EL ARTE DE AMAR.
Escrito por: an le mon
Para: Guerra Florida 2019
Los personajes son tomados de manga de kyóko mizuki
Cuando todo el tiempo está en tu pensamiento, es difícil renunciar, sin arriesgar.
Unos pasos apresurados, se escuchaban por los solitarios jardines, que llevaban a los dormitorios del campus.
<< ¡Carajo! No debí de haberme quedado tanto tiempo en la biblioteca, ¡pero como le hacía! El maldito computador trono, justo ahora que esa bruja de Karen, nos ha dejado ese perverso ensayo>>. - ¡corro! ¡corro! ¡corro! – Canturriaba en vos audible al ritmo de su paso. Con el fin de no sentir tan solo el inmenso trayecto.
Inesperadamente la tomaron de su cintura, y fue atraída por detrás, pegándose a un cuerpo, el cual acerco su boca a su oído y le dijo – hola – ¡esa voz era desconocida!, lo cual provoco un efecto de pánico en la chica, sintiendo como si su corazon hubiese dejado de latir. Como si este hubiese salido corriendo y la dejara sola. << Maldito corazón, traicionero y cobarde>>. Decía para sus adentros.
Ella rapidamente se viro y se topó con una sonriza tan agradable. –¡Te traje una manzana! -. El chico tiernamente le tomo de la mejilla, y le mostraba juguetonamente una manzana.
La joven lo miro con los ojos muy abiertos y cara de preocupación. - ¡Terry! - Chillo gravemente, su vos se escuchaba angustiada - ¡Corre, vamos corre! Lo empujaba con desespero.
- ¿Qué te pasa pecosa loca? ¿Fumaste de la verde? ¿Oh qué? – El reía con desenfreno.
- ¡Mi corazón! - Exclamo Candy con gran dramatismo, llevándose la mano al pecho - ¡Ya no lo siento!, debe ir muy adelante, ¡corre Terry! ve tras ese corazon traicionero. -
Terry sí que quería ir tras ese corazón, meterlo en su pecho, para que ambos latieran al mismo ton y son.
- ¡Candy! Madura niña pecas-.
- ¡Y tu deja de asustar! - Función el ceño – saliste de la nada, ahora entiendo el porqué de ese mote. Mi querido witness Wolf.-
Terry, apretó los ojos, dientes, mandíbula y puños. Con toda seguridad hasta el mismo trasero apretó.
- ¡Candy! Sabes que me jode que me digan así -.
-Tranquilo bebe - ella comino muy sexy hacia él y coloco su mano en el pecho del chico. - Anda dame un aullido, mi Wolf inglés-.
Rapidamente la atrajo de la cintura, la recostó casi llegando al piso, y con voz sexy y varonil, que había aprendido a modular, en su clase de interpretación, le dijo:- ¡Acompáñame a aullar lindura! -.
Candy se quedó quietecita, no sabía si la dejaría caer, o la arrastraría de los pies.
Él se acercó suave, muy suavemente a su rostro, tiernamente comenzó a rosar las puntas de sus narices, jugueteando en un vaivén. Los labios se encontraban a milímetros de separación. Sus ojos, se podían reflejar en los de ella, aun y a pesar de la oscuridad de la noche. Candy, al ver el brillo en esos ojos verde azules, por reflejo se mordió el labio inferior. Le asusto el sentimiento que empezaba a experimentar, y solo atinó a decir con voz enronquecida y titubeante:
- Bueno, ¿y la manzana? -
Terry como todo buen alumno de dramaturgia, supo ocultar ese secreto sentimiento.
Improvisando rápidamente una escena, puso a Candy de pie, él se colocó sobre su rodilla, sacó la manzana la colocó en su mano dirigiéndola a ella, como si le fuera a entregar el más grande tesoro y como todo un caballero ingles declamo sus líneas:
“ Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptaras incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitaras perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma. Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla. Y que tú también podrás hacer cosas de las que te puedes arrepentir toda la vida”.
Candy lo miro, desconcertada y muy confundida. Lo tomo por el cuello y lo apretujo.
