Hola
Les a pasado que ven a Candy a Terry hasta en la "sopa".
Pues a mi así me pasa, casi más en películas
Digo esté es Albert o aquel terry
Pero la vez que asisti al hospital de tlaxcala los ví
Al doctorcito Terryncy enojon y sí estaba guapeton ( me siento una asalta cunas pero que quieren tengo ojos)
Y la chica del haceo muy joven y linda ella
Me llamo la atención. El arrogante y enojon y ella muy amable pidendo permiso para realisar su labor
Y "atracción "
Y bueno algo de imaginacion
POR LA AMISTAD Y LOS BUENOS.
RECUERDOS
Con mucho cariño para ustedes:bouquet::blossom::mushroom::feet::blush::kissing_heart::cherry_blossom::tulip::four_leaf_clover::sunflower::hibiscus::hibiscus::innocent::yum:
CITAS NO CONCERTADAS
Por : Analilit:tulip::tulip:
Segunda parte
Rápidamente pasaron dos semanas desde que iniciará su trabajo y como Chayito pronóstico conoció a la mayoría de las eficientes enfermeras y doctores
A la distancia pudo observar al doctor granchester haciendo gala de su seriedad y afamado mal genio.
-Doctor por favor revise otra vez mis expedientes. Ya encontré los exámenes clínicos que me faltaban por favor podría aprobarlos.
-¡Señor Leonard, por favor revise nuevamente su hoja y rectifique usted mismo, que estén todos los exámenes clínicos que se le han pedido y en orden, cuando esté plenamente seguro, consulte con mi enfermera, ella le dirá cuándo puede venir a verme!.
Exclamó con seriedad el médico.
-¡Doctor doctor! -Lo llamo una mujer mayor -Ya vine para mi consulta.
-Señora Miriam, ya le avisé que no la voy a consultar, hasta que venga alguien con usted. Una persona de su edad tiene que venir acompañada de algún familiar.
-No vengo sola doctorcito me acompaña mi nieta Miri.
Una hermosa chica castaña se aproximó y sonrió coquetamente al doctorcito. Sí "doctorcito" pues su abuela le había hablado de lo guapo que era este hombre y ella llevada por la curiosidad se ofreció acompañar a su abuela y no salió defraudada ya que el hombre era realmente guapo.
-Buenos días doctor mucho gusto mi nombre es Miriam y vengo acompañando a mi abuela y desplegó una hermosa sonrisa con coquetería
El hombre arrugó el entrecejo y la miró con seriedad y ojos fríos.
-¿Así que usted es su nieta?. Hace tiempo que quería hablar con los familiares de Miriam , para que me explicarán la razón por la cual envían a una mujer de su edad sola a sus consultas. Así que pase señorita tenemos mucho de qué hablar.
No imaginaba la joven la reprimenda qué recibiría.
-¡Isabel!
Llamó con un grito a su enfermera.
-¿Sí doctor?.
-Por favor revisa entre las personas que están aquí. Quiénes son los que deben pasar a mi consulta.
Ordeno con voz dura mirando con seriedad a las personas ahí reunidas .
-Enseguida doctor.
Candy escuchaba todos los días regaños como esos y se alegró de que el consultorio del medico, fuera el primero en asear, así no tendría que soportar sus regaños.
También conoció más del doctor Tony. Supo que era muy coqueto y que traía a la mitad de las enfermeras suspirando por él ya que no dudaba en coquetear con quien fuera, que llevara falda
Por otro lado, también conoció la doctora Elisa, quién efectivamente tenía un carácter especial.
Pero era debido a la pasión que sentía por su trabajo. Que al ser pediatra se enfadaba cuando cuando los niños no eran debidamente atendidos y cuidados por sus padres.
Cuando esto sucedía eran severamente regañados por la estricta doctora, que atendía a los infantes con mucha dedicación y amor.
Por lo cual los padres siempre solicitaban la consulta con la doctora Legan aunque fueran severamente regañados.
