Y Hola, es privilegio para mi apoyar también en este evento a un hermoso grupo que honró el permitiéndome que comparta algo junto a ellas en defensa de Nuestro Guapo Inglés Terrence Grantchester
Las Amazonas de Terry quienes haran arder el Cosmos Por Terry
Muchas gracias Chicas por este Honor
Declaración de Amor en El Andén del Tren
OneShot
By Rossy Castaneda
Tras el final de la obra El Rey Liar en donde Terry, representó de manera sorprendente al Rey de Francia, Candy bajó a toda velocidad del palco desde donde miró su magistral actuación. Quería verlo de cerca, conversar con él, contarle que ella salió del San Pablo el siguiente día que él lo hizo.
Al salir y ver la cantidad de jovencitas que se habían juntado con el propósito de ver de cerca al actor, Candy sintió desánimo, no sería nada fácil llegar hasta el carruaje que aguardaba por él, en las afueras del teatro. Armándose de valor, hizo lo único que se le ocurrió en ese momento.
Gritó su nombre con toda la fuerza que le fue posible. No una, ni dos, ni tres, sino todas las veces que su garganta se lo permitió.
Su corazón se aceleró al ver como él se giraba y buscaba a la dueña de aquella voz entre la multitud. Ella intentó abrirse paso para acercarse más, pero la multitud de alborotadas chicas se lo impidió.
Entre jaloneos, sintió que algo se enredó en su cabello, tiró de este para liberarse y se alejó con un semblante de derrota.
—Podemos aguardar por él en el hotel.
Candy giró su rostro y prestó atención a lo que un grupo de jóvenes decían.
—¿Y como sabremos en que Hotel se hospedan? —preguntó otra de las jóvenes —tengo entendido que esa información solo la tienen los empleados del teatro y solo les es permitido compartirla con ciertos reporteros asociados al espectáculo.
Al escuchar aquello, las esperanzas de Candy de ver a Terry, se desvanecieron. Era mas que evidente que ni ella, ni ninguna de aquellas jóvenes eran reporteras asociadas al espectáculo.
Con frustración, Candy pasó sus manos por su cabellera dorada que se había alborotado ligeramente luego que algo se enredó entre sus rebeldes rizos.
—¿Que es esto? —musitó al sentir algo entre su melena. Con sumo cuidado, lo extrajo. Sonrió al ver que entre sus manos estaba la solución a sus problemas. Aquel gafete el cual no tenía un nombre impreso sino que solo contaba con el nombre y el sello del Chicago Herald, sería su tabla de salvación para alcanzar su propósito.
@@@@@@@@@@@@
Era ella, era su voz —Terry sonrió mientras acariciaba el pañuelo que encontró en el palco del teatro —Ella estuvo ahí —se dijo —Pues claro, pertenecía a una de las familias mas importantes de aquella ciudad y aquella reprensentacion habia sido exclusivamente para ellos. La furia que sintió al enterarse se desvaneció al saber que ella estuvo ahí rompiendo las reglas, mirándolo desde aquel palco que se suponía nadie debia usar.
Cerró sus ojos y la imagen de su rostro se hizo presente, sus ojos verdes, su pequeña nariz salpicada por unas adorables pecas que solían moverse de un lado a otro cuando se enfadaba.
Un suspiro involuntario se escapó de su garganta ante la perspectiva, que si ella estuvo en el teatro disfrutando del espectáculo junto a los miembros de su familia, la vería en la casa del alcalde de aquella ciudad, en la fiesta que se había organizado en honor a los miembros del grupo teatral Stratford. Era la primera vez que se sentía feliz de acudir a una de aquellas veladas a las que por lo general, él declinaba asistir.
Susana lo observaba en silencio. Preguntándose ¿que había sucedido en aquel palco?. Pues desde que bajó de aquel lugar el rostro de él y sus ojos azules adquirieron un brillo especial, algo que jamás habia visto en el tiempo que tenia de conocerlo.
Frunció el ceño y observó detenidamente cada uno de sus movimientos —¿Sería aquel suspiro por una chica? . La pura idea le retorció las entrañas. —No, aquello no era posible, Terry era suyo y de nadie mas y si en dado caso existía alguien más, ella se encargaría de ahuyentarla. No pensaba compartirlo con nadie. Pero mientras tanto, debía controlar sus arranques de novia celosa —se sonrojó —que bien se escuchaba aquella palabra.. —novia —Suspiró para sus adentros.
