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Somos como caminos paralelos,
que siempre vanos en la misma dirección
pero separados el uno del otro que si poderlo evitar,
hay momentos en que nos cruzamos para abrazarnos
besarnos con ardientes y frenética pasión.
¡Oh, que desconsuelo! Porque a pesar de lo largo
de nuestros caminos es muy efímera nuestra cruzada de amor,
en un abrir y cerrar de ojos cada quien sigue su ruta
infinita que está marcada por el destino.
Somos dos caminos paralelos,
que la vida ha querido mantenernos distanciados
aunque a volvamos a cruzar muestras vías
y así seguiremos en esta porfía dando vueltas
para llegar de nuevo al sitio de partida.
Sin saber dónde y cuándo nos crucemos nuevamente,
para enlazar nuestros cuerpos ardiente ávidos de la pasión
serán breves momentos de dicha y felicidad,
sin preocuparnos que sorpresa nos traerá el mañana
así seguiremos alrededor del mundo,
con la firme esperanza de volvernos a cruzar.
Adjunta Omar
que siempre vanos en la misma dirección
pero separados el uno del otro que si poderlo evitar,
hay momentos en que nos cruzamos para abrazarnos
besarnos con ardientes y frenética pasión.
¡Oh, que desconsuelo! Porque a pesar de lo largo
de nuestros caminos es muy efímera nuestra cruzada de amor,
en un abrir y cerrar de ojos cada quien sigue su ruta
infinita que está marcada por el destino.
Somos dos caminos paralelos,
que la vida ha querido mantenernos distanciados
aunque a volvamos a cruzar muestras vías
y así seguiremos en esta porfía dando vueltas
para llegar de nuevo al sitio de partida.
Sin saber dónde y cuándo nos crucemos nuevamente,
para enlazar nuestros cuerpos ardiente ávidos de la pasión
serán breves momentos de dicha y felicidad,
sin preocuparnos que sorpresa nos traerá el mañana
así seguiremos alrededor del mundo,
con la firme esperanza de volvernos a cruzar.
Adjunta Omar
Para mi Amiga Miena
Por: An Le Mon
Séptima parte
Al sentir que el niño se había quedado dormido, Candy le dio un dulce beso sobre la frente y lo coloco suavemente dentro del carrito. La rubia miro hacia Terry. El chico estaba sentado en la banca, con los codos posicionados en las rodillas y las manos en su cabeza, se le miraba agotado. Totalmente devastado. Y como siempre en silencio, encasillado en sus pensamientos.
- ¡Terry! – sutilmente, Candy tomo asiento a un lado del joven y pregunto algo apenada - ¿cuándo nació tu hijo?
- Hace dos años y Susana murió cuando dio a luz – recargando su cuerpo en la banca, dio un fuerte suspiro y continuo con un tono de vos seco y llena de culpa: “Candy yo a ti no te puedo engañar. No fuimos felices, nunca pude ser su pareja. No cumplí mi palabra, no la hice mi esposa; mucho menos mi mujer”
Las lágrimas del chico comenzaron a brotar. Sabía que estaba con la única persona, que lo había mirado en sus peores momentos y no lo juzgaría. Candy confundida, miro hacia donde estaba el pequeño. Terry observo la duda enmarcada en el rostro de la chica.
- Un día, después de una discusión, Susana sufrió una crisis; salió de casa y…- cada palabra que salía de la voz del chico, era corta por sus sollozos. Había llegado a su límite. Temeroso por la reacción de Candy, continuo con su confesión - cuando la encontraron ¡Había sido brutalmente golpeada y ultrajada!
Las lágrimas del Terry, rondaban tan aprisa por sus mejillas, llevaban ahí instaladas desde hacía mucho tiempo atrás. La rubia por primera vez, se quitó la inhibición y lo tomo entre sus brazos. El recibió el abrazo y apoyo su rostro en cuello de la chica. Candy al igual que el lloraba por su chico engreído.
- ¿Y su mama de Susana? – cuestiono la rubio al mirarlo solo y saber qué rumbo tomar
- ¡Esa bruja! se fue. Dijo que era hijo del pecado y que no cargaría con esta maldición – Candy separándole un poco de ella, limpio las lágrimas de chico con un pañuelo. Terry más tranquilo dijo – ¡pero no es una maldición, pecas! él es un angelito. Míralo tiene alas y una luz increíble, en su rostro.
