Un Gran Amar y Nada Mas
Song fic, inspirado en la canción; “cuando se acaba el placer” de ALEXANDRE PIRES.
Autor: an le mon
Aportaciones: Saray Saade
Los personajes de esta historia pertenecen a kyoko Mizuki / yumico Igarashi.
Después de una hora de arreglo, miraba su aspecto frente al espejo. –Bien al parecer no hay más que hacer por mí; ¡me gusto, aún tengo belleza!, ¡a pesar de los años! -se auto elogiaba la chica, dando un largo suspiro se adentró en sus pensamientos. << ¡el mismo día!, el tiempo es corto, para algunos y tan largo y pesado para otros>>...
Flash-back
Viernes nueve menos quince, llevaba más de media hora retrasa, marque a su móvil, dos timbres y contesto. – ¿dime? -. Ese era el seco saludo, característico de mí amigo.
me apresure a decirle que tan cerca estaba de llegar. –¡hola, ya voy muy…! - Pare en seco, mire incrédula mi móvil, y grite - ¿I cut the flame? - en mi rostro se dibujó una sonrisa irónica, <<¡cretino, cundo cambiaras!>> Camine muy rápido, a todo lo que mis piernas daban. De pronto me arrepentí de haber traído estas ¡hermosas zapatillas Gucci! <
llegue al bar citado, el” Black Parrot Bar”, me abría paso entre las mesas, intentando visualizar a la persona que buscaba, entre el humo de cigarrillo, que picaba en mis ojos, y el tarareo de alguna canción,” ¡que en mi vida había escuchado!”, lo ubique.
- Bingo – <
- ¡Terry! -. Fue mi alegre saludo. El solo se limitó a indicarme el asiento con la barbilla. Lo mire y le marque el sillón con el dedo, ¡no se movió el muy torombolo! -¿cómo así?, bien gentil tu ¿verdad? - Le regale una sonrisa, con la cual lo mande directito a la calabaza.
Al intentar jalar el sillón de la sala lounge, un chico tomo el respaldo del mismo sillón, y rosando nuestras manos dijo algo pícaro. –me permites-. Terry se levantó como chinampina, bien cabreado y con un respingo alzando la vos y contesto. - ¡No, no te permito! Lo miro que daba miedo. El pobre muchacho se desapareció.
Karen se mataba de risa, no sabía si de nervios o de lo gracioso del momento. Terry molesto le dijo al oído –con esa falda tan pequeña y lindos tacones, tendré que mandar a encadenar el paso-.Terry acomodando el sillón donde se sentaba la castaña. El guapo ingles callo nuevamente en su sillón, echando su cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su hermoso rostro. El cual unos instantes antes su larga cabellera desordenada lo cubría.
Lo mire sirviendo unos tragos de una botella, en uno de esos baso pequeñitos, pero que dan miedo. Terry enfocó su mirada en los ojos de Karen y levanto una ceja, la joven sabía que esa expresión, solo la hacía cuando estaba enfadado e iba a empezar de cansón. - ¿llegas tarde muñeca? –.
lo mire y suspire. –lo siento, un día largo y un aparcamiento repleto –. Terry sabia de sobra que le mentía, sobre la parte del aparcamiento, sabía que le gustaba quedar lo más cercano a la salida de cualquier lugar, más si era un bar. así que había esperado hasta que se desocupara un lugar, el cual a ella le pareciera bien para dejar su automóvil.
- Un brindis -. Terry, le indico levantado su caballito.
–Vale, ¿por cuál brindamos? –. Preguntaba, divertida. Terry, trago saliva ¡duro¡; tratando de deshacer ese nudo, pareciera que traía una bola de billar atorada en la garganta.
Secamente Terry pronuncio - ¡junio ¡-. Chocamos los vasitos y dije. –¡Pues que por junio sea! -.
