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Desde la fundación K-G Amazonas de Terry —Haremos Arder El Cosmos Por Terry —Rossy Castaneda defendiendo a Terry con Uñas y Dientes
¿Señorita Ardley o Señorita Pecas?
Capítulo III
By Rossy Castaneda
Luego de largas horas sentado detrás de su escritorio leyendo una montaña de documentos que debió revisar desde que abordaron el transatlántico, finalmente tuvo tiempo para respirar. Era una gran bendición contar con su asistente quien también era el administrador de los negocios de su familia desde que su padre vivía
—¿Todo en orden señor? Le preguntó su asistente al escucharlo suspirar pesadamente.
—Si —respondió —nuestra familia ha sido tan afortunado de contar con tus servicio durante todos estos años. No sé que sería de mi sin tu ayuda.
—El afortunado soy yo señor, de no haber sido por su padre que me rescató de las calles, sería un delincuente más en este mundo.
—Sabes, creo que los dos fueron afortunados —sonrió —tu tuviste una oportunidad de de salir del bajo mundo y mi padre tuvo al mejor administrador de toda su vida.
—Solo he recompensado un poco, lo mucho que él hizo por mi señor.
—¿Dejaras algún día de llamarme así? Tu eres mas que un administrador para mi, eres como un padre que me guió siempre por el buen camino y nada me agradaría mas que dejaras de dirigirte a mi de esa manera tan formal.
—Agradezco sus palabras señor, pero no podría llamarlo de otra manera.
—Confío que algún día lo harás —musitó su joven jefe —y ahora dime, ¿como va todo con los chicos?.
—Sin ninguna novedad señor, todo marcha bien, incluso los otros dos jóvenes están portándose bien.
—Eso si que es extraño —tocó su mentón —no podemos confiarnos con ese par, sospecho que algo traman.
—Asistirá a la fiesta de esta noche.
—Pensaba hacerlo y observar a los chicos de lejos, pero no puedo dejar solo a mi nuevo amigo —sonrió al recordarlo —sabes, a pesar de ser el hijo de quien es y contar con todo el dinero del mundo, es muy triste todo lo que ha sufrido desde los cuatro años. En los años que nuestra familia y la suya han cerrado algunos negocios, jamás imaginé que hubieran tantos secretos alrededor de su nacimiento y las condiciones como fue separado de su verdadera madre . Nunca olvidaré en las condiciones que lo conocí, el pobre hizo un viaje tan largo y agotador por nada, ya que al final quien debía protegerlo lo rechazó cuando la buscó para pedirle ayuda, comprensión, cariño y un poco de amor—cerró sus ojos y dejó que los recuerdos que aquella noche vinieran a su mente
Flash back
Desde que lo vio ingresar en aquel barrio de mala muerte, supo que aquel chico necesitaría su ayuda, y no se equivocó. Lo siguió desde la sombras y tuvo que intervenir cuando uno gigante hombre encargado de mantener el orden de aquel bar, amenazaba con golpearlo, ya que el joven se puso agresivo luego de beber unas cuantos tragos de whisky.
—Gracias a cielo te encuentro, llevo horas buscándote muchacho.
—¿Lo conoce? —pregunto el guardia del bar.
—Por su puesto es mi sobrino.
—¿Su sobrino? —preguntó el hombre incrédulo al ver al alto rubio de ojos azules frente a él y al joven castaño que sujetaba de la solapa —pues permítame informarle caballero que su sobrino ha causado daños dentro del bar y no se marchara de aquí sin pagar los daños que ocasionó
—Yo me haré cargo de todos los daños
—Son muchos —le advirtió
—No importa, yo cubriré ese gasto, envié el recuento de los daños al hotel Royal a la suite 419
El hombre lo miró de arriba abajo
—¿Y como sé que no me está tomando el pelo?
—Hagamos algo — le dijo al ver la desconfianza en la mirada de aquel gigante —le dejaré mi reloj —lo extendió —es de oro —informó —lo dejaré en garantía de pago, mañana, enviaré a mi asistente para que pague los daños que mi sobrino ocasionó ¿le parece un trato justo?
—De acuerdo —respondió el hombre tras asegurarse que el reloj en sus manos era realmente de oro.
Fin del Flash Back..
