Lo apabullante de tu llegada
“Deseo existir para usted. ¿Es pretencioso? No lo sé. Si lo es, lo siento.
Es lo más auténtico que puedo decirle: Deseo existir para usted.”
Amélie Nothomb. Una forma de vida
Es lo más auténtico que puedo decirle: Deseo existir para usted.”
Amélie Nothomb. Una forma de vida
CAPÍTULO V. El mañana, no importa
Cuando el rubio guapo empezó a separarse, empecé a notar los aullidos de Archie, los aplausos de Stear y cuando finalmente volteé, las miradas estupefactas de Patty y Annie. La primera tenía incluso la boca abierta. Cuando me percaté de la mirada intensa de mi perfecto besador, sentí las mejillas arder.
Sí, después de compartir gérmenes con un perfecto desconocido a causa de una pasión desbordada, o al menos, de una atracción magnética, o alguno de esos apelativos extravagantes que emplean las escritoras de romances novelescos, resulta que me sonrojo. ¡Habrase visto semejante hipocresía de mi parte! El guapetón en cambio, atinó a sonreír y pude ver una pizca de satisfacción en su gesto. Narcisista como todos los hombres, seguro. ¡Ah, pero qué buen besador! Perdida en mis divagaciones, escuché el desatinado comentario de Annie
-Y ¿No pudo venir tu novio, Candy?
¿Han escuchado el sonido de cuando una aguja rasga un acetato? Eso mismo sucedió en ese momento. La música se detuvo, todos los comensales voltearon a vernos en espera de una explicación y yo, que flotaba entre nubes de algodón, caí estrepitosamente al suelo ante la mirada horrorizada del rubio besucón.
Está bien, esa escena solo sucedió en mi cabeza. Excepto la mirada del rubio que no era horrorizada, sino interrogante. Recapitulemos, no es que pensara montarme al bomboncito en ese momento ni nada por el estilo, pero bien podría haber charlado con él sobre mi situación antes que la bocona de Annie lo soltara sin un ápice de tacto. Digo, no es que el chico fuese a tomar muy en serio a una fulana que se deja besuquear al primer “hola”. Espera, ¿Soy una fulana por eso? Parece que soy más mojigata de lo que creía. Bueno, y hablando de novios, le puse los cuernos a Michael. ¿Besar es una infidelidad? Mmm… Síp, no soy tan “open mind” como creí, sí él lo hiciera, yo lo consideraría desleal. Sí, soy una fulana besucona. Y lo peor: me ha gustado.
-¿Tienes novio? –preguntó el rubio antes que pudiera responder al cuestionamiento de Annie.
Admiré su varonil mandíbula cuadrada y la barba ligeramente partida sin poder evitar dirigir mi atención a los carnosos y tentadores labios que me hablaban. ¡Me hablaban!
-Eh… Sí. Estamos algo distanciados en este momento. –atiné a responder
-Candy va a terminar con él –soltó Patty en mi auxilio –Y se lo merece
-¿Por qué? ¿Qué te hizo, Candy? –preguntó un curioso Stear
-Es una larga historia…
-Tenemos tiempo –terció el hermoso hombre a mi lado, apoyándose en la mesa
-Para empezar, Candy le está dando una oportunidad, pero no son nada compatibles. No sé qué hace con él. Y aclaro que no tengo nada en su contra, aunque sea medio patán. Simplemente no tienen nada en común. Pero ha estado obsesionado con Candy durante tantos años, que ella decidió darle una oportunidad que por cierto, no ha aprovechado.–Declaró Paty con desparpajo. Una opinión que no había tenido reparo en soltar en diversas ocasiones
-¿Por qué dices que no la ha aprovechado? ¿Te ha hecho algo, Candy? –preguntó Stear con curiosidad
-Verán, hay un sitio que es muy importante para mí, el orfanato donde crecí llamado Hogar de Pony y necesitaba ayuda
-Se caía a pedazos –acotó Patty
Gracias, Paty, pensé mirándola en advertencia
-No tanto, pero sí requería una inversión económica fuerte. Con el pretexto del aniversario del lugar, pensé en invitar a los antiguos hijos del Hogar, los chicos con adopción abierta, para invitarles a celebrar y al mismo tiempo hacerlos ver la situación de necesidad de aquel sitio tan importante para todos los que fuimos cobijados allí.
-Como yo- irrumpió Annie
-Así es, y muchos más. Poco a poco había más interesados, y lo que iba a ser una reunión informal, se convirtió en un evento enorme. Muchos chicos son ahora exitosos de forma económica, diversas familias se unieron a la causa, y terminó siendo una suerte de comida de recaudación de fondos, conseguimos becas para los niños y todo marchó magnífico. Yo nunca había organizado un evento de tal magnitud, y estaba muy nerviosa. Mientras el evento era pequeño, Michael parecía interesado, pero conforme crecía, parecía molestarle algo. No lo entiendo
-Al final, ni siquiera ayudó en nada. –completó Patty
-Bueno, no es su obligación, no es hijo del Hogar… -intentó defenderlo Archie
-¡Todos los que amamos a Candy quisimos ayudar! Además es una causa noble. – Respondió Patty frunciendo el ceño
-Y tampoco asistió ¿O sí? –cuestionó Annie- yo solo te vi pasándola bien con Tommy
-¿Quién es Tommy? –preguntó de inmediato Archie quizá suponiendo que era un tercero con quien me besuqueaba también. Pero se llevaría un fiasco si esperaba una historia jugosa.