Y, ese día no era la excepción, desde muy tempranito varios padres y madres aguardaban la llegada de la doctora, Elisa, ansiosos para poder atender las dolencias de sus pequeños.
Algunos padres esperaban sentados y otros andando de aquí para allá intentando distraer a los chiquillos.
Cuando de pronto, un chiquillo comenzó a vaciar su estómago en medio del pasillo, su pobre madre muy preocupada lo sostenía abrazado desde atrás acariciando la espalda del pequeño llorón, consolandolo.
Algunas madres se aproximaban ayudar mientras otros sólo observaban conteniendo las muecas de asco.
Candy que estaba terminando su labor de limpiar el piso y fue de las primeras en acercarse, dejando de lado su trabajo y sus utensilios.
Y cuando el chico dejó de devolver el estómago la joven madre comenzó a buscar en su bolso algo con que limpiar el suelo.
-Señora no se preocupe yo limpiaré.
-Lo siento señorita déjeme ayudarla a limpiar ya le e dado más trabajo discúlpeme.
-Por favor no se moleste este es mi trabajo mejor atienda al pequeño . Y no se preocupe, en cuanto la doctora Elisa, llegue su niño será muy bien atendido.
Le decía Candy mientras con mano rápida limpiaba el suelo.
A pocos metros de allí la doctora Elisa y otros dos médicos observaban lo ocurrido. Fue la doctora quién se acerco de inmediato al niño, que continuaba llorando por el dolor de su pequeño cuerpecito y haciendo arcadas queriendo vaciar el estómago. Aunque al parecer ya estaba vacío.
La doctora se apresuró a tomarlo en brazos y tocando su frente preguntó a su madre.
-¿Desde hace Cuántas horas tiene fiebre?
La madre titubeó al responder
-Desde hace pocas horas
La doctora la miró severamente y habló con su enfermera.
-Elbia, ¿ya has checado los signos vitales al niño?.
-No doctora es el paciente número 8a
-¡Pues sígueme dentro para tomarle los signos vitales, lo atenderemos de inmediato.
Y las tres mujeres entraron al consultorio.
Candy estaba por retomar su labor cuando a su espalda escuchó un…
¡¡Crooaass !!
Seguido de un ensordecedor grito.
-¡¡Quién demonios dejo esto aquí!!
Al girar vio, como un enorme hombre muy endiablado sacaba un antes seco y pulcro zapato de la cubeta que utilizaba para limpiar el piso ella Sólo alcanzó a decir
-¡Yo no lo deje allí!
Pero antes que alguien la escuchara él endiablado gritó espantosamente.
-¡¡NEIL!!
A las espaldas del hombre se escucharon Sonoras y burlonas carcajadas de un hombre pelirrojo que gritaba.
-¡¡Te lo mereces grandchester, por tu culpa perdí mi trabajo!!
Le gritó carcajeando estruendosamente, mientras se dirigía volando a la salida. El doctor Granchester trato de seguirlo y darle su merecido, pero Tony lo detuvo.
-Tranquilo, Terry, no le des importancia se va armar un escándalo y te vas a meter en problemas, mirá todos te observan .
Recorrió con la mirada la sala de espera y confirmó que muchos curiosos lo miraban, unos con preocupación y otros con burla, pues conocían el carácter del joven médico.
-Tienes razón Tony. Pero si lo despidieron no fue por mi culpa, sino por su holgazanería y por maltratar y destruir expedientes médicos, con análisis clínicos, que los pacientes tienen que volver a realizar.
-Lo sé, pero ya no te enojes. Èl no trabaja más aquí. De ahora en adelante será problema de alguien más. Dame tus llaves voy por tus tenis al coche, para que te los cambies.
Ambos bajaron la vista al chorreante zapato y Tony no pudo evitar soltarse a las carcajadas.
Terry sólo negó con la cabeza y refunfuñando pretendió dirigirse a su consultorio, cuando escuchó una vacilante voz.