- ¡Te exijo que me digas, que has hecho con mi amigo! -
Ambos comenzaron a reír era parte de su juego, aunque esta noche algunas cosas no eran comunes, ellos jamás jugarían al amor. Esa era su regla.
- Vamos greñuda ¡estoy ensayando! -
- ¡Ah sí!, pues vete y rosa con tu nariz el trasero de tu abuelo. Y esas frases de Shakespeare, guárdalas para tus muñecas de tu mafia. Ahora sé un buen witness Wolf y dame la manzana-.
Terry se pasó las manos por su rostro, con suma exasperación. - ¡Candy! Ya sabes a donde te puedes ir, ¿verdad?, sabes que ese mote no me gusta. –
Ella puso sus brazos en jarra - Mmm… digamos que el punto exacto no lo tengo claro- La rubia lo tomo del mentó y lo atrajo su cara, con su dedo índice acariciaba su barbilla - Pero, ¡mírame! - le guiño un ojo y chasqueo la lengua - ¿Con esta carita a donde me quieres mandar? -
Terry y su alocado corazón sabían bien a donde la quería mandar, y ahí dejarla de por vida.
- Te voy a mandar a peinar sí, ahí te voy a mandar ¡Mira que cabeza! Encajarías perfecto en el papel de Juana la loca -.
Rapidamente trato de arreglar un poco sus rizos indomables - ¡idiota! - Exclamó una Candy muy molesta. - Esto es culpa de tu adorada miss Karen -.
Terry paro su caminar en seco, se masajeo el tabique de su nariz y con el ceño fruncido miro a Candy.
- Haber pecas ¡para tú loca locomotora y explícame! ¿cómo está eso de que la profesora Karen es mi adorada? -
Candy lo miro un poco apenada. - Vamos terrece tus ojos bailan al verla y ¡sí es su culpa! –esto último lo dijo con voz molesta. – A dejo un ensayo muy loco, donde tenemos que plasmar la idea exacta del amor. Donde haya deseo y pasión, ¡ose una cosa bien cachonda! – La joven entrelazaba sus dedos en sus rizos, signo muy conocido para Terry de que se encontraba nerviosa.
El la tomo tiernamente de las manos. - Bueno pecosita dejemos en claro unos puntos ¿quieres? -Su voz era muy suave. Como queriéndola meter dentro del corazon de Candy.
La chica de inmediato negó con su cabeza. – ¡no Terry! disculpa si me eh metido en terreno fibroso, es tu vida amorosa y yo no tengo...- sus labios fueron callados con el dedo índice de Terry - ¡shsss! Solo escucha quieres- el chico se acercó a su rostro. – Primer punto, mis ojos no bailan por la maestra. Segundo punto, ¿porque te cuesta trabajo escribir, un ensayo cachondo?
–
Terry se llevó las manos a la boca en un acto histriónico y puso cara de horrorizado.
- ¡NO! ¡NO! – su tono de voz se tornó burlón –¿no me digas que aun eres una reliquia humana? Terry comenzó a carcajearse y aullar con gran burla.
- ¡Cállate! - le ordenaba Candy en voz baja –¡eres un idiota grandchester! – estaba muy roja de la cara, por la vergüenza y el coraje.
-¡Por dios, Candy! ¿tú no, aun? - Terry ni siquiera podía hilar las palabras exactas.
Candy solo lo miro con sus grandes ojos verdes y el ceño fruncido, dio un largo suspiro comenzó a caminar. –vamos pecas ¿no te enojaste o sí? Terry corría a su alrededor. Candy detuvo su camino y mirando al piso contesto muy seria – Terry no pienso, ni quiero hablar de esto contigo, ¿vale’? -
- ¡Cobarde! - le dijo Terry al oído
- ¿Qué dijiste animal? – le dio un puño un él brazo estaba molesta, apenada y descubierta. Prácticamente se sentia desnuda. - ¡Ouch pecas! - Terry la acorralo contra un árbol y le espeto en su cara - ¡Que eres una cobarde! ¡Que tienes miedo de abrir tu corazón! y te da flojera lidiar con lo desconocido, que eres egoísta contigo misma, por no permitirte conocer el amor, el deseo, la pasión y, por último, pero no menos importante ¡eres una maltratadora de hombres! -.
