Desde la fundación k-g. AMAZONAS de TERRY, ONESHOT El encuentro. Las amazonas conocen a Terry

Terry entró a la habitación que se utilizaba como centro de cómputo, notando algo que lo inquieto de inmediato  

—Nerd, ¿por qué estamos solos?   —preguntó a la chica italiana.

—Cuore mio, no me dirás que te pongo nervioso  

—Un poco... menos que antes   — admitió el británico.

—Vamos, nunca haré nada que tú no... desees  

—¿Qué no te toca hacer el ataque hoy?    — Terry prefirió cambiar de tema cuando vio que la amazona del veneno se levantó y caminó hacia él.

—Es precisamente lo que hago  

—Por cierto, he visto que las demás combatientes han dado regalos, y ustedes, ¿por qué aún no lo haces?   –cuestionó intentando que aquella mujer no comenzara de nuevo con sus acosos, si bien sabía eran en broma y lo divertían, también lo inquietaban.

—Amore —Maia se pegó completamente a él—, sabes que tus peticiones, son atendidas al momento   . Hoy habrá regalos.

—Nerd, mi espacio, porque las tres insisten en invadir mi espacio —Terry dijo aquello al tiempo que daba un paso hacia un costado.

—Sono pazza di te, lo sai (Estoy loca por ti, lo sabes)  

La morena dijo en un tono de voz apenas perceptible mientras se disponía a dar inicio a su ataque.












By Maia (Gissa)



Por los altavoces del avión se escuchó el característico aviso de abrochar el cinturón de seguridad y apagar los dispositivos electrónicos, señal de que el gran pájaro de metal pronto aterrizaría; acción con la que las tres jóvenes pasajeras se hallaban encantadas, pues a pesar de ir en un vuelo privado las ansias de por fin conocer a quien sería su “tarea especial” provocaron que esas tres horas de vuelo entre Atenas y Londres parecieran más de diez.

El arribo al aeropuerto “Heathrow”, en Londres, se dio de lo más tranquilo; lo mismo el llegar a la mansión que el mismo Duque de Grandchester les había prestado para los siguientes días; el problema a solucionar consistía en presentarse frente al rebelde hijo del duque; quien, según habían sido informadas en la Fundación Kido, se negaba categóricamente a tener una guardia, mucho menos una femenina. Tal declaración de cierta manera había picado el orgullo de este bello trio, incluso la explicación dada con respecto a que el joven era continuamente asediado por damas de todas las edades y que de ahí su renuencia, no sirvió más que para acrecentar la molestia ya que ellas no eran cualquier tipo de mujeres; no eran unas fans más y mucho menos chicas para agregar a la lista de un aristócrata insurrecto. Así que si el
marqués deseaba ver chicas sumisas, débiles y locas por él, se equivocaba, ¿o las que se equivocaban eran ellas?, no en lo débiles o sumisas, pero ¿locas por él?

Tal vez no al completo, sin embargo la manera en que las tres se presentaron en la estancia de aquella vieja casona ya lista para conocer a Terrence las hizo dudar de esa última parte. Cada una a su estilo, se preparó para el encuentro, mismo que se llevaría a cabo en unas horas; después de la función teatral en el famoso Shakespeare's Globe Theatre, donde el joven actor daba vida a “Macbeth”.