—Que alegría que decidiste venir a la velada Terry —Susana se pegó a él.
—Tengo un interes especial —respondió Terry alejándose de ella.
Susana apretó la mandíbula ante su rechazo pero se obligo a sonreír.
—Imagino que es por la petición que Robert nos hizo.
Terry enarcó una ceja. No pensaba acceder a la petición que Robert le había hecho. Ni por publicidad ni por nada del mundo pensaba retratarse con Susana. La chica era linda, pero su melocidad y la insistencia de ella por estar pegada a él todo el tiempo, lo exasperaba al punto que él optaba por aislarse la mayor parte del tiempo, odiaba que invadieran su espacio y Susana era experta en todo aquello.
—No, Susana —respondió secamente.
—¿Se trata de alguna chica? —preguntó la joven actriz temerosa de escuchar su respuesta.
—Eso es algo ajeno a tu interés —la voz de Terry se volvió mas gélida que un Iceberg.
—¡Oh! —musitó ella avergonzada.
Terry bajó del carruaje segundos después que Susana lo hizo, no pensaba ingresar junto a ella a la velada, se había visto obligado a compartir con ella el carruaje ya que todos los actores del grupo Stratford se habían retirado y solo quedaba él, quien tras el final de obra, sintió un fuerte impulso de subir a aquel palco en donde había encontrado el pañuelo que él colocó alrededor del brazo de Candy, para cubrir los razguños que se hizo durante el Festival de Mayo en donde los celos de él habían salido a flote luego que ella mencionara por tercera vez el nombre de Anthony, la obligó a subir a Teodora y salió a todo galope para que ella comprendiera que nada de lo que hicera haría que el jardinero regresara. Necesitaba hacerle entender que a pesar de las circunstancias que les rodeaban, la vida continuaba, al igual que sucedía sobre un escenario.
—Terry, Terrence Grantchester
Tras escuchar que lo llamaban de aquella manera, Terry se giró, al igual que lo hizo Susana unos pasos mas adelante.
La mueca en el rostro de Terry le indicó a la joven actriz que aquella chica no era de su agrado.
—Elisa —Musitó el joven actor sintiendo como su sangre hervía en su interior al tener frente a él a aquella serpiente humana, propulsora de aquella maldita trampa contra Candy y él. Pero como el actor que era, ocultó su repulsión.
—Tu actuación como el Rey de Francia fue magnífica..
Mientras Elisa parloteaba, Terry barría con la mirada el salon de baile, en busca de la única persona que le interesaba encontrar en aquel lugar.
—Grantchester
Terry se giró al escuchar por segunda vez en lo que iba de la noche, aquel apellido del que habia renegado en el pasado.
—Stair, Archie —los saludó con una genuina sonrisa . Por fin se encontraba con personas de su agrado.
—Hola Terry —Annie y Patty se acercaron a él.
—¿Y Candy, donde está Candy? —preguntó el guapo actor luego de saludarlas apropiadamente..
Susana quien se había aproximando siguiendo a Elisa, frunció el ceño.
—Candy —repitió en un susurro —¿Quien es ella?
—Candice es una mugrosa huérfana, que trabajó en casa de mis padres como una moza de establo —respondió Elisa.
—¿Por que lo han llamado Grantchester?
—Ese es su verdadero apellido —¿no lo sabías? —dijo Elisa con arrogancia.
Susana negó con la cabeza.
—Querida, Terry es hijo de un Duque Inglés por ende es el heredero del Ducado de Grantchester.
Los ojos de Susana amenazaron con salir de su lugar.. —¿Terry heredero de un Ducado? Vaya aquello era una sorpresa para ella, si antes de saber aquello tenía interés en él, ahora su interés incrementó.
Tras salir de su asombro, se giró para ser testigo de como Terry salía de aquel lugar en busca de la mentada Candy.
Al ver como la razón por la que se encontraba en aquella velada, se perdía de en la oscuridad de la noche, Susana se retiró al hotel, necesitaba pensar en que pasos iba a dar a partir de esa noche luego de enterarse de la procedencia de su guapo compañero de tablas.
@@@@@@@@@@
Luego de conseguir los datos del hotel en donde los actores de la compañía teatral Stratford se hospedaban, Candy besó aquel gafete que había sido su tabla de salvación para cumplir su propósito. Suspiró al ver que la calle estaba completamente desértica. No le importó caminar hasta el hotel donde Terry se hospedaba. Cualquier sacrificio con tal de verlo merecía la pena.