La rubia dejó correr sus lágrimas, al sentir el dolor del pequeño, al ser despreciado y con el al amor de su vida. Ese chico rebelde inquebrantable, su arrogante inglés, estaba hecho polvo.
- ¿Y qué haces aquí? en nuestra señora de los ángeles – preguntaba la rubia, tan normal, como si pidiera un vaso de agua – pensé que, en Nueva York, estaba tu lugar como un gran actor teatral.
- ¡Pecas, tu no cambias! sigues bien entrometida – se mofaba un poco el guapo inglés, que ahora se encontraba más varonil, con su nuevo estilo.
Candy, con el rostro enrojecido elevo su mano le daría uno bueno en su cabeza. Terry siendo más rápido, alcanzo la mano de la chica y entrelazo sus dedos con los de ella. Sentían como la electricidad corrían por sus venas.
- ¡No te enojes pecas! Sabes, vine a esta ciudad a probar suerte, en el ámbito cinematográfico, pero … - el castaño decepcionado suspiro – es difícil la gente mira a mi hijo como un demonio, así que eh tenido que rechazar ofertas, creo que volveré a Inglaterra; ahí tengo unas propiedades y …
Terry calló cuando sintió la mano de Candy, sobre su boca. Suavemente el chico la quito de sus labios, no sin antes rosar las yemas de los dedos de la chica, sobre la comisura de sus labios y musito: “Pecas”. Sus miradas se encontraron, quedando así un instante internados en su mundo
- ¡Terry, te ayudare! ¡claro! ¿si me lo permites? –La rubia, con firme convicción. Hacia saber la decisión que había tomado. Sabía que, si no se imponía ante el joven inglés, este por su tonto orgullo no se dejaría ayudar.
- ¡Gracias, Candy! pero no. Esto es mi responsabilidad y no permitiré que la sociedad, te juzgue y te margine como lo han hecho conmigo – el joven se agacho y comenzó a juguetear con Miena. esta se prestaba al juego. Entre risa Terry dijo: “sabes que esta damita, es la única que nos hace compañía en las tardes”
-Miena, ¡es una perita mala! ha mantenido su amistad en secreto ¡y lo cuida con recelo! – la rubia, mantenía una mirada de reproche, hacia Miena
- ¡Y tu como siempre! de mona pecas entrometida – la risa de Terry, hizo que por un momento Candy, recordara sus juegos en los jardines del colegio San Pablo – ¡Seguro te colgaste de un árbol! para espiar ¿verdad?
Más tranquilo el chico, recostado sobre el césped y con Miena a un lado, dijo: “ahí Candy, necesitaba tanto esto, reír un poco. Y verte, te he echado mucho de menos. Ya ves, es verdad que todos los caminos conducen a roma. Y los nuestros son caminos paralelos. Venos aquí, tan cerca de ti y sin barreras, esto nos es coincidencia; es nuestro destino pecosa.
- ¡En verdad que la has pasado mal! ¿o me equivoco? – pregunto la pecosa, sentándose a un lado del chico. Miena de inmediato, se fue a echar a un costado de carrito, donde dormía el niño. Candy extrañada, solo la siguió con la mirada
- ¡Pecas! ¡es muy horrible sentir el desprecio! de la gente tonta e insulsa. Sé que debería estar acostumbrado, desde niño eh sido marginado – miro hacia el lugar donde estaba el niño - Pero el, es un dolor más fuerte, eh sentido la rabia atravesar por mis venas y la impotencia; pues no lo puedo defendedlo de toda la sociedad, no lincharían
Terry con ambas manos, tomo la mano de la chica y nuevamente con lágrimas en sus ojos dijo: “la gente nos mira con recelo, eh tenido que dejar pasar oportunidades de trabajo y los hospitales se han vuelto mi hogar. En verdad que este hermoso muñeco, es un guerrero
- ¡Terry! Entonces ¿ahora no tienes trabajo? –el castaño negó con su cabeza – pero supongo que tienes algunas propuestas ¡Sigues siendo muy guapo! – de inmediato la rubia, con su mano libre tapo su boca y se retaba internamente [Candy deja de decir idioteces]
- ¡Aun te gusto, pecas! – Terry decia las palabras con algo de socarronería y la miraba divertido. No cambiaba. Seguís haciéndola sonrojar, con su descarada coquetería
- ¡Terry! eres actos y… bueno… los actores ¡pues sí, son guapos! – nerviosa respondió Candy y molesta con ella misma, dio un fuerte resoplo, mientras pensaba [necesito que cocer mi boca y coordinar mis pensamientos]para salir airosa del embate, levanto su mentón y elevando su naricita – sigues igual de engreído y petulante.