- ¡Ah! ¡aja! ¿y por qué no incluyes las palabras, rencor, desconfianza, tristeza, soledad y vacío? ¡Eh! porque así terminan las personas con el corazon fracturado ¿Qué no? -. Lo empujo y comenzó a caminar.
Terry tras ella la seguía cabreando con su ráfaga de cuestionamientos. - ¡Vamos Candy! la vida es para experimentar, como vas a escribir si no tienes una vívida experiencia, además no todos los hombres son unos imbéciles. O que te vas dedicar a hacer refritos de Mafalda, scooby Doo o el Popeye -.
Candy enmudeció. Después de unos instantes, sin más le soltó su pregunta. - ¿Terry, a ti te han roto el corazón? -.
El metió sus manos a los bolsillos de su pantalón, subió los hombros y dio una simple respuesta.
- Si alguna vez – miro al frente y suspiro.
- ¿Quien? ¿La conozco? ¿Le puedo pegar? ¡Mínimo pelona si la ando dejando!- Hacia unas muecas graciosas, y empuñaba su mano como gran boxeadora.
Terry reía al mirar las graciosas mueca de Candy. -! Tranquila mi pequeña alushe. Creo que te voy a poner cadena cuando te saque a pasear. Ya no serás mi mona pecas, ahora serás mi alushe pecas-. <
- ¡Eres un verdadero cabezota, mal agradecido! yo que esto dispuesta a luchar por ti, y tú me tratas como mascota -.
- No te enojes Candy -. Le dio un pellizquito en su nariz. - Vamos pecas greñuda, camina que hace frio y todavía tengo que manejar a mi departamento, vente te abrazo, aunque me pegues las pulgas-. La rodeo por la espalda y con su mano le acariciaba el brazo. –¡ Estas helada pecas! – Le expreso y la atrajo más el abrazándola con ambos brazos.
Ella sonrió -Pulgoso tú y tú club de admiradoras- solto una enorme risotada. Pero no se solto del abrazo
Mordiendo la misma manzana, caminaban abrazados, embromándose, como era su ya conocido juego. Casi llegando a la puerta de los dormitorios, Terry apretó mas fuerte el abrazo, que le daba a Candy. Ella, recargo su cabeza en el pecho de Terry.
- Yo también te quiero, mi pichón -.
- Yo también te quiero, mi alondra-.
Junto en el portón de los dormitorios Terry hiso una reverencia - Bien mi hermosa señorita pecas. Llego sana y salva a sus aposentos. ¡Y bien cenada! –.
Candy puso cara de con función - ¿Cenada? Si no fuimos...- Terry la corto al momento - ¿Qué? ¿La manzana que masacramos no cuenta? - .
-Terry, pero si solo me diste dos mordidas -.
- ¡Haber chismosa! - La comenzó a girar y a ladear, zangoloteándola de un lado a otro. Revisaba su hombro muy de cerca, como si buscara pepitas de oro.
- ¡Para Terry! Mugroso, araña panteonera, déjame ¡me vas romper! - dio un grito cuando Terry la puso de cabeza y la sacudía de arriba abajo.
El chico se estaba divirtiendo de lo lindo, sacudiendo a su amiga como si fuera un tapete - Y tú barril sin fondo, ¿no te vasto con una manzana? ¿quieres más? greñuda, pecosa, tragona y pegona- la puso nuevamente de pie flexiono su pierna y la sentó en ella, pues a Candy todo su planeta estaba fuera de órbita . – Yo creo que cuando mandaron a este angelito a la tierra, te echaron un poquito de todo. – Le coloco su cabeza en su hombro <
Candy le dio un beso en la mejilla y se dispuso a despedirse - Bueno hasta el lunes. Muchas gracias por acompañarme, te quiero ¿lo sabes verdad? -.
