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Salut belles combattants!! 
J'espère que tout va bien (Espero que todo esté bien) 
- Bruja ¿ya traes ese art que me prometiste desde hace más de una semana?
– Liath, como de costumbre, llegó a interrumpir.
- ¿De cuál art hablas mon ciel?
– ella fingió demencia absoluta
- Ahora resulta que no te acuerdas
– se cruzó de brazos mirándola inquisitivo
- ¡Oh! ¿Te refieres al art donde tú apareces con tu…? –
- Graciosita… pero sí, ese también lo tienes pendiente. Este año no me has consentido lo suficiente mademoiselle
–
- Oh ma vie desolée! – ella hace un pucherito – Pero eso tiene solución inmediata, sólo permite que lance mi ataque de hoy – lo miró coqueta
- Deja de mirarme así, si Camus se entera…
- miró a su alrededor, buscando al susodicho.
- Descuida, está muy entretenido viendo ese “otro” art que pediste –
- ¿Qué? ¿Ya lo terminaste? –
- Oui, hace un rato – le dice, con total inocencia
Entonces Liath sale corriendo a verlo y la deja para terminar de presentar su aporte del día.
Oui jolies, les traigo mi última participación en esta corta pero intensa historia de nuestra banda de rock favorita, j'espère que vous profitent de cela! (¡Espero que lo disfruten!)
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Disclaimer: Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus respectivas autoras y a quienes hayan pagado derechos sobre los mismos. La historia aquí presentada, así como personajes originales que puedan aparecer, pertenecen a nuestra muy activa imaginación. Fanfic hecho sin fines de lucro.
By Gissa Graham, Elby 8a y Ayame DV.
Capítulo 5. My Sacrifice
By Ayame DV
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Decían por ahí que a veces resulta peor el remedio que la enfermedad. Candice White supo en ese instante a qué se referían con eso.
Había salido a buscar algo de aire fresco para sacudirse ese sofoco por el calor de Atlanta y también el que le producían sus propios pensamientos libidinosos.
Su abuela Pony tenía razón, había resultado peor, porque ahora se había quedado ahí parada, anhelante y sorprendida; viendo como ese magnífico espécimen se alejaba de ella, luego de dejarle bien claro que no la había olvidado. Y que estaba furioso. Con justa razón, o razones; para ser más exacta.
“Debiste haberme llamado”
Pero claro, ella había perdido su móvil y a la muy distraída no se le ocurrió siquiera tratar de recuperar el número. Y encima va y se enreda en algo extraño con su amigo. Se trató de idiota para arriba un buen rato. ¿Pero cómo iba a saber que ese increíble castaño de ojos maravillosos era integrante de la banda de Anthony? Es decir, no se podía saber tanto ¿o sí? Si tan solo le hubiese puesto un poco de atención a Annie cuando parloteaba incesantemente sobre Seoklaid, o al menos hubiese tenido un poquito de interés en ver por lo menos un vídeo con ella…
Pero siendo sincera consigo misma ¿qué hubiese hecho de haber sabido que Terry, su Terry, era una estrella de rock? Seguramente se habría muerto del susto.
Chupó la sangre que aun brotaba de su labio inferior y un estremecimiento la recorrió entera, el ligero dolor por el mordisco que recibiera le recordó la pasión desatada que Terry era. Dios, lo deseaba, tanto que la dejaba entumida.
Sentimientos encontrados la tenían invadida, por un lado estaba feliz de haberlo encontrado, y, mejor todavía, saber que no se había olvidado de ella, que no había sido una chica más; a pesar de que él era un verdadero rockstar. Por el otro, tenía temor. No quería ser la causa de una recaída de Tony, pero tampoco de una pelea y distanciamiento entre los dos amigos. Y quería recuperar a Terry…
Sí, bien; Candy no estaba enterada de que esa posible ruptura en la relación de amistad de ese par no sería únicamente motivada por ella, sino también por los crecientes celos profesionales de su “novio” hacia el verdadero dueño del corazón de la rubia.
Además estaba eso que Anthony decía sentir por ella, pero por Dios que nunca pretendió que las cosas llegaran a ese punto, casi quería darse de topes por no haber dicho “alto ahí” a tiempo. Ahora sabía que debía hacerlo, no debía permitir que la situación avanzara y se complicara más todavía.
Pero una cosa era saberlo y otra hacerlo sin sentir que su corazón de pollo se rompería un poco por romper el de alguien más, alguien bueno a pesar de todo. Candy no era una mujer egoísta, todo lo contrario, pero esta vez no era ella la única en medio de este desastre, estaba también Terry; y, si como todo parecía indicar, él también sentía algo por ella, si no hacía algo pronto el británico resultaría todavía más lastimado. La sola idea de herirle le robó el aliento en un jadeo. No, no podía soportar la idea de que su apasionado amor sufriera…
Candy suspiró, llena de cansancio físico y emocional. Estaba pensando demasiado y ahora era lo que menos deseaba… No, lo que verdaderamente ansiaba no era llenar su cabeza de ideas y líos; lo que anhelaba era llenar su cuerpo de caricias, besos y sensaciones; deseaba llenar sus oídos de gemidos y sonidos húmedos de una buena sesión ardiente entre los brazos de Terry.
Volvió a su habitación envuelta en las llamas del deseo sin satisfacer en que la había dejado el cruel Terrence y se metió en la cama, donde luego de una buena hora dando vueltas tratando de encontrar una posición cómoda para descansar, se rindió a sus deseos más íntimos y se empezó a tocar, imaginando que era el castaño quien lo hacía, rememorando esos días que pasaron juntos en Chicago, y ese intenso encuentro de hacía un rato…
Claro que no era ni remotamente comparado a tenerlo a él en vivo y a todo color, pero era eso o arrancarse los cabellos de desesperación y sinceramente dudaba que el look de pelona le fuese favorable.
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…
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Terry salió de darse la necesaria ducha después de tratar de convertir en puré el saco de box hacía un rato. Y de encontrarse con su pecosa. Candy.
“Un dulce nombre para una dulce chica”.
Por supuesto, la ducha había sido fría. Helada de hecho, y manteniendo una muy seria conversación con su potente y muy despierta parte inferior un buen rato, al menos un par de veces… Se había acariciado largo y fuerte, sosteniéndose con la mano libre en la pared de azulejos y echando la cabeza atrás, dejando que pequeños arroyos de agua pegaran su cabello a la frente en mechones oscurecidos, los caminitos acuáticos resbalaron por sus mejillas, saboreando sus labios y siguiendo el trazo por sus pectorales firmes, los pezones sensible y cálidos se habían despertado… y la sinuosidad del agua había paseado por sus abdominales duros perdiéndose en el oscuro vello de su entrepierna. Cuando se corrió, acariciándose cada vez más rápido y duro, jadeó el alma por la boca… bajando la cabeza para mirar como su semilla espesa y cálida llenaba su mano y vaciaba su corazón…
Había salido del cuarto de baño sin estar realmente satisfecho…
Se dejó caer en la cama cuan largo era. Todavía llevaba el cabello húmedo y solamente usaba un ajustado y sexy bóxer negro. A saber por qué, en ese justo momento recordó que la marca de ropa del calzoncillo le había estado insistiendo bastante para que fuera su modelo. Un sonido mezcla de risa sarcástica y resoplido emergió de su boca tentadora. Ya parecía, si lo único que deseaba era volver a su bajo perfil de una jodida vez.
De la única que quería atención absoluta era de ella. Lo cual lo llevó de nuevo a esas preguntas que habían estado dando vueltas en su cabeza las últimas horas ¿Por qué cuernos no le había llamado? ¿Por qué no respondió sus llamadas y el par de mensajes que le envió? Y lo peor, ¿cómo y por qué diablos había terminado como novia de Anthony?
Su cabeza era un lío y su corazón un desastre. Se sentía mal amigo, tanto por no haber estado atento a lo que sucedía con el rubio, como por no querer dejarle a Candy.
Porque ahora que la había vuelto a tener entre sus brazos, temblando de deseo y necesidad, tuvo la seguridad de que ella tampoco lo había olvidado; vamos, le arrancó la confesión de que le había extrañado. Esa pecosa era suya y de nadie más.
Ahora había algo más que solucionar entre él y Brower, porque, conociendo como conocía a su amigo, sabía que había vuelto antes de tiempo por los cambios en el repertorio musical que él había impuesto sin mencionarle nada antes.
Anthony era, hasta el momento en que fue a dar al hospital, el pilar de Seoklaid. Era quien componía las canciones y las cantaba, era quien lo había reclutado a él para unirse a la banda y quién con su personalidad e imagen de chico bueno y centrado, les mantenía unidos y cuerdos, siendo todos de caracteres tan contrastantes. Además a él no le molestaba en lo absoluto estar a la luz pública.