Terry mirando Candy, poso en su rostro una sonrisita, haciendo que a la rubia le temblaran las piernas. El castaño coquetamente elevo una ceja, se acercó a la pecosa y le murmulló al oído: “yo no soy el que te de clara mi admiración, pecas”. Candy enfurecida elevo una mano, a lo cual Terry de inmediato la atrapo, jalando de ella haciendo que su brazo, rodeara su cintura. Entre carcajadas dijo: “¡Oh, no! Se bien tu jueguito Candy”
Ya estaba, la rubia se sabía perdida. Ahora al mirarlo, con su aspecto más maduro, tanto en su complexión, como en la vestimenta, lo hacían verse mucho más atractivo. Había dejado atrás, aquel chiquillo de cabellera larga y camisas de mangas bombachas, que le daban un toque de rebeldía. Para darle paso a un guapo y varonil joven de cuerpo atlético, cabellera corta y lindos trajes estilo “jazz suit”.
Al sentir escudriñado por la mirada de la pecosa. Le llego una sensación algo intimidadora. Haciendo que titubeara en sus pensamientos. Candy desde el colegio, se había adueñado de su corazón.
- Candy ¿vives en esta ciudad? ¿qué haces tan lejos de casa? – se apresuró a preguntar el castaño, al ver que la rubia se disponía marcharse
- Bueno. Albert me consiguió trabajo, en el hospital central y ya verás donde vivimos ¿nos acompañas? - miro a Miena aun sentida - creo que una damita iría gustosa contigo
- Bien ¡vamos princesa! – Terry entrelazo su brazo con el de la pecosa, la rubia se soto de su agarre molesta. Soltando unas buenas carcajadas el chico dijo: “no te enojes pecas. Te aras viejita pronto te parecerás a la hermana Grey´s”.
Candy paso por Alexia. Con miles de disculpas, la rubia justificaba su tardanza. Alexia, se tranquilizó al verla, pues ya estaba con el alma en un hilo. Candy, al mirar la cara de desconcierto de Alexia, ante Terry. Le dijo que en el camino le explicaría.
Y así fue, al subir al auto Candy comenzó a contar la historia, que había entre ella y ese chico. Terry la seguía en su auto, no tenia de otra. Miena se había subido a lado del bebe y ahí se instaló. Para Terry, era una gran alegría saber de su pecosa.
La llegar al apartamento de la rubia. Ella hizo las presentaciones debidas. Con algo de gracia pues no era su estilo, hacerla de anfitrión.
- Terry, mira ella es Alexia. Novia de Albert – Los chicos se miraron con sonrisitas burlonas, como si fuesen unos tontos colegiales. Terry, haciendo gala de sus dotes aristocráticos. Caballerosamente hizo una reverencia
- Alexia. él es Terry. El chico más engreído de Inglaterra y un buen amigo del colegio – la mirada de joven, no era precisamente de agradecimiento, ante la elegante presentación.
Candy se dirigió hacia el pequeño, que ya había despertado y al parecer de buen humor. Lo tomo en brazos y lo llevo con Alexia.
- ¡Y este guapo! es su bebe – Candy miro a Terry, con un enorme signo de interrogación en su rostro, pues no sabía el nombre de pequeño. Alexa, entusiasmada lo tomo entre sus brazos.
- ¡Devén! mi hijo se llama Devén – Terry, presento a su hijo con mucho orgullo.