- Digamos que fue una linda cita, bajo la luna, una buena charla, ¡muy hermosa compañía! y una rica cena -. Sonreía el castaño y los ojos se le iluminaron.
- ¡Terry! Eres una cosita seria -. Ella tambien sonreía. - Pero si bonita cita improvisada ¿Qué no? -
- Adiós pecosa-. Comenzó a dar pequeños pasos hacia atrás, levantando la mano en señal de despedida. - Adiós malcriado -.
Candy giro y dio unos cuantos pasos hacía dentro, su corazón comenzó a latir más rápido se giró y fue nuevamente hacia Terry.
- ¡Terry! - tuvo que dar un gritito pues este ya había bajado los escalones que llevaban a las afueras del edificio. El regreso rapidamente subiendo de dos en dos los escalone. - ¿Dime pecas? ¡Todo bien! Echaba un vistazo hacía dentro del pasillo.
Candy se alejó un poco como si esa distancia le diera el valor que necesitaba para decir lo que tenía en mente. - ¡Terry! – volvió a decir, ella miraba al piso y jugueteaba con su pie, se le veía apenada. Terry le levanto el mentó para buscar su mirada, <
al parecer eso le dio valor a la rubia e se la solto - ¿Tú me enseñarías a amar?-
Terry sintió que toda su cabeza, completita cayó al suelo. disimuladamente se llevó la mano a su frente, pues verificaba que su cabeza se encontrara en su lugar. - ¡Candy! - Sorprendido contesto recuperándose rápidamente.
Camino hacia ella acortando el espacio que le separaba. - Pecosa hermosa- le levanto el rostro y miro sus ojos - si me gustas ¡y mucho!, si te quiero ¡bastante diría yo!, de echo ¡eres mi crush!, esto que me pides es algo que ni en mis más locos pensamientos imagine -.
Dejo el rostro de la chica y agacho la mirada, sentia que el alma y corazón, se le iban de las manos al tener que decir estas palabras, pero debía ser sincero, respiro profundo y lo soltó. - ¡Hermosa! yo soy un Wolf muy viejo y astuto, para esta inocente caperucita. No te quiero perder, desde que te conocí me enamoré, ¡pero te hice la firme promesa de respetarte!, tu eres alguien por lo que se debe luchar. -
trago saliva ¡duro! Sentia que las palabras no aflojaban de su garganta – Un día decidí guardar mis sentimientos en algún lugar de mi corazón, al darme cuenta que siendo tu amigo sería la única forma de tenerte cerca de mí -. Le tomo de la cintura y la atrajo a él, coloco su barbilla sobre la cabeza de la chica apretó los ojos para que no salieran las lágrimas y continuo con voz ronca. - ¡Pecosa!, mataría por tocar esos labios color cereza, esa piel de porcelana. Yo soy un bruto y mi deporte favorito es embarrarla cada cinco segundos. No me lo perdonaría, ser yo quien te enseñe a amar y a odiar -.
- ¡Oh! ¡Terry! Yo me disculpo de ponerte en aprietos, y también te quiero ¿lo sabes? Eres mi muñequito de cajita de cereal -. Candy le dio un abrazo muy apretado casi como si con él quisiera revelar sus verdaderos sentimientos. – Hasta el lunes mocoso engreído -. Se despedía nuevamente, con una pequeña sonriza. - Hasta el lunes pecosa greñuda -. Se giró sin mira hacia ella, pues ya corría una lagrima por su mejilla.
Lunes por la mañana, como todo inicio de semana el campus era todo un caos. la rubia se habría paso por los pasillos amotinados de estudiantes que iban y venían, lockers abiertos y parejitas saludándose ¡muy expresivamente!
A medio pasillo un chico guapeton ojos azules y cabello rubio daba un saludo a grito pelado – ¡hey, Candy! – la chica lo miro desde su lockers el cual ya estaba cerrando y con una linda sonrisa lo recibió. - ¡hi, Anthony! – Él tomo su mentón y le dio un beso en la mejilla y en la frente.