Luego de caminar por mas de treinta minutos, finalmente llegó al lugar indicado.
Revisó su aspecto y tras asegurase que estaba presentable, tomó una bocanada de aire e ingresó al hotel.
—Buenas noches, soy Candice White reportera de espectáculo del Chicago Herald —mostró el gafete y sonrió dulcemente.
—¿Como puedo ayudarla? —preguntó el encargado del hotel devolviéndole la sonrisa.
—He sido asiganda para entrevistar al señor Terrence Graham.
—No estoy seguro si el señor Graham se encuentra en su habitación —respondió el encargado tras revisar el libro de ingreso.
—Debería —dijo Candy —estaba enterado que yo vendría a hacerle la entrevista.
—¿Sucede algo? —preguntó Susana quien había bajado al recibidor del hotel para preguntar si Terry habia regresado.
—Hola, soy Candice White y me gustaria ver a Terry —Candy se acercó a Susana tras reconocerla.
—¿De donde le conoce?
—Fuimos compañeros de colegio…..
Susana miró a la chica frente a ella de arriba abajo —¿Qué le había visto Terry a esa insignificante chica? —Se preguntó al caer en cuenta que se trataba de la misma chica por la que Terry abandonó la velada en casa del alcalde .
—Lo siento, Terry está muy cansado para recibirla.
—¿Puede decirle que Candy aguarda por él?
—Lo siento, no puedo hacerlo, me dio instrucciones precisas que nadie lo molestara.
—En ese caso no me moveré de aquí mientras no lo vea y hable con él —Candy se cruzó de brazos.
—Pues te aconsejo que busques un lugar donde recostar tu cabeza durante toda la noche, porque Terry no bajará -dijo Susana recelosa mirándola con desdén.
—Es exactamente lo que haré —Candy no estaba dispuesta a seder y menos al percibir celos en el tono de voz de la joven actriz.
—Como quieras —Susana se encogió de hombros y se giró dispuesta a marcharse.
—Si gustas podemos tomar el té juntas mientras te cuento como nos conocimos —dijo Candy antes que la joven actriz se retirara.
Con el ceño fruncido Susana se dio media vuelta y le preguntó:
—¿Que clase de relación tienes con él?
—Si tanto te interesa saberlo, ¿por que no vas por él, le dices que yo estoy aquí, y se lo preguntas frente a mi? —respondió Candy.
—Por tu tono altanero, deduzco que te crees alguien importante para él —Susana la miró con despreció.
—Y por el tuyo me doy cuenta que te mueres de celos —Candy le devolvió el gesto.
—Eres una insolente —dijo Susana roja de furia.
—Y tu una arpía —respondió Candy mirándola de pies a cabeza.
Candy se desconocía. En su vida le había respondido a nadie de aquella manera, sino todo lo contrario, siempre permitió que la humillaran y la pisotearan. Pero al igual que todo tenía un principio, también tenía un fin y no iba a permitir que aquella frentona la humillara y le dijera lo que tenía que hacer y menos que dijera la última palabra. Ella estaba ahí para decirle a Terry, lo que gritó el día que el barco en donde él iba a bordo se alejaba del puerto de Southampton y ni Susana ni nadie iban a impedírselo.
@@@@@@@@@@@
Los tenues rayos de sol que se filtraban, hicieron que Candy abriera sus ojos y de un salto se levatara del amplio sofá en donde se había quedado dormida.
—Lamento que Terry no haya bajado a hablar contigo anoche—Susana fingió una mirada compasiva —le avisé que aguardabas por él y creí que habia bajado a hablar contigo.
Candy no respondió, en su lugar tomó sus cosas y salió de aquel lugar con la frente en alto.
Al llegar al hospital, se cambió rápidamente y ocupó su lugar agradeciendo que todo estaba en calma… pero..—El grito de Flammy a espaldas suyas le indicó que no era su día. Candy ignoró los regaños de su compañera de habitación, sus pensamientos estaban centrados en cosas mas importantes como el hecho de ¿Por qué Terry no bajó a hablar con ella cuando su compañera de tablas le dijo que ella agurdaba por él? ¿Y que si lo que dijo aquella frentona es una vil mentira? Recuerda que se le veía celosa —una vocesita interna le gritó.