-Disculpe doctor podría por favor ayudar a secar su zapato.
Sin dignarse a mirarla respondió a un gruñendo.
- ¡No gracias!
-Por favor.
Insistió la muchacha,
-Para que no vaya chorreando el piso hasta su consultorio.
El joven doctor regresó la vista sobre sus pasos y vio los charquitos de agua que estaba dejando.
-Está bien.
Respondió, más sosegado, a la dueña de la voz y miró a la joven que casi incada secaba su zapato con paños limpios.
La observó y conjeturo que debía ser la nueva encargada de la limpieza. Sin duda alguien más agradable de contemplar que a Neil.
Aunque ahora sus ropas no le favorecian pues eran amplias y sencillas. Aun así comenzó a recrearse con la figura de la muchacha.
-Listo, muchas gracias doctor.
Dijo la joven, pero no se levantó siguió secando el suelo con el paño. El médico la observó un poco más y solo respondió.
-Gracias.
Y se dirigio su consultorio.
Más tarde, Candy, ingreso al consultorio de Terry para hacer la limpieza, mientras Él, consultaba a su último paciente.
En realidad ya había hecho el aseo por la mañana, pero buscaba una excusa para pedir disculpas, por el incidente de ese día .
Toc, toc.
-Permiso.
Pidió Candy, Terry con un movimiento de la mano la invitó a entrar siguiéndola con la mirada. Ella comenzó a trabajar con mucho cuidado.
-Por favor señora Marta, siga el tratamiento al pie de la letra y saqué una cita para el próximo mes para que veamos cuál es su mejoría.
- Gracias doctor, así lo haré. Buenas tardes.
Dijo la mujer tomando su receta y sus medicamentos, se dirigió a la salida. La enfermera Isabel Fortun, acompañó a la paciente a la puerta, mientras Terry acomodaba los expedientes.
-Isabel por favor lleva todos los expedientes del día a, archivo.
-Sí, doctor.
Isabel tomó los expedientes y salió. Candy, había terminado el aseo del consultorio cuando vio el zapato de Terry en la ventana lo tomó y comenzó a frotarlo con un paño para secarlo mejor. Terry observó a la acción y se acercó.
- No te preocupes, por favor deja de hacer eso, es sólo un zapato.
Con la mirada gacha, la muchacha se disculpó.
- Lo siento doctor yo no deje la cubeta allí. Pero aún así me siento culpable.
- No te preocupes muchacha, fue Neil quién lo hizo no tú.
- Gracias por su comprensión doctor Granchester.
Candy elevó la vista y le regaló una linda sonrisa.
Terry la observó no sólo tenía una figura hermosa, sino que además un rostro angelical de piel Clara y bellos ojos grandes y expresivos su cabello castaño muy muy claro dorado, estaba peinado en un chongo apretado en su nuca pero de sus sienes escapaban unos travieso rizos.
Pero lo que más le gustó fue, que su nariz estaba salpicada de lindas, hermosas y coquetas pecas que le daban un aire inocente a su rostro y... ante su descubrimiento sonrío.
Candy fue consciente de su escrutinio y frunciendo la nariz, Ella lo imito y encontró a un hombre alto y sumamente guapo, con cabellos oscuros, sonrisa retorcida y unos hermosos ojos azul marinos que la miraban con burla y diversión.
-¡Qué! ¿tengo monos en la cara?
Pregunto, frunciendo su nariz nuevamente. Terry lanzó un alegre y sonora carcajada que nunca antes se había escuchado en este consultorio.
Candy lo miró divertida y lo acompañó en su risa pensando.
" Este es el doctor con el genio de los mil demonios. Por eso la doctora Elisa resultó ser un ángel"
Él respondió riendo alegremente .
-No, no tienes monos. Pero sí muchas pecas tantas como estrellas en el firmamento y también bailan.
Candy se llevó las manos a las mejillas
-¿Bailan? -Preguntó la joven intrigada.