—Nunca me cansaré de agradecerte el que siguieras mi mentira frente a él, la verdad decir que tu eras mi tío, y el administrador de una familia de alta sociedad y que al igual que él viajatoamos a Londres, fue lo único que se me ocurrió cuando él despertó y comenzó a hacer tantas preguntas. Debo reconocer que tu idea de llevarlo a tu habitación fue muy acertada, de lo contrario hubiese sido difícil mantener la farsa hasta hoy.
—Lo he hecho con mucho gusto señor, usted sabe que puede contar conmigo en todo lo que necesite.
—Lo sé y te lo agradezco en gran manera —el joven sonrió —ahora debo marcharme, tengo el presentimiento que el chico necesitará mi compañía esta noche —se detuvo antes de salir —cuida de los chicos, no les quites la mirada de encima.
—Así será señor.
—Te veré mañana —se despidió.
—Hasta mañana señor.
***********************
Dentro del salon de baile, como hiena al asecho de su presa, los hermanos Leagan aguardaban el momento justo para entrar en acción.
—Elisa, tu plan sigue sin gustarme es bastante arriesgado
—¿Tienes miedo? —arqueó una ceja —No seas cobarde Niel, se hará como te he dicho, no permitiré que esa huérfana se quede con Anthony —empuñó sus manos —no olvides llevarla hacía la dirección que te indiqué.
—Está bien, se hará como lo has planeado
Ambos jóvenes observaron como Candy y Anthony sonreían mientras bailaban un vals. Cuando el último acordé dejó de sonar y calculando que ya era el momento emprendieron la marcha en dirección a sus presas.
—¿Que es? —preguntó Candy tomando la copa que Anthony le ofreció.
—Champagne —respondió el joven rubio.
De un solo trago Candy ingirió el burbujeante líquido.
—Hip —hip —cubrió sus labios sintiendo vergüenza ante el repentino ataque de hipo —lo siento —hipó de nuevo
—Descuida, creo que es el efecto por tomarlo de la manera como lo hiciste —Anthony sonrió al ver el intenso rubor de sus mejillas —Candy —tomó sus manos —no quiere que se termine esta noche sin hablar contigo.
—Dime —respondió hipando de nuevo.
—Sé que es muy pronto para esto, pero no puedo seguir callando lo que siento. —dejó salir lentamente el aire que retenía en sus pulmones —Candy me gustas y mucho.
—Anthony tu también me gustas —musitó Candy ruborizándose —pero...
—Shhhh —la silenció él colocando el dedo índice en sus delicados labios —eres la joven mas encantadora que jamás haya conocido y sé que llegarás a ser una gran dama digna no solo del apellido Ardley, pero antes que eso suceda quiero preguntarte algo —la miró a sus ojos verdes con mucha intensidad —Candice White Ardley ¿aceptas ser mi novia?
—Anthony, por favor dime que esto no es un sueño o el efecto del Champagne.
—No lo es Candy, es la realidad, una realidad en el que se puede convertir mi sueño si aceptas ser mi novia.
—Niel eres un tonto, mira lo que has provocado —decía Elisa al ver como el traje de Anthony se humedecía a causa de copa de Champagne que su hermano mayor derramó sobre este.
—Esta bien Elisa, no pasa nada, es solo un poco de Champagne —dijo Anthony con tranquilidad, no iba a permitir que nada empañara aquel momento.
—Como puedes decir que no pasa nada Anthony, mira como el tonto de mi hermano te ha echado a perder tu traje —Elisa alzó la mirada —que haces ahí de pie como estatua de sal Niel, has algo para enmendar el desastre que has causado.
—¿Que se supone que puedo hacer?
—¡Por Dios Niel!, piensa —Masculló la joven pelirroja. Ante la falta de reacción de su hermano Elisa dirigió su mirada ambarina hacia la joven rubia —Candice ¿podrías por favor ir a aquella mesa, tomar la servilleta, ir al cuarto de baño, humedecerla un poco y traerla para limpiar el traje de Anthony? —su tono de voz era amable.
—Claro —respondió la joven rubia emprendiendo la marcha.
—Y tu que haces ahí de pie, ve y acompáñala —ordenó la joven pelirroja a su hermano mayor.
—Disculpa al tonto de mi hermano, Anthony.—espero pueda limpiarse, —dijo mirando la mancha que comenzaba a marcarse —sería una pena que tu traje se eche a perder y de suceder eso, haré que el tonto de Niel pague los daños con el dinero que recibe cada mes.
Conforme hablaba, Elisa observaba la puerta de entrada del salon de baile.
