Capitulo 2 METAMORFOSIS
No encontraba la hebra del hilo del segundero de mi razón. Karen, -susurre tratando de evitarla, me volvió a recargar sobre las paredes del ascensor y volvió a saltar mis labios. Ahora lo hacía con mayor fuerza succionaba, he invadía mi boca con su lengua con voracidad y desespero, en un instante creí que los arrancaría con las ardientes mordidas que daba sobre ellos.
-¡Karen! – susurre con temor sobre sus labios y la empuje con algo de fuerza. Necesitaba respirar y dejar de sentir como la sangre que corría por mis venas tenía fuego.
-Lo siento Paty, Yo…
-Karen…, esto no está bien. Es inmoral, es animal, va contra las leyes de Dios y de la sociedad, tal vez solo esté confundida yo..., yo.. ame a Stear –mis lágrimas comenzaron a rodar por mis sonrojadas mejillas, sabía que estaba lastimando sus sentimientos y negando los míos.
-Paty…, dime…, ¿que se le va a hacer a este sentimiento? que ha enlazado nuestros corazones,
-con la ternura de una mujer enamorada me tomó entre sus brazos, para consolar mi llanto-. Mi tierna Paty, el amor no sabe de de formas o colores, solo se da sin planearlo ni pensarlo. Ella lloraba también.
Al escuchar los sollozos de la mujer, por la que latia mi corazon, me sentí miserable, un gusano. Enrede mis brazos en su cintura y apreté más el abrazo, Juntando aún más nuestros cuerpos; la quería, la deseaba, pero…, tenía miedo. Miedo a la lo que afrontaremos, pero me sentía valiente, al sentir el vivo y rápido latido de mi corazón enamorado. Sabía que en esos momentos pronuncié a Stear por querer alejarla.
El ascensor se abrió súbitamente y muy a mi pesar tuve que cortar el abrazo. Salimos del mi edificio y caminos por la acera, en dirección del lugar donde había dejado estacionado mi auto.
Inesperadamente Karen entrelazo nuestras manos, mis manos sudaban y mis piernas, tropezaban a cada paso. Los terribles nervios se habían alojado en mi cuerpo. Temerosa mire a karen.
-Las amigas, pueden caminar asi –Karen elevó nuestras manos entrecruzadas y comenzó a reír. ¿Amaba a esa mujer? no lo sé, tal vez me hechiza su espíritu de libertad.
-No está bien Karen, –dije con la cabeza baja.
-Y que se le va hacer ¿ah? –la ternura de su mirada sacó de mis labios una sonrisa-. Lo que opinen los demás esta de mas, somos libres palomas con derecho a dirigir el andar de nuestro vuelo.
Como dos chiquillas enamoradas, salimos corriendo esquivando a la gente, que caminaba por la acera, sin soltar nuestras manos, al contrario apretamos más el agarre.
Ironías de la vida, que podría tener de especial, mirar a dos mujeres tomadas de la mano. De la privacidad de sus sentimientos, no saldrían subtítulos.
Al despedirse Karen mencionó:
-No podré venir en dos días, la prueba de vestuario y los ensayos antes del estreno me mantendrán ocupada, pero prometo recompensarte -me dijo lanzando una mirada seductora.
En esos dos días yo le di muchas vueltas a lo sucedido y aunque anhelaba volver a sentir aquellas sensaciones y caricias me debatía entre lo correcto e incorrecto, lo moral e inmoral, lo que pensaba mi razón oh lo que sentía mi corazón.
Los días pasaban tan lentos para mi. Me había internado en mi trabajo, no salía ni para comer; mis ojeras bajo sus ojos, delataban la falta la ausencia de un buen descanso en mi. Más que de costumbre mis pensamientos eran ausentes se dejaba a la vista de cualquiera que visitara la biblioteca.
Cada que la campanilla de la entrada sonaba mi corazón sufría un sobre salto. Llevaba días evitando todo encuentro con Karen.
La última noche que había estado en mi departamento, después de mucho pensarlo, decidí trasladarme a un departamento que me había heredado mi abuela Martha, exactamente a una cuadra de la biblioteca.
Al escuchar la campanilla de la puerta de la biblioteca mi pulso se aceleró al mirar una larga cabellera castaña.
- ¿¡Karen!? –musite y mis ingratas piernas corrieron hacia el pasillo donde la cabellera castaña había adentrado –Ka…, ¡ay! Perdón señorita yo… yo n… no.
La mujer se me quedó mirando un tanto extrañada, el tartamudeo que nuevamente se apoderaba de mí, la estaba incomodando. Expectante por mi reacción impropia, la mujer preguntó con toda rapidez.
-“ Bonjour mademoiselle, pourriez-vous me donner le roman “Á la recherche du temps perdu” (buenos días señorita, me podría proporcionar la novela “En Busca de Tiempo Perdido”)
Mi mirada se empaño por unas acuosas lágrimas, el motivo no era que no hubiese entendido lo que la señorita pedía “¡No!” si no por que; muy dentro de mí, cada uno de los días desde que supe que Karen se encontraba en Florida y yo me ocultaba, guardaba toda esperanza en que Karen me buscase y me invitara a sumirme en esa pasión prohibida.