Cuando las chicas se vieron, todas soltaron una carcajada, pues era evidente que las tres querían dejar a Terrence impresionado. La pequeña Luana enfundada en tremendo vestido amarillo de dos piezas, blusa palabra de honor y falda corte princesa; la sofisticada Andreia con un vestido negro cuello columpio, manga tres cuartos y escote justo por debajo de la cintura; mientras que la dulce Maia con sus acostumbrados tonos rosas y lilas que la hacían lucir engañosamente inocente, en ese vestido tipo griego de cuello cuadrado y mangas caídas. Las tres Amazonas estaban listas para presentarse con su “Liath”, como habían acordado nombrarlo en clave al ver el hermoso color de sus ojos.
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...
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El aire acariciaba su larga melena castaña dejándolo sentir el aroma de finales de invierno, Terrence adoraba esa ciudad, sus contrastes, como por temporadas era irremediablemente frío; mientras que en momentos como ese, era cálido sin llegar a caluroso. Sentado sobre el alféizar de aquella ventana de estilo tudor, veía los techos, y paredes, de los edificios contiguos al recinto. Ese día era su última presentación en Londres, se encontraba en su país natal y en la ciudad que lo vio crecer. Suspiró confuso por todo lo que su padre le había platicado un día antes; para después sonreír pícaro al recordar a las hermosas chicas que en cualquier día de esa semana se presentarían para servir como su guardia personal. No les había visto los rostros, no por fijarse en el resto de la anatomía, aunque tampoco podía negar que no lo hizo; sino porque sus rostros no se hallaban a plena vista, como parte del protocolo de seguridad y reglas del santuario, las fotos de ellas siempre incluían sus antiguas máscaras de entrenamiento, según esto así renunciaban a su feminidad, “¿Cómo si el resto que se veía no gritara que eran mujeres?”, pensó el joven al recordar aquella extraña regla.

Mujeres, siempre había vivido rodeado de ellas; muchas veces siendo blanco de su acoso desde niño, ya fuese porque siempre había sido muy atractivo o porque era hijo de uno de los más altos nobles ingleses. En esta ocasión casi estaba seguro que no sería la excepción, pero ¿qué remedio?, él no podía hacer nada al respecto; además se moría de ganas por conocer a esas jóvenes, obvio nunca lo admitiría en voz alta, pero es que a pesar de saber del Santuario, de lo que ahí sucedía, e incluso haber visto un par de vídeos de los Caballeros y Amazonas en acción, jamás había estado tan cerca de uno de ellos, ni de ellas.

Por lo que recordaba de las biografías que leyó una chica dominaba el hielo, como Camus de Acuario, el “Mago del agua y el hielo”; aunque probablemente esta chica estaría más cerca de ser una bruja, carcajeó ante la idea. Luego vinieron a su mente las otras dos, una dominaba los truenos y la electricidad, seguramente de sus manos saldrían chispas en cuanto su cosmos comenzara a crecer; y luego estaba la italiana, la que seguramente sería muy engañosa, como las serpientes, ya que ella era una amazona del signo de Ofiuco, así que... no tenía la mínima idea de que esperar de ese trio, aunque de algo estaba al completo seguro: sería toda una experiencia aquella.

Mientras los pensamientos de Terry se perdían en las chicas que serían su nueva escolta personal, el mismo trío descendía de un lujoso Mercedes Benz color miel; la más alta de las tres, Andreia, se acercó al chofer para despedirlo y hacerle saber que si se requería Maia lo contactaría por lo que debía hacer cambio de vehículo y mantenerse cerca.

Luego las tres jóvenes caminaron ante la mirada atenta de los transeúntes, pues tres hermosas chicas de delicado y seguro caminar dominaban toda la calle, y ¿cómo no observarlas?, las tres contoneándose con elegancia y sensualidad. Ellas entraron al Shakespeare's Globe Theatre, más de uno hubiese querido seguirlas; pero así como se veían bellas y sofisticadas, de ellas también emanaba una aura que juraba dolor si alguien osaba molestarlas.

...

La función había llegado a su fin, era momento del fastidioso encuentro con la alta sociedad londinense, todo como parte de la publicidad y obtener más fondos, además de reencontrarse con uno que otro viejo aristócrata ansioso por presentarle a sus jóvenes y solteras hijas; y no sólo por ser un actor afamado, no, la razón principal era ser el hijo del Duque de Grandchester. Como fuera tenía que darse prisa, al mal paso... mejor apurarse.

Justo al tiempo que colocaba el saco de su frac dos leves toquidos fueron escuchados, ya iban a apresurarle, pensó Terry rodeando lo ojos; él sabía que iba tarde, pero esa era su intención, estar en aquel lugar el menos tiempo requerido.