-Si, pecas bailarinas, lo hacen cuando fruces la nariz o sonríes y apuesto que también danzan cuando te enojas. Jajaja
Candy se sonrojo y levantó su naricita y restándole importancia le dijo.
-Sí, así es tengo pecas, muchas pecas, es mi exclusiva colección de pecas.
-¿Colección?
-¡Si! yo las colecciono, mire está la obtuve en la primera vez que vi el mar jugué tanto en la playa que casi me da insolación.
Estás de aquí -- Dijo acercándose y parándose de puntillas para que las viera mejor-- Son por los nervios de los exámenes y las más pequeñitas dicen que son de preocupación y estoy segura que seguiré coleccionando más.
-Así y ¿porque son exclusivas?
Preguntó Terry divertido. Candy encogiéndose de hombros comenzó a recoger sus enseres de aseo y respondió.
-Si, estás pecas. --Dijo señalando las.-- Son muy queridas. Yo amo mis pecas y son exclusivas porque. ¿A cuántas chicas pecosas conoce?.. no todas somos favorecidas con este regalo y si las tienen no les gustan.
Y consultando su reloj se despidió.
-Buenas tardes doctor Granchester.
-Hasta pronto pecosa.
La joven tenía razón, conocía a pocas personas pecosas o quizás sí las conocía... pero las pobres pecas estaban ocultas bajo toneladas de maquillaje, sonrió no sabía que le gustaban las pecas.
-¿Te encuentras bien Terry?
Preguntó la enfermera Isabel, entrando nuevamente al consultorio.
-Por supuesto.
Contestó cambiando su sonrisa a una expresión de seriedad.
-¿Tenemos citas por la tarde Isabel?
-No, sólo las dos cirugías programadas, aquí están los expedientes doctor.
-Gracias, nos vemos por la tarde.
Y Terry salió del consultorio.
-Hasta luego Terry.
Se despidió Isabel suspirando como siempre por el guapo doctor
Continuara...
Sobré advertencia no hay engaño soy bien ROSA:tulip::tulip:
Les a pasado que ven a Candy a Terry hasta en la "sopa".
Pues a mi así me pasa, casi más en películas
Digo esté es Albert o aquel terry
Pero la vez que asisti al hospital de tlaxcala los ví
Al doctorcito Terryncy enojon y sí estaba guapeton ( me siento una asalta cunas pero que quieren tengo ojos)
Y la chica del haceo muy joven y linda ella
Me llamo la atención. El arrogante y enojon y ella muy amable pidendo permiso para realisar su labor
Y "atracción "
Y bueno algo de imaginacion
POR LA AMISTAD Y LOS BUENOS.
RECUERDOS
Con mucho cariño para ustedes:bouquet::blossom::mushroom::feet::blush::kissing_heart::cherry_blossom::tulip::four_leaf_clover::sunflower::hibiscus::hibiscus::innocent::yum:
CITAS NO CONCERTADAS
Por : Analilit:tulip::tulip:
Segunda parte
Rápidamente pasaron dos semanas desde que iniciará su trabajo y como Chayito pronóstico conoció a la mayoría de las eficientes enfermeras y doctores
A la distancia pudo observar al doctor granchester haciendo gala de su seriedad y afamado mal genio.
-Doctor por favor revise otra vez mis expedientes. Ya encontré los exámenes clínicos que me faltaban por favor podría aprobarlos.
-¡Señor Leonard, por favor revise nuevamente su hoja y rectifique usted mismo, que estén todos los exámenes clínicos que se le han pedido y en orden, cuando esté plenamente seguro, consulte con mi enfermera, ella le dirá cuándo puede venir a verme!.
Exclamó con seriedad el médico.
-¡Doctor doctor! -Lo llamo una mujer mayor -Ya vine para mi consulta.
-Señora Miriam, ya le avisé que no la voy a consultar, hasta que venga alguien con usted. Una persona de su edad tiene que venir acompañada de algún familiar.
-No vengo sola doctorcito me acompaña mi nieta Miri.
