¡Hola a todas! Aquí me tienen otra vez, trayéndoles un nuevo aporte Les informo que este relatito, va vinculado con el anterior (“Ayer y hoy”) de hecho me decidí hacer una serie para incluir a los diferentes personajes, y contarles mi versión de lo que fueron sus vidas. Ya le tocó a Terry, ahora le tocará a Susana y pues a ver quién sigue después ¡Que sea sorpresa! ¡Disfruten la lectura!
"Volver a verlo..."
Era una frase, que por muchos años había estado fuera de su pensamiento.
Aquella helada noche, cuando se marchó de Manhattan, prometió no volver jamás… Sin embargo el destino se había encargado, de llevarla nuevamente allí, a su ciudad natal.
Ha pasado mucho tiempo, desde la última vez que estuve aquí... Pensó ella, mientras observaba la fachada del teatro y rememoraba viejos tiempos; dibujando en su mente la avenida que transitó años atrás, antes de que su vida cambiara para siempre.
—Nunca estuve en lugar como éste —expresó una voz, junto a ella—. Espero que no te avergüences de mí, por lucir tan sorprendido con todo lo que veo…
Aquella declaración, hizo que su corazón se enterneciera y sin pensarlo, ella respondió:
—Nada de eso, querido... De hecho, yo estoy tan sorprendida como tú, éste lugar ya no es el mismo sitio que conocí... —contestó observando al hombre, que la miraba y le dedicaba una sonrisa—. ¡Dios! La última vez que vine ¡Usé un carruaje, para llegar hasta aquí! ¿Puedes imaginar eso?
—No, amor... —contestó él, devolviendo sus ojos hacia la fachada del imponente teatro—. Ya no recuerdo la vida con carruajes.
Ella rió sin poder evitarlo y él, sonriendo, volteó para mirarla y darle el apoyo que necesitaba...
—Definitivamente todo ha cambiado —mencionó la mujer, esbozando una melancólica sonrisa.
—Incluso esa marquesina... ¿No? —cuestionó él —. Tu ex novio, ya no actúa, ahora él es un director.
—Querido... —contestó ella, negando con la cabeza—. Terruce y yo, nunca fuimos novios.
—Eso no fue lo que me dijeron...
Ella sabía que por mucho tiempo, Terruce Grandchester, fue un tema sensible para su esposo; pero también sabía que ya lo había superado y que le gustaba hacerla enojar y celarla como parte de sus bromas. Así que ese pequeño reclamo, no le importó… Tomó la mano de él y luego la apretó con fuerza, transmitiéndole todo el amor que sentía.
—Alessandro... Tú fuiste mi único novio...
Alessandro tomó la mano de su mujer y después besó su dorso con adoración.
—Solo estoy bromeando, Sussie —expresó divertido—. Ya lo sabes, me gusta sentir que le gané la novia a un famoso actor...
Ella observó los ojos grises de su marido y contenta río junto a él. Volver a Broadway, no estaba siendo tan terrible como ella esperaba.
— ¿Y vinimos hasta acá, solo para quedarnos aquí parados? —preguntó Alessandro, mientras ella negaba—. ¿Quieres que vayamos a preguntar por Grandchester?
—Sí, vayamos...
Susana se apoyó en el brazo de Alessandro y despacio, caminó junto a él, lo hizo observando bien el camino por el que andaba, pues aunque era un camino parejo, no podía confiarse... Su estado actual, no le permitía correr riesgos innecesarios.
—Al parecer, no hay nadie aquí... —expresó Alessandro, al ver que el puesto del guardia de seguridad, estaba vacío.
—Caminemos un poco más, quizás encontremos a una persona que nos pueda ayudar.
Ambos, caminaron hasta llegar al acceso a las oficinas, pero tampoco encontraron señal alguna, que les indicara la presencia de algún miembro de la compañía.
—Me temo que hoy es un día de descanso, para ellos… —expresó Alessandro.