Por supuesto todos participaban de las decisiones, no se diga Albert; pero los Cornwell eran más de otro tipo de asuntos, por ejemplo, Archie era prácticamente su Social Media Manager y el buen Stear era la voz de la razón, así como el que ponía el toque de humor en el momento más oportuno. Y él… bueno él nunca pedía permiso para nada, más de una vez había discutido con todos por ello; pero su reservado y misterioso carácter ayudaba a que no fuese complicado que permitiera que Brower se llevara el crédito y la atención. Él solamente quería hacer música y estar lejos del escrutinio y control de su autoritario padre. Siendo el oscuro y huraño guitarrista era feliz.
Cuando todo el asunto de ser el vocalista emergente empezó, lo único que buscaba era llegar a una solución pronta y equitativa tanto para Tony, como para la banda y sus fans. Le había parecido lo más sensato cubrirlo, como había estado haciendo con todo los últimos meses. No contaba con que las cosas llegarían a donde ahora estaban. Si antes tenían miles de seguidores y sus conciertos se llenaban, ahora resultaba que debían incluso abrir nuevas fechas porque las entradas se agotaban en cuestión de horas. También estaba el asunto de la prensa, que ahora los acosaban más que de costumbre, en especial a él.
- Damn! – masculló, dándose vuelta por enésima vez y haciendo un enredo con las sábanas.
Puesto que estaba visto que no lograría dormir, se levantó, se puso un pantalón deportivo y una camiseta y fue por su guitarra, la acústica. Salió de la propiedad y caminó hasta estar lo suficientemente alejado como para no ser encontrado fácilmente y poder disfrutar de su soledad un rato.
En medio de la noche, rodeado de árboles y sentado en el tibio pasto, con la plateada luz de la luna iluminándolo como a una aparición celestial, empezó a rasgar las cuerdas de su vieja amiga, sin pensar; tocaba los acordes de Iris…
Tocar a solas siempre le ayudaba a pensar y relajarse.
https://www.youtube.com/watch?v=NdYWuo9OFAw
And I don't want the world to see me (Y no quiero que el mundo me vea)
'Cause I don't think that they'd understand (Porque no creo que ellos entendieran)
When everything's made to be broken (Cuando todo está hecho para ser roto)
I just want you to know who I am (Yo solo quiero que tú sepas quién soy)
Seguía la letra de la canción cantando bajito, en susurros roncos y sensuales que solamente la princesa plateada en el cielo pudo disfrutar.
And you can't fight the tears that ain't coming (Y no puedes combatir las lágrimas que no vienen)
Or the moment of truth in your lies (O el momento de verdad en tus mentiras)
When everything feels like the movies (Cuando todos se siente como en las películas)
Yeah you bleed just to know you're alive (Sí tu sangras para saber que estás vivo)
Y entonces lo supo… supo lo que haría… detuvo lo que tocaba, y, con una media sonrisa, empezó a tocar otra canción que llegó en súbita inspiración. Todo un torrente de ideas y notas musicales se sucedieron en su mente, cerró los ojos y volvió a empezar con el rasgueo de cuerdas…
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…
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La mañana siguiente llegó demasiado rápido para un par de habitantes de la casa, llámese Terrence y Candice, los cuales no lograron arañar ni un par de horas completas de sueño decente.
Anthony se había levantado temprano aun en contra de sus indicaciones, haciendo gala de esa reciente rebeldía suya, como venía haciendo últimamente. Tenía planeado poner los puntos sobre las íes respecto a las canciones en vivo; además iba a hacer un ensayo rápido, lo cual le otorgaba una excitación bien conocida pero exacerbada, era un cosquilleo que lo recorría de pies a cabeza, que le emocionaba y lo tenía ansioso a partes iguales… le hacía sentir vivo. Así que sonreía, genuinamente, además tenía a Candy con él ¿no?
Archie, en cambio, traía un humor peculiar. Sí, su propuesta de subir a sus cuentas en redes sociales los fragmentos en vivo de sus ensayos había sido aprobada alegremente por casi todos (Terry puso el grito en el cielo claro); sabía que romperían internet con ello, más ahora que Tony había vuelto al ruedo… pero no parecía estar tan feliz por eso, más bien parecía… contenido. Casi no habló durante el desayuno y se limitó a picar en su plato y observar fijamente a todos en la mesa, aunque casi nadie se percató de ello. Todos tenían sus propios enredos en qué pensar.
Incluso Charlie, quien al ser el suplente mientras Anthony volvía, veía que con el regreso de este, su tiempo en Seoklaid llegaba a su fin.
El único que era el de siempre era Stear, que llegó ese día con unos anteojos decorados esta vez con unos eslabones metálicos alrededor del armazón, que hacía que las cosas esas se vieran enormes. Sonriente como siempre, estuvo cuestionando a Anthony sobre su recuperación.
- ¿Estás seguro que estarás bien Tony? – preguntaba preocupado Albert, que por cierto mostraba un nuevo tic nervioso en un ojo, que le temblequeaba como si estuviera electrocutándose.
- Ya te dije que sí Albert, deja de tratarme como a un mocoso – respondió el de ojos de cielo.
- Pues te repito por enésima ocasión que dejes de portarte como uno – volvió a decirle Andley, frotándose las sienes en un ingenuo intento por aliviar su estrés con ello.
El rubio menor se limitó lanzarle una mala mirada y siguió comiendo. En algún momento trató de tomar la mano de Candy, quien estaba sentada a su lado por supuesto; pero ella en un discreto y hábil movimiento lo esquivó, y Tony tuvo que fingir que tomaba su servilleta, pues sentía al menos dos pares de ojos encima de ellos.
La notaba extraña desde que le había mostrado aquel vídeo del ensayo con esa canción de Terry que hablaba sobre… No importaba…
También, cuando trató de abrazarla y besarla antes del desayuno, ella había le había dado un rápido beso en la mejilla y se había dado la vuelta para tomar los medicamentos que debía administrarle.
**Flashback
Candy había tocado la puerta de su habitación a la hora de siempre para hacer su revisión de rutina. Lucía un encantador par de ojeras y con la piel tan radiante como si hubiese salido de “La noche de los muertos vivientes”. Aun así le sonrió con su acostumbrada dulzura, esa que le llenaba el alma de miel y el estómago de mariposas.
Él la tomó de la mano y acarició con el pulgar el dorso blanco y suave, ella mostró una pequeña sonrisa que a Anthony le pareció más de incomodidad que de ternura, pero decidió hacer caso omiso.
- Candy ¿sucede algo? – él le preguntó cuando la vio apretar los labios. Entonces se fijó que tenía enrojecido y un poco inflamado el inferior. - ¿Qué te pasó en la boca? – quiso saber.
Estaba seguro que él no la había mordido…
- ¿Eh? – ella parpadeó rápidamente y luego sacudió la mano derecha, restándole importancia – No es nada, me mordí yo sola ¿puedes creerlo? – soltó una risilla nerviosa.
El cantante entrecerró los ojos, pero no dijo nada más. A final de cuentas la había notado un poco nerviosa y lo atribuyó al hecho del viaje y a tratar con el resto de la banda. Ella le había contado de su vida normal y tranquila y que el hecho de toparse repentinamente y de narices con un famoso como él, la había dejado patidifusa. Así que estar ahora en medio del caos que significaba un grupo de rock en plena gira, debió ser un cambio impactante para ella.
Sí eso debía ser, por eso ella se portaba algo distante y tímida. No era que…
**Fin del flashback
Sin embargo, ahí estaba, una sensación rara en el fondo de su corazón, una especie de espinita que no terminaba de doler, pero estaba ahí, molestando.
Cuando la había besado el día anterior con todo lo que sentía por ella, la rubia no había respondido igual, se había quedado quieta como piedra y luego le había dirigido esa mirada que casi parecía de reproche. Y antes de eso, no dejó que le abrazara…
- ¿Tony? – la cantarina voz de cascabeles de la rubia le sacó de sus pensamientos – Necesito decirte algo – empezó ella, titubeante. – Algo importante – él la vio retorcerse los dedos de una mano con la otra.
Y la espinita entonces tuvo nombre para Anthony, se llamaba temor. Él no era ningún estúpido, en el fondo se su corazón sabía, lo sabía; pero no estaba dispuesto a perder lo más hermoso y puro que había tenido y sentido desde su madre.
- Claro bonita, pero más tarde ¿sí? Ahora debemos ir al comedor, quiero que empiece el ensayo lo antes posible y que lo veas. –
Le sonrió y la tomó de la mano, entrelazándosela con firmeza para evitar que ella se soltara, como parecía ser su intención nuevamente.
Candy suspiró y se dejó llevar, tal vez no era el momento de sincerarse; pero debía hacerlo pronto, antes de que una bomba estallara en su cara.
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Mientras tanto, Grandchester se había vuelto a recluir en su habitación, sentado en el alféizar de la ventana tenía sus zafiros prendidos en el horizonte, con un cigarro en la comisura de sus deliciosos labios.
La noche anterior lo había decidido, y, en el desayuno, al observar cómo Brower miraba a Candy, lo había reforzado… casi había flaqueado, pero, al final su firmeza había ganado.
Sonrió de lado, “My Sacrifice” se llamaría su nueva canción.