Una hermosa chica castaña se aproximó y sonrió coquetamente al doctorcito. Sí "doctorcito" pues su abuela le había hablado de lo guapo que era este hombre y ella llevada por la curiosidad se ofreció acompañar a su abuela y no salió defraudada ya que el hombre era realmente guapo.
-Buenos días doctor mucho gusto mi nombre es Miriam y vengo acompañando a mi abuela y desplegó una hermosa sonrisa con coquetería
El hombre arrugó el entrecejo y la miró con seriedad y ojos fríos.
-¿Así que usted es su nieta?. Hace tiempo que quería hablar con los familiares de Miriam , para que me explicarán la razón por la cual envían a una mujer de su edad sola a sus consultas. Así que pase señorita tenemos mucho de qué hablar.
No imaginaba la joven la reprimenda qué recibiría.
-¡Isabel!
Llamó con un grito a su enfermera.
-¿Sí doctor?.
-Por favor revisa entre las personas que están aquí. Quiénes son los que deben pasar a mi consulta.
Ordeno con voz dura mirando con seriedad a las personas ahí reunidas .
-Enseguida doctor.
Candy escuchaba todos los días regaños como esos y se alegró de que el consultorio del medico, fuera el primero en asear, así no tendría que soportar sus regaños.
También conoció más del doctor Tony. Supo que era muy coqueto y que traía a la mitad de las enfermeras suspirando por él ya que no dudaba en coquetear con quien fuera, que llevara falda
Por otro lado, también conoció la doctora Elisa, quién efectivamente tenía un carácter especial.
Pero era debido a la pasión que sentía por su trabajo. Que al ser pediatra se enfadaba cuando cuando los niños no eran debidamente atendidos y cuidados por sus padres.
Cuando esto sucedía eran severamente regañados por la estricta doctora, que atendía a los infantes con mucha dedicación y amor.
Por lo cual los padres siempre solicitaban la consulta con la doctora Legan aunque fueran severamente regañados.
Y, ese día no era la excepción, desde muy tempranito varios padres y madres aguardaban la llegada de la doctora, Elisa, ansiosos para poder atender las dolencias de sus pequeños.
Algunos padres esperaban sentados y otros andando de aquí para allá intentando distraer a los chiquillos.
Cuando de pronto, un chiquillo comenzó a vaciar su estómago en medio del pasillo, su pobre madre muy preocupada lo sostenía abrazado desde atrás acariciando la espalda del pequeño llorón, consolandolo.
Algunas madres se aproximaban ayudar mientras otros sólo observaban conteniendo las muecas de asco.
Candy que estaba terminando su labor de limpiar el piso y fue de las primeras en acercarse, dejando de lado su trabajo y sus utensilios.
Y cuando el chico dejó de devolver el estómago la joven madre comenzó a buscar en su bolso algo con que limpiar el suelo.
-Señora no se preocupe yo limpiaré.
-Lo siento señorita déjeme ayudarla a limpiar ya le e dado más trabajo discúlpeme.
-Por favor no se moleste este es mi trabajo mejor atienda al pequeño . Y no se preocupe, en cuanto la doctora Elisa, llegue su niño será muy bien atendido.
Le decía Candy mientras con mano rápida limpiaba el suelo.
A pocos metros de allí la doctora Elisa y otros dos médicos observaban lo ocurrido. Fue la doctora quién se acerco de inmediato al niño, que continuaba llorando por el dolor de su pequeño cuerpecito y haciendo arcadas queriendo vaciar el estómago. Aunque al parecer ya estaba vacío.
La doctora se apresuró a tomarlo en brazos y tocando su frente preguntó a su madre.
-¿Desde hace Cuántas horas tiene fiebre?
La madre titubeó al responder
-Desde hace pocas horas
La doctora la miró severamente y habló con su enfermera.
-Elbia, ¿ya has checado los signos vitales al niño?.
-No doctora es el paciente número 8a
-¡Pues sígueme dentro para tomarle los signos vitales, lo atenderemos de inmediato.