—No debes preocuparte tanto por esto —decía Anthony con suavidad —fue un accidente que pudo pasarle a cualquiera.
—Déjame ver —Elisa se acercó a hasta su cuello al ver como Candy ingresaba en el salon de baile.
—¿Que haces? —Anthony giró ligeramente su rostro al sentir como Elisa olfateaba cerca de su cuello. Sus rostros quedaron tan cerca.
—Olfateo un poco —respondió ella alzando levemente el rostro quedando tanta cerca de la comisura de los labios de él que desde el ángulo donde Candy se encontraba daba la impresión que se estaban besando.
—Lamento interrumpir —dijo una molesta Candy —aquí tienes la servilleta que me pediste.
—Gracias Candice eres muy amable —dijo Elisa con una sonrisa en sus labios.
—De nada —respondió Candy secamente —los dejos para que continúen lo que estaban haciendo antes que los interrumpiera.
Anthony se liberó de Elisa y fue tras ella.
—Candy aguarda.
Candy aceleró mas el paso, luchaba por retener las lagrimas que amenazaban en salir de sus verdes ojos.
Anthony la alcanzó antes que llegara a su habitación.
—¿Candy que pasa contigo, porque has salido del salon de baile de esa manera?
Ante la falta de respuesta, Anthony se puso frente a ella impidiendo que avanzara.
—Déjame pasar Anthony.
—No, —respondió él —no puedes marcharte así, aún no me has dado tu respuesta.
—No creo que haga falta después de lo que acabo de ver.
—¿A que te refieres? —preguntó Anthony confundido.
—No te hagas el tonto conmigo Anthony, sabes perfectamente a que me refiero.
Anthony negó con la cabeza..
—Explícate, porque francamente no sé de que hablas.
Candy empuñó sus manos
—Escúchame bien Anthony, el que sea una huérfana no te da derecho a que juegues con mis sentimientos.
—No lo estoy haciendo, lo que te dije en el salon de baile es lo que realmente siento y puedo demostrártelo.
—¡Ah si! —dijo ella frunciendo el ceño —y tu manera de demostrarlo es besando a Elisa.
—¿Que? ¿De que hablas?
—No tienes por que fingir demencia conmigo, vi como se besaban
—Eso no es cierto —se defendió él
—Basta Anthony, no me trates como una tonta pueblerina, por que no lo soy —Candy alzó la voz —compórtate como el caballero que eres y acepta de una vez lo que hiciste, porque yo sé perfectamente lo que vi —dijo removiéndolo de su camino de un empujón e ingresando a su habitación cerrando la puerta tras de si.
—Candy, te juro que no es lo que estas pensando.
—Vete Anthony, no quiero hablar contigo.
—Candy por favor escúchame, permíteme explicarte lo que sucedió.
—No hay nada que explicar, lo que vi me es suficiente. Quédate con Elisa ella es la dama que te conviene.
—Pero yo te quiero a ti y si no estas conmigo prefiero morir.
—No seas ridículo Anthony.
—No lo soy —respondió el rubio con voz derrotada —lo que he dicho es la verdad.
Candy dejó caer libremente las lágrimas que había retenido.
—Vete Anthony, por favor déjame sola, no quiero verte ahora, hablaremos mañana.
—¿Me lo prometes?
—Tienes mi palabra —respondió ella al otro lado de la puerta
—De acuerdo —respondió él pegado a la puerta —te quiero Candy, nunca lo olvides.
**********************
—¡Jaque mate!
Sus risas burlonas inundaron la habitación. Era la tercera vez que le ganaba a su amigo.
—Debo reconocer que eres muy bueno en esto.
—Lo soy —respondió de manera arrogante —Dime una cosa, ¿de verdad no sabes jugar ajedrez?
—No —respondió su amigo —¿Por que lo preguntas? es la primera vez que lo hago. —aquello era una especie de mentira piadosa, en realidad él era muy bueno jugando aquel juego de mesa que se practicaba para matar el ocio entre las personas de su entorno, pero no podía demostrar su destreza abiertamente frente a aquel chico quien creía que él era el sobrino del administrador de una familia de alta sociedad.
—Al principio tuve la impresión que sabias jugar y que solo estabas permitiéndome ganar para hacerme sentir bien.
—Pues ya ves, te equivocaste, soy pésimo jugador —sonrió
—Cuando quieras puedo darte unas cuantas clases —dijo sonriendo de medio lado.