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Archivald Cornwell era un hombre educado, inteligente y apuesto. Él y su hermano eran hijos de una prominente familia escocesa radicada en los Estados Unidos de América; y eran primos de Tony. Todos eran jóvenes sanos de buenas costumbres que amaban la música. No había sido extraño que se unieran sin dudar al proyecto de su primo cuando este les contó al respecto. Todos habían sido muy unidos desde pequeños, se llevaban de maravilla y sus padres estaban más tranquilos de saber que estaban juntos en su aventura.
Pero Archie no solamente era magnífico tocando el bajo y manejando la publicidad de Seoklaid; también era adicto a las cosas caras, y a la belleza… Cuando veía algo hermoso y que le gustaba no paraba hasta conseguirlo. No era tan superficial como eso sonaba; simplemente, al ser hijo de una familia adinerada, estaba acostumbrado a obtener siempre lo que deseaba. Era arrogante, orgulloso, de mal genio e impulsivo, además de un poquito caprichoso, pero a pesar de eso, el bello chico de ojos color miel tenía un alma hermosa y brillante.
Esta vez había visto algo que realmente le gustaba, y era un par de ojos verdes como el jade que adornaban un precioso rostro pecoso.
Cuando la vio se quedó prendado de ella, pero se replegó casi de inmediato porque era la novia de su querido primo. La famosa Candy, de quien el rubio hablaba tantas maravillas. En ese momento decidió hacerse a un lado y tragarse la fascinación que la enfermera le había despertado.
La imagen que se había hecho de la chica era de una joven bella por dentro y por fuera, de corazón brillante que esparcía su luz por doquier; dulce y maravillosa. Así la describía Tony, y, a juzgar por la canción que le había escrito, era claro que la amaba profundamente. Y ella…
Bueno, había pensado que ella también; y por eso es que había dado un paso atrás. Siempre conseguía lo que deseaba, pero no si ese algo, o alguien, tenía dueño. Y Candy era la novia de Anthony.
Pero entonces la noche anterior, muerto de calor y harto de dar vueltas en las sábanas que parecían cobertores por lo calientes que se sentían, se había levantado a abrir la ventana en búsqueda de algo de aire fresco.
Y entonces la había visto. Ahí afuera, caminando bajo la pálida luz de la luna, con ese leve camisón y luciendo como una etérea aparición fantasmal. Bellísima, pequeña y tentadora. Archie se echó el cabello hacia atrás e iba a dar la vuelta para evitar la tentación.
Pero luego la vio entrar al cobertizo, el mismo donde había observado a Terrence hacer puré un saco de boxeo desde hacía un rato. Creyó que la dulce rubia saldría de ahí de inmediato. Desde donde el bajista se encontraba, tenía una vista bastante clara del interior del improvisado gimnasio y de lo que ahí ocurría.
Abrió los ojos como platos cuando ese desgraciado de Grandchester había tirado su camiseta y guantes y jalar el delicado y bello cuerpo de Candy, pero casi se le salieron de sus órbitas al ver que ella se había montado en él… Así que no era la angelical chica que su primo pensaba.
Luego del breve pero ardiente encuentro que presenció, tuvo que quitarse rápidamente de su sitio y apagar las luces que tenía encendidas, pues Terrence había salido de ahí, dejando a Candy atrás.
¿Así que esa pequeña y hermosa pecosa era una de esas tipas que nada más buscaban al mejor postor? Archie estaba furioso con ella por estar jugando con los sentimientos de Anthony. Curiosamente, no estaba molesto con Terry por haberse aprovechado, de hecho, le agradecía. Así él podría tomar lo que se antojaba sin cargo de conciencia y de paso le demostraría a Tony quién era esa rubiecita en realidad.
Durante el desayuno les había estado observando a todos. No le había pasado desapercibido la manera en que la enfermera le rehuía a su primo y cómo miraba entre anhelante y preocupada al malcriado insufrible de Terry. Ok, Archie no se hacía el tonto respecto al inusitado incremento de su éxito desde que el británico era el vocalista, todos los fans habían enloquecido… así que de eso se trataba. Candy quería el pez gordo y ahora que era Terry el foco de atención, había cambiado de objetivo.
Así que cuando acabaron el raro encuentro en los primeros alimentos, Cornwell se fue decidido tras ella.
La encontró en el pasillo que llevaba a las habitaciones, habiendo pasado de largo la suya, seguramente se dirigía a la Grandchester.
- Hola linda ¿buscas a Tony? – le dijo en un tono por demás seductor para detenerla.
Candy se quedó quieta, mirándolo con sus bellas esmeraldas muy abiertas.
- Yo, no, no… en realidad iba a… - balbuceó, pillada cuando pretendía ir a hablar con Terrence para explicarle, porque le debía una explicación. YA.
- ¿A buscar a Terry? – el de ojos de miel dio un paso hacia adelante, mismo que ella dio hacia atrás, muy sorprendida - ¿Y si mejor me acompañas ahora a mí? Él ya tuvo su turno anoche – la recorrió con la mirada de arriba abajo, provocando un escalofrío en la rubia, uno desagradable.
- ¿Qué estás diciendo? – Candy trató de dar un paso a un lado para continuar su camino.
- Vamos gatita, ese malcriado es un insoportable arrogante, yo no te dejaría a medias –
¡PLAF!
El varonil rostro de Archie giró con el tremendo bofetón que recibió.
- ¡¿Cómo te atreves?! – gritó la enfermera
- No te hagas ahora la digna que te vi anoche yendo a buscar al bastardo de Grandchester – la sujetó con fuerza por una muñeca cuando ella intentó alejarse una vez más.
- ¿Qué? ¡Eso no es verdad! ¡Suéltame! – se exaltó Candice, todo se estaba saliendo de control.
No se suponía que esto pasaría, ella no había salido a buscar a Terry, simplemente…
- ¿Me vas a negar entonces que se besaron y manosearon en el cobertizo? ¿Qué pretendes eh? ¿Te hiciste novia de Anthony buscando fortuna o solamente por presumir con tus amigas que atrapaste a una estrella de rock y ahora decidiste que Terrence es mejor partido? – la zarandeó.
Pero entonces sintió que una gran fuerza lo jalaba hacia atrás, le daba la vuelta con fiereza por el hombro y estampaban un puño en toda su quijada, lanzándolo al suelo de espaldas.
- Discúlpate con la señorita, Cornwell – la profunda y grave voz del inglés salió como un ronco murmullo, entre dientes apretados.
Archie se levantó, limpiándose el hilillo de sangre de sus labios con el dorso de la mano y mirándolo con rabia.
- ¿Disculparme? Debes estar bromeando – una risa sarcástica emergió desde lo profundo de su pecho - ¿No ves que está jugando con Tony y que ahora va tras de tus miserables e indeseables huesos? ¡Sólo los está utilizando! – le espetó a su compañero y, aunque no se crea, amigo.
- ¡Eso no es verdad! – sollozó la rubia – Esto no puede estar pasando – se llevó la mano a los labios, tratando de contenerse.
- ¿No? Entonces ilumínanos y explica la razón por la cual te restregaste toda entera anoche contra este tarado, siendo la novia de Anthony – señaló a Terry con la barbilla.
- Te lo advierto Archivald, déjala en paz, no sabes de lo que estás hablando –
Terry tomó aire y apretó los puños a sus costados, conteniéndose. Por supuesto estaba tentado a descargar toda la rabia de esas manotas talentosas y poderosas que tenía, en toda la humanidad del presumido de Cornwell; pero eso no ayudaría en nada a resolver esto. La actuación de violento y rebelde era solamente una fachada para el público y prensa, que había utilizado para cubrir a Tony los meses anteriores. Pero tampoco iba a permitir que insultara o dudara de la integridad de su pecosa. Porque estaba seguro de que todo tenía una explicación.
Sí, Terrence Grandchester estaba siendo razonable y maduro. ¿Quién lo iba a decir?
- ¿Tienes un día de haberla visto y ya crees que la conoces? – el bajista rodó los ojos. – ¿Qué carajo les dio a los dos? –
Candy entonces se acordó que ella era una mujer fuerte e independiente, amable y generosa y que tenía voz propia. Que no era un mueble o un ente invisible como para que estuvieran hablando de ella como si ni estuviera presente.
- ¡Basta los dos! – levantó la voz, pero se abrazaba a sí misma, protegiéndose y consolándose a sí misma. – No lo acabo de conocer. Yo… conocí a Terry hace meses, en Chicago, pero no tenía idea de quién era. ¡Y tampoco sabía que era amigo de Tony! – miró a los azules ojos del guitarrista, dirigiéndose a él, solamente a él – Yo, soy muy distraída y perdí mi móvil… no supe recuperar la información y no tenía idea de cómo localizarte… sólo tenía tu nombre, no, ni siquiera eso… el diminutivo de tu nombre, ninguna pista más. – sollozó nuevamente, desesperada por hacerle saber. – Mi trabajo me absorbe, y buscarte como “Terry” en redes sociales hubiese sido tarea imposible… no sabía que eras… cantante. – Sonrió un poco embobada - Luego me contrataron para atender a Tony, y él… - se mordió el labio inferior – Es muy dulce, y necesitaba afecto y tranquilidad para recuperarse mejor. Quise ser su amiga, pero él se enamoró, y yo… no, no debí dejarle seguir con su idea de que éramos novios, pensé que era solo agradecimiento y que al volver a su vida normal se le pasaría… yo, no quería, no quiero lastimarlo… Ni a ti… ¡Dios! Te extrañé tanto, deseaba con el alma encontrarte, y entonces escuché esa canción… - gruesas lágrimas surcaban ya sus mejillas tersas y sonrojadas. – Lo siento... yo… debí ser clara con Tony desde el principio – ocultó sus verdes ojos tras las espesas pestañas.