—Ya casi estoy listo — fue su escueta respuesta a los llamados, mismos que fueron repetidos — Dije que ya voy — volvió a hablar con más fuerza.

Otro toquido y el fastidio del castaño estaba a un toquido más de explotar por completo, para evitar aquello se apresuró a abrir la puerta con la corbata ascot en mano y cara de no-me-interesa-tener-amigos.

—¿Qué demonios... -

La pregunta se quedó en el aire, tres simpáticas y sonrientes criaturas estaban frente a él; tres bellas jóvenes, dos lindas castañas de tez clara y una morenita de larga cabellera rizada. Por segundos el actor se quedó en blanco, debatiéndose entre dejarlas pasar, o hacer traer a alguien de seguridad para que se las llevara; pero ni diez segundos habían pasado cuando la más alta dio un paso al frente tomando la corbata y empujándolo levemente para entrar seguida por las otras dos cerrando la puerta tras de sí.

—Ma vie, deja que te ayude con eso. -

Terry parpadeo un par de veces ante tal desfachatez pero distraído por las acciones que llevaban a cabo las otras dos, una de ellas escaneaba el lugar con la mirada, mientras que la segunda castaña se acercaba alerta a la ventana.

—¿Quién demonios se creen? — dijo intentando sacarse del agarre de Andreia, sin conseguirlo.

—Mon amour, tranquilo; si quisiéramos atacarte, no hubieses tenido oportunidad de darte cuenta siquiera. – Ella le guiñó un ojo divertida.

—¿Atacarme? — cuestiono con una evidente ironía en la voz.

Luana se volteo molesta al escuchar el tono, sin embargo sólo bastó encontrar ese hermoso par de ojos de un azul tan intenso y sosegado a la vez, ribeteado de pequeños tonos verdes, que olvidó que se disponía a reclamar, sonrió.

—Somos tu nueva guardia personal — soltó a quemarropa la alemana.

Fue cuando las reconoció, y no precisamente por la cara, que en las las fotos iban cubiertas.

—Ustedes son las “Amazonas” -

—No somos propiamente amazonas, pero sí, somos ellas — comentó con voz pausada Maia, pues desde que se había fijado en aquel portento de hombre su respiración se había acelerado un poco e intentaba disimularlo. Tendría entrenamiento de amazona, pero siendo mujer tampoco eran inmune a los encantos frente a ella.

Andreia de inmediato lo notó, por lo que cruzó una fugaz mirada con su vieja amiga, sonriendo y admitiendo lo mismo; pero la joven francesa lo disimulaba mucho mejor al acercarse como si nada al guapo británico.

Terry por su parte terminó por sostener ambas manos de la chica que seguía atándole la corbata, para mirarla y pedirle de manera que pretendía ser amable.

—Deja de invadir mi espacio, son mi guardia; y hasta donde sé los escoltas se mantienen “respetuosamente” — enfatizó esa palabra distrayéndose un poco por el frío que sintió de aquella mano enguantada — a unos metros a la distancia detrás de sus “jefes” — volvió a enfatizar la última palabra.

—Tú no eres nuestro jefe — habló firme Luana, a quien le molestó aquel apelativo.

—Son mi guardia, creo que sí soy su jefe. -

Declaró Terry mientras se soltaba de Andreia y se dirigía frente al espejo para continuar con su arreglo; aunque por dentro se sentía bastante extraño, debido a que esas chicas lo inquietaban, por su porte, por su desenvolvimiento, porque eran amazonas. Vamos dos de ellas habían estudiado en el mismo santuario de Atenas y la otra en Siberia, Siberia a temperaturas bajo cero; sin contar que las tres chicas iban vestidas para matar en esos refinados y sensuales vestidos con los escotes justo donde deberían de estar, haciendo muy obvio el entrenamiento físico que llevaron y de seguro continuaban. Por eso mismo en ese mismo instante Terry tomo la decisión de mantenerse alejado lo más pertinente de ellas, mostrarse frío y esnob, sin embargo las chicas a sus espaldas tenían otros planes.

