mirar a aquel viejo de piel clara, ojos azules y toscas maneras. Su escasa cabellera gris, grasienta, peinada a un lado (tratando infructuosamente de tapar aquella prominente calva). La nariz distintiva en aquel rostro; roja como tomate. Era un hombre de escasa estatura pero dueño de una mirada siniestra capaz de helar la sangre de cualquiera. No en vano era el dueño de aquel burdel – ¿Para qué soy buena, señor?
Me sirves para muy poco, Dulce – decía aquel mientras le lanzaba una mirada llena de lascivia- Toma.- su acento denotaba enojo y molestia- Este es tu sueldo de una semana,- tiró sobre la vieja madera del escritorio unos billetes- no quiero verte por aquí mañana.
Ella tomó el dinero y lo contó -¡Señor Thruman! yo trabajé casi un mes completo y aquí apenas esta el pago de una semana.- quiso ella aclarar pero aquel no estaba dispuesto a escuchar sus reclamos.
Agradece que te esté dando algo para que vuelvas a tu casa. Los daños que causaron hoy por tu culpa valen más de un año de tu sueldo, - le dijo con ira consumada, ambos sabían que los daños causados no pasaban de unas botellas rotas - ¿qué te costaba dejarte agarrar las nalgas?
Mr. Thruman no le permito que me hable así.
Yo te hablo como me de la gana – le espetó dando un fuerte golpe sobre el viejo escritorio de madera rustica, Dulce pegó un brinco ante el arrebato de aquel viejo.
Indignada por las palabras de aquel viejo decrepito tomó el dinero, se dio la vuelta sin decir palabra agarró la manija de la puerta y por un mínimo instante pensó en todo lo que había vivido en esos últimos meses, “nunca pierdas tu dignidad hija…” las palabras de su madre retumbaron en sus oídos.
Volvió sobre sus pasos y lanzó el dinero a la cara del señor Thruman mientras le decía- ¡cómase su cochino dinero! ¡No lo necesito!- claro que lo necesitaba y eso ella lo sabía mejor que nadie, quizás mañana se despertaría preguntándose qué comería, aun así nunca dejaría que la humillaran…
Si vuelves a pisar este lugar – la mirada enardecida del viejo Thruman hizo a Dulce retroceder un paso- llamaré a la migra y tanto tú como tu amiguita volverán a sus mugrosos países. No quiero volver a verte, lárguense ahora mismo de mi local.
Tehuite y ella sin empleo, en una tierra desconocida, ¿de qué vivirían?. Ella no era capaz de vender su cuerpo, primero regresaba a su pueblo antes de caer tan bajo, pero si regresaba no volvería a ver a su hombre misterioso y eso le destrozaba el alma. Tampoco podía acercarse a aquel lugar, Thruman la amenazó con llamar a la migra y si por casualidad las veía merodeando su local ella sabía que él cumpliría su promesa. Su destino estaba sellado, no volvería a verlo de nuevo.
Continuará….