—Pero las puertas están abiertas… Debe haber alguien aquí.
— ¿Quiénes son ustedes? —preguntó una infantil voz, llamando la atención de los visitantes—. ¿Son fantasmas? —cuestionó nuevamente, observándolos y provocando que ellos rieran.
— ¿Tan mal nos vemos, pequeña? —le preguntó Alessandro a la niña, que extrañada lo analizaba.
—No... —dijo examinando a la pareja—. Pero mi Tía Karen, dice que aquí hay muchos fantasmas y que me van aparecer, si hago travesuras.
—Así que eres muy traviesa... Ehhh... —expresó el, mientras la chiquilla reía y afirmaba con su cabeza.
— ¿Y qué haces aquí solita? ¿Nadie te acompaña? —preguntó Susana, al tiempo que la pequeña niña abría una bolsa que llevaba entre las manos y sacaba una galleta.
— ¿Vas a tener un bebé? —preguntó la niña, tocando el pequeño vientre de Susana e ignorando la pregunta que le habían hecho—. Mi mami también va tener un nuevo bebé... —la chiquilla, la miró con curiosidad y después le dijo —. Yo me llamo Sybil... Y tú ¿Cómo te llamas?
Susana extendió su mano y respondió:
—Mi nombre es Susana... —la ex actriz observó a la niña que yacía parada, frente a sus ojos y contenta sonrió, el parecido que guardaba con su progenitor, era sencillamente increíble...—. Me da mucho gusto conocerte Sybil... —expresó, acariciando el rostro de la niña, el cuál estaba cubierto por algunas pecas, rasgo que sin duda, eran parte la herencia de Candice, aquella mujer a la que tanto odió.
Sybil sonrió ante la sincera muestra de afecto de parte de Susana y luego abrió la bolsa, para ofrecerles a ella y a Alessandro, una galleta.
—Mi mami y yo las hicimos... A papi le gustan mucho y a mi hermano Bryce también —declaró Sybil con alegría, mientras observaba hacia el corredor y escuchaba a su papá llamándole.
— ¿Tus padres están allí adentro? —preguntó Susana, mientras Sybil movía su cabeza en señal afirmativa—. Yo soy amiga de ellos... ¿Puedes decirles que vengan aquí? Me gustaría saludarlos.
Sybil no dijo nada, sencillamente se dio la media vuelta y corrió a través del pasillo.
Alessandro, quién había permanecido, callado, viendo como Susana interactuaba con la niña, sonrió conmovido ante la escena.
—Es hermosa... —aceptó el hombre.
—Es la perfecta combinación de ambos... —reconoció ella—. Espera a que los conozcas y me darás la razón..
Susana tomó las manos de Alessandro y contenta, las llevó hasta sus labios, para posar un beso sobre ellas, lo amaba, y sabía que después de hacer las pases con su antiguo amor, estaría realmente completa.
En cuestión de segundos, Sybil regresó corriendo y detrás de ella, apareció Terry y después Candy caminando con lentitud, pues llevaba de la mano al pequeño Bryce, quién parecía no estar interesado en caminar.
Se le ve tan feliz… Pensó Susana, observando al radiante ex actor… Tan feliz como lo he venido imaginando...
Cuando se separó de Terry sufrió una profunda tristeza, se marchó de Norteamérica y desapareció sin dejar rastro. Evitó volver a saber de él y rechazó su ayuda… Lo hizo sin importar si lo lastimaba con aquel comportamiento. Le dejó muy claro que le odiaba y que no quería saber de él jamás. Se comportó como una niña caprichosa...
El pasado ya no importa… Ahora, ambos somos muy felices…
Pensó mientas el actor se acercaba hasta ella y la saludaba con emoción.