-Tom es otro hijo del Hogar. Annie y yo crecimos a su lado, es casi de nuestra edad, y es como un hermano… Al menos para mí.
-Yo dejé de verlo muy chica –cortó Annie- no lo hubiese reconocido si no es por ti, se ha convertido en un hombre muy varonil
La cara de Archie era un poema. Annie había conseguido lo que deseaba, que Archie se diera cuenta que ella no lo iba a esperar por siempre. O al menos, que no se mantendría ciega en el proceso
-Bueno ¿Y? ¿Qué pasó con Michael?- preguntó impaciente el rubio “labios sexys”
-Ehhh…
-Llegó a hacer tremendo papelón- exclamó Patty con cierta indignación- Figúrense que se puso celoso de Tom, y se largó apenas terminó de comer.
-Lo peor es que no es la primera vez. Siempre ha sido muy celoso de mi mejor amigo. No se atreve a pedirme que no lo vea porque conoce mi respuesta de antemano, pero si quiero ser honesta, se enoja y en ocasiones, prefiero ocultarle que saldré con él. Pero esta ocasión es diferente ¡Tom es mi hermano! ¿Cuántas veces debo repetirlo?
-Todo un caso el muchacho –mencionó el rubio. De inmediato me percaté que no lo llamó “hombre”, ¿Sería a propósito?
Y hablando de muchachos, creo que este en particular me había fundido las neuronas. Sí, has adivinado, había olvidado otra vez su nombre.
Pero bueno, no iba a volver a verlo… Tristemente.
-¿Vas a terminar con el pobre tipo solo porque no le dio la misma importancia que tú a un evento social?-me preguntó el más joven de los hermanos con insistencia.
-No solo es un evento social, Archie –respondió Patty- es importante para Candy, y Michael debía entenderlo. Además ella nunca había organizado algo así, ¡Vamos, que es una chica de 19 años, montando un evento enorme para el orfanato donde creció! ¡él debía mostrarse orgulloso de su mérito!
-O al menos, no mostrarse tan patán. –Completó “labios sexys” que no me dejan pensar en la mala actitud que he tomado hacia mi raro novio
-Tal vez sí exagero un poco- dije con los hombros bajos
-Ni hablar. Yo creo que no te merece –Tajó el rubio, sorprendiéndome
-¿Tanto así?
-Estoy seguro. Ha demostrado que no le interesa tu familia, tu hogar, ni tus hermanos. Por tanto, no le interesas tú.
El que mencionara los chicos y al orfanato de tal manera, me gustó mucho. Ese chico me entendía. De forma singular. Aunque mi autoestima fue un tanto golpeada con el último enunciado. “No le interesas tú”. Y sin embargo, dentro de mí, sabía que él tenía razón. Las palabras de Anthony diciendo que yo solo era un capricho para Michael porque no le había hecho caso en el colegio, retumbaron con fuerza en mi cabeza.
-Desde entonces, no la ha buscado –le dijo Patty.
-No hemos coincidido en los turnos del hospital
-¿Trabajas en un hospital? –me preguntó el ahora “hablador” rubio. Después de su estóico saludo, ahora no le paraba la lengua. Yo quería que la moviera en otro sitio, pero no iba a proponer más retos ahora que la charla fluía. No es que no tuviera ganas…
Y como adivinando mis pensamientos, el bomboncito sexy se acercó a mi rostro y volvió a besarme. Mmm. Aquella sensación del primer beso volvió a repetirse. Mi piel reaccionaba a su simple cercanía. Mi cuerpo solo ansiaba amoldarse al suyo. Mi vientre se contraía ante sus besos. Nunca había sentido algo así.
A él no le importaba que tuviera novio. A mí no me importaba lo que pensaran nuestros acompañantes, ni que el mundo girara. Solo anhelaba seguir sintiendo sus besos y mi pecho revolotear. Pero aún no le contestaba:
-Sí, trabajo en un hospital
Y procedí a contarle sobre mi empleo con entusiasmo. Porque si hay algo que me apasiona, es mi profesión. Seguro el rubio pensó que soy bipolar con esos cambios de ánimo.
Al terminar la velada, nos habíamos besado varias veces. Habíamos charlado sobre nuestros gustos, muy distintos por cierto, y planeamos ir a bailar el siguiente sábado.
Nos dieron un aventón en taxis a Patty y a mí y al despedirse, pero el dueño de los ojos hermosos, se bajó a dejarme hasta la puerta del edificio de apartamentos donde Paty yo vivimos. El rubio guapo me dijo:
-Piensa bien lo que quieres hacer con tu… Michael.