Y las tres mujeres entraron al consultorio.
Candy estaba por retomar su labor cuando a su espalda escuchó un…
¡¡Crooaass !!
Seguido de un ensordecedor grito.
-¡¡Quién demonios dejo esto aquí!!
Al girar vio, como un enorme hombre muy endiablado sacaba un antes seco y pulcro zapato de la cubeta que utilizaba para limpiar el piso ella Sólo alcanzó a decir
-¡Yo no lo deje allí!
Pero antes que alguien la escuchara él endiablado gritó espantosamente.
-¡¡NEIL!!
A las espaldas del hombre se escucharon Sonoras y burlonas carcajadas de un hombre pelirrojo que gritaba.
-¡¡Te lo mereces grandchester, por tu culpa perdí mi trabajo!!
Le gritó carcajeando estruendosamente, mientras se dirigía volando a la salida. El doctor Granchester trato de seguirlo y darle su merecido, pero Tony lo detuvo.
-Tranquilo, Terry, no le des importancia se va armar un escándalo y te vas a meter en problemas, mirá todos te observan .
Recorrió con la mirada la sala de espera y confirmó que muchos curiosos lo miraban, unos con preocupación y otros con burla, pues conocían el carácter del joven médico.
-Tienes razón Tony. Pero si lo despidieron no fue por mi culpa, sino por su holgazanería y por maltratar y destruir expedientes médicos, con análisis clínicos, que los pacientes tienen que volver a realizar.
-Lo sé, pero ya no te enojes. Èl no trabaja más aquí. De ahora en adelante será problema de alguien más. Dame tus llaves voy por tus tenis al coche, para que te los cambies.
Ambos bajaron la vista al chorreante zapato y Tony no pudo evitar soltarse a las carcajadas.
Terry sólo negó con la cabeza y refunfuñando pretendió dirigirse a su consultorio, cuando escuchó una vacilante voz.
-Disculpe doctor podría por favor ayudar a secar su zapato.
Sin dignarse a mirarla respondió a un gruñendo.
- ¡No gracias!
-Por favor.
Insistió la muchacha,
-Para que no vaya chorreando el piso hasta su consultorio.
El joven doctor regresó la vista sobre sus pasos y vio los charquitos de agua que estaba dejando.
-Está bien.
Respondió, más sosegado, a la dueña de la voz y miró a la joven que casi incada secaba su zapato con paños limpios.
La observó y conjeturo que debía ser la nueva encargada de la limpieza. Sin duda alguien más agradable de contemplar que a Neil.
Aunque ahora sus ropas no le favorecian pues eran amplias y sencillas. Aun así comenzó a recrearse con la figura de la muchacha.
-Listo, muchas gracias doctor.
Dijo la joven, pero no se levantó siguió secando el suelo con el paño. El médico la observó un poco más y solo respondió.
-Gracias.
Y se dirigio su consultorio.
Más tarde, Candy, ingreso al consultorio de Terry para hacer la limpieza, mientras Él, consultaba a su último paciente.
En realidad ya había hecho el aseo por la mañana, pero buscaba una excusa para pedir disculpas, por el incidente de ese día .
Toc, toc.
-Permiso.
Pidió Candy, Terry con un movimiento de la mano la invitó a entrar siguiéndola con la mirada. Ella comenzó a trabajar con mucho cuidado.
-Por favor señora Marta, siga el tratamiento al pie de la letra y saqué una cita para el próximo mes para que veamos cuál es su mejoría.
- Gracias doctor, así lo haré. Buenas tardes.
Dijo la mujer tomando su receta y sus medicamentos, se dirigió a la salida. La enfermera Isabel Fortun, acompañó a la paciente a la puerta, mientras Terry acomodaba los expedientes.
-Isabel por favor lleva todos los expedientes del día a, archivo.
-Sí, doctor.