— ¡Sussie! —exclamó Terry con alegría—. Qué bueno es volver a verte... —agregó estrechándola en un abrazo—. De verdad, no sabes cuán feliz estoy, de encontrarme contigo…
— ¡Oh Terry! Yo también estoy muy feliz… —le dijo ella, correspondiendo al abrazo.
Después de una triste despedida, de años de silencio y de tantos comportamientos absurdos, al fin podían tratarse como dos personas adultas.
—Susana... ¡Qué gusto tenerte aquí —le dijo Candy, mientras Terry tomaba de la mano de Bryce y ella, quedaba libre para poder la abrazar a la ex actriz y mostrarse tan alegre como siempre.
—El gusto es mío, Candy —respondió ella, llorando, tomando la mano de Candy y apretándola con firmeza, haciendo evidente su emoción por verla de nuevo—. Por favor, permítanme presentarles a mi esposo —dijo contenta, observando a Alessandro.
Alessandro extendió su mano y saludó a la pareja, luego regresó sus pasos hacia su esposa y la rodeó con su brazo. Se sintió tremendamente contento por estar viviendo lo que por meses, esperó vivir… Susana ya podría descansar y estar tranquila, había enfrentado sus temores y se había reconciliado con aquellos a los que había dañado en el pasado.
—Pasen a sentarse por favor… —pidió Terry, haciéndoles una seña e invitándolos a ingresar a la sala de reuniones.
—Les traeré un té… —anunció Candy, mientras Sybil y Bryce, corrían contentos, alrededor de ella.
Horas después, cuando la reunión con la familia Grandchester, llegó a su fin, Susana y Alessandro salieron del teatro, sintiéndose, felices y satisfechos, por haber vivido esa surrealista experiencia.
—Debes estar cansada —expresó Alessandro.
—Sí… Pero un poco, nada más…
Él se detuvo y luego tomó a Susana en brazos.
—Alessandro ¿Qué haces? —cuestionó, ella, observando a su compañero de vida.
—Te llevo al auto…
— ¡El auto no está muy lejos!
—Anda, no reclames... Déjame consentirte.
Susana se echó a reír y sin decir nada, permitió que él la llevara.
La misión de ella, había concluido y solo le restaba permanecer tranquila y disfrutar sin remordimientos, de su dulce espera, al lado del verdadero amor de su vida.
FIN
Era una frase, que por muchos años había estado fuera de su pensamiento.
Aquella helada noche, cuando se marchó de Manhattan, prometió no volver jamás… Sin embargo el destino se había encargado, de llevarla nuevamente allí, a su ciudad natal.
Ha pasado mucho tiempo, desde la última vez que estuve aquí... Pensó ella, mientras observaba la fachada del teatro y rememoraba viejos tiempos; dibujando en su mente la avenida que transitó años atrás, antes de que su vida cambiara para siempre.
—Nunca estuve en lugar como éste —expresó una voz, junto a ella—. Espero que no te avergüences de mí, por lucir tan sorprendido con todo lo que veo…
Aquella declaración, hizo que su corazón se enterneciera y sin pensarlo, ella respondió:
—Nada de eso, querido... De hecho, yo estoy tan sorprendida como tú, éste lugar ya no es el mismo sitio que conocí... —contestó observando al hombre, que la miraba y le dedicaba una sonrisa—. ¡Dios! La última vez que vine ¡Usé un carruaje, para llegar hasta aquí! ¿Puedes imaginar eso?
—No, amor... —contestó él, devolviendo sus ojos hacia la fachada del imponente teatro—. Ya no recuerdo la vida con carruajes.
Ella rió sin poder evitarlo y él, sonriendo, volteó para mirarla y darle el apoyo que necesitaba...
—Definitivamente todo ha cambiado —mencionó la mujer, esbozando una melancólica sonrisa.
—Incluso esa marquesina... ¿No? —cuestionó él —. Tu ex novio, ya no actúa, ahora él es un director.
—Querido... —contestó ella, negando con la cabeza—. Terruce y yo, nunca fuimos novios.
