Acercandonos al final, en espera sea de su agrado la pequeña historia.
Capitulo I
Capitulo IICapitulo III
==Capitulo IV==
Habían pasado 15 días desde su descubrimiento con respecto a Albert y para su mala fortuna muy poca información había logrado descubrir, lo único que podía admirar era la astucia de Elisa Leagan, una inteligencia muy mal empleada, el lavado de dinero era un tema sumamente delicado, podía hundir en un chasquido a empresas completas y para muy mala suerte ya había involucrado al emporio, utilizando una pequeña empresa que hacía muy poco habían adquirido para poder diversificar sus negocios, a pesar de que ya se tenía un plan desarrollado para operar con ella, por situaciones financieras e inyección de más capital aún no se podía concretar, había pasado un año y medio y en ese tiempo ella logró infiltrarse en la empresa, era astuta pero algo se estaba saliendo de su control, las ventas que estaba reportando la empresa crecieron de unos meses atrás de forma alarmante, ese fue el primer foco rojo.
Ya era tarde y ella seguía en la oficina, nuevamente sentada leyendo el informe que había integrado sobre el caso “Elisa Leagan”, los ojos le ardían y los sentía cansados, a estas alturas ya tenía que utilizar lentes para vista cansada, se quitó los lentes y se masajeo el puente de la nariz, no tenía la más remota idea por donde seguir, lo mejor sería marcharse e intentar reconstruir una vez más su teoría sin tantas fracturas.
De pronto la puerta se abrió y Albert entro, no pudo ocultar su sorpresa, era demasiado tarde y él aún seguía ahí, antes siempre le avisaba cuando se retiraba, pero dada las nuevas circunstancias y la forma en que lo evadía, sabía que cumplía con su horario de trabajo, pero no cuando se retiraba.
Lo contemplo por largos minutos, pese al cansancio no podía dejar de admirar la masculinidad y el atractivo de ese hombre, lo que más le atraía eran sus ojos azules, expresivos y hermosos, cálidos y sinceros, pero intensos cuando le dedicaba esas miradas que se tornaban sensuales.
Lo recorrió con la mirada y se detuvo en sus manos, unas manos pulcras y cuidadas, con dedos delgados y largos, ¿Cómo sería sentir esas manos sobre su cuerpo? Recorriéndola, llevándola por caminos que no dudaba que fueran llenos de placer, ese hombre estaba hecho para pecar.
No supo cuánto tiempo se perdió en sus fantasías hasta que escucho el carraspeo de la persona que estaba ahora con ella.
-Candice
El pronuncio su nombre y la boca se le hizo agua, era la primera vez que la llamaba por su nombre y eso la dejo sorprendida, el tono lirico que empleaba y la forma en que arrastraba cada letra, sensual y sugerente, o probablemente esa era solo su impresión.
Él le sonreía de medio lado, se acercó sigilosamente a ella hasta quedar apoyado sobre el escritorio junto a ella que aún estaba en su sillón ejecutivo.
Albert no dejaba de sonreírle y de un movimiento rápido la levanto de su asiento y la sostuvo en sus brazos.
-Candice ¿Deseas que te tome dictado?
Wow, wow,wow, ¿acababa de escuchar bien?, ¿estaba donde creía que estaba?, trago saliva por toda esta situación y pudo ver la mirada fija de Albert en sus labios y en su garganta, probablemente se daba cuenta que la tenía al borde de un paro cardiaco de la impresión y del deseo que ya estaba más que despierto.
-Sabes, hace tanto tiempo que he deseado esto, cruzare la delgada línea, pero por este inigualable placer bien valdrá la pena.
Candy aún estaba aturdida por todo lo que sucedía, de ser una noche cansada y decepcionante por no llegar a las respuestas que estaba buscando se había convertido en una noche demasiado excitante.
Pero ahora ya no quería pensar en investigación o en respuestas, en cosas de trabajo, en justas y entrega de resultados, ahora quería dejarse llevar exclusivamente por esto que estaba sucediendo, por la calidez que emanaba ante la cercanía de sus cuerpos, este contacto que le nublaba la mente y le hacía liquido las neuronas, el por su parte con su dedo índice le delineo el rostro, se deleitó con el tacto de sus dedos llegando a sus labios, contorneándolos, quería besarlo, le urgía besarlos, pero se daría su tiempo, este era un manjar que definitivamente merecía saborear despacio y engullir lo más lento posible.
-Albert. -dijo Candy en un susurro y esas simples palabras que eran tan cotidianas para él lo encendieron, su nombre en esos labios, quería sacar más que su nombre de los labios de ella, quería sacar placer, suspiros, todo lo que le fuera posible.
Sin demora se inclinó sobre sus labios, los tomo lentamente y dejo salir un suspiro prolongado, paso su lengua sobre ellos, primero el inferior, luego el superior, no había visto nada puesto en ellos pero su sabor era de fresa, dejo escapar un gemido como si de un delicioso manjar estuviese probando, ella no se contuvo y sin más respondió, entreabrió los labios y esa era la señal para él, que podía ir en busca de lo que deseara y no se hizo esperar, su lengua fue a esa búsqueda, probando cada rincón de esa deliciosa boca, seduciéndola despacio, era un beso lento e íntimo, pero a pesar de ser un acto meramente carnal ambos sabían que estaban dejado más que el deseo, estaban dejando ilusiones, esperanza de abrir su corazón.
Se deleitó y saboreo ese exquisito platillo, pero eso no lo contuvo y quiso salir a explorar más, con manos trémulas recorrió los costados del cuerpo femenino, masajeo en cada lugar donde las pasaba, llego a la altura de las nalgas y no pudo evitar apretarlas, amasarlas y acariciarlas, eran unas hermosas y dignas nalgas para pasear sus manos, debía disfrutar y prolongar lo que más se pudiera este momento, había cruzado la delgada línea en medio de una investigación arriesgada y sabía que no podía volver hacer eso, así que se dedicó a acariciar, besar, y grabarse este momento, porque dudaba que volviera a tener otro.
==Continuara==