Volvió a llenar sus vasitos y dijo, - Uno más -. Lo miro asustada, yo aún tenía el mío entre las manos. –¡Anda cobarde uno más! ¡suelta ese caballito! -. Puse el vasito sobre la mesa, me sentía como si yo sola me estuviera enredando la cuerda en el cuello. Terry echo el tequila y lo dejo bien copeteado el vasito. No sabía a bien si su miserable vida me invitaba al suicidio, o era una masoquista en potencia. - ¿Y este porque será? Pregunte con una risita traviesa -. Sonrió y dijo
– ¡por el buen Jhonas¡ -.
Jhonas; es mi pareja, llevamos unos añitos junto, pero él sabe que tengo vida propia y mi lema es “hoy por ti, y espero en dios nunca por mí”. Confía en mí, y yo en él. Conoce a Terry casi desde el inicio de nuestra relación, aunque al principio hubo algo de hostilidad por ambas partes. Terry decia que era un viejito, cinco años mayor era una gran diferencia, que me atraparía y no me soltaría, pues era una chica toda piernas. Jhonas; el argumentaba que Terry, estaba enamorado de mí.
Mi amigo Terry, un handsom guy, de veinticuatro años, es alto, a de andar por el metro noventa, piel morena clara, bastante descortés y muy serrado sobe todo cuando se trata de defender sus argumentos, sus ojos son como dos esferas verde azul, tiene unas pestañas tan largas como mis postizas, ¡siempre se encabrita cuando hago esa comparación!, pero dependiendo de su estado de ánimo cambia el tono de sus ojos. Por ejemplo, esta noche, se ven negros y sin nada que ofrecer, ni una pizca de expresión. Él tiene músculos bien marcados en sus brazos, hombros anchos, manos grandes, y cabello algo largo, negro y muy brilloso. Cuando se trata de coqueteo, su sonrisa jugueteo y seductora, hace que las chicas desmayaran a sus pies. Pero nunca sale con ninguna.
Pero este príncipe no es de cuentos de princesas, ni el más perfecto de los adonis, tiene la felicidad comprada. Todo su mundo giro siempre alrededor de una chica, rubia con piel de porcelana y unos rizos indomables, pero que brillaba como el mismo sol. - Esas eran las palabras que Terry enmarcaba cada vez que la describía-
Alguna vez la llegue a conocer como olvidadlo <
- ¿Vamos me contaras este junio? ¿O tomaremos hasta que me saque los tacones? – Nada juiciosa, apuntaba Karen sus zapatillas con un dedo juguetón. –Karen ¿sabes cuantos dólares estas pisando? - . Preguntaba Terry, frunciendo el entrecejo.
- ¡Lo merezco! – dijo dándose unas palmaditas a su rostro. – No te cobro hospedaje, te cuido las espaldas, y te decoro el lugar. ¡Ah! y no te cobro la lavandería. Y una más, al igual que ustedes me he ganado, el pase directo al infierno por celestina. -
Volvió a servir las copitas y chasqueando la lengua levanto la suya, Karen lo imito, elevando la suya. –Por ella-. Dijo Terry mirando hacia la nada.
- ¿Ella? – inquirió la castaña. Sabia a quien se refería, solo que le gustaba hacerlo rabiar.
El la miro con tremenda cara. Karen quiso borrar en seguida los cuatro minutos que duró su estúpida pregunta. – bueno es que “ella” ¿tiene un nombre no? Susana ¿no es así? – se la soltó, no se iba a dejar intimidar por una mirada soberbia.
- ¡Susi! - Echando la cabeza hacia atrás soltó tremenda carcajada. - Ella no es punto de conversación-. Agitaba la mano como alejándola de la mente. - La atención no se ruega. Cuando no eres prioridad, no lo eres y punto-. Karen por un instante, sintió una poco de compasión hacia Susana. Se había quedado con un cuerpo sin alma. Con un corazón destrozado. Que gran premio.