- ¿Cómo tu fin de semana hermosa? – preguntaba Anthony muy animado. –mmm… ya tu sabes, para que preguntas – contesto nada animada. – Así el ensayo ¿y cómo vas con eso? -
Candy subió los hombros y frunció su naricita - ¡Pues ahi voy! ¡Y ya es mucho decir! – Anthony le paso el brazo por la espalda y comenzaron a caminar. – Vamos pequeña tu puedes, no te desanimes, si te atoras en algo ya sabes aquí está súper Anthony al rescate, ¡hasta si tú quieres me puedes usar de inspiración! -. La chica soltó tremenda carcajada se veía de lo más divertida. - ¡Gracias! ¡Qué lindo tú!
Y las palabras de Terry vinieron a su mente <
Anthony paro en seco cuando sintió que la rubia dejo de caminar - ¿Candy, todo bien? - ella solo asintió con la cabeza –Anda mueve esas piernas vamos al desayunador- la pecosa iba metida en sus pensamientos. ¡Pensamientos que había creado el propio Terry!
- Ya llego la película de Capitana Marvel. ¿vamos? <
Candy se quedó de una pieza, no se la creía << ¿no debería haber dicho? te espero fuera de tu edificio, ¿y lo del cambio que coño con este tío? ¡Pinche Terry lo odio! él y sus inventos y yo más torombola por hacerle caso y ahora ¿Qué? Como me zafo , no podría ser que me callera un rayo enzima>> bufaba por dentro la chica, pero por fuera tenía una sonrisa angelical.
A lo lejos unos ojos verde azul miraba toda la escena. << ¡Que idiota soy! Me debería picar los ojos para no ver la estupidez que cometí, debería pegarme contra el pavimento en la cabeza, para ver si así comienza a funcionar la pila de mi cerebro . ¡Candy! Mugrosa pecosa. Pero ni como enojarme contigo, tú me lo pediste primero a mí, y yo todo animal, bien vestía, no puse en balanza tu amor o mi jodida vida>> resoplo como toro embravecido, hasta el mismo infierno ha de haber cimbrado.
Corrió hacia la pareja, sentía que su vida se le iba en cada zancada. Al llegar tomo de la cintura a Candy, y la trajo hacia él. - ¡Candy! Pecosa piojosa, malcriada, dos minutos y ya me cambias-. Ella frunció la nariz, no entendía nada. - ¡Terry! ¿Qué te traes? ¿Enloqueciste? Ya se no tomaste tu laxante y el cerebro se te estriño -.
Terry la miro a los ojos, le tomo de las manos y haciendo gala de sus dotes como gran orador, le declamo:
“El secreto de un amor duradero es ser los mejores amigos y los más fieles amantes”.
- ¿Y podrás Terry? - Candy lo miraba con ojos de advertencia. - Sería un grandísimo idiota, si echara a perder las cosas ¿No crees pecosa? -.
Le tomo de la barbilla, acerco sus bocas al oído de Candy y le susurro, bueno primero vamos a aprender a amar. - ¿Y después? - Pregunto una Candy muy curiosa y divertida. - Qué tal si seguimos con los besos, veras esa es la mejor clase -. Le guiño un ojo pícaramente. - ¿Y las citas? Esas eran importantes.
- ¡Pecosa! esas serán improvisadas, sin horarios, sin planear, sin pensar. Pero siempre ira una manzana -. Candy sonrió – la manzana ¿será como una cena?– Terry comenzó a acercarse a los labios de Candy – Digamos que sí, pero nunca será tan apetitosa como estos labios – y por primera vez Candy fue besada, pero lo más extraño fue que por primera vez Terry beso a una chica con los ojos cerrados.
Y así comenzó su nueva lección, en el arte de amar.
Fin.
An le mon
Mil gracias por leer
tarde pero seguro tal ves se encuentre con esta publicación algunas mas veces pero es que la volví a embarrar
Última edición por an le mon el Mar Abr 30, 2019 2:34 am, editado 1 vez