¿Mi Michael? ¿En serio?
Resulta que Michael y yo no nos habíamos visto en varios días, pero decidí tomar al toro por los cuernos. Una interesante apología tomando en cuenta los “cuernotes” que le había puesto al pobre diablo, no sé ni cómo podría verlo a los ojos.
Me dirigí hacia su consultorio a primera hora de la mañana, antes de empezar siquiera mi turno.
-¡Candy! ¡Qué sorpresa! – me recibió con amabilidad. Pero antes que pudiera besarme, me alejé dispuesta a hablar
-Michael, voy a ser sincera contigo. Lo nuestro no está funcionando. Creo que no deberíamos vernos más- disparé sin tapujos
Su rostro fue de la sorpresa a la indignación y finalmente, al ¿Dolor? O sería confusión, tal vez…
-¿Estás segura?
-Sí
Silencio incómodo…
-Es por mi actitud en tu fiesta ¿Verdad? –preguntó pasando la mano en su cabello
-Tiene mucho que ver. Me desconcertaste mucho. No sentí que me apoyaras en algo importante para mí, cuando creí que estarías orgulloso.
Te mostraste frío y distante aún enfrente de mis seres queridos, no me buscaste después… Y esta no es la primera vez que actúas de una forma que no comprendo. Pensé que mis ojos se llenarían de lágrimas por ser una ruptura con un chico al que tomaba en serio, pero esa reacción nunca llegó.
-Lo lamento, Can. Me has gustado por mucho tiempo. Años. Y me pongo nervioso de pensar que puedo perderte. El saber que ibas a ser anfitriona de tanta gente rica me hacía sentir incómodo. Tus exnovios son millonarios. Yo no.
¡Ay, Dios! Compadezco a Michael. No sabía que fuese tan inseguro. Me siento canalla. Mucho.
-Siento escuchar eso. Quizá si te hubieras sincerado conmigo… Sabes que el dinero no me parece importante. Para eso trabajo yo. Pero era una oportunidad para los chicos y su educación, debía esforzarme por ellos. Para que tengan las oportunidades que otros no han tenido.
-Lo entiendo, pero piensa cómo me hace sentir a mí. Y luego llego y te veo con el tipejo aquel bailando. Pensé que al menos me extrañarías un poco si llegaba tarde pero no. A la primera oportunidad, te largas con otro tipo y tienes el descaro de presentármelo como tu “hermano”
No puedo creer lo que escucho. Adiós compasión.
-¡Tom es como mi hermano!
-Excepto que no lo es
Pasmada, giro sobre mi eje y salgo del consultorio. Michael simplemente no lo entiende
-Lo nuestro nunca hubiera funcionado, Michael. –digo sin mirarlo
-Candice, piensa lo que estás diciendo. No puedes dejarme porque una vez reacciono diferente a lo que esperas de mí.
No, te dejo porque conocí a alguien más, con quien me besuqueé a la primera, lo cual quiere decir que entre nosotros algo anda muy mal. Y aunque no vuelva a verlo, no significa que no pueda volver a suceder… Con otro. Pero no podía decirle algo así sin lastimarlo de verdad… O a su ego.
-Michael, en serio no quiero lastimarte, pero esta relación es rara. No te entiendo la mitad de las veces, no me dices nada, nunca sé como te sientes. Y tampoco me permites abrirme. Al primer conflicto, te das la vuelta y te vas en vez de hablarlo. Te encelas de mis amigos, te expresas de una forma desagradable de la gente que me importa.
-¡Si tan solo fueras diferente! Siempre con esos vestidos hippies y sonriéndole a todo el mundo, colgándote del cuello de otros hombres. ¡Serás una profesional de la salud! ¿Quién te va a tomar en serio?
-Michael, esos hombres a quien te refieres, son mi mejor amigo y mi hermano. ¡Te lo he dicho un millar de veces! Yo me visto como me gusta en mi tiempo libre y en la escuela. Pero en mi trabajo siempre me comporto como una profesional.
-¿Profesional? ¿Brincoteando en los jardines con los pacientes?
-¡Trabajo con niños! Solo intento hacerlos sentir bien…
-¡No eres un maldito payaso!
-¿Sabes qué? Entiendo que estés molesto conmigo, pero esta conversación no tiene sentido. Si no estás de acuerdo con mi desempeño profesional, comunícaselo al doctor Lenard.
Salí del consultorio sintiéndome mal por haber estado tanto tiempo con un hombre que evidentemente no era para mí. Cuando llegué al cubículo de enfermeras, Natalie me señaló un paquete con mi nombre. Al abrirlo, me encontré con algunos muñecos de peluche pequeños. Nuevos y esponjosos animalitos del tamaño de mi palma.
-¿Muñecos? ¿Para mí?
Michael apareció tras de mí y me dijo:
-Te ví mirarlos en el centro comercial. Quédatelos. Sé que te gustan mucho.