Las tres se miraron sonriendo, con ese brillo cómplice y pícaro en la mirada; él se lo estaba buscando, si insistía en darles ese trato, ellas también le darían un tratado, muy, muy especial.

—Nuestros jefes, y jefa suprema, se encuentran en la Fundación Kido — comentó casual Maia revisando con aparente descuido su celular.

—Sólo seguimos las órdenes de Athena — completó Andreia.

—Y ocasionalmente las de Shion. Así que si ellos dicen cuiden a un mocoso mimado hijo de un duque, — Terry le dirigió una fría mirada desde el reflejo de su espejo — lo hacemos. — Luana continuó sin hacer mínimo caso a la mirada, que por dentro la derretía— Pero si nos dicen, que tú eres un peligro para el santuario, tampoco dudaremos en aniquilarte. -

Terry se giró molesto.

—¿Eso es una amenaza? -

Nadie respondió, las jóvenes se estaban comunicando por medio del cosmos. Maia no revisaba descuidadamente su celular, lo que tenía entre sus manos se podía considerar más bien una super computadora en miniatura; con ella había entrado a las cámaras de seguridad de la ciudad revisando calles, ahora les comunicaba a sus compañeras, sin siquiera levantar la mirada que los cosmos hostiles que sentían pertenecían a caballeros obscuros que se hallaban a unos pocos kilómetros del teatro.

—Scheiße. Mejor que fuese justo hoy — con su impulsividad Luana habló sin pensarlo recibiendo una mirada acusatoria de las otras.

—¿Dijiste “mierda”? — Terrence la cuestionó, si bien él no sabía alemán sí comprendía una que otra cosa, sobretodo insultos.

—Mon amour… —Andreia se acercó con tranquilidad para no inquietarlo — Íbamos a presentarnos con calma, pero ha habido... pequeños cambios de planes. Así que haré una presentación rápida: La impertinente impulsiva joven de allá es Luana... -

—“Chispita” -

—¡¿Qué?! — de inmediato brincó la aludida.

—Vamos, por los pocos minutos que he visto es obvio que te enciendes a la menor provocación, además de que sé que manejas algo que tiene que ver con los truenos. – Sonrió burlón él, cruzándose de brazos.

—¿Quieres que te demuestre mis poderes, Schatz? — dijo sonriendo leonina mientras de sus dedos surgían pequeñas chispas.

—Es “Chispita”, de cariño — comentó Terry, pero un tanto preocupado al recordar el poder que esas chicas poseían.

Por su parte Maia continuaba siguiendo a los atacantes, y comunicándose con el chofer que les esperaba ahora en un pequeño yate a la orilla del Támesis; al tiempo que indicaba la ruta de escape para asustar lo menos posible a su encantador Liath.

—Bueno continuamos, luego nos dices los apelativos cariñosos mon amour, tenemos prisa —afirmó la francesa al sentir más cercanos aquellos cosmos. — Ella es Maia, y así como puede curarte de una herida casi mortal, también puede dejarte paralizado y matarte con un breve ataque. — Y sin darle tiempo de hablar a Terry agregó — Yo soy Andreia y estaré siempre cerca de ti ya que soy la última línea de defensa y ataque. Primero va Luana, seguida de Maia... -

—¿En verdad esperas que confíe en alguien que no aparta su vista de su celular? ¿Te comunicas con tu novio o revisas los likes de tu Facebook? -

—¡Ahora!, por la ventana. -

Fue la respuesta que obtuvo por parte de la italiana; no obstante, cuando decía eso, Luana ya se había subido la falda de su vestido y salido por la mencionada ventana; Maia hizo lo propio con su falda, al igual que Andreia, mostrando unos ajustados shorts, siempre iban preparadas para todo. En un segundo Terry había sido arrastrado hacia la improvisada salida por la Moretti y la Letellier, sin siquiera haber notado en qué momento fue llevado.