Alexia miraba al pequeño Devén y acariciando su cabecita. Con voz cortada dijo: “Terry, sabes que tienes mucha suerte. Haber dado tu semilla, para formar a este hermoso y espacial bebe. Y te felicito lo presentas con tanto orgullo. Algunas mujeres nunca tendremos el privilegio, de dar vida”. Alexia, dejo correr una triste lagrima por su mejilla
Candy y Terry, se miran si poder emitir palabra alguna. Y con el lenguaje mudo que ellos bien conocían, se alejaron de la chica. Permitiendo que sus brazos fuesen ocupados, por ese hermoso angelito.
Mirando la espectacular vista, que se percibía desde el enorme ventanal, que tenía la cocina. Cada uno de los chicos, se internó en sus pensamientos
- ¡Terry! – Candy rompió el silencio, que se había alojado en ese momento - ahora ya sabes a donde puedes traer a tu pequeño; en lo que buscas abrirte camino por el mundo del cine – decía la rubia sin quitar la mirada del ventanal
- ¡Pecas! no quiero afectar tu vida personal, ni de trabajo – al igual con la mirada en la hermosa vista. El joven castaño, decía esas palabras llenas de agradecimiento - mucho menos me gustaría que la sociedad te despreciara y te lastimara
Sin pensarlo, pero con un gran deseo, sus miradas se encontraron; al chocar los zafiros contra esmeralda. El náufrago, que se había instalado en sus almas, encontró la brújula perdida. Como si el camino, hubiese sido trazado en líneas paralelas. Como si sus almas hubiesen sido perdonadas y vuelto a juntada por un ser divino.
Días después…
Candy corría a toda prisa por los pasillos. Había sido informada, que en la entrada la esperaban con urgencia. Salió del hospital, con su mirada buscaba a ambos lados. A lo lejos pudo visualizar, ese cuerpo escultura. Alto, gallardo, y de cabellera corta. Impulsiva por naturaleza corrió hacia él.
- ¡Terry! que sucede. ¿Todo bien con Devén? – la chica agitada aun trataba de jalar aire y se abalanzo sobre el pequeño.
- ¡Eh, pecas! Tranquila. Él está bien solo que … - Terry agacho su mirada. Era incapaz de articular una palabra
- ¿A qué hora es tu audición? – cuestiono la rubia, quitando la maleta de pequeño.
El joven ingles se quedó atónito mirando a Candy, no se explicaba cómo esta bruja rubia, lo podía saber todo. La chica se giró junto con la carriola.
- Nos vemos en mi apartamento ¡ah! rómpete una pata y llevas la cena – su riza cantarina, alegro el corazón del joven
Terry corrió a su auto y tomo la carretera para llegar a los estudios, donde sería la audición de la película de un escritor francés. Todos los actores recibieron sus turnos. Uno y otro pasaban, el tiempo se alargaba, Terry nervoso pensaba [caramba creo que será otro día. Candy debe de esta pasándola algo mal con Devén]
Él sabía que Devén, aunque ya tenía dos años no podía caminar, ni gatear, por su falta de fuerza muscular. Sus movimientos no eran seguros. Estaba algo pesado, por tal era más difícil realizar algunas actividades con él. Se levantó para encaminarse a la salida.
- Terry Graham – al escuchar su nombre por primera vez, sintió algo de pánico escénico [tu puedes] se decía internamente. Pues se había quedado parado, sin poder hablar, ni caminar – ¡si no está Terry Graham! entonces pasara …
- ¡Espere! ¡aquí estoy señor! – Terry como ave fénix, resurgió de entre las cenizas y entrego todo lo de si en dicha actuación. Dejando boquiabiertos a todos los presentes.
Salió de los estudios a toda prisa, después de haber dejado su dirección y numero de localización. Tomo su auto y manejo rápidamente, hacia la casa de Candy. El elevador tardaba, así que tomo las escaleras de emergencia. Al llegar al piso de Candy, escucho la vos de un hombre, dentro del apartamento.
- ¡Es un poco pesado! ¿no lo crees? – decía la vos del hombre.
- ¡No! es cuestión de ayudarlo ¿verdad Devén? – era la vos de su pecosa. Esta estaba cargada de molestia. Al parecer le estaba fastidiando la crítica del desconocido.