- ¿Entonces con motivo de quien… o por quien nos embriagamos esta noche? - El suspiro y dándole una, dos, tres caladas a su cigarrillo, confeso. – Candy -. Unas gruesas lagrimas corrieron por sus mejillas, llegaron tan rápido a su mentón, que pareciera llevar rato ahí apretujada en sus ojos. - ¡Terry! -. Karen lo tomo fuerte de la mano.
- ¿Estuvo aquí? -. Pregunto la chica. Terry se re-acomodo en su sillón, sabía que era un poco incomoda la respuesta.
– Karen, te pedí que vinieras, para no estar solo en esta mesa -.
Karen lo miro incrédula y muy molesta - ¡ah! ¿si? Llevo siete años, jodiendome con el mismo ritual-. Coloco los dedos indicando el número, frente a la nariz de Terry. – Vengo el mismo día, del mismo mes, de cada año a levantar los pedazos de tu alma, a acompañarte poniéndome una estúpida, drunkenness, para levantarme mañana con un guayabon, y me vienes a salir que solo eh sido como este inútil florero. Mas no me merecía ¿verdad? -
Terry miro a Karen con los ojos bien abiertos. – No me mires así grandchester, soy tu amiga no tu enemiga, conmigo no tienes que estar a la defensiva, y si lo que quieres es una persona que solo se venga a sentar y a tomando como loca, déjame decirte que llevas siete años equivocándote de teléfono. -
Karen tomo su bolsillo y se levantó. Inmediatamente Terry la atrajo asía él, la abrazo y comenzó a sollozar estremeciéndose, metiendo su rostro, en el cuello de su amiga. ella acariciaba su cabello con ternura, el solo la apretaba más de la cintura. -! Terry ¡no me llores asi, mira que la gente está a punto de aventarme limones, estarán pensado que soy una rompo corazón, de este chico tan lindo-. Terry se incorporó la ayudo a sentar, se acercó a ella y coloco su frente asía la suya, juguetearon con sus narices, Karen sabia a bien que era el modo de su amigo para pedirle disculpas y suspiro recobrando su auto control, volvió a su asiento.
-¡Disculpa, muñeca!. - Dijo Terry pasando sus manos por su rostro. – Es solo que duele mucho, siento que por un instante mi corazón se llena de tanto amor, y después se va vaciando poco a poco, hasta llegar al próximo junio. Estos instantes son como si me quitaran las pesadas cadenas que me tienen atado a un infierno-.
-¡Están locos!. - Dijo Karen, directa y a la yugular. –Para esto se inventó el divorcio cariño-.
Terry reflexionaba cada palabra. - ¿Y mi palabra? ¿Y su honor de Candy? - Cuestionaba Terry, tanteando cada una de las consecuencias. – No Karen, no es tan fácil como tú lo piensas, hay mucha gente a nuestro alrededor que vamos a lastimar-.
Karen, lo miraba tan decepcionada. –Terry, la consecuencia ya la traen, desde que decidieron vivir su amor secreto. Son siete años, la misma rutina, la misma espera, la mima soledad. Su marido ha de ser un pen…- Karen solo apretó la boca para no decir el insulto. - Y tu Susi, es un llaverito de demonio, ni la mujer más compresiva dejaría de notar el semblante que tiene cada junio-.
Karen se reclino en el asiento cruzando sus piernas, dio dos caladas a su cigarrillo, se tallo la frente algo aturdida. - ¿La cuidas Terry? ¿Cómo saber si ella no va en este momento, rumbo a su casa con algo tuyo? - A Terry se le cógelo el pensamiento, y un chispazo de emoción lo invadió. Karen mirando hacia la barra, como hablando consigo misma dijo en voz alta;
- mmm… bueno que de gane ya tienen las puertas del cielo abiertas, por buenos samaritanos y condolidos con los demás, y su “¡pecadillo anual!”, es condonado con su sacrificio de todo un largo año, haciendo feliz a dos seres egoístas y maliciosos- Terry la miraba desconcertado no acababa de comprender lo que Karen decía.