Ambos castaños abrieron mucho los ojos, Terrence porque ya tenía una buena parte de la historia que le faltaba. Ya decía él que su pecosa no lo habría hecho a propósito.
Archie en cambio, se sorprendió por la revelación en sí…
- Demonios… - se hizo el cabello hacia atrás con ambas manos. – Esto es un lío monumental –
Terry contenía la respiración… dio un par de pasos con el brazo extendido, ignorando olímpicamente al bajista y su comentario; sólo quería tocarla. Candy no se movió, permitió que él acariciara su mejilla, acunando la mano grande y cálida con la suya pequeña y delicada.
- Hablaré con él… en algo tienes razón Archie – lo miró con una mezcla de comprensión y de reproche – Tony merece que su amor sea correspondido, merece ser feliz. -
El aludido asintió, y, sonrojándose, inclinó la cabeza, genuinamente avergonzado.
- Lamento mi actitud de hace un momento Candy, pero comprenderás que la situación se prestaba para el malentendido; yo quiero a Anthony como a un hermano, y debía defender su honor. Aun así, debí preguntar antes de asumir –
- Está bien Archie, comprendo. Perdón por la bofetada – se encogió la rubia de hombros.
- Nada de eso – espetó Terrence – Eso sí se lo merecía, por hocicón – Y también el golpe que le di – se burló, sarcástico como de costumbre.
- No molestes Grandchester – Archie no pudo objetar más, sabía que estaba en lo cierto.
Por supuesto, Grandchester no iba a dar su brazo a torcer.
- Jódete – contestó, antes de que el otro se retirara, entendiendo que estaba de sobra ahí.
Entonces la dura expresión de Terry se suavizó cuando se volvió hacia su pecosa.
- Yo también tengo algo que hablar con Brower, pero tal vez eso pueda esperar un poco –
Candice asintió, comprendiendo. Ella debía hablar con su “novio” primero.
- Iré a buscarlo de una vez… - le dijo ella – pero antes –
Se alzó de puntitas, pues era pequeña y llevaba zapatillas deportivas. Rozó sus labios con los de él, antes de succionar un poco el inferior, rodeando el cuello grueso del ojiazul con los brazos. Él la tomó de la breve cintura, correspondiendo el beso en el acto e invadiendo la boquita jugosa y cálida de la rubia, en un beso profundo y dulce, lento.
Cuando se separaron, ella le sonrió radiante.
- Lamento haber perdido el celular – dijo en un susurro – y lamento no haberle hecho caso a Annie cuando me hablaba de ustedes –
- ¿Annie? – preguntó él, besando la frente de la chica y acariciándole la piel con los labios.
- Mi amiga, es super fan de Seoklaid, pero nunca le hice caso cuando iba a casa y no paraba de hablar de la banda, en especial de Archie – Terry rodó los ojos, y a Candy le dio risa eso - ¿Qué? Le enloquecen los chicos refinados –
- Remilgados diría yo, pero cada quién. Tal vez podamos arreglar que lo conozca –
Candy se separó un poco de él para mirarlo con los ojos muy abiertos.
- ¿Harías eso? –
- Claro, con tal de deshacerme del Elegante, lo que sea – arqueó la ceja divertido y pícaro, en un gesto que derritió toda a Candy.
- No es tan malo… - él rodó los ojos de nuevo.
- Dejemos de hablar de ese quisquilloso y mejor… – la besó de nuevo.
No parecían tener intención de dejar lo que hacían, cuando un breve carraspeo los interrumpió.
- ¿Otra vez tú? – gruñó Terry.
- Lo siento, sólo quería avisarte que Albert está preguntando por ti – los miró un tanto inquisitivo – Y perdón que me meta, pero ¿no deberían primero hablar con Tony antes de agasajarse? – se cruzó de brazos.
- ¡Largo! – espetó el de ojos de zafiro – Antes de que se me acabe la ración de civilización de hoy – le amenazó.
- Como si me fuera a dejar, cretino –
- ¡No empiecen! – saltó la rubia, y entonces miró a su amor – Esta vez tiene razón Terry, es mejor aclararlo todo, cuanto antes mejor. –
El joven inglés suspiró, resignado, y asintió.
- Está bien, iré con Albert y después estaré un rato en mi habitación. Te veo más tarde –
Archie arqueó la ceja, pero no dijo nada más; las cosas ya estaban bastante peliagudas por ahora, no había necesidad de atizar el fuego.
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…
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Anthony se había ido a la sala de música un rato. Le gustaba estar ahí a solas, para reconectarse con el entorno, aspirar el aroma del ambiente y sentir en las yemas de los dedos la textura de los instrumentos…
Además siempre le ayudaba a relajarse y pensar con claridad. Aunque en esta ocasión no estaba seguro de querer aclararse del todo.
Había escuchado un poco del altercado en el pasillo cuando había salido de la ducha, “No lo acabo de conocer. Yo… conocí a Terry hace meses, en Chicago, pero no tenía idea de quién era”; no pudo seguir escuchando ni salir al pasillo porque Albert eligió ese preciso momento para llamarle y lo entretuvo con un sermón de Padre y Señor nuestro, así que se quedó con esa sola frase dándole vueltas en la cabeza.
Ellos dos se conocían de antes… Las cosas empezaban a cobrar sentido, muy a su pesar. Paseó la azul mirada por todo el sitio, faltaba un rato para que se reunieran todos allí, por lo que decidió que era buen momento para enfrentar a Terry. Salió de ahí, decidido a ir directo al cuarto del castaño, con toda la intención de aclarar también y de una buena vez el asunto ese que le daba mil vueltas y que lo había hecho adelantar su regreso a los escenarios. No comprendía bien lo que significaba el que su amigo y su novia se conocieran desde antes, no racionalmente… Pero no pensaba dejar ir a Candy; era la luz de su universo, quien le hacía sonreír y volver a creer que podía tocar el cielo con las manos, comerse el mundo a mordiscos… No iba a perderla. Punto.
Sin embargo, al llegar a la puerta del británico y justo cuando iba a tocar, escuchó la guitarra de Terry, y su voz, esa perfecta y potente voz de barítono cantando. Una nueva canción…
Hello my friend, we meet again (Hola mi amiga, nos encontramos de nuevo)
It's been a while, where should we begin? (Ha pasado un tiempo, ¿dónde deberíamos empezar?)
Feels like forever (Se siente eterno)
Within my heart are memories (Dentro de mi corazón hay memorias)
Of perfect love that you gave to me (Del perfecto amor que me diste)
Oh, I remember (Oh, recuerdo)
When you are with me I'm free, (Cuando estás conmigo soy libre)
I'm careless, I believe (Soy descuidado, creo)
Above all the others we'll fly (Sobre todos los demás volaremos)
This brings tears to my eyes (Esto trae lágrimas a mis ojos)
My sacrifice (Mi sacrificio)
El corazón le dio un par de latidos doloridos y le faltó el aire. Unió esa canción con la otra que el británico había exigido cantar en vivo, “I want every other freckle”… ¡Dios! Era tan claro como la luz del día lo que Terry sentía por Candy, que el repentino conocimiento de que su amigo la amaba desde hacía sabe Dios cuánto tiempo, le golpeó como si hubiera chocado a 100 Km por hora contra una pared. Eso era lo que en el fondo de su corazón sentía y había querido ignorar. Esa canción…
We've seen our share of ups and downs (Hemos visto nuestra parte de altibajos)
Oh, how quickly life can turn around (Oh, qué rápido puede cambiar la vida)
In an instant (En un instante)
It feels so good to reunite (Se siente tan bien reunirse)
Within yourself and within your mind (Dentro de ti y dentro de tu mente)
Let's find peace there (Encontremos paz ahí)
https://www.youtube.com/watch?v=O-fyNgHdmLI
Él amaba a Candy, estaba seguro de ello. Era un amor dulce, pero también lleno de intensidad y pasión. No, no quería perderla, no quería dejarla ir… No podía dejarla ir.
Anthony se sentó en el piso, recargado en la pared, con la cabeza entre las manos. Terry también la amaba, pero ¿desde cuándo?... ¿Acaso era él, Anthony, el verdadero traidor? El que estaba en medio de un gran amor, aferrándose a algo que no le había pertenecido nunca…
El deseo de retenerla para sí, luchaba contra su alma noble que le decía que debía dejarla ir…
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...
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Continuará...
J'espère que tout va bien (Espero que todo esté bien) - Bruja ¿ya traes ese art que me prometiste desde hace más de una semana?
