Lo que penso era una mala jugada de los actores o un sueño se convirtio pronto en una realidad, una que no tenia sentido.
Pasaron días antes de que aceptara su destino, el chico de antes, iba todos los días sin falta a llevarle alimento y a ayudarle en lo basico, en esos días sin darse cuenta empezaba a entender lo que el decia, su nombre era kei o algo asi, ahi los nombres no tenian sentido para el. A la semana se animo a salir del encierro y acompañado de kei camino en las calles de lo que parecia una antigua aldea, de pronto se sintio comodo aun cuando a la vista todos lo observaban con recelo.
¿Que hacia ahi? De pronto le dejo de importar, al menos ahi no tenia la obligacion de casarse con una mujer que no amaba, ahi podia reinvertarse y ser alguien diferente. Solo lamento no poder encontrarse ahi con Candy, de ahi en mas no habia mucho que extrañar. Se entero que vivia ahi hace 2 años, que habia llegado de muy lejos y que el chico que le acompañaba a todos lados habia sido contratado por el mismo en un barco, o al menos eso era lo que el le contaba, la verdad es que lo ultimo que el recordaba era estar en un bar tomando para olvidarse de todo lo que sufria.
Tenia dinero en los bolsillos, tenia ropa en un baul, tenia donde dormir y donde vivir, un lugar muy bueno en realidad. Cada vez que miraba a su alrededor pensaba en que aquel lugar le gustaria en demasia a Albert, pues todo era verde, todo era natural y podian verse bosques y montañas a cualquier lugar que mirara.
Poco a poco fue adaptandose, como buen actor sabia como hacer su papel y a pesar de que los primeros dias no hacia mas que ver e investigar con el paso de los dias empezo a trabajar como los demas y a sugerencia de su fiel sirviente, comenzo a practicar con la espada que por cierto no sabia como es que tenia.
Pasaron dos, 3 meses, tal vez mas, quien llevaba la cuenta ahi, la gente se habia habituado a verlo y algunos ya le saludaban como si fuera parte de la familia, el dinero no parecia terminarse, pero igual habia invertido en el comercio de los barcos mercantes que llegaban a un puerto no tan cercano, consejo tambien de su sirviente y en poco tiempo se habia hecho una vida en aquel lugar.
No habia olvidado su vida pasada pero se sentia comodo ahi y no le preocupaba volver mas, aun en las noches podia ver los ojos verdes de Candy, aun soñaba con ella, pero aun asi, si no podia tenerla para que volver.
Al menos, eso pensaba hasta que aquel dia algo parecido a un carruaje llego a aquel lugar y de el bajaba una rubia con ojos similares a aquellos que tanto tiempo habia soñado. Candy... susurro mientras sus miradas se cruzaban en aquel sitio lejano.