—Temo preguntar qué sucede. -

—Ma vie, a partir de este momento tu vida está en nuestras manos. -

—Y nosotras daríamos la vida por ti, mio cuore — dijo con tanta dulzura Maia antes de dar un brinco para sortear la altura que les separaba del suelo y situarse junto a Luana quien ya estaba en posición de ataque.

Pero el hermoso castaño apenas y lo notó ya que Andreia le dio un pequeño empujón que ni el mismo supo que no gritó ante tal hecho. Abajo las chicas le ayudaron en su caída, sorprendidas ellas misma al ver que el bello aristócrata parecía no temer ante lo que ellas realizaban. Al verse en suelo firme el hombre sintió como su corazón se saltó un par de latidos, pero lo que menos mostraría frente a esas chicas sería miedo. Ignorando los jalones que lo invitaban a continuar colocó los brazos en jarras y habló.

—Un momento, no soy un niño, y no tengo porque estar siguiéndolas y mucho menos dejarme arrastrar por ustedes. O que me avienten de ventanas — comento aún sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo — O me explican qué sucede, me dejan aquí, o los cuatro le hacemos frente a lo que venga — dijo contundente con su preciosa voz de barítono que provoco en las tres jóvenes que por esos segundos olvidaran el peligro y todo lo que les rodeaba, acción que comenzó a preocuparlas ya que jamás fallaban.

Pero en cuanto se recuperaron las chicas sintieron admiración por aquel joven, que aun sabiendo que sus poderes estaban más de cien veces por debajo de cualquier posible atacante, se plantó dispuesto a no dejarse mangonear ni a huir como un cobarde.

—Son caballeros negros, aun cuando los que se acercan son de los más inferiores esbirros, cualquiera de ellos puede matarte en un segundo — otra vez Luana sin tacto alguno había hablado.

Maia seguía en su celular, y esta vez habló en voz alta, dirigiendo su violácea mirada a Terry.

—Se cumplirá tu deseo, están casi encima de nosotros a unas cuadras atravesando el Támesis. -

—Acabo de comprender que eso no es un celular cualquiera. Eres una Nerd — Terry comentó con la alegría de un niño al haber comprendido un chiste, para luego preguntar con la misma mirada traviesa — ¿Y tus gafas? –

—¿Te van a matar y preguntas por su gafas? — Luana asombrada cuestionó.

Terry se encogió de hombros sonriendo de lado, todo aquel despliegue de valentía seguida por aquella dulzura que el británico había mostrado; y completada por aquella belleza de ojos provocó lo que nunca les había sucedido, bajaron la guardia un instante al punto de cualquier civil.

—¡Luana! -

Andreia gritó segundos antes de que una ráfaga de dagas de hielo comenzaron a caer sobre ellos, mientras las chispas de Luana se convertían en pequeños relámpagos que dirigía para romper aquellos hielos mortales.

—Un cisne y dos aves fénix — dijo Maia resguardando a Terry de un costado.

—Clásico, hay armaduras negras de Ikki por doquier — Andreia comentó tranquila tomando al actor de la mano para conducirlo; Luana era suficiente escudo, pero se quedó quieta al sentir el cosmos de Maia y Terry, el ataque repentino que las tomo distraídas por observar la sonrisa del actor había tenido consecuencias.

—Terry, está herido — habló Andreia, algo que en ese momento pareció obvio; él no era ni por asomo tan rápido como ellas.

—Zanna... — la morena con los ojos encendidos se giró para contraatacar a muerte pero Andreia, siempre ecuánime, la detuvo.

—No puedo crear una ventisca en pleno Londres, pero tú eres la única que puede curarlo de inmediato. -

—Bullshit, esto duele como parir un hijo — por fin había hablado el castaño, quien ya no pudo contener su dolor, pues el hielo no sólo había atravesado parte de su omóplato sino que el frío le había quemado, y le seguía quemando.