- Cuando su papa llegue ¡podríamos salir a tomar un café! – preguntaba la vos desconocida, de aquel hombre.
Terry sintió que los celos lo carcomían [¿cómo que salir con mi pecosa? ¿y que hay que tenga un hijo? ¡Terry calma! por Devén. No, no, ¡no puedo! esa pecosa esta en mi camino y si, así lo quiso el destino. Esta vez no voy a perder] toco la puerta algo fuerte
Candy, tomo en brazo a Devén y se apresuró a abrir. Lo recibió con una linda sonrisa
- ¡Terry! ¿cómo te fue? ¿te quedaste? ¿cuándo inicias las grabaciones? – lo bombardeo de mil preguntas. El joven, solo se limitó a darle una picara sonrisa, de medio lado. Tomo en un brazo a Devén y con el otro la atrajo de la cintura, depositando un beso en la punta de su nariz.
Continuara...
"Muchas gracias" por continuar leyendo esta linda historia.
Por: An Le Mon
Séptima parte
Al sentir que el niño se había quedado dormido, Candy le dio un dulce beso sobre la frente y lo coloco suavemente dentro del carrito. La rubia miro hacia Terry. El chico estaba sentado en la banca, con los codos posicionados en las rodillas y las manos en su cabeza, se le miraba agotado. Totalmente devastado. Y como siempre en silencio, encasillado en sus pensamientos.
- ¡Terry! – sutilmente, Candy tomo asiento a un lado del joven y pregunto algo apenada - ¿cuándo nació tu hijo?
- Hace dos años y Susana murió cuando dio a luz – recargando su cuerpo en la banca, dio un fuerte suspiro y continuo con un tono de vos seco y llena de culpa: “Candy yo a ti no te puedo engañar. No fuimos felices, nunca pude ser su pareja. No cumplí mi palabra, no la hice mi esposa; mucho menos mi mujer”
Las lágrimas del chico comenzaron a brotar. Sabía que estaba con la única persona, que lo había mirado en sus peores momentos y no lo juzgaría. Candy confundida, miro hacia donde estaba el pequeño. Terry observo la duda enmarcada en el rostro de la chica.
- Un día, después de una discusión, Susana sufrió una crisis; salió de casa y…- cada palabra que salía de la voz del chico, era corta por sus sollozos. Había llegado a su límite. Temeroso por la reacción de Candy, continuo con su confesión - cuando la encontraron ¡Había sido brutalmente golpeada y ultrajada!
Las lágrimas del Terry, rondaban tan aprisa por sus mejillas, llevaban ahí instaladas desde hacía mucho tiempo atrás. La rubia por primera vez, se quitó la inhibición y lo tomo entre sus brazos. El recibió el abrazo y apoyo su rostro en cuello de la chica. Candy al igual que el lloraba por su chico engreído.
- ¿Y su mama de Susana? – cuestiono la rubio al mirarlo solo y saber qué rumbo tomar
- ¡Esa bruja! se fue. Dijo que era hijo del pecado y que no cargaría con esta maldición – Candy separándole un poco de ella, limpio las lágrimas de chico con un pañuelo. Terry más tranquilo dijo – ¡pero no es una maldición, pecas! él es un angelito. Míralo tiene alas y una luz increíble, en su rostro.
La rubia dejó correr sus lágrimas, al sentir el dolor del pequeño, al ser despreciado y con el al amor de su vida. Ese chico rebelde inquebrantable, su arrogante inglés, estaba hecho polvo.
- ¿Y qué haces aquí? en nuestra señora de los ángeles – preguntaba la rubia, tan normal, como si pidiera un vaso de agua – pensé que, en Nueva York, estaba tu lugar como un gran actor teatral.
- ¡Pecas, tu no cambias! sigues bien entrometida – se mofaba un poco el guapo inglés, que ahora se encontraba más varonil, con su nuevo estilo.
Candy, con el rostro enrojecido elevo su mano le daría uno bueno en su cabeza. Terry siendo más rápido, alcanzo la mano de la chica y entrelazo sus dedos con los de ella. Sentían como la electricidad corrían por sus venas.