—No sería mala idea —respondió su amigo
El joven castaño sacó su reloj de bolsillo
—¿Sucede algo? —preguntó su amigo al ver como se ponía de pie y avanzaba en dirección a la puerta.
—No —respondió —saldré un rato a caminar por la proa del barco.
—Aguarda, iré contigo.
—No hace falta —le sonrió.
—No voy a dejar que andes solo por ahí.
—No te preocupes no voy a hacer ninguna tontería —suspiró —quiero estar solo un momento. Y tú ¿no irás con tu tío a recibir el nuevo año? —ya casi es hora.
—¡Santo Dios! —fingió azoramiento —tienes razón, mi tío va a matarme si no llego a tiempo —estrechó su mano —nos vemos en unas horas —se despidió
*******************
Era casi la media noche y Candy no podia dormir. Cada vez que cerraba sus ojos esmeraldas, la imagen de Anthony junto a Elisa aparecían en sus sueños. La perfecta noche de fin de año se convirtió en su peor pesadilla.
Cansada de dar vueltas en la cama, decidió levantarse y salir a caminar un momento. Necesitaba respirar aire fresco para despejar sus pensamientos y pensar con mas claridad todo lo que había sucedido. Anthony aseguraba que las cosas no eran lo que ella pensaba. Pero no se trataba de lo que ella pensara, sino lo que sus ojos habían visto y eso no tenía explicación. —Anthony y Elisa se estaban besando minutos después que él le propusiera ser su novia.
Con su cabeza revuelta, Candy se puso con rapidez el vestido que yacía sobre la silla, tras colocarse el chal y una pequeña bufanda salió de su habitación. Al ver que la noche era brumosa y fría, se dio media vuelta para regresar a su habitación, pero una ráfaga de viento provocó que el la pequeña bufanda saliera volando por los aires.
—Lo que me faltaba —dijo yendo tras la prenda.
Estaba a punto de recogerla cuando una vez mas el viento la alejó de su lado. Suspiró y salió tras ella.
Se detuvo al ver la figura de un joven que parecía tener la intención de lanzarse Atlántico.
De pronto, sintió un temor la invadiéndola por completo
—Anthony no —dijo acercándose un poco más. Se detuvo al ver que el chico no era rubio sino castaño —Llora —musitó al ver como una solitaria lágrima caía por su mejilla
—¿Quien anda ahí? —preguntó el joven girándose.
Candy se detuvo de golpe a unos cuantos pasos de él.
—Disculpa no fue mi intensión molestarte, te confundí con alguien mas, pero al darme cuenta que no eras quien pensaba estaba por marcharme pero me detuve al ver que estabas triste
—Que estaba triste, seguro has visto mal, estoy muy triste —El joven se echó a reír
Candy lo observó detenidamente preguntándose ¿que le causaba tanta gracia? Por que había cambiado de estado de animo tan pronto? Primero llora y ahora se ríe a carcajadas. ¿Estaría loco o quizás borracho? Esa era la única explicación a su comportamiento.
—En que estas soñando Pequeña Pecosa. Le preguntó él al ver como ella lo observaba sin pestañear si quiera
—¿Pecosa yo? —dijo Candy con los ojos muy abiertos.
—Lamento mucho tener que decírtelo pequeña, pero realmente eres muy Pecosa —se burló.
—No me interesa lo que digas, a mi me gustan mis pecas —respondió furioso.
—Entiendo, por eso las coleccionas —respondió el joven mas burlón aún.
—Si, —respondió ella con el ceño fruncido —y estoy pensando en adquirir más. ¿Quien se cree para hablar e así? —pensó
—Que bien —como si fuera posible, su tono era mas burlón que al principio.
—Seguramente estas celos porque no tienes ninguna —replicó temblando de rabia.
El silbido burlón que salió de sus labios y sus siguientes palabras enfierecieron mas a Candy al punto que apretó los dientes.
—Y debo imaginar que también estas orgullosa de tu pequeña naricita.
—Claro que lo estoy —Candy empuño ambas manos. ¿Que demonios le importaba?
Unos pasos aproximándose hicieron que Candy girara su rostro
—Señorita Candy, ¿es usted?
—Adios Pecosa —dijo el joven castaño aprovechando la llegada de alguien a quien conocía perfectamente.
—Mocoso atrevido —respondió Candy furiosa ante la manera como la llamaba.
