Nada es lo que parece
Por Candida Grandchester
Los personajes Candy Candy propiedad de Kioko Mizuki y Jumiko Igarashi respectivamente
Por Candida Grandchester
Los personajes Candy Candy propiedad de Kioko Mizuki y Jumiko Igarashi respectivamente
Capitulo 6
Dulce vio sus caras pasmadas, Martin movía sus labios como si estuviera pensando en voz alta, mientras su caballero oscuro la miraba con una mezcla de rabia y compasión. No podía describir que estaba sintiendo, su expresión era casi pétrea. Luego le escuchó decir con voz suave.
¡Usted es una ilegal! – fue más una afirmación que una pregunta
Si, soy indocumentada y por lo mismo usted debe contratarme. No tendrá que pagarme tanto y yo puedo hacer todo lo que me pida. _ mentalmente se corrigió – “bueno no todo claro está”
Señorita…_ lo vio hurgar en su memoria, se dio cuenta de que él no recordaba su nombre y ella se lo repitió.
Dul-ce, mi nombre es Dul-ce _lo pronunció marcando cada sílaba.
Señorita Dul-ce _ él lo pronunció de la misma manera sacándola de quicio con esa actitud. _ El trabajo de conserje es muy fuerte y usted es una joven muy…_ otra vez titubeaba pero ella con un gesto le animó a decirlo.
¿Sí? ¿Muy qué?... – le preguntó finalmente colocando sus manos a ambos lados de su cadera.
Usted…es muy frágil.- concluyó
Mire, señor. Usted ha dicho que me ve frágil, pero lo que realmente usted quiso decir es que soy flaca, débil y sin chiste. _ él desvió su rostro hacia su asistente, lo había descubierto pero ella continuó diciéndole_ Míreme bien y mire mis manos. Estas manos saben labrar la tierra, saben limpiar, cargar cosas pesadas y esta espalda está acostumbrada a permanecer doblada trabajando honradamente.
No lo dudo, pero un ilegal en mi establecimiento es un riesgo que no quiero correr.- le respondió fijándose en las manos de Dulce que efectivamente estaban muy maltratadas, provocando en él cierta lástima por la jovencita.
La que corre riesgos día a día soy yo. ¿Y sabe? a mí no me importó correr riesgos por usted. _ya lo había dicho, no había marcha atrás. Estaba desesperada necesitaba ese empleo, sin un techo donde cobijarse y un plato de comida no tenía tiempo para andarse con sutilezas
Recuerde muy bien que yo no le pedí su ayuda,_ con dificultad se puso de pie, se dirigió hasta ella.
El sr. Martin se alarmó y trató de moverse de su lugar en su ayuda pero el ángel oscuro como ella lo había bautizado, lanzó una mirada de advertencia y sé quedó de piedra. Él era tan alto que le sobrepasaba con casi dos cabezas y le miró desde arriba haciéndola sentir más pequeña de lo que se había sentido jamás
¿Usted piensa que por jugar a la heroína yo debo darle un empleo? ¿Acaso usted se vio en un espejo últimamente?_ le miró de pies a cabeza e hizo una mueca desconcertante con su boca. Luego le tomó por los hombros y la puso ante un gran espejo de cuerpo entero poniéndose detrás de ella sujetándole fuertemente con su brazo sano. Dulce instintivamente bajó la cabeza.
Mire su reflejo _ le dijo.
Ella levantó su cabeza y barbilla para obedecer la orden que le daba.
Mírese bien y dígame qué usted ve. – volvió a decirle
Señor, déjela marchar, por favor._ le suplicó su fiel empleado con voz entrecortada. El conocía ese carácter explosivo de su jefe, cuando sufría uno, era mejor estar bien lejos.
¡Sal de aquí ahora mismo sino quieres irte junto con ella!- le gritó con voz autoritaria.- bastantes ganas traigo de despedirte.
Martín dudó en salir, esa jovencita no merecía que descargaran frustraciones pasadas en ella. Pero una segunda mirada amenazante terminó por convencerlo dejando a ambos solos en el dormitorio.