– Liath, como de costumbre, llegó a interrumpir.- ¿De cuál art hablas mon ciel?
– ella fingió demencia absoluta- Ahora resulta que no te acuerdas
– se cruzó de brazos mirándola inquisitivo- ¡Oh! ¿Te refieres al art donde tú apareces con tu…? –
- Graciosita… pero sí, ese también lo tienes pendiente. Este año no me has consentido lo suficiente mademoiselle
– - Oh ma vie desolée! – ella hace un pucherito – Pero eso tiene solución inmediata, sólo permite que lance mi ataque de hoy – lo miró coqueta
- Deja de mirarme así, si Camus se entera…
- miró a su alrededor, buscando al susodicho.- Descuida, está muy entretenido viendo ese “otro” art que pediste –
- ¿Qué? ¿Ya lo terminaste? –
- Oui, hace un rato – le dice, con total inocencia
Entonces Liath sale corriendo a verlo y la deja para terminar de presentar su aporte del día.
Oui jolies, les traigo mi última participación en esta corta pero intensa historia de nuestra banda de rock favorita, j'espère que vous profitent de cela! (¡Espero que lo disfruten!)
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SEOKLAID
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus respectivas autoras y a quienes hayan pagado derechos sobre los mismos. La historia aquí presentada, así como personajes originales que puedan aparecer, pertenecen a nuestra muy activa imaginación. Fanfic hecho sin fines de lucro.
By Gissa Graham, Elby 8a y Ayame DV.
Capítulo 5. My Sacrifice
By Ayame DV
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Decían por ahí que a veces resulta peor el remedio que la enfermedad. Candice White supo en ese instante a qué se referían con eso.
Había salido a buscar algo de aire fresco para sacudirse ese sofoco por el calor de Atlanta y también el que le producían sus propios pensamientos libidinosos.
Su abuela Pony tenía razón, había resultado peor, porque ahora se había quedado ahí parada, anhelante y sorprendida; viendo como ese magnífico espécimen se alejaba de ella, luego de dejarle bien claro que no la había olvidado. Y que estaba furioso. Con justa razón, o razones; para ser más exacta.
“Debiste haberme llamado”
Pero claro, ella había perdido su móvil y a la muy distraída no se le ocurrió siquiera tratar de recuperar el número. Y encima va y se enreda en algo extraño con su amigo. Se trató de idiota para arriba un buen rato. ¿Pero cómo iba a saber que ese increíble castaño de ojos maravillosos era integrante de la banda de Anthony? Es decir, no se podía saber tanto ¿o sí? Si tan solo le hubiese puesto un poco de atención a Annie cuando parloteaba incesantemente sobre Seoklaid, o al menos hubiese tenido un poquito de interés en ver por lo menos un vídeo con ella…
Pero siendo sincera consigo misma ¿qué hubiese hecho de haber sabido que Terry, su Terry, era una estrella de rock? Seguramente se habría muerto del susto.
Chupó la sangre que aun brotaba de su labio inferior y un estremecimiento la recorrió entera, el ligero dolor por el mordisco que recibiera le recordó la pasión desatada que Terry era. Dios, lo deseaba, tanto que la dejaba entumida.
Sentimientos encontrados la tenían invadida, por un lado estaba feliz de haberlo encontrado, y, mejor todavía, saber que no se había olvidado de ella, que no había sido una chica más; a pesar de que él era un verdadero rockstar. Por el otro, tenía temor. No quería ser la causa de una recaída de Tony, pero tampoco de una pelea y distanciamiento entre los dos amigos. Y quería recuperar a Terry…
Sí, bien; Candy no estaba enterada de que esa posible ruptura en la relación de amistad de ese par no sería únicamente motivada por ella, sino también por los crecientes celos profesionales de su “novio” hacia el verdadero dueño del corazón de la rubia.
Además estaba eso que Anthony decía sentir por ella, pero por Dios que nunca pretendió que las cosas llegaran a ese punto, casi quería darse de topes por no haber dicho “alto ahí” a tiempo. Ahora sabía que debía hacerlo, no debía permitir que la situación avanzara y se complicara más todavía.
Pero una cosa era saberlo y otra hacerlo sin sentir que su corazón de pollo se rompería un poco por romper el de alguien más, alguien bueno a pesar de todo. Candy no era una mujer egoísta, todo lo contrario, pero esta vez no era ella la única en medio de este desastre, estaba también Terry; y, si como todo parecía indicar, él también sentía algo por ella, si no hacía algo pronto el británico resultaría todavía más lastimado. La sola idea de herirle le robó el aliento en un jadeo. No, no podía soportar la idea de que su apasionado amor sufriera…
Candy suspiró, llena de cansancio físico y emocional. Estaba pensando demasiado y ahora era lo que menos deseaba… No, lo que verdaderamente ansiaba no era llenar su cabeza de ideas y líos; lo que anhelaba era llenar su cuerpo de caricias, besos y sensaciones; deseaba llenar sus oídos de gemidos y sonidos húmedos de una buena sesión ardiente entre los brazos de Terry.
Volvió a su habitación envuelta en las llamas del deseo sin satisfacer en que la había dejado el cruel Terrence y se metió en la cama, donde luego de una buena hora dando vueltas tratando de encontrar una posición cómoda para descansar, se rindió a sus deseos más íntimos y se empezó a tocar, imaginando que era el castaño quien lo hacía, rememorando esos días que pasaron juntos en Chicago, y ese intenso encuentro de hacía un rato…
Claro que no era ni remotamente comparado a tenerlo a él en vivo y a todo color, pero era eso o arrancarse los cabellos de desesperación y sinceramente dudaba que el look de pelona le fuese favorable.
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…
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Terry salió de darse la necesaria ducha después de tratar de convertir en puré el saco de box hacía un rato. Y de encontrarse con su pecosa. Candy.
“Un dulce nombre para una dulce chica”.
Por supuesto, la ducha había sido fría. Helada de hecho, y manteniendo una muy seria conversación con su potente y muy despierta parte inferior un buen rato, al menos un par de veces… Se había acariciado largo y fuerte, sosteniéndose con la mano libre en la pared de azulejos y echando la cabeza atrás, dejando que pequeños arroyos de agua pegaran su cabello a la frente en mechones oscurecidos, los caminitos acuáticos resbalaron por sus mejillas, saboreando sus labios y siguiendo el trazo por sus pectorales firmes, los pezones sensible y cálidos se habían despertado… y la sinuosidad del agua había paseado por sus abdominales duros perdiéndose en el oscuro vello de su entrepierna. Cuando se corrió, acariciándose cada vez más rápido y duro, jadeó el alma por la boca… bajando la cabeza para mirar como su semilla espesa y cálida llenaba su mano y vaciaba su corazón…
Había salido del cuarto de baño sin estar realmente satisfecho…
Se dejó caer en la cama cuan largo era. Todavía llevaba el cabello húmedo y solamente usaba un ajustado y sexy bóxer negro. A saber por qué, en ese justo momento recordó que la marca de ropa del calzoncillo le había estado insistiendo bastante para que fuera su modelo. Un sonido mezcla de risa sarcástica y resoplido emergió de su boca tentadora. Ya parecía, si lo único que deseaba era volver a su bajo perfil de una jodida vez.
De la única que quería atención absoluta era de ella. Lo cual lo llevó de nuevo a esas preguntas que habían estado dando vueltas en su cabeza las últimas horas ¿Por qué cuernos no le había llamado? ¿Por qué no respondió sus llamadas y el par de mensajes que le envió? Y lo peor, ¿cómo y por qué diablos había terminado como novia de Anthony?
Su cabeza era un lío y su corazón un desastre. Se sentía mal amigo, tanto por no haber estado atento a lo que sucedía con el rubio, como por no querer dejarle a Candy.
Porque ahora que la había vuelto a tener entre sus brazos, temblando de deseo y necesidad, tuvo la seguridad de que ella tampoco lo había olvidado; vamos, le arrancó la confesión de que le había extrañado. Esa pecosa era suya y de nadie más.
Ahora había algo más que solucionar entre él y Brower, porque, conociendo como conocía a su amigo, sabía que había vuelto antes de tiempo por los cambios en el repertorio musical que él había impuesto sin mencionarle nada antes.
Anthony era, hasta el momento en que fue a dar al hospital, el pilar de Seoklaid. Era quien componía las canciones y las cantaba, era quien lo había reclutado a él para unirse a la banda y quién con su personalidad e imagen de chico bueno y centrado, les mantenía unidos y cuerdos, siendo todos de caracteres tan contrastantes. Además a él no le molestaba en lo absoluto estar a la luz pública.
Por supuesto todos participaban de las decisiones, no se diga Albert; pero los Cornwell eran más de otro tipo de asuntos, por ejemplo, Archie era prácticamente su Social Media Manager y el buen Stear era la voz de la razón, así como el que ponía el toque de humor en el momento más oportuno. Y él… bueno él nunca pedía permiso para nada, más de una vez había discutido con todos por ello; pero su reservado y misterioso carácter ayudaba a que no fuese complicado que permitiera que Brower se llevara el crédito y la atención. Él solamente quería hacer música y estar lejos del escrutinio y control de su autoritario padre. Siendo el oscuro y huraño guitarrista era feliz.