-Gracias. Pero no puedo aceptarlos- dije aún molesta
-Tiré la nota. No me los cambiarán. De verdad, quédatelos. Considéralo una ofrenda de amistad.
-No creo que sea correcto. En serio –dije sintiéndome culpable por terminar con un hombre que pretendía hacerme regalos a pesar de mi rechazo.
-No me hagas rogar, Candy. No es precisamente algo que me guste hacer
-¡No, por supuesto que no!
-Acéptalos, por favor. Dudo que se vieran bien sobre mi cama
-No sería un aliciente para las chicas, supongo
-Y si de por sí me rehúyen…
Golpe bajo, Michael.
-No estoy hablando de sexo… -aclaró de inmediato
Mis cejas se elevaron con sorpresa. ¿Eso significaba que las chicas aceptaban estar con él cuando andaba conmigo?
-Quiero decir, no en un tiempo reciente… O sea, no mientras tú no accedías, sino antes. Sí, eso.
-¿Sabes qué? Olvídalo. No tiene ninguna importancia ya. Siempre dijiste que no creías en los hombres fieles. Así que…
-No estás entendiendo nada, Candy.
-No Michael, tienes razón. Simplemente no te entiendo. Pero en serio, ya no importa.
-¿Eso significa que ya no están juntos? – preguntó Natalie, quien seguía tras el mostrador atenta a la charla entre Michael y yo.
-No, Natalie. Michael es un hombre libre.
Estaba consciente que ese mismo día, todo el hospital lo sabría. Ví el dolido gesto de Michael. Supongo que el hacer pública la noticia casi de inmediato, no me hace mejor persona ante sus ojos, pero sí le da un carácter más oficial. Soy una bandita que se arranca de golpe para que no duela la piel. Es lo mejor para ti, Michael y lo siento.
-Disfruta tus muñecos, Candy. Este hombre libre, debe trabajar.
-Gracias, Michael. Por todo… - contesté al tiempo que él me daba la espalda y empezaba a caminar hacia su consultorio.
Michael no me conocía a pesar de ser observador. Llevé los muñecos a donde originalmente me hubiera gustado y la razón por la cual originalmente los miraba: El área pediátrica del hospital.
Aquél día, estuve recordando el porqué acepté a Michael. Como bien dijo Anthony, yo sabía que le gustaba desde el Colegio. Sin embargo, estuve enamorada de otros chicos y a él lo consideraba un amigo. Ni siquiera uno muy cercano. Luego de aquella fiesta extraña donde conocí a su familia, confirmé que él sentía algo más profundo por mí que un simple gusto, pero en ese momento prefería estar sola y concentrarme en mis estudios. Si no mal recuerdo, se lo dije en alguna charla efímera. Luego, falleció su papá en un accidente. De todos sus amigos cercanos, eligió llamarme a mí. Lo veía tan triste que intenté consolarlo día tras día. Me acostumbré a estar a su lado y estudiar con él junto a mí. Cuando me pidió una oportunidad, accedí pensando que con el tiempo podría enamorarme de él. Era un chico bueno y amable pero nunca pude sentir por él, lo que en su tiempo fue con Terry. O hasta con Anthony. Y prueba de ello, es que no creo que podamos ser buenos amigos, nunca nos conocimos tan profundamente. Había hecho lo mejor al terminar.
Y tampoco había podido sacarme al guapito de la cabeza. ¡Solo lo había visto una vez! Charlando con Patty, ella me dijo que no le parecía tan guapo. Que el más lindo de los amigos de Annie, era Stear. No sé si bromeaba o lo veía con ojos de amor aunque era algo cegatona, eso podría ser. ¡El más guapo era el rubio! O quizá la cegada era yo…
Al salir del hospital, Michael se me acercó nuevamente
-Candy, espera. Solo quiero decirte que voy a ausentarme un par de días.
Raro. ¿Debería informarme? ¿Quiere que seamos amigos? ¡Rayos! ¿Por qué con él pienso tanto las cosas? Sí, podemos ser amigos, somos adultos.
-Voy a un seminario. El doctor Lenard me recomendó. Solo quería que no hubiese malos entendidos
-¿Malos entendidos?
-No me voy por ti. No es que necesite tiempo lejos.
-Por supuesto –dije atónita por escuchar ese tono rudo que nunca había empleado conmigo, hasta hacía un rato, cuando se quejó de mi vestuario.
-Es una buena oportunidad. Quiero que quede claro.
-Bien. Buen viaje. –Contesté levantando un hombro
-En vista que no te importa. Adiós.
-¡Te acabo de desear buen viaje!
Se acercó con claras intenciones de besarme, giré el rostro para besar su mejilla y él, con esa actitud suya tan cambiante, se dio la vuelta y se fue.
No lo comprendía en absoluto. Empezaba a hartarme, el tiempo alejado sería magnífico.
Empecé a caminar pensando en pasar por makis para la cena y tal vez una hamburguesa. No. Demasiada comida. ¡Me sentía famélica y cualquier comida que pasara por mi mente, me causaba un irremediable antojo. Una ensalada sería mejor… Aunque prefiriera unos bombones.
Pensando en bombones precisamente, escuché la voz tipluda de Annie, llamándome por mi nombre y cuando giré vi al hombre de mis sueños parado frente a mí con los brazos cruzados sobre el pecho.
Continuará…
Sí, después de compartir gérmenes con un perfecto desconocido a causa de una pasión desbordada, o al menos, de una atracción magnética, o alguno de esos apelativos extravagantes que emplean las escritoras de romances novelescos, resulta que me sonrojo. ¡Habrase visto semejante hipocresía de mi parte! El guapetón en cambio, atinó a sonreír y pude ver una pizca de satisfacción en su gesto. Narcisista como todos los hombres, seguro. ¡Ah, pero qué buen besador! Perdida en mis divagaciones, escuché el desatinado comentario de Annie
-Y ¿No pudo venir tu novio, Candy?
¿Han escuchado el sonido de cuando una aguja rasga un acetato? Eso mismo sucedió en ese momento. La música se detuvo, todos los comensales voltearon a vernos en espera de una explicación y yo, que flotaba entre nubes de algodón, caí estrepitosamente al suelo ante la mirada horrorizada del rubio besucón.
Está bien, esa escena solo sucedió en mi cabeza. Excepto la mirada del rubio que no era horrorizada, sino interrogante. Recapitulemos, no es que pensara montarme al bomboncito en ese momento ni nada por el estilo, pero bien podría haber charlado con él sobre mi situación antes que la bocona de Annie lo soltara sin un ápice de tacto. Digo, no es que el chico fuese a tomar muy en serio a una fulana que se deja besuquear al primer “hola”. Espera, ¿Soy una fulana por eso? Parece que soy más mojigata de lo que creía. Bueno, y hablando de novios, le puse los cuernos a Michael. ¿Besar es una infidelidad? Mmm… Síp, no soy tan “open mind” como creí, sí él lo hiciera, yo lo consideraría desleal. Sí, soy una fulana besucona. Y lo peor: me ha gustado.
-¿Tienes novio? –preguntó el rubio antes que pudiera responder al cuestionamiento de Annie.
Admiré su varonil mandíbula cuadrada y la barba ligeramente partida sin poder evitar dirigir mi atención a los carnosos y tentadores labios que me hablaban. ¡Me hablaban!
-Eh… Sí. Estamos algo distanciados en este momento. –atiné a responder
-Candy va a terminar con él –soltó Patty en mi auxilio –Y se lo merece
-¿Por qué? ¿Qué te hizo, Candy? –preguntó un curioso Stear
-Es una larga historia…
-Tenemos tiempo –terció el hermoso hombre a mi lado, apoyándose en la mesa
-Para empezar, Candy le está dando una oportunidad, pero no son nada compatibles. No sé qué hace con él. Y aclaro que no tengo nada en su contra, aunque sea medio patán. Simplemente no tienen nada en común. Pero ha estado obsesionado con Candy durante tantos años, que ella decidió darle una oportunidad que por cierto, no ha aprovechado.–Declaró Paty con desparpajo. Una opinión que no había tenido reparo en soltar en diversas ocasiones
-¿Por qué dices que no la ha aprovechado? ¿Te ha hecho algo, Candy? –preguntó Stear con curiosidad
-Verán, hay un sitio que es muy importante para mí, el orfanato donde crecí llamado Hogar de Pony y necesitaba ayuda
-Se caía a pedazos –acotó Patty
Gracias, Paty, pensé mirándola en advertencia
-No tanto, pero sí requería una inversión económica fuerte. Con el pretexto del aniversario del lugar, pensé en invitar a los antiguos hijos del Hogar, los chicos con adopción abierta, para invitarles a celebrar y al mismo tiempo hacerlos ver la situación de necesidad de aquel sitio tan importante para todos los que fuimos cobijados allí.
-Como yo- irrumpió Annie
-Así es, y muchos más. Poco a poco había más interesados, y lo que iba a ser una reunión informal, se convirtió en un evento enorme. Muchos chicos son ahora exitosos de forma económica, diversas familias se unieron a la causa, y terminó siendo una suerte de comida de recaudación de fondos, conseguimos becas para los niños y todo marchó magnífico. Yo nunca había organizado un evento de tal magnitud, y estaba muy nerviosa. Mientras el evento era pequeño, Michael parecía interesado, pero conforme crecía, parecía molestarle algo. No lo entiendo
-Al final, ni siquiera ayudó en nada. –completó Patty
-Bueno, no es su obligación, no es hijo del Hogar… -intentó defenderlo Archie
-¡Todos los que amamos a Candy quisimos ayudar! Además es una causa noble. – Respondió Patty frunciendo el ceño
-Y tampoco asistió ¿O sí? –cuestionó Annie- yo solo te vi pasándola bien con Tommy
-¿Quién es Tommy? –preguntó de inmediato Archie quizá suponiendo que era un tercero con quien me besuqueaba también. Pero se llevaría un fiasco si esperaba una historia jugosa.
-Tom es otro hijo del Hogar. Annie y yo crecimos a su lado, es casi de nuestra edad, y es como un hermano… Al menos para mí.
-Yo dejé de verlo muy chica –cortó Annie- no lo hubiese reconocido si no es por ti, se ha convertido en un hombre muy varonil
La cara de Archie era un poema. Annie había conseguido lo que deseaba, que Archie se diera cuenta que ella no lo iba a esperar por siempre. O al menos, que no se mantendría ciega en el proceso
-Bueno ¿Y? ¿Qué pasó con Michael?- preguntó impaciente el rubio “labios sexys”
-Ehhh…
-Llegó a hacer tremendo papelón- exclamó Patty con cierta indignación- Figúrense que se puso celoso de Tom, y se largó apenas terminó de comer.
-Lo peor es que no es la primera vez. Siempre ha sido muy celoso de mi mejor amigo. No se atreve a pedirme que no lo vea porque conoce mi respuesta de antemano, pero si quiero ser honesta, se enoja y en ocasiones, prefiero ocultarle que saldré con él. Pero esta ocasión es diferente ¡Tom es mi hermano! ¿Cuántas veces debo repetirlo?
-Todo un caso el muchacho –mencionó el rubio. De inmediato me percaté que no lo llamó “hombre”, ¿Sería a propósito?
Y hablando de muchachos, creo que este en particular me había fundido las neuronas. Sí, has adivinado, había olvidado otra vez su nombre.
Pero bueno, no iba a volver a verlo… Tristemente.
-¿Vas a terminar con el pobre tipo solo porque no le dio la misma importancia que tú a un evento social?-me preguntó el más joven de los hermanos con insistencia.
-No solo es un evento social, Archie –respondió Patty- es importante para Candy, y Michael debía entenderlo. Además ella nunca había organizado algo así, ¡Vamos, que es una chica de 19 años, montando un evento enorme para el orfanato donde creció! ¡él debía mostrarse orgulloso de su mérito!
-O al menos, no mostrarse tan patán. –Completó “labios sexys” que no me dejan pensar en la mala actitud que he tomado hacia mi raro novio
-Tal vez sí exagero un poco- dije con los hombros bajos
-Ni hablar. Yo creo que no te merece –Tajó el rubio, sorprendiéndome
-¿Tanto así?
-Estoy seguro. Ha demostrado que no le interesa tu familia, tu hogar, ni tus hermanos. Por tanto, no le interesas tú.
El que mencionara los chicos y al orfanato de tal manera, me gustó mucho. Ese chico me entendía. De forma singular. Aunque mi autoestima fue un tanto golpeada con el último enunciado. “No le interesas tú”. Y sin embargo, dentro de mí, sabía que él tenía razón. Las palabras de Anthony diciendo que yo solo era un capricho para Michael porque no le había hecho caso en el colegio, retumbaron con fuerza en mi cabeza.
-Desde entonces, no la ha buscado –le dijo Patty.
-No hemos coincidido en los turnos del hospital
-¿Trabajas en un hospital? –me preguntó el ahora “hablador” rubio. Después de su estóico saludo, ahora no le paraba la lengua. Yo quería que la moviera en otro sitio, pero no iba a proponer más retos ahora que la charla fluía. No es que no tuviera ganas…
Y como adivinando mis pensamientos, el bomboncito sexy se acercó a mi rostro y volvió a besarme. Mmm. Aquella sensación del primer beso volvió a repetirse. Mi piel reaccionaba a su simple cercanía. Mi cuerpo solo ansiaba amoldarse al suyo. Mi vientre se contraía ante sus besos. Nunca había sentido algo así.
A él no le importaba que tuviera novio. A mí no me importaba lo que pensaran nuestros acompañantes, ni que el mundo girara. Solo anhelaba seguir sintiendo sus besos y mi pecho revolotear. Pero aún no le contestaba:
-Sí, trabajo en un hospital
Y procedí a contarle sobre mi empleo con entusiasmo. Porque si hay algo que me apasiona, es mi profesión. Seguro el rubio pensó que soy bipolar con esos cambios de ánimo.
Al terminar la velada, nos habíamos besado varias veces. Habíamos charlado sobre nuestros gustos, muy distintos por cierto, y planeamos ir a bailar el siguiente sábado.
Nos dieron un aventón en taxis a Patty y a mí y al despedirse, pero el dueño de los ojos hermosos, se bajó a dejarme hasta la puerta del edificio de apartamentos donde Paty yo vivimos. El rubio guapo me dijo:
-Piensa bien lo que quieres hacer con tu… Michael.
¿Mi Michael? ¿En serio?
Resulta que Michael y yo no nos habíamos visto en varios días, pero decidí tomar al toro por los cuernos. Una interesante apología tomando en cuenta los “cuernotes” que le había puesto al pobre diablo, no sé ni cómo podría verlo a los ojos.