Arrastrando sus pasos, Candy se dirigió a su habitación. Al abrir la puerta, algo llamó su atención. Perezosamente se agachó y recogió un trozo de papel. Su pobre corazón estuvo a punto de salir de su pecho al reconecer la caligrafía. Presurosamente extendió la nota y leyó su contenido. La tristeza de sus ojos, y el cansancio se desvanecieron inmediatamente. Tiró del pomo de la puerta y corrió a lo largo del pasillo hasta llegar a la puerta de salida. Tras detener un coche de alquiler le dio las indicaciones para que la llevara a la estación de tren. Tenía apenas 20 escasos minutos para llegar antes que el tren partiera.
@@@@@@@@@@@@
De pie en el andén, Terry miraba a todos lados, el tiempo se estaba agotando y Candy no daba una sola señal que llegaría.
Aquella era la tercera vez que Susana le decía que era la hora de abordar, pero él se resistía, no iba a marcharse de aquel lugar sin ver a Candy.
Como si algien escuchara sus súplicas, uno de los empleados de la estacion de Tren les anunció que la salida del tren rumbo a Pittsburgh se retrasaba por 30 minutos.
El castaño se giró al escuchar que alguien lo llamaba.
La decepción en su rostro fue evidente, la última persona que quería ver en ese momento batía sus manos en señal de saludo. De pronto, una amplia sonrisa se dibujo en el rostro del guapo actor al ver como la razon por la cual se resistía a marcharse de aquella ciudad, corría en su dirección abriendose paso entre la multitud.
Elisa sonrió creyendo que aquella amplia sonrisa era dirigida a ella, pero su sonrisa se borró en el momento en que una menuda joven vestida con un uniforme de enfermera, chocó con ella haciéndola perder el balance al punto que terminó vergonzosamente de bruces en el frío suelo.
—Candy, llegaste —Terry alzó en brazos a la joven enfermera y comenzó a girar con ella.
—Terry, aguardé por ti toda la noche en el recibidor del hotel y no tuviste la decencia de bajar cuando ella —dijo señalando con un dedo acusador a una pálida Susana—te avisó que yo aguardaba por ti, me marché esta mañana muy molesta por tu descortesía.
Terry se giró y le lanzó una mirada fulminante a su compañera de tablas quien no sabía donde esconder su rostro por la vergüenza.
Candy siguió...
—Pero por tu nota me di cuenta que tu en realidad no estabas en tu habitación ya que esperaste por mi en las afueras del hospital durante toda la noche.
—Hablaremos de esto luego —Terry se dirigió a Susana y luego se centró nuevamente en Candy.
—Terry, hay algo que necesito decirte —Candy comenzó a jugar con sus manos de manera nerviosa.
—Lo harás después de que escuches lo que yo iba a decirte anoche y no pensaba moverme de esta ciudad sin hacerlo.
—Dime —musitó una nerviosa Candy.
—Candy desde que te conocí a bordo del Mauretania en aquella noche brumosa, me enamoré de ti. Fue un amor a primera vista.
Exclamaciones de asombro se escucharon.
—Terry, a mi me pasó lo mismo, pero tarde en aceptarlo.
Al escuchar aquellas palabras, el corazón de Terry se aceleró en gran manera, había soñado tantas veces escuchar aquellas palabras durante mucho tiempo.
Ante la mirada atónita de Susana, Elisa y muchos curiosos, Terry se puso de rodillas frente a Candy.
—¿Candice White Ardley, aceptas ser mi novia?
—Si, si, acepto —se apresuró a responder ella.
Terry se puso en pie e importándole un pimiento estar rodeados por muchas personas que los veían muy sorprendidos, besó los labios de Candy y selló con ese acto una promesa de amor eterno.
El sonido del silbato del tren anunciando que era hora de partir hicieron que ambos jóvenes enamorados salieran de su burbuja de amor.
—Terrence, muchacho, es hora de partir —Robert lo llamó.
—Usa a Grand como mi suplente en las proximas presentaciones y en lo que resta de la temporada —Respondió el guapo actor sin dejar de mirar los ojos de Candy.
—No puedes hacer eso muchacho —replicó el director.
—Lo siento Robert, pero yo tengo una peticion de mano que hacer y una boda que preparar —dijo Terry dejando a Susana y a Elisa con la mandíbula desencajada. No iba a permitir que el caprichoso destino los separara nuevamente. Candy lo amaba tanto como él a ella. Así que, no había razón porque darle más largas a lo que al final había planeado hacer.
Tomados de la mano, ambos jóvenes salieron de aquel lugar, en donde frente a un andén, se llevó a cabo la declaración de amor mas inesperada para muchos, pero la mas anhelada por ellos.