—Eso no fue lo que me dijeron...
Ella sabía que por mucho tiempo, Terruce Grandchester, fue un tema sensible para su esposo; pero también sabía que ya lo había superado y que le gustaba hacerla enojar y celarla como parte de sus bromas. Así que ese pequeño reclamo, no le importó… Tomó la mano de él y luego la apretó con fuerza, transmitiéndole todo el amor que sentía.
—Alessandro... Tú fuiste mi único novio...
Alessandro tomó la mano de su mujer y después besó su dorso con adoración.
—Solo estoy bromeando, Sussie —expresó divertido—. Ya lo sabes, me gusta sentir que le gané la novia a un famoso actor...
Ella observó los ojos grises de su marido y contenta río junto a él. Volver a Broadway, no estaba siendo tan terrible como ella esperaba.
— ¿Y vinimos hasta acá, solo para quedarnos aquí parados? —preguntó Alessandro, mientras ella negaba—. ¿Quieres que vayamos a preguntar por Grandchester?
—Sí, vayamos...
Susana se apoyó en el brazo de Alessandro y despacio, caminó junto a él, lo hizo observando bien el camino por el que andaba, pues aunque era un camino parejo, no podía confiarse... Su estado actual, no le permitía correr riesgos innecesarios.
—Al parecer, no hay nadie aquí... —expresó Alessandro, al ver que el puesto del guardia de seguridad, estaba vacío.
—Caminemos un poco más, quizás encontremos a una persona que nos pueda ayudar.
Ambos, caminaron hasta llegar al acceso a las oficinas, pero tampoco encontraron señal alguna, que les indicara la presencia de algún miembro de la compañía.
—Me temo que hoy es un día de descanso, para ellos… —expresó Alessandro.
—Pero las puertas están abiertas… Debe haber alguien aquí.
— ¿Quiénes son ustedes? —preguntó una infantil voz, llamando la atención de los visitantes—. ¿Son fantasmas? —cuestionó nuevamente, observándolos y provocando que ellos rieran.
— ¿Tan mal nos vemos, pequeña? —le preguntó Alessandro a la niña, que extrañada lo analizaba.
—No... —dijo examinando a la pareja—. Pero mi Tía Karen, dice que aquí hay muchos fantasmas y que me van aparecer, si hago travesuras.
—Así que eres muy traviesa... Ehhh... —expresó el, mientras la chiquilla reía y afirmaba con su cabeza.
— ¿Y qué haces aquí solita? ¿Nadie te acompaña? —preguntó Susana, al tiempo que la pequeña niña abría una bolsa que llevaba entre las manos y sacaba una galleta.
— ¿Vas a tener un bebé? —preguntó la niña, tocando el pequeño vientre de Susana e ignorando la pregunta que le habían hecho—. Mi mami también va tener un nuevo bebé... —la chiquilla, la miró con curiosidad y después le dijo —. Yo me llamo Sybil... Y tú ¿Cómo te llamas?
Susana extendió su mano y respondió:
—Mi nombre es Susana... —la ex actriz observó a la niña que yacía parada, frente a sus ojos y contenta sonrió, el parecido que guardaba con su progenitor, era sencillamente increíble...—. Me da mucho gusto conocerte Sybil... —expresó, acariciando el rostro de la niña, el cuál estaba cubierto por algunas pecas, rasgo que sin duda, eran parte la herencia de Candice, aquella mujer a la que tanto odió.
Sybil sonrió ante la sincera muestra de afecto de parte de Susana y luego abrió la bolsa, para ofrecerles a ella y a Alessandro, una galleta.
—Mi mami y yo las hicimos... A papi le gustan mucho y a mi hermano Bryce también —declaró Sybil con alegría, mientras observaba hacia el corredor y escuchaba a su papá llamándole.
— ¿Tus padres están allí adentro? —preguntó Susana, mientras Sybil movía su cabeza en señal afirmativa—. Yo soy amiga de ellos... ¿Puedes decirles que vengan aquí? Me gustaría saludarlos.