Isabel tomó los expedientes y salió. Candy, había terminado el aseo del consultorio cuando vio el zapato de Terry en la ventana lo tomó y comenzó a frotarlo con un paño para secarlo mejor. Terry observó a la acción y se acercó.
- No te preocupes, por favor deja de hacer eso, es sólo un zapato.
Con la mirada gacha, la muchacha se disculpó.
- Lo siento doctor yo no deje la cubeta allí. Pero aún así me siento culpable.
- No te preocupes muchacha, fue Neil quién lo hizo no tú.
- Gracias por su comprensión doctor Granchester.
Candy elevó la vista y le regaló una linda sonrisa.
Terry la observó no sólo tenía una figura hermosa, sino que además un rostro angelical de piel Clara y bellos ojos grandes y expresivos su cabello castaño muy muy claro dorado, estaba peinado en un chongo apretado en su nuca pero de sus sienes escapaban unos travieso rizos.
Pero lo que más le gustó fue, que su nariz estaba salpicada de lindas, hermosas y coquetas pecas que le daban un aire inocente a su rostro y... ante su descubrimiento sonrío.
Candy fue consciente de su escrutinio y frunciendo la nariz, Ella lo imito y encontró a un hombre alto y sumamente guapo, con cabellos oscuros, sonrisa retorcida y unos hermosos ojos azul marinos que la miraban con burla y diversión.
-¡Qué! ¿tengo monos en la cara?
Pregunto, frunciendo su nariz nuevamente. Terry lanzó un alegre y sonora carcajada que nunca antes se había escuchado en este consultorio.
Candy lo miró divertida y lo acompañó en su risa pensando.
" Este es el doctor con el genio de los mil demonios. Por eso la doctora Elisa resultó ser un ángel"
Él respondió riendo alegremente .
-No, no tienes monos. Pero sí muchas pecas tantas como estrellas en el firmamento y también bailan.
Candy se llevó las manos a las mejillas
-¿Bailan? -Preguntó la joven intrigada.
-Si, pecas bailarinas, lo hacen cuando fruces la nariz o sonríes y apuesto que también danzan cuando te enojas. Jajaja
Candy se sonrojo y levantó su naricita y restándole importancia le dijo.
-Sí, así es tengo pecas, muchas pecas, es mi exclusiva colección de pecas.
-¿Colección?
-¡Si! yo las colecciono, mire está la obtuve en la primera vez que vi el mar jugué tanto en la playa que casi me da insolación.
Estás de aquí -- Dijo acercándose y parándose de puntillas para que las viera mejor-- Son por los nervios de los exámenes y las más pequeñitas dicen que son de preocupación y estoy segura que seguiré coleccionando más.
-Así y ¿porque son exclusivas?
Preguntó Terry divertido. Candy encogiéndose de hombros comenzó a recoger sus enseres de aseo y respondió.
-Si, estás pecas. --Dijo señalando las.-- Son muy queridas. Yo amo mis pecas y son exclusivas porque. ¿A cuántas chicas pecosas conoce?.. no todas somos favorecidas con este regalo y si las tienen no les gustan.
Y consultando su reloj se despidió.
-Buenas tardes doctor Granchester.
-Hasta pronto pecosa.
La joven tenía razón, conocía a pocas personas pecosas o quizás sí las conocía... pero las pobres pecas estaban ocultas bajo toneladas de maquillaje, sonrió no sabía que le gustaban las pecas.
-¿Te encuentras bien Terry?
Preguntó la enfermera Isabel, entrando nuevamente al consultorio.
-Por supuesto.
Contestó cambiando su sonrisa a una expresión de seriedad.
-¿Tenemos citas por la tarde Isabel?
-No, sólo las dos cirugías programadas, aquí están los expedientes doctor.
-Gracias, nos vemos por la tarde.
Y Terry salió del consultorio.
-Hasta luego Terry.
Se despidió Isabel suspirando como siempre por el guapo doctor
Continuara...
Sobré advertencia no hay engaño soy bien ROSA:tulip::tulip: