PERSIANA AMERICANA
Es de noche, una cálida noche de primavera, estás en la oscuridad de tu habitación, sentada en la alfombra a los pies de la cama, un haz de luz proveniente de la luminaria de la calle se filtra por tu persiana.
Un casi imperceptible resplandor llega a tus ojos proveniente de la ventana de enfrente, señal inequívoca de que tu sexy vecino castaño ha llegado y es hora de acercarse mas a la ventana; él, un inalcanzable actor de teatro que ni en sueños sabe que existes y tú, unos ojos deseosos de mirar sin límites ni remordimientos.
El calor primaveral de esta noche es sofocante, no sabes si es el ambiente o si este fuego es producto del magnífico espectáculo que se desarrolla en la ventana: sus ropas caen lentamente, te pierdes en su desnudo torso, en sus firmes pectorales, sus largos y tonificados brazos, sus fuertes bíceps, su redondeado trasero y su abdomen tenso mientras hace ejercicio; observas el perfecto sendero de vello castaño que nace en el abdomen y continua hasta perderse bajo el bóxer, lo cual hace que tragues saliva la imaginar tantas cosas; el intenso calor se apodera de ti, viene de tu interior y sube a tu pecho que se mueve agitado al ritmo de tu respiración entrecortada, finas gotas de sudor aparecen en tu escote y cuello mientras te acercas más a la ventana, es una necesidad incontrolable el ser testigo de semejante espectáculo.
El clima cálido de esta noche, aunado a la actividad física hacen que su pecho se perle de sudor también, observas como una gota resbala por su pectoral izquierdo y se pierde en el abdomen, morirías por seguir con tu lengua ese húmedo rastro hasta la línea del bóxer, incluso más allá.
Tu respiración agitada y el corazón latiendo con toda su fuerza, temes que él pueda oírlo a través de la ventana pero una resistencia más poderosa que tú hace que permanezcas con los ojos clavados en él, aunque haya hecho una pausa en su rutina para encender el ventilador, te quedas inmóvil mientras por una fracción de segundo sientes que sus ojazos azules se clavan en los tuyos y no sabes si es tu imaginación o si verdaderamente fue deseo lo que viste en sus pupilas.
Dejas que tu mente vuele pensando todo lo que podrías hacer con ese dios griego y en el inmenso placer que llegarían a experimentar, esa condena agradable del instante previo… y de repente saltar juntos a un remolino de excitación explosiva, respiraciones entrecortadas, jadeos, suspiros, mordiscos, mucha humedad y tú perdida en sus brazos.
Un profundo suspiro y el movimiento que captas con el rabillo del ojo, te hacen volver al mundo real, sin embargo, algo ha cambiado, él mira más fijamente hacia tu ventana, ahora hace sus movimientos más lentos, más felinos como si se supiera observado y eso le excitara, sientes como te sonríe mientras te acecha, ya no sabes quién es la presa y quién el cazador, te sientes al borde de la cornisa cuando sus pupilas brillan de excitación, mientras sigue su rutina ahora consiente de que tiene unos ojos encima de él devorándolo, le excita pensar hasta donde llegarás.
Es demasiado la tortura de ser solo una espía, un espectador, cierras los ojos pensando que nunca probarás el sabor de su piel ni enredarás tus dedos en su sedoso cabello castaño, porque Terry Granchester solo puede ser tuyo a través de tu persiana americana.
Fue solo un instante de dolorosa realidad, pero al abrir los ojos únicamente llega a ti el reflejo de la luminaria de la calle, la ventana de enfrente está en penumbras y te tratas de engañar diciendo que es mejor así, que él es inalcanzable, está fuera de tu foco, cuando un golpe en la puerta hace que reacciones y bajes a abrir
Te da un vuelco el corazón cuando al abrir la puerta ahí está en persona, vestido de prisa como si lo que tuviera que hacer fuera más importante que todo en el mundo, esos ojos azules inundados de deseo que te comen completa, sus manos firmes que te sujetan de la cara, sus dulces labios que invaden tu boca sin previo aviso mientras te empuja hacia adentro y cierra la puerta de una patada.