—Lo sé, amore mio, pero tenemos que moverte — Terry volteo a mirarla, entonces lo supo, en verdad la chica Nerd sabía que era aquel dolor. — Pero primero tenemos que quitarlo. -

Mientras ella decía aquello le quitaba la corbata a Terrence para ponerla en sus labios y evitar que gritara; a la mayor velocidad de la que era capaz con su entrenamiento de amazona de plata le quito aquel trozo de hielo, provocando una punzada de dolor profuso pero instantáneo en el apuesto actor.

Por su parte Andreia había sacado una ligera ventisca para aturdir al enemigo, su Polar blizzard a bajo despliegue permitiría que ellos dos partieran. Terrence sintió aquel aire cada vez más frío “Sabía que era una Bruja”, pensó al tiempo que se dejó llevar por Maia. Lo que no podía notar el guapo vasallo era el Leiser blitz (relámpagos silencioso) utilizado por Luana, para no llamar la atención.

Frente al recinto el Támesis se abría paso, atravesando la calle en un pequeño muelle los esperaba el yate. En cuanto el par entro el vehículo tomo velocidad perdiéndose entre las aguas. Fue el momento del ataque final, como no podían congelar Londres, Luana alzó su cosmos.

—¡Kreuzblitz! (relámpagos cruzados) —gritó, la parte trasera del Shakespeare´s Globe Theatre se iluminó propinándole una fuerte descarga eléctrica a los insignificantes caballeros negros. De inmediato las chicas salieron del lugar a velocidad Amazona, agradeciendo las horas tan altas de la noche para tener los menos testigos posibles.

A un par de kilómetros a la distancia aquel destello amarillo llegó hasta los ojos de Terry, quien sentado con el cuerpo recargado al frente miraba como se preparaba Maia para su curación.

—Son ellas — afirmó en un susurro.

—Te lo dijimos, siempre estaremos ahí para ti. — La italiana siempre reservada mantenía una distancia prudente antes de seleccionar a sus amigos, pero Terry había robado parte de su corazón al instante en que abrió la puerta de su camerino.

Maia cerró sus ojos cuando Terry abrió los suyos, no podía delatarse tan pronto, entonces subió sus manos.

—Rigenerazione (regeneración) — dijo en voz alta mientras que un aura morada comenzaba a surgir de ella y de sus manos destellos luminosos de los mismos tonos que sus ojos — Acuéstate en mi regazo, dándome la espalda — sin chistar él lo hizo.

...

Dos horas después unos bellos ojos color liath se abrieron; un tanto aturdido por lo vivido y sin saber si todo había sido un sueño. Por instinto se llevó la mano a su omóplato derecho, no había señal alguna de daño. Se incorporó reconociendo una de las mansiones de su padre, Terry sabía que el duque no se encontraba en el país, había viajado a Viena a una reunión diplomática por la Unión Europea, pero de seguro les había dado acceso a aquellas jóvenes.

—Mon amour, creí que dormirías más. — una sonriente Andreia, con una vestimenta más informal, pero siempre elegante, le habló desde atrás.

—¿Qué haces ahí? -

—Soy tu guardia personal, debo mantener una distancia “respetuosa” a unos metros detrás de ti — dijo con evidente ironía.

—Graciosa — respondió Terry en el mismo tono mientras se incorporaba del lecho, encontrándose con que traía un pijama puesto, así que miró a la francesa con una ceja levantada.

—¿Qué, esperabas que te dejáramos con ese traje arruinado? -

—¿Tú me cambiaste? -

La aludida se levantó de su asiento donde hasta unos instantes antes había estado leyendo, caminó felinamente hacia Terry, hasta alcanzar su mejilla y acariciarla con el dorso de su mano desguantada.

—Ya te lo dije trésor, yo siempre estaré a tu lado; y estaré dispuesta a hacer todo para tu beneficio. -

Terry se hizo para atrás para alejarse de ella.