Fin
Las Amazonas de Terry quienes haran arder el Cosmos Por Terry
Muchas gracias Chicas por este Honor
Declaración de Amor en El Andén del Tren
OneShot
By Rossy Castaneda
Tras el final de la obra El Rey Liar en donde Terry, representó de manera sorprendente al Rey de Francia, Candy bajó a toda velocidad del palco desde donde miró su magistral actuación. Quería verlo de cerca, conversar con él, contarle que ella salió del San Pablo el siguiente día que él lo hizo.
Al salir y ver la cantidad de jovencitas que se habían juntado con el propósito de ver de cerca al actor, Candy sintió desánimo, no sería nada fácil llegar hasta el carruaje que aguardaba por él, en las afueras del teatro. Armándose de valor, hizo lo único que se le ocurrió en ese momento.
Gritó su nombre con toda la fuerza que le fue posible. No una, ni dos, ni tres, sino todas las veces que su garganta se lo permitió.
Su corazón se aceleró al ver como él se giraba y buscaba a la dueña de aquella voz entre la multitud. Ella intentó abrirse paso para acercarse más, pero la multitud de alborotadas chicas se lo impidió.
Entre jaloneos, sintió que algo se enredó en su cabello, tiró de este para liberarse y se alejó con un semblante de derrota.
—Podemos aguardar por él en el hotel.
Candy giró su rostro y prestó atención a lo que un grupo de jóvenes decían.
—¿Y como sabremos en que Hotel se hospedan? —preguntó otra de las jóvenes —tengo entendido que esa información solo la tienen los empleados del teatro y solo les es permitido compartirla con ciertos reporteros asociados al espectáculo.
Al escuchar aquello, las esperanzas de Candy de ver a Terry, se desvanecieron. Era mas que evidente que ni ella, ni ninguna de aquellas jóvenes eran reporteras asociadas al espectáculo.
Con frustración, Candy pasó sus manos por su cabellera dorada que se había alborotado ligeramente luego que algo se enredó entre sus rebeldes rizos.
—¿Que es esto? —musitó al sentir algo entre su melena. Con sumo cuidado, lo extrajo. Sonrió al ver que entre sus manos estaba la solución a sus problemas. Aquel gafete el cual no tenía un nombre impreso sino que solo contaba con el nombre y el sello del Chicago Herald, sería su tabla de salvación para alcanzar su propósito.
@@@@@@@@@@@@
Era ella, era su voz —Terry sonrió mientras acariciaba el pañuelo que encontró en el palco del teatro —Ella estuvo ahí —se dijo —Pues claro, pertenecía a una de las familias mas importantes de aquella ciudad y aquella reprensentacion habia sido exclusivamente para ellos. La furia que sintió al enterarse se desvaneció al saber que ella estuvo ahí rompiendo las reglas, mirándolo desde aquel palco que se suponía nadie debia usar.
Cerró sus ojos y la imagen de su rostro se hizo presente, sus ojos verdes, su pequeña nariz salpicada por unas adorables pecas que solían moverse de un lado a otro cuando se enfadaba.
Un suspiro involuntario se escapó de su garganta ante la perspectiva, que si ella estuvo en el teatro disfrutando del espectáculo junto a los miembros de su familia, la vería en la casa del alcalde de aquella ciudad, en la fiesta que se había organizado en honor a los miembros del grupo teatral Stratford. Era la primera vez que se sentía feliz de acudir a una de aquellas veladas a las que por lo general, él declinaba asistir.
Susana lo observaba en silencio. Preguntándose ¿que había sucedido en aquel palco?. Pues desde que bajó de aquel lugar el rostro de él y sus ojos azules adquirieron un brillo especial, algo que jamás habia visto en el tiempo que tenia de conocerlo.
Frunció el ceño y observó detenidamente cada uno de sus movimientos —¿Sería aquel suspiro por una chica? . La pura idea le retorció las entrañas. —No, aquello no era posible, Terry era suyo y de nadie mas y si en dado caso existía alguien más, ella se encargaría de ahuyentarla. No pensaba compartirlo con nadie. Pero mientras tanto, debía controlar sus arranques de novia celosa —se sonrojó —que bien se escuchaba aquella palabra.. —novia —Suspiró para sus adentros.
—Que alegría que decidiste venir a la velada Terry —Susana se pegó a él.
—Tengo un interes especial —respondió Terry alejándose de ella.