Un casi imperceptible resplandor llega a tus ojos proveniente de la ventana de enfrente, señal inequívoca de que tu sexy vecino castaño ha llegado y es hora de acercarse mas a la ventana; él, un inalcanzable actor de teatro que ni en sueños sabe que existes y tú, unos ojos deseosos de mirar sin límites ni remordimientos.
El calor primaveral de esta noche es sofocante, no sabes si es el ambiente o si este fuego es producto del magnífico espectáculo que se desarrolla en la ventana: sus ropas caen lentamente, te pierdes en su desnudo torso, en sus firmes pectorales, sus largos y tonificados brazos, sus fuertes bíceps, su redondeado trasero y su abdomen tenso mientras hace ejercicio; observas el perfecto sendero de vello castaño que nace en el abdomen y continua hasta perderse bajo el bóxer, lo cual hace que tragues saliva la imaginar tantas cosas; el intenso calor se apodera de ti, viene de tu interior y sube a tu pecho que se mueve agitado al ritmo de tu respiración entrecortada, finas gotas de sudor aparecen en tu escote y cuello mientras te acercas más a la ventana, es una necesidad incontrolable el ser testigo de semejante espectáculo.
El clima cálido de esta noche, aunado a la actividad física hacen que su pecho se perle de sudor también, observas como una gota resbala por su pectoral izquierdo y se pierde en el abdomen, morirías por seguir con tu lengua ese húmedo rastro hasta la línea del bóxer, incluso más allá.
Tu respiración agitada y el corazón latiendo con toda su fuerza, temes que él pueda oírlo a través de la ventana pero una resistencia más poderosa que tú hace que permanezcas con los ojos clavados en él, aunque haya hecho una pausa en su rutina para encender el ventilador, te quedas inmóvil mientras por una fracción de segundo sientes que sus ojazos azules se clavan en los tuyos y no sabes si es tu imaginación o si verdaderamente fue deseo lo que viste en sus pupilas.
Dejas que tu mente vuele pensando todo lo que podrías hacer con ese dios griego y en el inmenso placer que llegarían a experimentar, esa condena agradable del instante previo… y de repente saltar juntos a un remolino de excitación explosiva, respiraciones entrecortadas, jadeos, suspiros, mordiscos, mucha humedad y tú perdida en sus brazos.
Un profundo suspiro y el movimiento que captas con el rabillo del ojo, te hacen volver al mundo real, sin embargo, algo ha cambiado, él mira más fijamente hacia tu ventana, ahora hace sus movimientos más lentos, más felinos como si se supiera observado y eso le excitara, sientes como te sonríe mientras te acecha, ya no sabes quién es la presa y quién el cazador, te sientes al borde de la cornisa cuando sus pupilas brillan de excitación, mientras sigue su rutina ahora consiente de que tiene unos ojos encima de él devorándolo, le excita pensar hasta donde llegarás.
Es demasiado la tortura de ser solo una espía, un espectador, cierras los ojos pensando que nunca probarás el sabor de su piel ni enredarás tus dedos en su sedoso cabello castaño, porque Terry Granchester solo puede ser tuyo a través de tu persiana americana.
Fue solo un instante de dolorosa realidad, pero al abrir los ojos únicamente llega a ti el reflejo de la luminaria de la calle, la ventana de enfrente está en penumbras y te tratas de engañar diciendo que es mejor así, que él es inalcanzable, está fuera de tu foco, cuando un golpe en la puerta hace que reacciones y bajes a abrir
Te da un vuelco el corazón cuando al abrir la puerta ahí está en persona, vestido de prisa como si lo que tuviera que hacer fuera más importante que todo en el mundo, esos ojos azules inundados de deseo que te comen completa, sus manos firmes que te sujetan de la cara, sus dulces labios que invaden tu boca sin previo aviso mientras te empuja hacia adentro y cierra la puerta de una patada.