—No se quede aquí señorita Candy, hace mucho frio y puede enfermarse.
—George ¿El chico que estaba aquí es...
—¿Se refiere al señor Grantchester? ¿Lo conoce? —le preguntó George interrumpiéndola.
—No, no lo conozco, jamás he escuchado ese apellido
—Los Grantchester son una familia noble de Inglaterra
—¡Vaya! Quien lo diría
—¿Le ha hecho algo el joven Grantchester ?
—No —respondió la joven —lo confundí con Anthony.
—¿Con joven Anthony? —preguntó George sorprendido —Creí que estaban juntos.
—Si, lo estábamos pero me retiré a mi habitación —respondió la rubia sin dejar de mirar al joven castaño —en realidad creí que era Anthony, se parece un poco, pero solo de espalda —hizo una mueca —pero viéndolo de frente y hablando con él me di cuenta que son muy diferentes, y no solo físicamente, sino en su forma de ser. Anthony es tierno, él en cambio —dijo señalando al chico que se alejaba —es un grosero ... "pero muy apuesto" —se dijo para si, sonrojándose ante sus pensamientos.
@@@@@@@
Apareció el que esperábamos :amore:ahora es cuando comenzará la guerra
¿Señorita Ardley o Señorita Pecas?
Capítulo III
By Rossy Castaneda
Luego de largas horas sentado detrás de su escritorio leyendo una montaña de documentos que debió revisar desde que abordaron el transatlántico, finalmente tuvo tiempo para respirar. Era una gran bendición contar con su asistente quien también era el administrador de los negocios de su familia desde que su padre vivía
—¿Todo en orden señor? Le preguntó su asistente al escucharlo suspirar pesadamente.
—Si —respondió —nuestra familia ha sido tan afortunado de contar con tus servicio durante todos estos años. No sé que sería de mi sin tu ayuda.
—El afortunado soy yo señor, de no haber sido por su padre que me rescató de las calles, sería un delincuente más en este mundo.
—Sabes, creo que los dos fueron afortunados —sonrió —tu tuviste una oportunidad de de salir del bajo mundo y mi padre tuvo al mejor administrador de toda su vida.
—Solo he recompensado un poco, lo mucho que él hizo por mi señor.
—¿Dejaras algún día de llamarme así? Tu eres mas que un administrador para mi, eres como un padre que me guió siempre por el buen camino y nada me agradaría mas que dejaras de dirigirte a mi de esa manera tan formal.
—Agradezco sus palabras señor, pero no podría llamarlo de otra manera.
—Confío que algún día lo harás —musitó su joven jefe —y ahora dime, ¿como va todo con los chicos?.
—Sin ninguna novedad señor, todo marcha bien, incluso los otros dos jóvenes están portándose bien.
—Eso si que es extraño —tocó su mentón —no podemos confiarnos con ese par, sospecho que algo traman.
—Asistirá a la fiesta de esta noche.
—Pensaba hacerlo y observar a los chicos de lejos, pero no puedo dejar solo a mi nuevo amigo —sonrió al recordarlo —sabes, a pesar de ser el hijo de quien es y contar con todo el dinero del mundo, es muy triste todo lo que ha sufrido desde los cuatro años. En los años que nuestra familia y la suya han cerrado algunos negocios, jamás imaginé que hubieran tantos secretos alrededor de su nacimiento y las condiciones como fue separado de su verdadera madre . Nunca olvidaré en las condiciones que lo conocí, el pobre hizo un viaje tan largo y agotador por nada, ya que al final quien debía protegerlo lo rechazó cuando la buscó para pedirle ayuda, comprensión, cariño y un poco de amor—cerró sus ojos y dejó que los recuerdos que aquella noche vinieran a su mente
Flash back
Desde que lo vio ingresar en aquel barrio de mala muerte, supo que aquel chico necesitaría su ayuda, y no se equivocó. Lo siguió desde la sombras y tuvo que intervenir cuando uno gigante hombre encargado de mantener el orden de aquel bar, amenazaba con golpearlo, ya que el joven se puso agresivo luego de beber unas cuantos tragos de whisky.
—Gracias a cielo te encuentro, llevo horas buscándote muchacho.
—¿Lo conoce? —pregunto el guardia del bar.
—Por su puesto es mi sobrino.