Susana apretó la mandíbula ante su rechazo pero se obligo a sonreír.
—Imagino que es por la petición que Robert nos hizo.
Terry enarcó una ceja. No pensaba acceder a la petición que Robert le había hecho. Ni por publicidad ni por nada del mundo pensaba retratarse con Susana. La chica era linda, pero su melocidad y la insistencia de ella por estar pegada a él todo el tiempo, lo exasperaba al punto que él optaba por aislarse la mayor parte del tiempo, odiaba que invadieran su espacio y Susana era experta en todo aquello.
—No, Susana —respondió secamente.
—¿Se trata de alguna chica? —preguntó la joven actriz temerosa de escuchar su respuesta.
—Eso es algo ajeno a tu interés —la voz de Terry se volvió mas gélida que un Iceberg.
—¡Oh! —musitó ella avergonzada.
Terry bajó del carruaje segundos después que Susana lo hizo, no pensaba ingresar junto a ella a la velada, se había visto obligado a compartir con ella el carruaje ya que todos los actores del grupo Stratford se habían retirado y solo quedaba él, quien tras el final de obra, sintió un fuerte impulso de subir a aquel palco en donde había encontrado el pañuelo que él colocó alrededor del brazo de Candy, para cubrir los razguños que se hizo durante el Festival de Mayo en donde los celos de él habían salido a flote luego que ella mencionara por tercera vez el nombre de Anthony, la obligó a subir a Teodora y salió a todo galope para que ella comprendiera que nada de lo que hicera haría que el jardinero regresara. Necesitaba hacerle entender que a pesar de las circunstancias que les rodeaban, la vida continuaba, al igual que sucedía sobre un escenario.
—Terry, Terrence Grantchester
Tras escuchar que lo llamaban de aquella manera, Terry se giró, al igual que lo hizo Susana unos pasos mas adelante.
La mueca en el rostro de Terry le indicó a la joven actriz que aquella chica no era de su agrado.
—Elisa —Musitó el joven actor sintiendo como su sangre hervía en su interior al tener frente a él a aquella serpiente humana, propulsora de aquella maldita trampa contra Candy y él. Pero como el actor que era, ocultó su repulsión.
—Tu actuación como el Rey de Francia fue magnífica..
Mientras Elisa parloteaba, Terry barría con la mirada el salon de baile, en busca de la única persona que le interesaba encontrar en aquel lugar.
—Grantchester
Terry se giró al escuchar por segunda vez en lo que iba de la noche, aquel apellido del que habia renegado en el pasado.
—Stair, Archie —los saludó con una genuina sonrisa . Por fin se encontraba con personas de su agrado.
—Hola Terry —Annie y Patty se acercaron a él.
—¿Y Candy, donde está Candy? —preguntó el guapo actor luego de saludarlas apropiadamente..
Susana quien se había aproximando siguiendo a Elisa, frunció el ceño.
—Candy —repitió en un susurro —¿Quien es ella?
—Candice es una mugrosa huérfana, que trabajó en casa de mis padres como una moza de establo —respondió Elisa.
—¿Por que lo han llamado Grantchester?
—Ese es su verdadero apellido —¿no lo sabías? —dijo Elisa con arrogancia.
Susana negó con la cabeza.
—Querida, Terry es hijo de un Duque Inglés por ende es el heredero del Ducado de Grantchester.
Los ojos de Susana amenazaron con salir de su lugar.. —¿Terry heredero de un Ducado? Vaya aquello era una sorpresa para ella, si antes de saber aquello tenía interés en él, ahora su interés incrementó.
Tras salir de su asombro, se giró para ser testigo de como Terry salía de aquel lugar en busca de la mentada Candy.
Al ver como la razón por la que se encontraba en aquella velada, se perdía de en la oscuridad de la noche, Susana se retiró al hotel, necesitaba pensar en que pasos iba a dar a partir de esa noche luego de enterarse de la procedencia de su guapo compañero de tablas.
@@@@@@@@@@
Luego de conseguir los datos del hotel en donde los actores de la compañía teatral Stratford se hospedaban, Candy besó aquel gafete que había sido su tabla de salvación para cumplir su propósito. Suspiró al ver que la calle estaba completamente desértica. No le importó caminar hasta el hotel donde Terry se hospedaba. Cualquier sacrificio con tal de verlo merecía la pena.
Luego de caminar por mas de treinta minutos, finalmente llegó al lugar indicado.