Me dirigí hacia su consultorio a primera hora de la mañana, antes de empezar siquiera mi turno.
-¡Candy! ¡Qué sorpresa! – me recibió con amabilidad. Pero antes que pudiera besarme, me alejé dispuesta a hablar
-Michael, voy a ser sincera contigo. Lo nuestro no está funcionando. Creo que no deberíamos vernos más- disparé sin tapujos
Su rostro fue de la sorpresa a la indignación y finalmente, al ¿Dolor? O sería confusión, tal vez…
-¿Estás segura?
-Sí
Silencio incómodo…
-Es por mi actitud en tu fiesta ¿Verdad? –preguntó pasando la mano en su cabello
-Tiene mucho que ver. Me desconcertaste mucho. No sentí que me apoyaras en algo importante para mí, cuando creí que estarías orgulloso.
Te mostraste frío y distante aún enfrente de mis seres queridos, no me buscaste después… Y esta no es la primera vez que actúas de una forma que no comprendo. Pensé que mis ojos se llenarían de lágrimas por ser una ruptura con un chico al que tomaba en serio, pero esa reacción nunca llegó.
-Lo lamento, Can. Me has gustado por mucho tiempo. Años. Y me pongo nervioso de pensar que puedo perderte. El saber que ibas a ser anfitriona de tanta gente rica me hacía sentir incómodo. Tus exnovios son millonarios. Yo no.
¡Ay, Dios! Compadezco a Michael. No sabía que fuese tan inseguro. Me siento canalla. Mucho.
-Siento escuchar eso. Quizá si te hubieras sincerado conmigo… Sabes que el dinero no me parece importante. Para eso trabajo yo. Pero era una oportunidad para los chicos y su educación, debía esforzarme por ellos. Para que tengan las oportunidades que otros no han tenido.
-Lo entiendo, pero piensa cómo me hace sentir a mí. Y luego llego y te veo con el tipejo aquel bailando. Pensé que al menos me extrañarías un poco si llegaba tarde pero no. A la primera oportunidad, te largas con otro tipo y tienes el descaro de presentármelo como tu “hermano”
No puedo creer lo que escucho. Adiós compasión.
-¡Tom es como mi hermano!
-Excepto que no lo es
Pasmada, giro sobre mi eje y salgo del consultorio. Michael simplemente no lo entiende
-Lo nuestro nunca hubiera funcionado, Michael. –digo sin mirarlo
-Candice, piensa lo que estás diciendo. No puedes dejarme porque una vez reacciono diferente a lo que esperas de mí.
No, te dejo porque conocí a alguien más, con quien me besuqueé a la primera, lo cual quiere decir que entre nosotros algo anda muy mal. Y aunque no vuelva a verlo, no significa que no pueda volver a suceder… Con otro. Pero no podía decirle algo así sin lastimarlo de verdad… O a su ego.
-Michael, en serio no quiero lastimarte, pero esta relación es rara. No te entiendo la mitad de las veces, no me dices nada, nunca sé como te sientes. Y tampoco me permites abrirme. Al primer conflicto, te das la vuelta y te vas en vez de hablarlo. Te encelas de mis amigos, te expresas de una forma desagradable de la gente que me importa.
-¡Si tan solo fueras diferente! Siempre con esos vestidos hippies y sonriéndole a todo el mundo, colgándote del cuello de otros hombres. ¡Serás una profesional de la salud! ¿Quién te va a tomar en serio?
-Michael, esos hombres a quien te refieres, son mi mejor amigo y mi hermano. ¡Te lo he dicho un millar de veces! Yo me visto como me gusta en mi tiempo libre y en la escuela. Pero en mi trabajo siempre me comporto como una profesional.
-¿Profesional? ¿Brincoteando en los jardines con los pacientes?
-¡Trabajo con niños! Solo intento hacerlos sentir bien…
-¡No eres un maldito payaso!
-¿Sabes qué? Entiendo que estés molesto conmigo, pero esta conversación no tiene sentido. Si no estás de acuerdo con mi desempeño profesional, comunícaselo al doctor Lenard.
Salí del consultorio sintiéndome mal por haber estado tanto tiempo con un hombre que evidentemente no era para mí. Cuando llegué al cubículo de enfermeras, Natalie me señaló un paquete con mi nombre. Al abrirlo, me encontré con algunos muñecos de peluche pequeños. Nuevos y esponjosos animalitos del tamaño de mi palma.
-¿Muñecos? ¿Para mí?
Michael apareció tras de mí y me dijo:
-Te ví mirarlos en el centro comercial. Quédatelos. Sé que te gustan mucho.
-Gracias. Pero no puedo aceptarlos- dije aún molesta
-Tiré la nota. No me los cambiarán. De verdad, quédatelos. Considéralo una ofrenda de amistad.
-No creo que sea correcto. En serio –dije sintiéndome culpable por terminar con un hombre que pretendía hacerme regalos a pesar de mi rechazo.
-No me hagas rogar, Candy. No es precisamente algo que me guste hacer
-¡No, por supuesto que no!