Cuando todo el asunto de ser el vocalista emergente empezó, lo único que buscaba era llegar a una solución pronta y equitativa tanto para Tony, como para la banda y sus fans. Le había parecido lo más sensato cubrirlo, como había estado haciendo con todo los últimos meses. No contaba con que las cosas llegarían a donde ahora estaban. Si antes tenían miles de seguidores y sus conciertos se llenaban, ahora resultaba que debían incluso abrir nuevas fechas porque las entradas se agotaban en cuestión de horas. También estaba el asunto de la prensa, que ahora los acosaban más que de costumbre, en especial a él.
- Damn! – masculló, dándose vuelta por enésima vez y haciendo un enredo con las sábanas.
Puesto que estaba visto que no lograría dormir, se levantó, se puso un pantalón deportivo y una camiseta y fue por su guitarra, la acústica. Salió de la propiedad y caminó hasta estar lo suficientemente alejado como para no ser encontrado fácilmente y poder disfrutar de su soledad un rato.
En medio de la noche, rodeado de árboles y sentado en el tibio pasto, con la plateada luz de la luna iluminándolo como a una aparición celestial, empezó a rasgar las cuerdas de su vieja amiga, sin pensar; tocaba los acordes de Iris…
Tocar a solas siempre le ayudaba a pensar y relajarse.
https://www.youtube.com/watch?v=NdYWuo9OFAw
And I don't want the world to see me (Y no quiero que el mundo me vea)
'Cause I don't think that they'd understand (Porque no creo que ellos entendieran)
When everything's made to be broken (Cuando todo está hecho para ser roto)
I just want you to know who I am (Yo solo quiero que tú sepas quién soy)
Seguía la letra de la canción cantando bajito, en susurros roncos y sensuales que solamente la princesa plateada en el cielo pudo disfrutar.
And you can't fight the tears that ain't coming (Y no puedes combatir las lágrimas que no vienen)
Or the moment of truth in your lies (O el momento de verdad en tus mentiras)
When everything feels like the movies (Cuando todos se siente como en las películas)
Yeah you bleed just to know you're alive (Sí tu sangras para saber que estás vivo)
Y entonces lo supo… supo lo que haría… detuvo lo que tocaba, y, con una media sonrisa, empezó a tocar otra canción que llegó en súbita inspiración. Todo un torrente de ideas y notas musicales se sucedieron en su mente, cerró los ojos y volvió a empezar con el rasgueo de cuerdas…
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…
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La mañana siguiente llegó demasiado rápido para un par de habitantes de la casa, llámese Terrence y Candice, los cuales no lograron arañar ni un par de horas completas de sueño decente.
Anthony se había levantado temprano aun en contra de sus indicaciones, haciendo gala de esa reciente rebeldía suya, como venía haciendo últimamente. Tenía planeado poner los puntos sobre las íes respecto a las canciones en vivo; además iba a hacer un ensayo rápido, lo cual le otorgaba una excitación bien conocida pero exacerbada, era un cosquilleo que lo recorría de pies a cabeza, que le emocionaba y lo tenía ansioso a partes iguales… le hacía sentir vivo. Así que sonreía, genuinamente, además tenía a Candy con él ¿no?
Archie, en cambio, traía un humor peculiar. Sí, su propuesta de subir a sus cuentas en redes sociales los fragmentos en vivo de sus ensayos había sido aprobada alegremente por casi todos (Terry puso el grito en el cielo claro); sabía que romperían internet con ello, más ahora que Tony había vuelto al ruedo… pero no parecía estar tan feliz por eso, más bien parecía… contenido. Casi no habló durante el desayuno y se limitó a picar en su plato y observar fijamente a todos en la mesa, aunque casi nadie se percató de ello. Todos tenían sus propios enredos en qué pensar.
Incluso Charlie, quien al ser el suplente mientras Anthony volvía, veía que con el regreso de este, su tiempo en Seoklaid llegaba a su fin.
El único que era el de siempre era Stear, que llegó ese día con unos anteojos decorados esta vez con unos eslabones metálicos alrededor del armazón, que hacía que las cosas esas se vieran enormes. Sonriente como siempre, estuvo cuestionando a Anthony sobre su recuperación.
- ¿Estás seguro que estarás bien Tony? – preguntaba preocupado Albert, que por cierto mostraba un nuevo tic nervioso en un ojo, que le temblequeaba como si estuviera electrocutándose.
- Ya te dije que sí Albert, deja de tratarme como a un mocoso – respondió el de ojos de cielo.
- Pues te repito por enésima ocasión que dejes de portarte como uno – volvió a decirle Andley, frotándose las sienes en un ingenuo intento por aliviar su estrés con ello.
El rubio menor se limitó lanzarle una mala mirada y siguió comiendo. En algún momento trató de tomar la mano de Candy, quien estaba sentada a su lado por supuesto; pero ella en un discreto y hábil movimiento lo esquivó, y Tony tuvo que fingir que tomaba su servilleta, pues sentía al menos dos pares de ojos encima de ellos.
La notaba extraña desde que le había mostrado aquel vídeo del ensayo con esa canción de Terry que hablaba sobre… No importaba…
También, cuando trató de abrazarla y besarla antes del desayuno, ella había le había dado un rápido beso en la mejilla y se había dado la vuelta para tomar los medicamentos que debía administrarle.
**Flashback
Candy había tocado la puerta de su habitación a la hora de siempre para hacer su revisión de rutina. Lucía un encantador par de ojeras y con la piel tan radiante como si hubiese salido de “La noche de los muertos vivientes”. Aun así le sonrió con su acostumbrada dulzura, esa que le llenaba el alma de miel y el estómago de mariposas.
Él la tomó de la mano y acarició con el pulgar el dorso blanco y suave, ella mostró una pequeña sonrisa que a Anthony le pareció más de incomodidad que de ternura, pero decidió hacer caso omiso.
- Candy ¿sucede algo? – él le preguntó cuando la vio apretar los labios. Entonces se fijó que tenía enrojecido y un poco inflamado el inferior. - ¿Qué te pasó en la boca? – quiso saber.
Estaba seguro que él no la había mordido…
- ¿Eh? – ella parpadeó rápidamente y luego sacudió la mano derecha, restándole importancia – No es nada, me mordí yo sola ¿puedes creerlo? – soltó una risilla nerviosa.
El cantante entrecerró los ojos, pero no dijo nada más. A final de cuentas la había notado un poco nerviosa y lo atribuyó al hecho del viaje y a tratar con el resto de la banda. Ella le había contado de su vida normal y tranquila y que el hecho de toparse repentinamente y de narices con un famoso como él, la había dejado patidifusa. Así que estar ahora en medio del caos que significaba un grupo de rock en plena gira, debió ser un cambio impactante para ella.
Sí eso debía ser, por eso ella se portaba algo distante y tímida. No era que…
**Fin del flashback
Sin embargo, ahí estaba, una sensación rara en el fondo de su corazón, una especie de espinita que no terminaba de doler, pero estaba ahí, molestando.
Cuando la había besado el día anterior con todo lo que sentía por ella, la rubia no había respondido igual, se había quedado quieta como piedra y luego le había dirigido esa mirada que casi parecía de reproche. Y antes de eso, no dejó que le abrazara…
- ¿Tony? – la cantarina voz de cascabeles de la rubia le sacó de sus pensamientos – Necesito decirte algo – empezó ella, titubeante. – Algo importante – él la vio retorcerse los dedos de una mano con la otra.
Y la espinita entonces tuvo nombre para Anthony, se llamaba temor. Él no era ningún estúpido, en el fondo se su corazón sabía, lo sabía; pero no estaba dispuesto a perder lo más hermoso y puro que había tenido y sentido desde su madre.
- Claro bonita, pero más tarde ¿sí? Ahora debemos ir al comedor, quiero que empiece el ensayo lo antes posible y que lo veas. –
Le sonrió y la tomó de la mano, entrelazándosela con firmeza para evitar que ella se soltara, como parecía ser su intención nuevamente.
Candy suspiró y se dejó llevar, tal vez no era el momento de sincerarse; pero debía hacerlo pronto, antes de que una bomba estallara en su cara.
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Mientras tanto, Grandchester se había vuelto a recluir en su habitación, sentado en el alféizar de la ventana tenía sus zafiros prendidos en el horizonte, con un cigarro en la comisura de sus deliciosos labios.
La noche anterior lo había decidido, y, en el desayuno, al observar cómo Brower miraba a Candy, lo había reforzado… casi había flaqueado, pero, al final su firmeza había ganado.
Sonrió de lado, “My Sacrifice” se llamaría su nueva canción.
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Archivald Cornwell era un hombre educado, inteligente y apuesto. Él y su hermano eran hijos de una prominente familia escocesa radicada en los Estados Unidos de América; y eran primos de Tony. Todos eran jóvenes sanos de buenas costumbres que amaban la música. No había sido extraño que se unieran sin dudar al proyecto de su primo cuando este les contó al respecto. Todos habían sido muy unidos desde pequeños, se llevaban de maravilla y sus padres estaban más tranquilos de saber que estaban juntos en su aventura.