Sybil no dijo nada, sencillamente se dio la media vuelta y corrió a través del pasillo.
Alessandro, quién había permanecido, callado, viendo como Susana interactuaba con la niña, sonrió conmovido ante la escena.
—Es hermosa... —aceptó el hombre.
—Es la perfecta combinación de ambos... —reconoció ella—. Espera a que los conozcas y me darás la razón..
Susana tomó las manos de Alessandro y contenta, las llevó hasta sus labios, para posar un beso sobre ellas, lo amaba, y sabía que después de hacer las pases con su antiguo amor, estaría realmente completa.
En cuestión de segundos, Sybil regresó corriendo y detrás de ella, apareció Terry y después Candy caminando con lentitud, pues llevaba de la mano al pequeño Bryce, quién parecía no estar interesado en caminar.
Se le ve tan feliz… Pensó Susana, observando al radiante ex actor… Tan feliz como lo he venido imaginando...
Cuando se separó de Terry sufrió una profunda tristeza, se marchó de Norteamérica y desapareció sin dejar rastro. Evitó volver a saber de él y rechazó su ayuda… Lo hizo sin importar si lo lastimaba con aquel comportamiento. Le dejó muy claro que le odiaba y que no quería saber de él jamás. Se comportó como una niña caprichosa...
El pasado ya no importa… Ahora, ambos somos muy felices…
Pensó mientas el actor se acercaba hasta ella y la saludaba con emoción.
— ¡Sussie! —exclamó Terry con alegría—. Qué bueno es volver a verte... —agregó estrechándola en un abrazo—. De verdad, no sabes cuán feliz estoy, de encontrarme contigo…
— ¡Oh Terry! Yo también estoy muy feliz… —le dijo ella, correspondiendo al abrazo.
Después de una triste despedida, de años de silencio y de tantos comportamientos absurdos, al fin podían tratarse como dos personas adultas.
—Susana... ¡Qué gusto tenerte aquí —le dijo Candy, mientras Terry tomaba de la mano de Bryce y ella, quedaba libre para poder la abrazar a la ex actriz y mostrarse tan alegre como siempre.
—El gusto es mío, Candy —respondió ella, llorando, tomando la mano de Candy y apretándola con firmeza, haciendo evidente su emoción por verla de nuevo—. Por favor, permítanme presentarles a mi esposo —dijo contenta, observando a Alessandro.
Alessandro extendió su mano y saludó a la pareja, luego regresó sus pasos hacia su esposa y la rodeó con su brazo. Se sintió tremendamente contento por estar viviendo lo que por meses, esperó vivir… Susana ya podría descansar y estar tranquila, había enfrentado sus temores y se había reconciliado con aquellos a los que había dañado en el pasado.
—Pasen a sentarse por favor… —pidió Terry, haciéndoles una seña e invitándolos a ingresar a la sala de reuniones.
—Les traeré un té… —anunció Candy, mientras Sybil y Bryce, corrían contentos, alrededor de ella.
Horas después, cuando la reunión con la familia Grandchester, llegó a su fin, Susana y Alessandro salieron del teatro, sintiéndose, felices y satisfechos, por haber vivido esa surrealista experiencia.
—Debes estar cansada —expresó Alessandro.
—Sí… Pero un poco, nada más…
Él se detuvo y luego tomó a Susana en brazos.
—Alessandro ¿Qué haces? —cuestionó, ella, observando a su compañero de vida.
—Te llevo al auto…
— ¡El auto no está muy lejos!
—Anda, no reclames... Déjame consentirte.
Susana se echó a reír y sin decir nada, permitió que él la llevara.
La misión de ella, había concluido y solo le restaba permanecer tranquila y disfrutar sin remordimientos, de su dulce espera, al lado del verdadero amor de su vida.
FIN