—¿Y las otras dos? Chispita, y la Nerd. -

—¿Y a mí como me dices? -

—Bruja. -

—¿Bruja? -

—Sí, Camus es un mago; pero tú, con esa ironía y la manera en que invades mi espacio, eres una Bruja. -

—¡Jajajaja! —La cristalina voz de la Letellier inundó la habitación— Ok, entonces somos tu Chispita, tu Nerd y tu Bruja; pero tú eres nuestro Liath. -

—Yo no soy azul, ¿o lo dices por mi sangre? — dijo burlón al recordar que esa palabra gaélica se referencia a un tono azul en especial.

—No, tú no; pero tus ojos, son completamente Liath. – Ella le sonrió de lado.

—Puede ser — terminó por acceder, para posterior volver a cuestionar—. Bueno, y mi Chispita y mi Nerd, ¿dónde están? -

—En la cocina, todas necesitamos alimentarnos y descansar; utilizar nuestro cosmos nos provoca un hambre atroz. -

—Ustedes han sido atacadas así muchas veces — afirmó Terry.

—Muchas, más de las que recordamos; desde nuestro entrenamiento. -

—¿Alguna vez el ataque ha estado a punto de ser mortal? -

—Si lo dices por tu espalda, fue un descuido nuestro que nunca volverá a ocurrir — dijo firme, molesta consigo misma por aquel error y a la vez complemente segura de que jamás se repetiría.

—No — Terrence hizo un gesto para restarle importancia, consciente de que al ser atacado por caballeros negros por vez primera no podía salir completamente ileso, — lo digo por curiosidad. -

—Algunas veces así lo es, por suerte Maia tiene habilidades especiales. -

—Amén — dijo riendo.

—Es una lástima que en ella misma no pueda usarlas, por eso la preferimos haciendo su magia con las computadoras. – Agregó la ojiverde con mirada dulcificada.

...

De la cocina unas cantarinas risas surgían. Luana y Maia comían y platicaban amenamente, cuando Terry y Andreia entraron.

—Creo que se la pasan bien. -

—Claro jefe —dijo Luana burlona.

—Ok, ya comprendí; ni soy su jefe, ni tengo que tratarlas mal. — Luego añadió — Lástima que me perdiera de su “Dame tu fuerza Pegaso” — dijo mientras hacía un ademan con los brazos como alguna vez viese hacer en un video a Seiya.  

—Oye, somos Acuario, Ofiuco y Leo — sin parar de reír aclaró Luana. –

—Yo también soy acuario y no hago lo que ella — Terry señaló hacia Andreia con la mirada. — De hecho el frío ni siquiera me gusta. — Luego dirigiéndose a Maia pregunto— Lo que si me intriga un poco es saber ¿qué hace alguien del signo de ofiuco?, ¿eh “Viborita”? -

—¡¿Viborita?! ¿Acabo de salvar tu vida y me dices “víbora”? — rebatió poniéndose de pie.

—Es de cariño — luego para embromarla más Terry le cuestionó — ¿Dónde quedaron los otros veinte centímetros de ti? — bajó la vista para ver el calzado deportivo de la joven— Ya, en tus otros zapatos. -

Las otras dos chicas soltaron unas carcajadas, que al ver la cara molesta de su compañera optaron por disimular y hacer cualquier otra cosa. Un destello travieso atravesó los ojos violetas de la italiana cuando notó que sus amigas se hacían las desentendidas sirviéndose sendos platos de pasta, así que se puso de puntillas y jaló a Terry por el cuello para acercarse a su oído

—Si lo deseas, cuando gustes te demuestro las ventajas que las mujeres pequeñas tenemos para ciertos momentos. Si vieras qué fácil es cargarme y lo flexible que soy, mio cuore. –

Así de rápido lo soltó, Terry se irguió y giro para ver la reacción de las otras amazonas; para su asombro Andreia y Luana seguían en lo suyo sin notar nada. Como pez fuera del agua el castaño abrió y cerró la boca, sin saberse incómodo o halagado.

—Jamás me vuelvas a decir víbora si no quieres probar mi Zanna mortale — Maia habló muy fría, para luego con su sonrisa más dulce desearle buena noche a sus amigas.