- “¿s’ils en avaient une copie? ¡oh! Excuse I needed” (¿si contara con algún ejemplar? ¡oh! Disculpe… yo… necesito…) –Me sentía sumamente avergonzada al ver que se me habían acumulado dos perlas cristalinas en mis ojos.
Parpadee a toda prisa necesitaba deshacerme de la mala imagen que estaba dando a mis clientes [¿que te pasa patricia? ¿por qué deseas que te encuentre, acaso no eres tú la que huye?] me rete internamente. En un instante recompuse mi mal semblante ante la clienta y dije:
- “ne vous inquiétez pas mademoiselle, excusez-moi ma stupéfaction, descendez dans ce couloir ici nous avons ce grand roman que vous recherchez et bien d'autres avec le même thème”- ( No se preocupe señorita, disculpe usted mi aturdimiento, venga por este pasillo aquí tenemos esa gran novela que usted busca y muchas más con la misma temática) Dije con la mejor de las entonaciones. Debía recuperar credibilidad.
Me alegré un poco, le había vendido a la francesita más de cinco novelas. Desde el umbral de la puerta la chica francesa dijo:
-Ce fut un plaisir Paty, nous nous verrons ¿non? (fue un gusto Paty, no veremos ¿verdad?) después de regalarle un coqueto guiño de ojo, la francesa cerró tras de ella.
Mi corazón dio un brinco, al darme cuenta del ensanchamiento de mis mejillas, provocado por la estúpida y enorme sonrisa con la que despedía la joven [Dios ¿que es lo que hago? ¡ahora si que perdí un tornillo! Es mi clienta, vendo libros… no es una plazuela, ni coqueteo ¿coqueteo? ] me llevé las manos al rostro y sin importar el lugar dije en voz alta:- ¡estoy enferma!
-¡Cómo que estás enferma! ¿que tienes Paty?
Mis ojos se posaron en uno rubios y alocados rizos, en cuanto se topé con la mirada de la dueña de estos, encontré unos hermosos ojos verdes que me miraban con angustia.
-¡No morirás! ¿verdad? No antes de conocer a mi engreído.
Candy se llevó la mano a su diminuto vientre abultado. Tras de ella una carcajada sonora se escuchó.
-Te dije que será mona pecas, -dijo el varonil hombre.
-Ssssh –silbé entre dientes al sentir la mirada quejumbrosa de mis clientes-. Chicos que gusto pasen por aquí.
Tomé al par de tortolos y los guié a mi oficina. Ya dentro de una zona privada, corrí y los abracé, con ternura con mi mano acaricie su apenas visible bulto.
-¡Candy! ¡amiga! porque que no me han hablado, los hubiera esperado… pues… no se… talvez con algunas viandas.
-No podemos comer algunos libros -dijo Terry olfateando el ejemplar H, Rider.
-Chistoso el papa –dije lanzando una mirada de advertencia hacia Terry.
-No te preocupes amiga. Lo más importante está aquí –Candy estiró su brazo hacia Terry y nos unimos los tres en un abrazo.
Terry salió de la la oficina dándonos la oportunidad para ponernos al día.
-Cuanto tiempo amiga –Candy entrelazo mis manos “que tiene de especial dos mujeres que se dan la mano” pensé evocando en los recóndito de mis recuerdos a Karen.
–Paty ¿por qué tus ojitos se ven cansados? y mira tienes encasilladas tus lágrimas.
Mi amiga dio un gran suspiro recobrando “según ella” la compostura. Pero mi aspecto pálido y marchito no ayudaba en nada.
-No pasa nada amiga, es solo que extraño a Martha y bueno ya sabes –tire dos fuertes palmadas al aire. Había comenzado a ser mi costumbre desde aquella noche cuando […] –pero dime, como que seré tía.
Mi amiga enmarco su picardía. Yo sabía que estaba a punto de escuchar lo no preguntado.
-Bueno Paty, era noche muy noche él despertó y yo también en cuanto sentí como bajaba mis…
-¡Basta Candy! –Me me llevé las manos a los oídos.
-No, esto lo debes saber para cuando te cases –ambas reímos a carcajadas, aunque eran improperios de mi amiga, era tan gracioso que no caían en la vulgaridad la forma de como lo decía.
-Listo señoritas, espero que les haya alcanzado el tiempo para comerse a unos cuantos mortales –dijo Terry con su ya acostumbrada altanería.
- ¡Ah Terry! ¡cuando dejaras de decir sandeces? –le dije detrás de un fuerte resoplo.《Si supieras que al que nos comíamos, era a ti》
Mire a mi amiga y encontré un brillo especial en sus ojos, la forma en la que Candy veía a Terry, daba la sensación, de que en cualquier instante comenzaría a levitar.
–No había otra cosa mejor para ti, un libro que pudieras comerte.