-Acéptalos, por favor. Dudo que se vieran bien sobre mi cama
-No sería un aliciente para las chicas, supongo
-Y si de por sí me rehúyen…
Golpe bajo, Michael.
-No estoy hablando de sexo… -aclaró de inmediato
Mis cejas se elevaron con sorpresa. ¿Eso significaba que las chicas aceptaban estar con él cuando andaba conmigo?
-Quiero decir, no en un tiempo reciente… O sea, no mientras tú no accedías, sino antes. Sí, eso.
-¿Sabes qué? Olvídalo. No tiene ninguna importancia ya. Siempre dijiste que no creías en los hombres fieles. Así que…
-No estás entendiendo nada, Candy.
-No Michael, tienes razón. Simplemente no te entiendo. Pero en serio, ya no importa.
-¿Eso significa que ya no están juntos? – preguntó Natalie, quien seguía tras el mostrador atenta a la charla entre Michael y yo.
-No, Natalie. Michael es un hombre libre.
Estaba consciente que ese mismo día, todo el hospital lo sabría. Ví el dolido gesto de Michael. Supongo que el hacer pública la noticia casi de inmediato, no me hace mejor persona ante sus ojos, pero sí le da un carácter más oficial. Soy una bandita que se arranca de golpe para que no duela la piel. Es lo mejor para ti, Michael y lo siento.
-Disfruta tus muñecos, Candy. Este hombre libre, debe trabajar.
-Gracias, Michael. Por todo… - contesté al tiempo que él me daba la espalda y empezaba a caminar hacia su consultorio.
Michael no me conocía a pesar de ser observador. Llevé los muñecos a donde originalmente me hubiera gustado y la razón por la cual originalmente los miraba: El área pediátrica del hospital.
Aquél día, estuve recordando el porqué acepté a Michael. Como bien dijo Anthony, yo sabía que le gustaba desde el Colegio. Sin embargo, estuve enamorada de otros chicos y a él lo consideraba un amigo. Ni siquiera uno muy cercano. Luego de aquella fiesta extraña donde conocí a su familia, confirmé que él sentía algo más profundo por mí que un simple gusto, pero en ese momento prefería estar sola y concentrarme en mis estudios. Si no mal recuerdo, se lo dije en alguna charla efímera. Luego, falleció su papá en un accidente. De todos sus amigos cercanos, eligió llamarme a mí. Lo veía tan triste que intenté consolarlo día tras día. Me acostumbré a estar a su lado y estudiar con él junto a mí. Cuando me pidió una oportunidad, accedí pensando que con el tiempo podría enamorarme de él. Era un chico bueno y amable pero nunca pude sentir por él, lo que en su tiempo fue con Terry. O hasta con Anthony. Y prueba de ello, es que no creo que podamos ser buenos amigos, nunca nos conocimos tan profundamente. Había hecho lo mejor al terminar.
Y tampoco había podido sacarme al guapito de la cabeza. ¡Solo lo había visto una vez! Charlando con Patty, ella me dijo que no le parecía tan guapo. Que el más lindo de los amigos de Annie, era Stear. No sé si bromeaba o lo veía con ojos de amor aunque era algo cegatona, eso podría ser. ¡El más guapo era el rubio! O quizá la cegada era yo…
Al salir del hospital, Michael se me acercó nuevamente
-Candy, espera. Solo quiero decirte que voy a ausentarme un par de días.
Raro. ¿Debería informarme? ¿Quiere que seamos amigos? ¡Rayos! ¿Por qué con él pienso tanto las cosas? Sí, podemos ser amigos, somos adultos.
-Voy a un seminario. El doctor Lenard me recomendó. Solo quería que no hubiese malos entendidos
-¿Malos entendidos?
-No me voy por ti. No es que necesite tiempo lejos.
-Por supuesto –dije atónita por escuchar ese tono rudo que nunca había empleado conmigo, hasta hacía un rato, cuando se quejó de mi vestuario.
-Es una buena oportunidad. Quiero que quede claro.
-Bien. Buen viaje. –Contesté levantando un hombro
-En vista que no te importa. Adiós.
-¡Te acabo de desear buen viaje!
Se acercó con claras intenciones de besarme, giré el rostro para besar su mejilla y él, con esa actitud suya tan cambiante, se dio la vuelta y se fue.
No lo comprendía en absoluto. Empezaba a hartarme, el tiempo alejado sería magnífico.
Empecé a caminar pensando en pasar por makis para la cena y tal vez una hamburguesa. No. Demasiada comida. ¡Me sentía famélica y cualquier comida que pasara por mi mente, me causaba un irremediable antojo. Una ensalada sería mejor… Aunque prefiriera unos bombones.
Pensando en bombones precisamente, escuché la voz tipluda de Annie, llamándome por mi nombre y cuando giré vi al hombre de mis sueños parado frente a mí con los brazos cruzados sobre el pecho.
Continuará…
Índice Lo apabullante de tu llegada