– Además a de ser ¡horrible y patético!, ser ustedes. Obligados a tener sexo con sus parejas-. Terry la confronto. – ¡ Karen! Eso que dices suena horrible es como si dos animales se aparearán-. Karen con su sonrisa irónica se acercó mas a Terry, este acercamiento a él lo intimido, y le puso la piel de gallina conociendo a su amiga sabía que daría la estocada final. –¡Terry amigo!, tú con Susi, y Candy con su marido, se “aparean”. ¡Pero Terry y Candy hacen el amor! -. Esto último lo hizo levantando el dedo anular de sus dos manos y los entrelazo.
Karen se re-acomodo en su sillón, soltó un fuerte suspiro, ya estaba, había soltado su ideología.
Terry lleno los caballitos, los hizo chocar. ella muy divertida pregunto - ¿y este porque será? – Terry, curvo su boca como si intentara dar sonriza. - Por un pronto nuevo junio-. Karen sonrió. -vale, salud y hasta el fondo-.
Esa noche le Terry le pidió posada a su madre. Candy ya iba rumbo a su hogar, frente al volante, recordaba cada una de las palabras, que Terry le profesaba mientras sus cuerpos se entregaban, sus corazones se llenaban de amor y sus almas emergían de algún obscuro lugar, se repetía una y otra vez cada palabra, recordaba cada sensación que, hacia estremecer su cuerpo, lo así con tanto ahínco, como queriendo guardar en su memoria, el lugar exacto donde dejo el tesoro. De pronto su móvil sonó, una, dos y al tercer timbre contesto.
- ¿Aló? - Se le escuchaba exaltada. Del otro lado de la línea una voz le susurro. – mi corazón por siempre tuyo es, cuando pienso en ti yo siento que te estoy amando-. Un instante después un sollozo se escuchó, Candy lloraba. –¡Terry!, Yo también quisiera ver el tiempo correr-. Su vos se entrecortaba al habla, como si el aire no llegara a los pulmones. - No me llores mi pecosa, sé que estoy rompiendo algunas reglas, pero mi corazón es necio y quería escuchar esa voz que lo hace palpitar, te amo Candy-. le consolaba Terry. – Vuelve pecas, le haremos frente al mundo entero, nos iremos lejos- Candy decidida a todo dijo. –¡Lo aremos!, ni un año más de espera-
Después de unos minutos de declarase su secreto amor y planear rápidamente una vida juntos. Comenzó una pesadilla, todo fue tan de pronto, y aterrador:
Terry, tras su auricular escucho un fuerte estruendo, era el sonido de un choque violento. –¡Candy! – pronuncio, incrédulo a lo que oía. Aguzar el oído sorprendido, lo gritos horrorizados de Candy, lo hiso tambalear, escuchaba los ruidos de láminas que golpeaban entre sí, y después silencio.
–! Candy ¡, aun incrédulo seguía repitiendo el nombre de su gran amo ¿Candy, estas bien mi amor? -. Un desesperante grito salió desde la habitación de Terry. ¡NOOOO!
Eleonor corrió a ver que sucedía. Terry se encontraba de rodillas en el suelo con los puños apretado.
- ¿Terry, hijo que ha pasado? -. Al no obtener respuesta, tomo el móvil y escuchando lo que sucedía: ¨voces muchas voces desconocidas - ¡vamos ayuden! - una voz ordenaba - ¡se fue al barranco! – un hombre exaltado daba la ubicación, - ¡atrás todos atrás! - un fuerte estallido. - ¡Santo cielos! - exclama una señora, minutos de silencio - ¿alguno pudo visualizar cuantos pasajeros venían? - otra voz esta era de mujer que atestiguaba - ¡si, solo era una señorita! - la vos de un joven se percibía jadeante - ¡el móvil ahí esta tirado!
- ¿Aló?- Era la voz de un hombre -¿me escuchan?-, su familiar tuvo un accidente, el carro… ¿Aló?, “¡Aló!”…
Eleonor se quedó parada mirando a Terry. No podía dar un paso hacia su hijo, ni tampoco lograba exclamar palabra alguna. El móvil se apagó.