Revisó su aspecto y tras asegurase que estaba presentable, tomó una bocanada de aire e ingresó al hotel.
—Buenas noches, soy Candice White reportera de espectáculo del Chicago Herald —mostró el gafete y sonrió dulcemente.
—¿Como puedo ayudarla? —preguntó el encargado del hotel devolviéndole la sonrisa.
—He sido asiganda para entrevistar al señor Terrence Graham.
—No estoy seguro si el señor Graham se encuentra en su habitación —respondió el encargado tras revisar el libro de ingreso.
—Debería —dijo Candy —estaba enterado que yo vendría a hacerle la entrevista.
—¿Sucede algo? —preguntó Susana quien había bajado al recibidor del hotel para preguntar si Terry habia regresado.
—Hola, soy Candice White y me gustaria ver a Terry —Candy se acercó a Susana tras reconocerla.
—¿De donde le conoce?
—Fuimos compañeros de colegio…..
Susana miró a la chica frente a ella de arriba abajo —¿Qué le había visto Terry a esa insignificante chica? —Se preguntó al caer en cuenta que se trataba de la misma chica por la que Terry abandonó la velada en casa del alcalde .
—Lo siento, Terry está muy cansado para recibirla.
—¿Puede decirle que Candy aguarda por él?
—Lo siento, no puedo hacerlo, me dio instrucciones precisas que nadie lo molestara.
—En ese caso no me moveré de aquí mientras no lo vea y hable con él —Candy se cruzó de brazos.
—Pues te aconsejo que busques un lugar donde recostar tu cabeza durante toda la noche, porque Terry no bajará -dijo Susana recelosa mirándola con desdén.
—Es exactamente lo que haré —Candy no estaba dispuesta a seder y menos al percibir celos en el tono de voz de la joven actriz.
—Como quieras —Susana se encogió de hombros y se giró dispuesta a marcharse.
—Si gustas podemos tomar el té juntas mientras te cuento como nos conocimos —dijo Candy antes que la joven actriz se retirara.
Con el ceño fruncido Susana se dio media vuelta y le preguntó:
—¿Que clase de relación tienes con él?
—Si tanto te interesa saberlo, ¿por que no vas por él, le dices que yo estoy aquí, y se lo preguntas frente a mi? —respondió Candy.
—Por tu tono altanero, deduzco que te crees alguien importante para él —Susana la miró con despreció.
—Y por el tuyo me doy cuenta que te mueres de celos —Candy le devolvió el gesto.
—Eres una insolente —dijo Susana roja de furia.
—Y tu una arpía —respondió Candy mirándola de pies a cabeza.
Candy se desconocía. En su vida le había respondido a nadie de aquella manera, sino todo lo contrario, siempre permitió que la humillaran y la pisotearan. Pero al igual que todo tenía un principio, también tenía un fin y no iba a permitir que aquella frentona la humillara y le dijera lo que tenía que hacer y menos que dijera la última palabra. Ella estaba ahí para decirle a Terry, lo que gritó el día que el barco en donde él iba a bordo se alejaba del puerto de Southampton y ni Susana ni nadie iban a impedírselo.
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Los tenues rayos de sol que se filtraban, hicieron que Candy abriera sus ojos y de un salto se levatara del amplio sofá en donde se había quedado dormida.
—Lamento que Terry no haya bajado a hablar contigo anoche—Susana fingió una mirada compasiva —le avisé que aguardabas por él y creí que habia bajado a hablar contigo.
Candy no respondió, en su lugar tomó sus cosas y salió de aquel lugar con la frente en alto.
Al llegar al hospital, se cambió rápidamente y ocupó su lugar agradeciendo que todo estaba en calma… pero..—El grito de Flammy a espaldas suyas le indicó que no era su día. Candy ignoró los regaños de su compañera de habitación, sus pensamientos estaban centrados en cosas mas importantes como el hecho de ¿Por qué Terry no bajó a hablar con ella cuando su compañera de tablas le dijo que ella agurdaba por él? ¿Y que si lo que dijo aquella frentona es una vil mentira? Recuerda que se le veía celosa —una vocesita interna le gritó.
Arrastrando sus pasos, Candy se dirigió a su habitación. Al abrir la puerta, algo llamó su atención. Perezosamente se agachó y recogió un trozo de papel. Su pobre corazón estuvo a punto de salir de su pecho al reconecer la caligrafía. Presurosamente extendió la nota y leyó su contenido. La tristeza de sus ojos, y el cansancio se desvanecieron inmediatamente. Tiró del pomo de la puerta y corrió a lo largo del pasillo hasta llegar a la puerta de salida. Tras detener un coche de alquiler le dio las indicaciones para que la llevara a la estación de tren. Tenía apenas 20 escasos minutos para llegar antes que el tren partiera.