—¿Y Zanna mortale, es? — preguntó al aire, conociendo algo de italiano sabía que eso se traducía como “Colmillo Mortal”, pero ¿qué significaba tratándose de una amazona?

—Significa que siete pequeños toques con el dedo índice derecho de Maia y, mueres. Ataque mortal como el Winter storm de Andreia; no, es mortal pero no paraliza; más bien como mi Himmlischer Fluss (Caudal celestial), yo también puedo paralizar al enemigo, reizvoll. – le sonrió a Terry con una picardía que lo desconcertó.

—Luana — fue regañada por Andreia por su recurrente falta de tacto, pero la chica alemana continuó.

—Ah sí, antes de morir te va paralizando lenta y dolorosamente, bueno si ella quiere puede ser rápido; pero cada toque es más doloroso que el anterior así como la sensación de inmovilidad que recorre el cuerpo del atacado. Hasta donde sé jamás ha llegado al séptimo toque. Podrías ser el primero — Andreia se llevó su mano enguantada a la frente, resignada ante la espontaneidad y sinceridad de su amiga. — Aunque seis toques tampoco han de ser agradables. Sólo Maia puede usar Regenerazione, o nada te salva. -

—Creo que Nerd, Nerd le va perfecto como pensé en un principio — de inmediato dijo Terry tras escuchar lo que era Zanna mortale. — No se enojó porque le dije Nerd, ¿cierto? -

—Nerd sí, Viborita no — completó Andreia riendo — ¡Por Athena! ¿A qué mujer le gusta que le digan víbora? – preguntó con la obviedad en su tono.

—Pero trae una tatuada en el brazo — se defendió Terry sirviéndose un poco de té.

—Ofiuco significa cazador de serpientes; ella es la cazadora de serpientes, no la viborita. — Aseguró Luana — Como Andreia es una letal maga del hielo, y yo una poderosa ama de los truenos. –

Terry rodó los ojos, esas chicas sí que se creían invencibles, aunque algo le aseguraba que en verdad lo eran.

—No te preocupes mon chéri — Andreia sentada junto a él recargo su cabeza en su hombro — haremos que disfrutes de cada momento a nuestro lado. – Y mostró una sonrisa pícara que solamente su amiga vio.

—O que lo padezca — susurró el castaño llevándose la taza con té a los labios.

—Te oí, reizvoll — rio Luana— Mejor disfruta, eso lo hará más agradable, lo prometo. Ahora somos tus amazonas. Las amazonas de Terry. -

“Las amazonas de Terry”; no estaba tan seguro a que lo llevaría aquello, pero de que sería una aventura, no había duda.

¡¡Las Amazonas en acción oui!!

Recuerdo ese día y fue muy intenso (sobre todo la parte en que le cambié el traje arruinado por el pijama a mon trésor adoré ¡muajaja!)    

Pobre Terryto divino que ni idea tenía con quién estaba tratando cuando llegamos ¡ja, ja, ja!    

Mon amour, lo bueno es que ahora ya sabes quiénes somos y tienes una probadita de lo que podemos hacer      

Y cierto Maia chérie! No hemos traído obsequios, pero en nuestra defensa diré que hemos estado muy ocupadas "atendiendo" a nuestro Liath  

D'ailleurs (por cierto)... traigo una fotografía que nos fue tomada el día que llegamos a la GF, justo luego de bajar del coche después del fantástico trayecto con ma chére Luana al volante    






Y estamos dispuestas a hacer arder el universo entero por Terry...

Woooow!!! Cuánta acción y aventura   por un momento me ví frente a los caballeros del zodíaco   , pero bueno es que mis amores en ese animé son Ikki, Shiryu y por supuesto Camus de acuario  , pero bueno que no se entere Terryto de mi vida y de mi amor! 

De verdad me encantó, acabo de leer este capítulo y ya quiero leer el siguiente.

Excelente trabajo mis amazonas!!! 

Ciao,

Muy bueno! Se ve que Terry anda codiciado este año jeje....y bueno, como dicen, ya se acostumbró.

Genial!!!

Abbracci