Mi MAYOR DESEO
Por Zanya Granchester.
Por Zanya Granchester.
Capítulo I: “Destino o casualidades”.
¿Recuerdas cuando nos conocimos mi amor?¿Recuerdas nuestra primera cita?¿Recuerdas mi mayor deseo?
De todo lo que me gusta en esta vida es la naturaleza, sentir la lluvia, el aire y el sol. Me hace reflexionar que solo estamos en este mundo de paso, que debemos vivir cada instante y dar a Dios gracias por contar con nuestros cinco sentidos para disfrutar las caricias propias del clima, la visión que nos regala para deleitar la memoria y recrear el mejor de los escenarios para mi historia de amor.
En una tarde de verano, caminaba de prisa a causa de una lluvia torrencial, la espesa neblina no me permitía ver el frente, el ambiente olía a pino debido a la vegetación boscosa de la ciudad. A pesar de la hora del día ya se encontraba oscuro, las nubes negras no daban tregua a que el clima mejorara en lo que restaba de la tarde y lo más seguro es que seguiría lloviendo en la noche.
El agua estaba fría, la prisa por llegar al departamento se debía a que entre mis brazos cargaba los libros que ocuparía para un trabajo de investigación y no tenía forma de protegerlos de aquel aguacero que no pretendía disminuir. Los ríos de lluvia mojaban mis pies, parecía gato recién bañado. No es la primera vez que me sorprende algo así. Uno parece árbol navideño cuando tienes que cargar con toda la rudimentaria para protegerte de la lluvia, parece que uno sale de viaje. El clima de aquí es muy voluble y una persona precavida lleva incluso una balsa y salvavidas.
Iba por la tonta organizando mentalmente mis actividades del resto de la tarde y día siguiente, tenía muchas cosas por hacer que no prestaba atención a la poca visibilidad del momento hasta que otra persona con mayor prisa chocó conmigo. No sabía si reír o llorar. No tenía ese sentimiento por el impacto de la caída sino porque los libros también cayeron al agua, ellos son lo mas sagrado que puedo tener, es un tesoro invaluable que te permite enriquecer tu vocabulario, soñar, te transporta a los lugares más recónditos, viajar por el tiempo y te hace sentir las mil y un emociones.
Tiempo y espacio, dos palabras que se conjugaron en el instante en que chocamos por culpa tuya. “¡Este acontecimiento pasará a la posteridad de mi memoria!” Mis libros se arruinaron, me tendiste una mano para levantarme, pero la rechacé, mi cara era de frustración con un toque de molestia. Te pusiste en cuclillas y tomando uno a uno mis libros pude verte entre sombras, no te distinguí con claridad por la neblina, pero sí por tu voz. Tenías una voz de locutor de radio romántico.
-Discúlpame, el mal tiempo no me permitió ver por donde venías; ¿Te encuentras bien? Lo siento, tus libros se estropearon, tardará días en secarse. Si me autorizas, puedo llevarlos a arreglar o en su caso reponerlos adquiriéndolos en la librería o…
Mientras escuchaba su soliloquio me deleitaba con su voz imaginando su profesión hasta que escuché que deseaba reponerlos. Con esfuerzo y trabajo he comprado uno por uno, ¿Qué se creerá? Suena muy arrogante y seductora su propuesta, pero no me convence, así que antes que alargara su monólogo con sarcasmo lo interrumpí y le dije que me encontraba de maravilla, que había salido a refrescarme en compañía de mis libros y que ellos no salían con extraños mientras estiraba mi mano para que me los devolviera.
Reinó el silencio por un momento hasta que él lo rompió con una carcajada. ¡Se estaba burlando de mí! Esto ya rebasa el límite de mi buen humor. Tratando de hacer evidente mi enojo le di las gracias, le arrebaté las fuentes de mis trabajos escolares y seguí con mi recorrido a casa pensando en este tonto momento.
Camino por inercia programada con la rutina diaria hasta llegar a mi morada. Busco la llave en cada uno de los compartimientos de la pequeña bolsa. Después de un ratito y con la poca paciencia que me quedaba, entré, saludé a mis amigas que estaban leyendo sus copias para las clases del día siguiente, les conté mi pato aventura después de bañarme teniendo en la mano una taza con chocolate caliente para mitigar el frío que sentía en ese momento.
Mis amigas ponían ojos soñadores mientras pestañeaban coqueta y amorosamente, insinuaban que el prospecto podría ser el amor de mi vida, que ya no tendría que preguntar en donde estaba, si en realidad existe o definitivamente tendría el parecido a Tarkán, mi artista favorito, no entiendo turco pero su música es contagiosa además de guapo y alegre según se percibe en sus videoclips.
-¡Qué cosas dicen amigas!, ni siquiera lo pude ver, había demasiada neblina ¡ja,ja!, pero aún así se rio de mí… Mejor cambiemos de tema, ¿Cómo les fue en su día?
Después de ponernos al corriente, cenamos, nos despedimos y cada una se fue a su respectiva habitación. Con cuidado fui desprendiendo las hojas de los libros acomodándoles hojas blancas entre las páginas. Posteriormente, me dispuse a realizar una reseña de los cambios gramaticales en el español.
Días después, continuaba con la rutina de mi vida, pero lo que sucede una vez, no sucede dos veces. Desde aquel día del incidente con ese desconocido decidí tomar las extremas precauciones contra el clima voluble de la ciudad: sombrilla, rompe vientos, abrigo, suéter, guantes, botas para lluvia e incluso agregué un pasamontaña en una mochila amplia para guardar todo ese triquero.
Se han de preguntar la razón por que no tomo un taxi o urbano para trasladarme de un lugar a otro cuando llueve. El primer motivo es porque las calles se encharcan y genera un tráfico espantoso y la segunda razón y mas importante es porque soy una simple estudiante que depende completamente de su mamá y tengo que hacer rendir ese dinero para quince días. Si me pongo a hacer cuentas de las horas que camino en el día aproximadamente sería cuatro horas, todo dependiendo hacia donde me dirija.
De las calles que tiendo a caminar, hay una boutique llamada “Sposa Novias”, creo que su nombre lo dice todo, en sus vitrinas exhiben los mejores modelos de vestidos de novia y no puedo evitar pararme en ocasiones a mirarlos, en particular uno, un vestido bellísimo de manta digno de una princesa rebelde como yo. Siempre que lo observo, me imagino entrando a la iglesia del brazo de mi tío Albert. En lo que recorro el camino con pétalos de rosas para llegar al altar miro a mis seres queridos y amigos y conforme me voy acercando él estira su brazo para darme la mano expresando en su rostro el mas puro, sincero y leal amor.
Annie y Patty son mis damas de honor, guiñan el ojo deseándome lo mejor de ...
-¡Pecosaaa!- dice el desconocido sarcásticamente.
Esa voz me suena conocida. No sé si desear que me trague la tierra. ¿Cómo me reconoció? Se supone que no nos vimos.
-¿Te conozco? No tiendo platicar con extraños- le dije ofendida por llamarme pecosa.
-Mmm, en realidad, no nos conocemos, pero podemos presentarnos- me dijo con una sonrisa de medio lado.
No pude evitarlo, pero también sonreí , no es el mismo chico arrogante de hace unos días, es muy extraño, creo que todos tenemos nuestros ratos buenos y malos. Por más que intenté mantenerme seria no lo logré. Creo que me he enamorado. Mis amigas al fin le atinaron a sus presagios de los encuentros inesperados del destino. Lo describiré brevemente, es alto, moreno, cabello castaño, atlético y unos ojos azul intenso, en pocas palabras: guapo. No le pide nada a mi novio Tarkán. ¿Será qué el chico también tiene una ruta trazada?
-Pues sí, creo que sería lo más adecuado- dije
-Mi nombre es Terence Granchester pecosa y puedes llamarme Terry- dijo el castaño.
Con los ojos entrecerrados le contesté: -Mi nombre es Candice White, mis amigos y familia me dicen Candy, no pecosa, así que espero que no se te olvide-
-Has dicho que solo los amigos te pueden decir Candy, pecosa, ¡ja,ja! Mejor dime qué haces mirando el aparador, no creo que estés comprometida, una novia que está por casarse entraría a la boutique a medirse los vestidos que desee- agregó mirándome al igual que yo lo hice al momento de presentarme.
-Creo que no me simpatizas, y no tengo por qué explicarte cuál es mi situación civil. No tengo prisa, soy estudiante y mi novio por el momento está de viaje trabajando para un futuro juntos- miento vilmente.
-Bueno, lo importante es que no te gusta darme explicaciones, pero con eso es suficiente. Hasta luego, ¡PECOSA!- dijo de manera sarcástica.
Me quedé parada unos segundos sopesando la situación. Mejor me voy, me siento desconcertada, le estoy dando demasiada importancia al desconocido aparecido de la nada, que me recuerda quien sabe por qué si ese día no se podía ver por la neblina y que es tremendamente guapo, atractivo con una voz espectacular y posiblemente bipolar.
Llego al departamento, entro, saludo, nos contamos las anécdotas del día. Annie y Patty insisten que es el destino… Se supone que yo soy la soñadora, no ellas. Quizás el hecho de que ambas tengan novio y estén enamoradas lleguen a crear castillos y un príncipe para mí. No me sugestionaré, es solo una casualidad, una coincidencia. ¡Basta Candy!, ya no pienses en eso. Tengo muchas dudas…
No me concentro, ese chico me ha robado la tranquilidad, si no termino el ensayo será por culpa de él otra vez. Nota mental: “Hacer una lista de todas sus culpas en caso de que nos volvamos a ver”. ¡Otra vez!, deja de pensar en él por favor. Escucharé cantar a mi novio para reanimarme y luego concluiré con mi trabajo…
Ya está, terminé. Apenas y podré dormir dos horas, necesito levantarme temprano para ir a la USBI (Unidad de Servicios Bibliotecario e Informática), estoy realizando un trabajo de investigación para el final del semestre, después de eso me dirigiré a la Facultad a tomar mis clases, voy desvelada por culpa de ese guapo muchacho de ojos azules. “Me gustaría verlo otra vez”.
CONTINUARÁ...