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De pie en el andén, Terry miraba a todos lados, el tiempo se estaba agotando y Candy no daba una sola señal que llegaría.
Aquella era la tercera vez que Susana le decía que era la hora de abordar, pero él se resistía, no iba a marcharse de aquel lugar sin ver a Candy.
Como si algien escuchara sus súplicas, uno de los empleados de la estacion de Tren les anunció que la salida del tren rumbo a Pittsburgh se retrasaba por 30 minutos.
El castaño se giró al escuchar que alguien lo llamaba.
La decepción en su rostro fue evidente, la última persona que quería ver en ese momento batía sus manos en señal de saludo. De pronto, una amplia sonrisa se dibujo en el rostro del guapo actor al ver como la razon por la cual se resistía a marcharse de aquella ciudad, corría en su dirección abriendose paso entre la multitud.
Elisa sonrió creyendo que aquella amplia sonrisa era dirigida a ella, pero su sonrisa se borró en el momento en que una menuda joven vestida con un uniforme de enfermera, chocó con ella haciéndola perder el balance al punto que terminó vergonzosamente de bruces en el frío suelo.
—Candy, llegaste —Terry alzó en brazos a la joven enfermera y comenzó a girar con ella.
—Terry, aguardé por ti toda la noche en el recibidor del hotel y no tuviste la decencia de bajar cuando ella —dijo señalando con un dedo acusador a una pálida Susana—te avisó que yo aguardaba por ti, me marché esta mañana muy molesta por tu descortesía.
Terry se giró y le lanzó una mirada fulminante a su compañera de tablas quien no sabía donde esconder su rostro por la vergüenza.
Candy siguió...
—Pero por tu nota me di cuenta que tu en realidad no estabas en tu habitación ya que esperaste por mi en las afueras del hospital durante toda la noche.
—Hablaremos de esto luego —Terry se dirigió a Susana y luego se centró nuevamente en Candy.
—Terry, hay algo que necesito decirte —Candy comenzó a jugar con sus manos de manera nerviosa.
—Lo harás después de que escuches lo que yo iba a decirte anoche y no pensaba moverme de esta ciudad sin hacerlo.
—Dime —musitó una nerviosa Candy.
—Candy desde que te conocí a bordo del Mauretania en aquella noche brumosa, me enamoré de ti. Fue un amor a primera vista.
Exclamaciones de asombro se escucharon.
—Terry, a mi me pasó lo mismo, pero tarde en aceptarlo.
Al escuchar aquellas palabras, el corazón de Terry se aceleró en gran manera, había soñado tantas veces escuchar aquellas palabras durante mucho tiempo.
Ante la mirada atónita de Susana, Elisa y muchos curiosos, Terry se puso de rodillas frente a Candy.
—¿Candice White Ardley, aceptas ser mi novia?
—Si, si, acepto —se apresuró a responder ella.
Terry se puso en pie e importándole un pimiento estar rodeados por muchas personas que los veían muy sorprendidos, besó los labios de Candy y selló con ese acto una promesa de amor eterno.
El sonido del silbato del tren anunciando que era hora de partir hicieron que ambos jóvenes enamorados salieran de su burbuja de amor.
—Terrence, muchacho, es hora de partir —Robert lo llamó.
—Usa a Grand como mi suplente en las proximas presentaciones y en lo que resta de la temporada —Respondió el guapo actor sin dejar de mirar los ojos de Candy.
—No puedes hacer eso muchacho —replicó el director.
—Lo siento Robert, pero yo tengo una peticion de mano que hacer y una boda que preparar —dijo Terry dejando a Susana y a Elisa con la mandíbula desencajada. No iba a permitir que el caprichoso destino los separara nuevamente. Candy lo amaba tanto como él a ella. Así que, no había razón porque darle más largas a lo que al final había planeado hacer.
Tomados de la mano, ambos jóvenes salieron de aquel lugar, en donde frente a un andén, se llevó a cabo la declaración de amor mas inesperada para muchos, pero la mas anhelada por ellos.
Fin
Última edición por RossyCastaneda el Jue Abr 09, 2020 5:26 pm, editado 1 vez