Ahora sí estaba asustada. Ella no conocía a ese hombre y tampoco sabía de lo que pudiese ser capaz. Lo había visto en un pasado en otras circunstancias y se preguntaba qué le había sucedido. ¿Por qué actuaba de esa manera? ¿Dónde estaba ese hombre amable y gentil que le había rescatado aquella noche en su antiguo trabajo?..
Ahora, señorita Dulce, dígame qué usted ve, _ le susurró al oído. Ella estaba asustada y temblaba bajo el toque de sus manos.
Yo… – dijo titubeando- veo a una mujer - se detuvo y tragó saliva. Veía que los ojos de él seguían inspeccionándola esperando su respuesta.
Eso lo vemos todos. Aunque resulta un poco difícil distinguir lo que hay debajo de esa carpa de circo que trae por vestido. Cualquiera podría pensar que es un simple bulto andrajoso.- le respondió
Sus palabras fueron el detonante que Dulce necesitaba para terminar de responderle. Puso su frente en alto, levantó su barbilla y él percibió el cambio en su actitud. Una sonrisa cínica se dibujó en los labios de él, la sonrisa que Dulce tanto amaba.
Continúe, por favor.- le respondió con tranquilidad. Se asombró al reconocer la fuerza que esta joven demostraba y que vio en alguien mas hace mucho tiempo, en un muchacho de las calles, sin padres, criado por prostitutas, que se ganaba la vida en apuestas y peleas callejeras. Ese muchacho ya era un hombre, ese muchacho era él.
Yo veo una mujer fuerte, capaz de cruzar un desierto por lograr sus objetivos, de traspasar fronteras y abrirse paso sin un peso en el bolsillo, de crecer en una sociedad plagada de tabúes , esa soy yo… solo Dulce una mujer sin apellido y sin una tierra a la cual pertenecer, porque estoy dividida entre dos culturas. Soy una mujer capaz de tomar un arma y disparar a un desconocido solo para salvar a otro, _en ese momento se giró poniéndose frente a él para concluir - y soy una mujer que necesita ese empleo pero que no suplicará solo por aumentar su ego…
Usted no es lo que necesito en mi local. Todos nuestros empleados tienen buena apariencia.- le replicó
Martín es un viejo gordo y feo. Amable pero feo al fin _ con esta frase Dulce casi logra sacarle una sonrisa pero se eclipsó antes de llegar a sus labios.
Cierto, pero Martín es mi asistente y no necesita ser apuesto.- Dulce aparte de fuerte era graciosa- pensó.
Y yo sería una simple trapeadora.- Sus verdes ojos estaban anegados por las lágrimas. Parecían dos lagunas y transparentaba inocencia. Él no podía permitir que trabajase allí, ese lugar la convertiría en algo muy malo, en alguien como él.
Está equivocada. La empleada que necesitamos es para el horario nocturno. Debe ir a los baños supervisando que todo esté en orden y de vez en cuando puede ser que se tope con uno que otro cliente.- él caminaba lentamente por todo el lujoso dormitorio, en un momento de desesperación o desasosiego se pasó la mano derecha por su pelo.
Pero Dulce sabía que algo más había y él no se lo quería decir.
Señor. ¿Hay algo más que yo deba saber?_ lo vio meditar por varios segundos hasta que le dijo lo siguiente.
Dulce, este no es el lugar para usted. Nuestras chicas no sólo son bailarinas y meseras. Ellas también son chicas de cita.
¿Chicas de cita?- un termino totalmente nuevo para ella, ¿qué era eso?, él vio la interrogante en la cara de la joven inmigrante y le aclaró.
Prostitutas - sus palabras le cayeron como un balde de agua helada- Lo mejor es que tome el dinero. Puedo darle una cantidad menor en efectivo y váyase.
¿Incluso las trapeadoras?_ le dijo desanimada casi sin aliento
Las del horario nocturno sí, también son chicas de cita. Por eso deben ser bonitas.- le respondió
¡OH!_ fue lo único que pudo decir y de sus labios salieron palabras que no imaginó decir nunca.-Quiero el empleo _ y en los ojos de él creyó ver un destello de... decepción?
Continuará…