EN EL BORDE DE LA LOCURA
CAPITULO 1
CAPITULO 1
Tic tac… tic tac… tic tac… el sonido incesante del reloj llego a sus oídos como un recordatorio de lo miserable que era su vida. Acostado en su habitación seguía lamentándose segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora; no podía dejar de pensar en ese momento en el cual había sido el protagonista de la mayor humillación que se había llevado a cabo aquella noche, en la cual, creyó que había alcanzado su meta de comprometerse con Candy, a solo un paso de cumplir el sueño de casarse con ella había recibido el peor revés de toda su existencia y todo por culpa de ese vagabundo… ese vagabundo que no era más que el hombre de más alto rango en la familia Andrew.
Se revolvió en su cama molesto, con ganas de gritar, agarrándose con fuerza de la sabana mientras lagrimas corrían por sus mejillas ya no sabía si de vergüenza, de dolor o de rabia. Aun podía escuchar las habladurías de la gente mientras el, aun sin saber porque, pedía ayuda a su madre para salir del lugar aferrándose a su vestido, escuchaba las risas llenas de burla y los comentarios que los invitados a la “gran fiesta” hacían a sus espaldas. Podía escuchar la risa de Candy, de Albert, de Archie y sus malditos amigos mientras se alejaba.
Tic tac… tic tac… tic tac… ese sonido estaba a punto de volverlo loco, eso y el encierro que se había autoimpuesto para evitar las burlas, escuchaba las risas en su cabeza, detrás de las puertas, alrededor de la casa y no podía soportarlo, pero tampoco podía soportar seguir ahí torturándose. Quería alejarse, salir corriendo lo más lejos posible, quería desaparecer del mundo si eso podía ayudarle con lo que sentía en ese momento.
Se levantó, tomo el reloj y lo lanzo contra la puerta haciendo un ruido estruendoso que seguro habría llamado la atención de alguno de los sirvientes afuera, pero sabía bien que no se acercarían a preguntar qué había pasado. Camino hasta el baño y abrió la ducha. Necesitaba que el agua se llevara ese sentimiento de desolación que tenía y estuvo ahí más de una hora o tal vez menos, el tiempo era tan relativo en ese momento que en realidad no se daba cuenta de cuanto había pasado cuando salió al fin a cambiarse la ropa. Se miró al espejo, pudo apreciar que su rostro lucia completamente distinto al sonriente chico que días atrás se arreglaba para ir al encuentro con el destino… Maldito destino.
Termino de cambiarse y por primera vez en una semana salió de su habitación, se topó al salir con una de las sirvientas y al hacerlo bajo el rostro lleno de vergüenza, estaba seguro que la vio reír, podía adivinar que era de él, podía darse cuenta que no era la única puesto que abajo las chicas que se encontraban limpiando lo observaron y se murmuraron entre ellas, seguro que burlándose de su patética presencia, camino apresurado y abrió la puerta aguantándose las ganas de gritarles, como podían reírse de él.
Cerro la puerta de un golpe mientras se dirigía al garaje, el chofer lo vio y de inmediato se arregló el saco y la corbata para alistarse a salir pero Neil sin decir palabra alguna subió al automóvil haciendo caso omiso al chofer que le sonreía y se apresuraba a abrir la puerta… le sonreía o se burlaba? Era tan obvio que para todos él era payaso que servía para su diversión. Arranco el auto casi atropellando al hombre y acelero llorando de rabia, sus ojos estaban nublados y se decía asimismo que no debió haber salido de esa habitación, sin embargo no quería tampoco estar ahí.
No llevaba rumbo fijo, solo avanzaba sin pensar a donde ir, los arboles pasaban tan rápidamente que parecían tan solo unas manchas en el paisaje, el aire casi lo ahogaba en aquel convertible rojo, pero no importaba, al menos así se preocupaba por seguir respirando y no por escuchar las risas a su alrededor.
“Estúpido, estúpido…cómo pudiste enamorarte así? Maldita seas Candy, cómo pudiste haberme humillado de esa manera…yo, yo te amaba… yo… “
En ese momento, pudo ver un conejo. Un conejo en medio de la calle que se paraba sobre sus dos patas traseras mirando hacia a él, era un enorme conejo blanco que parecía estar esperándolo ahí mismo, sin ánimos de moverse, sin intenciones de eludir a la muerte y por alguna razón Neil en vez de pasarle encima giro el volante con una gran fuerza haciendo que el carro se saliera del control, por más intentos que hizo no pudo evitarlo, un gran árbol recibió el impacto y el solo pudo ver una luz brillante y nada más…
Continuara…