Milonga del Solitario
Reto
Reto
Siempre a esas horas de las tardes, cuando el sol comenzaba a ocultarse, se le podia ver cabalgando campo a fuera, conduciendo orgulloso por las tierras que le habían visto crecer, para darle las buenas noches, desde la altura, a los montes.
Era una tradición que desde que fuera adoptado por aquel jovial anciano mantenía con este— antes o después de su muerte— y dejar de hacerlo era como cortar de raíz la complicidad que habian cultivado.
Siempre habia sido un muchacho muy especial: alocado, arriesgado desde muy temprana edad, no tenia limites para ninguna de las tareas de la granja, todo le encantaba hacerlo a su manera por lo que casi siempre se le veía trabajando a parte aunque de vez en cuando prestaba sus servicios para ayudar o aprender de los demás.
Muy querido era el pequeño y encantador Tom entre los moradores y por los animales de la granja. Era siempre muy solicito con todos y para todo, a nada le decía que no y por ello se ganaba unas que otras monedas extras que le servían para los medicamentos de su padre, quien por aquel entonces se le veía muy mal aunque este insistía que era algo de nada.La granja dejó de ser productiva: las cosechas no rendian lo que tenían que rendir y el ganado morían por la poca atención recibida mientras que el muchacho y su señor padre estaban tan concentrado en la ida y vuelta al medico que se fueron desatendiendo de los gastos que se le exigían para mantener el rancho.
—Si la muerte traicionera me acogota…-un dia saltó el buen señor con ataque prominente de tos.
—Deje de decir tontería—lo reprendió el castaño quien se quitaba su sombrero de anchas alas y se acercaba a su padre—usted es fuerte.
—Muchacho, es ley vivir un dia y morir al otro—con los ojos brillantes de la tristeza que le causaba dejar a su muchacho solo—.Deberias casarte, llenar este viejo rancho de muchachos.
Tom no dijo nada porque nada tenia que decir, no quería desquebrajarle aun mas el corazón a su señor padre con esos temas, pues el casorio no entraba en discusión; o eso pensó hasta que una tarde su padre lo sorprendió con una niñita que contaba con la edad que él tenia cuando llegó a ese lugar, y escuchar de la boca de su padre que esa jovencita iba a ser la esposa que él quería para su hijo desorientó a Tom.No dijo nada: no se quejó, como poseido por un alma descarrilada, salió de su casa, se subió a su caballo y a lli, montando su equino, se medio liberó de todo aquello que lo embargó mientras se iba conduciendo hasta el lugar mas seguro, y allí se encontró con una buena amiga a quien llevó hasta la presencia de su padre para que esta le ayudara a hacerle entrar en razón a su señor padre, pero el señor Steve estaba terco con su decisión.
Años de ese dia habian pasado, y Tom lo atraía a su presente como un vivido canto sagrado el arduo trabajo que le costó convencer a su padre para que abortara esa idea. No se casó, gracias al cielo lograron disuadir la absurda decisión de su padre en casarlo con una chiquilla que no iba a ser mas que odiarlo en su momento. Dahiana era el nombre de esa muchachita, muy bonita se habia dado—Pa`que negarlos—,pero Tom no se arrepentía de su decisión de haberla liberado.
Con los años fue haciendole frente a las situaciones de la granja y a otras tantas, como debia: al son de una agridulce melodía, sin alterarse ni nada que se le pareciera pues estaba mas que seguro que, mas tarde que temprano, en medio del mas frio de los inviernos el monte le otorgaría algunos que otras flores.
Y no se equivocó, ahora, en una edad mas privilegiada, donde la sabiduría iban manchando algunos tonos de sus hebras capilares, todos esos malos infortunios iban dejando frutos: ya tenia una posición privilegiada, estaba con la mujer que se le antojara y nadie decía nada al respecto y, aunque no tenia herederos por el momento, estaba convencido que algún dia lo tendría, porque un hombre como él en pleno preludio de la vida, solitario pero rebosante cual bosque encantado, no estaba listo todavía para echarse a perder en los febriles brazos de una sola mujer; o bien que podría continuar con la tradición de su fallecido padre, pues en el hogar de pony niños eran lo que sobraban.
Ya en pleno pico de la montaña, cuando la tarde le daba paso a la noche, él sacaba de la cartera que a un lado de su yegua colgando una botella de agua ardiente, para irse a sentar en una de esas piedras que fungía de banco, para darse un trago y comenzar a cantar la canción que su padre le habia enseñado.
FIN
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Espero haberle atinado al menos