-Que chistosa Paty –dijo Terry rompiendo en carcajadas, vaya que la gordita como te dijera en los tiempos de colegio ha cambiado tanto.
-Terrence –de inmediato Candy lo retó, ella nunca ha estado gordita.
El castaño colocó su mejor sonrisa en medio de una expresión angelical en su rostro, y daba muestra de sus dotes histriónicas.
-¡Ah…! Terry, eres mi esposo y se muy bien lo buen actor que eres, así que deja de protagonizar al arcángel Gabriel y pide una disculpa.
-No, Paty sabe que es un juego, y anda debemos irnos que tienes que dormir un rato.
Mi querida amiga soltó un suspiro de cansancio.
-Es verdad el viaje de New York, a la Florida ha sido largo y mis pies están algo hinchados, pero lo primero que quería hacer bajando el tren era venir verte Paty.
–Despídete pecas, pero sin tardar, después tendrán un buen rato en el teatro para seguir comiendo humanos o humanillas. -nos guiño el ojo.
Ambos soltamos una risita cómplice. Sí que hacíamos buena mancuerna, sobre todo si se trataba de re-bautizar gente, Terry era el especialista.
- ¡Eh…! ¿como…? en el te… tea… tea… tro -dije con nerviosismo.
Candy me miró un tanto alarmada por la manera tan extraña en la que empecé a tartamudear las palabras.
Candy recordó que solo la vio hacer eso una vez y es cuando la jalara a bailar con Stear en el festival de mayo.
-Si Paty, en el teatro –dijo Terry, tomando por las mejillas a Candy y dejado caer un suave beso en sus labios finalizando con un ligera mordida en su labio inferior. El castaño sabía cómo despistar a su rubia. Candy floto y Terry aprovechó para guiarla a la salida no sin antes decir: -A las cinco y diez habrá alguien esperando por ti en la puerta trasera del teatro.
–En ese instante sentí galopar mi corazón.
Se puntual Patricia, cuando te dejen pasar, ve a su camerino es el "A" –mirándola dudoso le dio una pequeña sonrisa de medio lado -cinco no lo olvides.
Mis mejillas se enardecieron, ¿de que me había perdido? ¿por que Terry me miro así? No lo pude evitar fruncí el ceño, lo mas que pude trate de no exponerme más ante él.
Con la voz cargada de incomodidad le dije: -Ahí estaré y tratare de ser puntual.
-No quieres ir amiga –me dijo Candy, con la expresión más tierna, la maternidad se estaba apoderando de toda ella.
-Claro que sí, estaré ahí con mucho gusto.
[susto, cargado de miedo, pánico] eso lo pensé mientras agitaba la mano al aire para despedir a mis amigos.
Mirando mi reloj había llegado puntual, para ser sincera conmigo misma moría por estar aquí, me he adelantado por media hora. Media hora en la cual he estado afuera de la puerta con una gran encrucijada entre llamar o darme la media vuelta, después podría excusarme con Candy, con alguna mentira.
Oh el gran poder de los imanes no me lo permitía regresar por donde vine, repentinamente la puerta se abrió y un joven muchacho me llamó por mi nombre, yo aún dudosa por entrar me acerqué al joven, este con una velocidad no me permitió hablar y tiró de mi brazo de inmediato cerrando la puerta.
-Joven yo…
-Es usted patricia O'Brien.
-Si.
-Ah bueno hasta aquí con usted, órdenes del señor Graham.
-Graham, has dicho espera… –Mis ojos muy abiertos solo miraron como se alejaba el chico-. ¡Terry...! ¡¿Qué planeas semejante cretino?!
Entre murmullos con palabras altisonantes caminaba por los pasillos, ¡como te atreves Granchester! había formado un laberinto lleno de gente que corría de un lado a otro, intente detener a dos personas a su paso pero ninguna me puso atención cada quien estaba en su labor era el estreno de la obra teatral sueño de una noche de verano en la bella ciudad de Florida.
[llegué] pensé al mirar el camerino "A" la puerta se encontraba entre abierta y empuje un poco de ella. Con algo de duda mire por el espacio abierto. Mi loco corazón hizo mancuerna con las mariposas que llegaron a mi estómago.
Ahí estaba ella Karen Kleiss, la persona por la cual me había escondido y cambié de departamento en dos días, la persona en la que pensara cada que sonara la campanilla de la biblioteca. La mire cambiandose de ropa, la fina bata de seda se deslizó por el cuerpo de Karen cayendo hasta el suelo dejándola totalmente desnuda.
Solo abrí los ojos aún más al ver aquel cuerpo tan perfecto ante mí, la observé de arriba a abajo, sus pechos blancos y redondos perfectamente formados con sus aureolas rosadas como si invitaran a ser probados, la línea de su columna tan perfecta terminando en sus bien definidos glúteos. Sólo dejé escapar un pequeño gemido para mí, mientras no podía dejar de admirarla.
Continura...
Última edición por Saadesa el Lun Abr 06, 2020 1:56 pm, editado 3 veces