- ¡No te enojes pecas! Sabes, vine a esta ciudad a probar suerte, en el ámbito cinematográfico, pero … - el castaño decepcionado suspiro – es difícil la gente mira a mi hijo como un demonio, así que eh tenido que rechazar ofertas, creo que volveré a Inglaterra; ahí tengo unas propiedades y …
Terry calló cuando sintió la mano de Candy, sobre su boca. Suavemente el chico la quito de sus labios, no sin antes rosar las yemas de los dedos de la chica, sobre la comisura de sus labios y musito: “Pecas”. Sus miradas se encontraron, quedando así un instante internados en su mundo
- ¡Terry, te ayudare! ¡claro! ¿si me lo permites? –La rubia, con firme convicción. Hacia saber la decisión que había tomado. Sabía que, si no se imponía ante el joven inglés, este por su tonto orgullo no se dejaría ayudar.
- ¡Gracias, Candy! pero no. Esto es mi responsabilidad y no permitiré que la sociedad, te juzgue y te margine como lo han hecho conmigo – el joven se agacho y comenzó a juguetear con Miena. esta se prestaba al juego. Entre risa Terry dijo: “sabes que esta damita, es la única que nos hace compañía en las tardes”
-Miena, ¡es una perita mala! ha mantenido su amistad en secreto ¡y lo cuida con recelo! – la rubia, mantenía una mirada de reproche, hacia Miena
- ¡Y tu como siempre! de mona pecas entrometida – la risa de Terry, hizo que por un momento Candy, recordara sus juegos en los jardines del colegio San Pablo – ¡Seguro te colgaste de un árbol! para espiar ¿verdad?
Más tranquilo el chico, recostado sobre el césped y con Miena a un lado, dijo: “ahí Candy, necesitaba tanto esto, reír un poco. Y verte, te he echado mucho de menos. Ya ves, es verdad que todos los caminos conducen a roma. Y los nuestros son caminos paralelos. Venos aquí, tan cerca de ti y sin barreras, esto nos es coincidencia; es nuestro destino pecosa.
- ¡En verdad que la has pasado mal! ¿o me equivoco? – pregunto la pecosa, sentándose a un lado del chico. Miena de inmediato, se fue a echar a un costado de carrito, donde dormía el niño. Candy extrañada, solo la siguió con la mirada
- ¡Pecas! ¡es muy horrible sentir el desprecio! de la gente tonta e insulsa. Sé que debería estar acostumbrado, desde niño eh sido marginado – miro hacia el lugar donde estaba el niño - Pero el, es un dolor más fuerte, eh sentido la rabia atravesar por mis venas y la impotencia; pues no lo puedo defendedlo de toda la sociedad, no lincharían
Terry con ambas manos, tomo la mano de la chica y nuevamente con lágrimas en sus ojos dijo: “la gente nos mira con recelo, eh tenido que dejar pasar oportunidades de trabajo y los hospitales se han vuelto mi hogar. En verdad que este hermoso muñeco, es un guerrero
- ¡Terry! Entonces ¿ahora no tienes trabajo? –el castaño negó con su cabeza – pero supongo que tienes algunas propuestas ¡Sigues siendo muy guapo! – de inmediato la rubia, con su mano libre tapo su boca y se retaba internamente [Candy deja de decir idioteces]
- ¡Aun te gusto, pecas! – Terry decia las palabras con algo de socarronería y la miraba divertido. No cambiaba. Seguís haciéndola sonrojar, con su descarada coquetería
- ¡Terry! eres actos y… bueno… los actores ¡pues sí, son guapos! – nerviosa respondió Candy y molesta con ella misma, dio un fuerte resoplo, mientras pensaba [necesito que cocer mi boca y coordinar mis pensamientos]para salir airosa del embate, levanto su mentón y elevando su naricita – sigues igual de engreído y petulante.