Pero Archie no solamente era magnífico tocando el bajo y manejando la publicidad de Seoklaid; también era adicto a las cosas caras, y a la belleza… Cuando veía algo hermoso y que le gustaba no paraba hasta conseguirlo. No era tan superficial como eso sonaba; simplemente, al ser hijo de una familia adinerada, estaba acostumbrado a obtener siempre lo que deseaba. Era arrogante, orgulloso, de mal genio e impulsivo, además de un poquito caprichoso, pero a pesar de eso, el bello chico de ojos color miel tenía un alma hermosa y brillante.
Esta vez había visto algo que realmente le gustaba, y era un par de ojos verdes como el jade que adornaban un precioso rostro pecoso.
Cuando la vio se quedó prendado de ella, pero se replegó casi de inmediato porque era la novia de su querido primo. La famosa Candy, de quien el rubio hablaba tantas maravillas. En ese momento decidió hacerse a un lado y tragarse la fascinación que la enfermera le había despertado.
La imagen que se había hecho de la chica era de una joven bella por dentro y por fuera, de corazón brillante que esparcía su luz por doquier; dulce y maravillosa. Así la describía Tony, y, a juzgar por la canción que le había escrito, era claro que la amaba profundamente. Y ella…
Bueno, había pensado que ella también; y por eso es que había dado un paso atrás. Siempre conseguía lo que deseaba, pero no si ese algo, o alguien, tenía dueño. Y Candy era la novia de Anthony.
Pero entonces la noche anterior, muerto de calor y harto de dar vueltas en las sábanas que parecían cobertores por lo calientes que se sentían, se había levantado a abrir la ventana en búsqueda de algo de aire fresco.
Y entonces la había visto. Ahí afuera, caminando bajo la pálida luz de la luna, con ese leve camisón y luciendo como una etérea aparición fantasmal. Bellísima, pequeña y tentadora. Archie se echó el cabello hacia atrás e iba a dar la vuelta para evitar la tentación.
Pero luego la vio entrar al cobertizo, el mismo donde había observado a Terrence hacer puré un saco de boxeo desde hacía un rato. Creyó que la dulce rubia saldría de ahí de inmediato. Desde donde el bajista se encontraba, tenía una vista bastante clara del interior del improvisado gimnasio y de lo que ahí ocurría.
Abrió los ojos como platos cuando ese desgraciado de Grandchester había tirado su camiseta y guantes y jalar el delicado y bello cuerpo de Candy, pero casi se le salieron de sus órbitas al ver que ella se había montado en él… Así que no era la angelical chica que su primo pensaba.
Luego del breve pero ardiente encuentro que presenció, tuvo que quitarse rápidamente de su sitio y apagar las luces que tenía encendidas, pues Terrence había salido de ahí, dejando a Candy atrás.
¿Así que esa pequeña y hermosa pecosa era una de esas tipas que nada más buscaban al mejor postor? Archie estaba furioso con ella por estar jugando con los sentimientos de Anthony. Curiosamente, no estaba molesto con Terry por haberse aprovechado, de hecho, le agradecía. Así él podría tomar lo que se antojaba sin cargo de conciencia y de paso le demostraría a Tony quién era esa rubiecita en realidad.
Durante el desayuno les había estado observando a todos. No le había pasado desapercibido la manera en que la enfermera le rehuía a su primo y cómo miraba entre anhelante y preocupada al malcriado insufrible de Terry. Ok, Archie no se hacía el tonto respecto al inusitado incremento de su éxito desde que el británico era el vocalista, todos los fans habían enloquecido… así que de eso se trataba. Candy quería el pez gordo y ahora que era Terry el foco de atención, había cambiado de objetivo.
Así que cuando acabaron el raro encuentro en los primeros alimentos, Cornwell se fue decidido tras ella.
La encontró en el pasillo que llevaba a las habitaciones, habiendo pasado de largo la suya, seguramente se dirigía a la Grandchester.
- Hola linda ¿buscas a Tony? – le dijo en un tono por demás seductor para detenerla.
Candy se quedó quieta, mirándolo con sus bellas esmeraldas muy abiertas.
- Yo, no, no… en realidad iba a… - balbuceó, pillada cuando pretendía ir a hablar con Terrence para explicarle, porque le debía una explicación. YA.
- ¿A buscar a Terry? – el de ojos de miel dio un paso hacia adelante, mismo que ella dio hacia atrás, muy sorprendida - ¿Y si mejor me acompañas ahora a mí? Él ya tuvo su turno anoche – la recorrió con la mirada de arriba abajo, provocando un escalofrío en la rubia, uno desagradable.
- ¿Qué estás diciendo? – Candy trató de dar un paso a un lado para continuar su camino.
- Vamos gatita, ese malcriado es un insoportable arrogante, yo no te dejaría a medias –
¡PLAF!
El varonil rostro de Archie giró con el tremendo bofetón que recibió.
- ¡¿Cómo te atreves?! – gritó la enfermera
- No te hagas ahora la digna que te vi anoche yendo a buscar al bastardo de Grandchester – la sujetó con fuerza por una muñeca cuando ella intentó alejarse una vez más.
- ¿Qué? ¡Eso no es verdad! ¡Suéltame! – se exaltó Candice, todo se estaba saliendo de control.
No se suponía que esto pasaría, ella no había salido a buscar a Terry, simplemente…
- ¿Me vas a negar entonces que se besaron y manosearon en el cobertizo? ¿Qué pretendes eh? ¿Te hiciste novia de Anthony buscando fortuna o solamente por presumir con tus amigas que atrapaste a una estrella de rock y ahora decidiste que Terrence es mejor partido? – la zarandeó.
Pero entonces sintió que una gran fuerza lo jalaba hacia atrás, le daba la vuelta con fiereza por el hombro y estampaban un puño en toda su quijada, lanzándolo al suelo de espaldas.
- Discúlpate con la señorita, Cornwell – la profunda y grave voz del inglés salió como un ronco murmullo, entre dientes apretados.
Archie se levantó, limpiándose el hilillo de sangre de sus labios con el dorso de la mano y mirándolo con rabia.
- ¿Disculparme? Debes estar bromeando – una risa sarcástica emergió desde lo profundo de su pecho - ¿No ves que está jugando con Tony y que ahora va tras de tus miserables e indeseables huesos? ¡Sólo los está utilizando! – le espetó a su compañero y, aunque no se crea, amigo.
- ¡Eso no es verdad! – sollozó la rubia – Esto no puede estar pasando – se llevó la mano a los labios, tratando de contenerse.
- ¿No? Entonces ilumínanos y explica la razón por la cual te restregaste toda entera anoche contra este tarado, siendo la novia de Anthony – señaló a Terry con la barbilla.
- Te lo advierto Archivald, déjala en paz, no sabes de lo que estás hablando –
Terry tomó aire y apretó los puños a sus costados, conteniéndose. Por supuesto estaba tentado a descargar toda la rabia de esas manotas talentosas y poderosas que tenía, en toda la humanidad del presumido de Cornwell; pero eso no ayudaría en nada a resolver esto. La actuación de violento y rebelde era solamente una fachada para el público y prensa, que había utilizado para cubrir a Tony los meses anteriores. Pero tampoco iba a permitir que insultara o dudara de la integridad de su pecosa. Porque estaba seguro de que todo tenía una explicación.
Sí, Terrence Grandchester estaba siendo razonable y maduro. ¿Quién lo iba a decir?
- ¿Tienes un día de haberla visto y ya crees que la conoces? – el bajista rodó los ojos. – ¿Qué carajo les dio a los dos? –
Candy entonces se acordó que ella era una mujer fuerte e independiente, amable y generosa y que tenía voz propia. Que no era un mueble o un ente invisible como para que estuvieran hablando de ella como si ni estuviera presente.
- ¡Basta los dos! – levantó la voz, pero se abrazaba a sí misma, protegiéndose y consolándose a sí misma. – No lo acabo de conocer. Yo… conocí a Terry hace meses, en Chicago, pero no tenía idea de quién era. ¡Y tampoco sabía que era amigo de Tony! – miró a los azules ojos del guitarrista, dirigiéndose a él, solamente a él – Yo, soy muy distraída y perdí mi móvil… no supe recuperar la información y no tenía idea de cómo localizarte… sólo tenía tu nombre, no, ni siquiera eso… el diminutivo de tu nombre, ninguna pista más. – sollozó nuevamente, desesperada por hacerle saber. – Mi trabajo me absorbe, y buscarte como “Terry” en redes sociales hubiese sido tarea imposible… no sabía que eras… cantante. – Sonrió un poco embobada - Luego me contrataron para atender a Tony, y él… - se mordió el labio inferior – Es muy dulce, y necesitaba afecto y tranquilidad para recuperarse mejor. Quise ser su amiga, pero él se enamoró, y yo… no, no debí dejarle seguir con su idea de que éramos novios, pensé que era solo agradecimiento y que al volver a su vida normal se le pasaría… yo, no quería, no quiero lastimarlo… Ni a ti… ¡Dios! Te extrañé tanto, deseaba con el alma encontrarte, y entonces escuché esa canción… - gruesas lágrimas surcaban ya sus mejillas tersas y sonrojadas. – Lo siento... yo… debí ser clara con Tony desde el principio – ocultó sus verdes ojos tras las espesas pestañas.
Ambos castaños abrieron mucho los ojos, Terrence porque ya tenía una buena parte de la historia que le faltaba. Ya decía él que su pecosa no lo habría hecho a propósito.
Archie en cambio, se sorprendió por la revelación en sí…
- Demonios… - se hizo el cabello hacia atrás con ambas manos. – Esto es un lío monumental –
Terry contenía la respiración… dio un par de pasos con el brazo extendido, ignorando olímpicamente al bajista y su comentario; sólo quería tocarla. Candy no se movió, permitió que él acariciara su mejilla, acunando la mano grande y cálida con la suya pequeña y delicada.
- Hablaré con él… en algo tienes razón Archie – lo miró con una mezcla de comprensión y de reproche – Tony merece que su amor sea correspondido, merece ser feliz. -
El aludido asintió, y, sonrojándose, inclinó la cabeza, genuinamente avergonzado.
- Lamento mi actitud de hace un momento Candy, pero comprenderás que la situación se prestaba para el malentendido; yo quiero a Anthony como a un hermano, y debía defender su honor. Aun así, debí preguntar antes de asumir –
- Está bien Archie, comprendo. Perdón por la bofetada – se encogió la rubia de hombros.
- Nada de eso – espetó Terrence – Eso sí se lo merecía, por hocicón – Y también el golpe que le di – se burló, sarcástico como de costumbre.
- No molestes Grandchester – Archie no pudo objetar más, sabía que estaba en lo cierto.
Por supuesto, Grandchester no iba a dar su brazo a torcer.
- Jódete – contestó, antes de que el otro se retirara, entendiendo que estaba de sobra ahí.
Entonces la dura expresión de Terry se suavizó cuando se volvió hacia su pecosa.
- Yo también tengo algo que hablar con Brower, pero tal vez eso pueda esperar un poco –
Candice asintió, comprendiendo. Ella debía hablar con su “novio” primero.
- Iré a buscarlo de una vez… - le dijo ella – pero antes –
Se alzó de puntitas, pues era pequeña y llevaba zapatillas deportivas. Rozó sus labios con los de él, antes de succionar un poco el inferior, rodeando el cuello grueso del ojiazul con los brazos. Él la tomó de la breve cintura, correspondiendo el beso en el acto e invadiendo la boquita jugosa y cálida de la rubia, en un beso profundo y dulce, lento.
Cuando se separaron, ella le sonrió radiante.
- Lamento haber perdido el celular – dijo en un susurro – y lamento no haberle hecho caso a Annie cuando me hablaba de ustedes –
- ¿Annie? – preguntó él, besando la frente de la chica y acariciándole la piel con los labios.
- Mi amiga, es super fan de Seoklaid, pero nunca le hice caso cuando iba a casa y no paraba de hablar de la banda, en especial de Archie – Terry rodó los ojos, y a Candy le dio risa eso - ¿Qué? Le enloquecen los chicos refinados –
- Remilgados diría yo, pero cada quién. Tal vez podamos arreglar que lo conozca –
Candy se separó un poco de él para mirarlo con los ojos muy abiertos.
- ¿Harías eso? –
- Claro, con tal de deshacerme del Elegante, lo que sea – arqueó la ceja divertido y pícaro, en un gesto que derritió toda a Candy.
- No es tan malo… - él rodó los ojos de nuevo.
- Dejemos de hablar de ese quisquilloso y mejor… – la besó de nuevo.
No parecían tener intención de dejar lo que hacían, cuando un breve carraspeo los interrumpió.
- ¿Otra vez tú? – gruñó Terry.
- Lo siento, sólo quería avisarte que Albert está preguntando por ti – los miró un tanto inquisitivo – Y perdón que me meta, pero ¿no deberían primero hablar con Tony antes de agasajarse? – se cruzó de brazos.
- ¡Largo! – espetó el de ojos de zafiro – Antes de que se me acabe la ración de civilización de hoy – le amenazó.
- Como si me fuera a dejar, cretino –
- ¡No empiecen! – saltó la rubia, y entonces miró a su amor – Esta vez tiene razón Terry, es mejor aclararlo todo, cuanto antes mejor. –
El joven inglés suspiró, resignado, y asintió.
- Está bien, iré con Albert y después estaré un rato en mi habitación. Te veo más tarde –
Archie arqueó la ceja, pero no dijo nada más; las cosas ya estaban bastante peliagudas por ahora, no había necesidad de atizar el fuego.
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…
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Anthony se había ido a la sala de música un rato. Le gustaba estar ahí a solas, para reconectarse con el entorno, aspirar el aroma del ambiente y sentir en las yemas de los dedos la textura de los instrumentos…
Además siempre le ayudaba a relajarse y pensar con claridad. Aunque en esta ocasión no estaba seguro de querer aclararse del todo.
Había escuchado un poco del altercado en el pasillo cuando había salido de la ducha, “No lo acabo de conocer. Yo… conocí a Terry hace meses, en Chicago, pero no tenía idea de quién era”; no pudo seguir escuchando ni salir al pasillo porque Albert eligió ese preciso momento para llamarle y lo entretuvo con un sermón de Padre y Señor nuestro, así que se quedó con esa sola frase dándole vueltas en la cabeza.
Ellos dos se conocían de antes… Las cosas empezaban a cobrar sentido, muy a su pesar. Paseó la azul mirada por todo el sitio, faltaba un rato para que se reunieran todos allí, por lo que decidió que era buen momento para enfrentar a Terry. Salió de ahí, decidido a ir directo al cuarto del castaño, con toda la intención de aclarar también y de una buena vez el asunto ese que le daba mil vueltas y que lo había hecho adelantar su regreso a los escenarios. No comprendía bien lo que significaba el que su amigo y su novia se conocieran desde antes, no racionalmente… Pero no pensaba dejar ir a Candy; era la luz de su universo, quien le hacía sonreír y volver a creer que podía tocar el cielo con las manos, comerse el mundo a mordiscos… No iba a perderla. Punto.
Sin embargo, al llegar a la puerta del británico y justo cuando iba a tocar, escuchó la guitarra de Terry, y su voz, esa perfecta y potente voz de barítono cantando. Una nueva canción…
Hello my friend, we meet again (Hola mi amiga, nos encontramos de nuevo)
It's been a while, where should we begin? (Ha pasado un tiempo, ¿dónde deberíamos empezar?)
Feels like forever (Se siente eterno)
Within my heart are memories (Dentro de mi corazón hay memorias)
Of perfect love that you gave to me (Del perfecto amor que me diste)
Oh, I remember (Oh, recuerdo)
When you are with me I'm free, (Cuando estás conmigo soy libre)
I'm careless, I believe (Soy descuidado, creo)
Above all the others we'll fly (Sobre todos los demás volaremos)
This brings tears to my eyes (Esto trae lágrimas a mis ojos)
My sacrifice (Mi sacrificio)
El corazón le dio un par de latidos doloridos y le faltó el aire. Unió esa canción con la otra que el británico había exigido cantar en vivo, “I want every other freckle”… ¡Dios! Era tan claro como la luz del día lo que Terry sentía por Candy, que el repentino conocimiento de que su amigo la amaba desde hacía sabe Dios cuánto tiempo, le golpeó como si hubiera chocado a 100 Km por hora contra una pared. Eso era lo que en el fondo de su corazón sentía y había querido ignorar. Esa canción…
We've seen our share of ups and downs (Hemos visto nuestra parte de altibajos)
Oh, how quickly life can turn around (Oh, qué rápido puede cambiar la vida)
In an instant (En un instante)
It feels so good to reunite (Se siente tan bien reunirse)
Within yourself and within your mind (Dentro de ti y dentro de tu mente)
Let's find peace there (Encontremos paz ahí)
https://www.youtube.com/watch?v=O-fyNgHdmLI
Él amaba a Candy, estaba seguro de ello. Era un amor dulce, pero también lleno de intensidad y pasión. No, no quería perderla, no quería dejarla ir… No podía dejarla ir.
Anthony se sentó en el piso, recargado en la pared, con la cabeza entre las manos. Terry también la amaba, pero ¿desde cuándo?... ¿Acaso era él, Anthony, el verdadero traidor? El que estaba en medio de un gran amor, aferrándose a algo que no le había pertenecido nunca…
El deseo de retenerla para sí, luchaba contra su alma noble que le decía que debía dejarla ir…
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...
.
Continuará...
, 
uffff que cosa, lástima que en mi oficina no hay ducha helada 
estoy a la mitad tengo que entrar a trabajar 
lo acabo a la hora del 
almuerzo
:juyo:y ustedes ya díganle a todos que se aman con locura. 