Fin del flash-back
El tiempo es esa unidad de medida que a veces se siente eterna y otras veces pareciera que solo dura un instante. Como cada año voy a tu lado. Qué importa que los tiempos no sean los mismos, tu y yo nunca cambiaremos.
salió a toda prisa de su casa, se subió a su auto, de pronto soltó una risita nerviosa, -¡ valla sí que hemos cambiado en estos tres años!-. decía mientras echaba un poco más atrás el asiento del conductor, << a este paso tendré que manejar desde el asiento de atrás>> refunfuña la chica, se colocó el cinto de seguridad, y echó a andar el auto rumbo a su destino.
Nuevamente, aquí voy,<< ¡yo creo que soy masoquista!>> Me voy abriendo paso de entre la gente,<< -porque ¡carajos ¡Terry, estará tan amañado a estos lugares-.>> -¡le voy a marcar!-, al instante se frenó,- nee-, movió su cabeza negándose a hacerlo,- como quiera siempre cuelga el muy gamberro, que me espere-. Se sentía un poco incomoda, no sabía a bien si era por el tiempo, el lugar o las circunstancias.
-¡Bingo!- – ya lo tengo-. Exclamo chasqueando los dedos - ¡Terry! Eh llegado querido, pensé que te iba a encontrar ya muy jincho-.
El joven la miro de hito a hito, elevo una de sus cejas y confirmó moviendo su cabeza, en señal de aceptación. - ¿Llegas tarde, muñeca? - <
A Karen, el aspecto de su amigo la desconcertó mucho, tenía unas profundad ojeras, y algunas líneas de expresión más marcada, pareciera que la soledad, y la melancolía se hubiesen instalado en su alma.
- ¿Qué hacías? - Lo cuestiono, indicando con su dedo un trozo de papel garabateado. Terry no dio explicación, guardo el papel en su bolsillo, se levantó del sillón del bar donde se encontraban, extendiendo la mano hacia Karen invitándola a levantarse también. – Anda muñeca vamos a casa-. La chica se la pensó un instante, volvió la cara a la puerta de salida, visualizo la multitud que había y con pesadez acepto. –¡Ande pues camine que lo sigo! - curiosa por conocer la nueva guarida de su amigo. En Terry floreció su instinto protector y camino tras ella con las manos en sus caderas.
Entraron a su apartamento. Tenía una decoración muy masculina, pero sombría. Todo se encontraba perfectamente arreglado. – Muy bonita tu guarida, ¡pero demasiado orden! - da miedo tocar-. Terry la miraba con ternura.
Karen, se adelantó a un hermoso piano de cola, color caoba; sobre el un libro de poesía, y una foto de… ¡Candy! en un bello marco, con relieves de oro. El libro estaba abierto en una página, tenía una línea subrayada, la cual decía: “Tú y yo un gran amor y nada más. Tú y yo un gran amor en su final”.
Karen, al leer las líneas, comenzó a llorar. Terry, se acercó por atrás y la abrazo, colocando sus manos en un vientre de siete meses de gestación, comenzó a acariciar la enorme barriga de Karen. Al tiempo miraba la foto, con lágrimas en los ojos.
- Jhonas, ha de estar muy feliz ¿verdad? Preguntaba Terry. – No te creas, no se la he puesto fácil- contaba muy divertida la chica. – Me imagino, así como eres de cansona y caprichosa-.
- ¡Terry! ¿aun la extrañas mucho? -
- Tres años de su descenso Y la sigo recordando-, comento Terry.
Karen recargo su cabeza en el pecho de Terry y le dijo con una voz cariñosa. - y yo te sigo acompañando, cariño. - entrelazando sus manos, con las de su amigo.
FIN.
Última edición por an le mon el Mar Abr 30, 2019 2:57 am, editado 1 vez