Terry mirando Candy, poso en su rostro una sonrisita, haciendo que a la rubia le temblaran las piernas. El castaño coquetamente elevo una ceja, se acercó a la pecosa y le murmulló al oído: “yo no soy el que te de clara mi admiración, pecas”. Candy enfurecida elevo una mano, a lo cual Terry de inmediato la atrapo, jalando de ella haciendo que su brazo, rodeara su cintura. Entre carcajadas dijo: “¡Oh, no! Se bien tu jueguito Candy”
Ya estaba, la rubia se sabía perdida. Ahora al mirarlo, con su aspecto más maduro, tanto en su complexión, como en la vestimenta, lo hacían verse mucho más atractivo. Había dejado atrás, aquel chiquillo de cabellera larga y camisas de mangas bombachas, que le daban un toque de rebeldía. Para darle paso a un guapo y varonil joven de cuerpo atlético, cabellera corta y lindos trajes estilo “jazz suit”.
Al sentir escudriñado por la mirada de la pecosa. Le llego una sensación algo intimidadora. Haciendo que titubeara en sus pensamientos. Candy desde el colegio, se había adueñado de su corazón.
- Candy ¿vives en esta ciudad? ¿qué haces tan lejos de casa? – se apresuró a preguntar el castaño, al ver que la rubia se disponía marcharse
- Bueno. Albert me consiguió trabajo, en el hospital central y ya verás donde vivimos ¿nos acompañas? - miro a Miena aun sentida - creo que una damita iría gustosa contigo
- Bien ¡vamos princesa! – Terry entrelazo su brazo con el de la pecosa, la rubia se soto de su agarre molesta. Soltando unas buenas carcajadas el chico dijo: “no te enojes pecas. Te aras viejita pronto te parecerás a la hermana Grey´s”.
Candy paso por Alexia. Con miles de disculpas, la rubia justificaba su tardanza. Alexia, se tranquilizó al verla, pues ya estaba con el alma en un hilo. Candy, al mirar la cara de desconcierto de Alexia, ante Terry. Le dijo que en el camino le explicaría.
Y así fue, al subir al auto Candy comenzó a contar la historia, que había entre ella y ese chico. Terry la seguía en su auto, no tenia de otra. Miena se había subido a lado del bebe y ahí se instaló. Para Terry, era una gran alegría saber de su pecosa.
La llegar al apartamento de la rubia. Ella hizo las presentaciones debidas. Con algo de gracia pues no era su estilo, hacerla de anfitrión.
- Terry, mira ella es Alexia. Novia de Albert – Los chicos se miraron con sonrisitas burlonas, como si fuesen unos tontos colegiales. Terry, haciendo gala de sus dotes aristocráticos. Caballerosamente hizo una reverencia
- Alexia. él es Terry. El chico más engreído de Inglaterra y un buen amigo del colegio – la mirada de joven, no era precisamente de agradecimiento, ante la elegante presentación.
Candy se dirigió hacia el pequeño, que ya había despertado y al parecer de buen humor. Lo tomo en brazos y lo llevo con Alexia.
- ¡Y este guapo! es su bebe – Candy miro a Terry, con un enorme signo de interrogación en su rostro, pues no sabía el nombre de pequeño. Alexa, entusiasmada lo tomo entre sus brazos.
- ¡Devén! mi hijo se llama Devén – Terry, presento a su hijo con mucho orgullo.
Alexia miraba al pequeño Devén y acariciando su cabecita. Con voz cortada dijo: “Terry, sabes que tienes mucha suerte. Haber dado tu semilla, para formar a este hermoso y espacial bebe. Y te felicito lo presentas con tanto orgullo. Algunas mujeres nunca tendremos el privilegio, de dar vida”. Alexia, dejo correr una triste lagrima por su mejilla
Candy y Terry, se miran si poder emitir palabra alguna. Y con el lenguaje mudo que ellos bien conocían, se alejaron de la chica. Permitiendo que sus brazos fuesen ocupados, por ese hermoso angelito.
Mirando la espectacular vista, que se percibía desde el enorme ventanal, que tenía la cocina. Cada uno de los chicos, se internó en sus pensamientos
- ¡Terry! – Candy rompió el silencio, que se había alojado en ese momento - ahora ya sabes a donde puedes traer a tu pequeño; en lo que buscas abrirte camino por el mundo del cine – decía la rubia sin quitar la mirada del ventanal
- ¡Pecas! no quiero afectar tu vida personal, ni de trabajo – al igual con la mirada en la hermosa vista. El joven castaño, decía esas palabras llenas de agradecimiento - mucho menos me gustaría que la sociedad te despreciara y te lastimara
Sin pensarlo, pero con un gran deseo, sus miradas se encontraron; al chocar los zafiros contra esmeralda. El náufrago, que se había instalado en sus almas, encontró la brújula perdida. Como si el camino, hubiese sido trazado en líneas paralelas. Como si sus almas hubiesen sido perdonadas y vuelto a juntada por un ser divino.
Días después…
Candy corría a toda prisa por los pasillos. Había sido informada, que en la entrada la esperaban con urgencia. Salió del hospital, con su mirada buscaba a ambos lados. A lo lejos pudo visualizar, ese cuerpo escultura. Alto, gallardo, y de cabellera corta. Impulsiva por naturaleza corrió hacia él.
- ¡Terry! que sucede. ¿Todo bien con Devén? – la chica agitada aun trataba de jalar aire y se abalanzo sobre el pequeño.
- ¡Eh, pecas! Tranquila. Él está bien solo que … - Terry agacho su mirada. Era incapaz de articular una palabra
- ¿A qué hora es tu audición? – cuestiono la rubia, quitando la maleta de pequeño.
El joven ingles se quedó atónito mirando a Candy, no se explicaba cómo esta bruja rubia, lo podía saber todo. La chica se giró junto con la carriola.
- Nos vemos en mi apartamento ¡ah! rómpete una pata y llevas la cena – su riza cantarina, alegro el corazón del joven
Terry corrió a su auto y tomo la carretera para llegar a los estudios, donde sería la audición de la película de un escritor francés. Todos los actores recibieron sus turnos. Uno y otro pasaban, el tiempo se alargaba, Terry nervoso pensaba [caramba creo que será otro día. Candy debe de esta pasándola algo mal con Devén]
Él sabía que Devén, aunque ya tenía dos años no podía caminar, ni gatear, por su falta de fuerza muscular. Sus movimientos no eran seguros. Estaba algo pesado, por tal era más difícil realizar algunas actividades con él. Se levantó para encaminarse a la salida.
- Terry Graham – al escuchar su nombre por primera vez, sintió algo de pánico escénico [tu puedes] se decía internamente. Pues se había quedado parado, sin poder hablar, ni caminar – ¡si no está Terry Graham! entonces pasara …
- ¡Espere! ¡aquí estoy señor! – Terry como ave fénix, resurgió de entre las cenizas y entrego todo lo de si en dicha actuación. Dejando boquiabiertos a todos los presentes.
Salió de los estudios a toda prisa, después de haber dejado su dirección y numero de localización. Tomo su auto y manejo rápidamente, hacia la casa de Candy. El elevador tardaba, así que tomo las escaleras de emergencia. Al llegar al piso de Candy, escucho la vos de un hombre, dentro del apartamento.
- ¡Es un poco pesado! ¿no lo crees? – decía la vos del hombre.
- ¡No! es cuestión de ayudarlo ¿verdad Devén? – era la vos de su pecosa. Esta estaba cargada de molestia. Al parecer le estaba fastidiando la crítica del desconocido.
- Cuando su papa llegue ¡podríamos salir a tomar un café! – preguntaba la vos desconocida, de aquel hombre.
Terry sintió que los celos lo carcomían [¿cómo que salir con mi pecosa? ¿y que hay que tenga un hijo? ¡Terry calma! por Devén. No, no, ¡no puedo! esa pecosa esta en mi camino y si, así lo quiso el destino. Esta vez no voy a perder] toco la puerta algo fuerte
Candy, tomo en brazo a Devén y se apresuró a abrir. Lo recibió con una linda sonrisa
- ¡Terry! ¿cómo te fue? ¿te quedaste? ¿cuándo inicias las grabaciones? – lo bombardeo de mil preguntas. El joven, solo se limitó a darle una picara sonrisa, de medio lado. Tomo en un brazo a Devén y con el otro la atrajo de la cintura, depositando un beso en la punta de su nariz.
Continuara...
"Muchas gracias" por continuar leyendo esta linda historia.
que ni crea que tiene oportunidad con Candy 
gracias estuvo genial 
me encanta!! 