—¿Su sobrino? —preguntó el hombre incrédulo al ver al alto rubio de ojos azules frente a él y al joven castaño que sujetaba de la solapa —pues permítame informarle caballero que su sobrino ha causado daños dentro del bar y no se marchara de aquí sin pagar los daños que ocasionó
—Yo me haré cargo de todos los daños
—Son muchos —le advirtió
—No importa, yo cubriré ese gasto, envié el recuento de los daños al hotel Royal a la suite 419
El hombre lo miró de arriba abajo
—¿Y como sé que no me está tomando el pelo?
—Hagamos algo — le dijo al ver la desconfianza en la mirada de aquel gigante —le dejaré mi reloj —lo extendió —es de oro —informó —lo dejaré en garantía de pago, mañana, enviaré a mi asistente para que pague los daños que mi sobrino ocasionó ¿le parece un trato justo?
—De acuerdo —respondió el hombre tras asegurarse que el reloj en sus manos era realmente de oro.
Fin del Flash Back..
—Nunca me cansaré de agradecerte el que siguieras mi mentira frente a él, la verdad decir que tu eras mi tío, y el administrador de una familia de alta sociedad y que al igual que él viajatoamos a Londres, fue lo único que se me ocurrió cuando él despertó y comenzó a hacer tantas preguntas. Debo reconocer que tu idea de llevarlo a tu habitación fue muy acertada, de lo contrario hubiese sido difícil mantener la farsa hasta hoy.
—Lo he hecho con mucho gusto señor, usted sabe que puede contar conmigo en todo lo que necesite.
—Lo sé y te lo agradezco en gran manera —el joven sonrió —ahora debo marcharme, tengo el presentimiento que el chico necesitará mi compañía esta noche —se detuvo antes de salir —cuida de los chicos, no les quites la mirada de encima.
—Así será señor.
—Te veré mañana —se despidió.
—Hasta mañana señor.
***********************
Dentro del salon de baile, como hiena al asecho de su presa, los hermanos Leagan aguardaban el momento justo para entrar en acción.
—Elisa, tu plan sigue sin gustarme es bastante arriesgado
—¿Tienes miedo? —arqueó una ceja —No seas cobarde Niel, se hará como te he dicho, no permitiré que esa huérfana se quede con Anthony —empuñó sus manos —no olvides llevarla hacía la dirección que te indiqué.
—Está bien, se hará como lo has planeado
Ambos jóvenes observaron como Candy y Anthony sonreían mientras bailaban un vals. Cuando el último acordé dejó de sonar y calculando que ya era el momento emprendieron la marcha en dirección a sus presas.
—¿Que es? —preguntó Candy tomando la copa que Anthony le ofreció.
—Champagne —respondió el joven rubio.
De un solo trago Candy ingirió el burbujeante líquido.
—Hip —hip —cubrió sus labios sintiendo vergüenza ante el repentino ataque de hipo —lo siento —hipó de nuevo
—Descuida, creo que es el efecto por tomarlo de la manera como lo hiciste —Anthony sonrió al ver el intenso rubor de sus mejillas —Candy —tomó sus manos —no quiere que se termine esta noche sin hablar contigo.
—Dime —respondió hipando de nuevo.
—Sé que es muy pronto para esto, pero no puedo seguir callando lo que siento. —dejó salir lentamente el aire que retenía en sus pulmones —Candy me gustas y mucho.
—Anthony tu también me gustas —musitó Candy ruborizándose —pero...
—Shhhh —la silenció él colocando el dedo índice en sus delicados labios —eres la joven mas encantadora que jamás haya conocido y sé que llegarás a ser una gran dama digna no solo del apellido Ardley, pero antes que eso suceda quiero preguntarte algo —la miró a sus ojos verdes con mucha intensidad —Candice White Ardley ¿aceptas ser mi novia?
—Anthony, por favor dime que esto no es un sueño o el efecto del Champagne.
—No lo es Candy, es la realidad, una realidad en el que se puede convertir mi sueño si aceptas ser mi novia.
—Niel eres un tonto, mira lo que has provocado —decía Elisa al ver como el traje de Anthony se humedecía a causa de copa de Champagne que su hermano mayor derramó sobre este.
—Esta bien Elisa, no pasa nada, es solo un poco de Champagne —dijo Anthony con tranquilidad, no iba a permitir que nada empañara aquel momento.
—Como puedes decir que no pasa nada Anthony, mira como el tonto de mi hermano te ha echado a perder tu traje —Elisa alzó la mirada —que haces ahí de pie como estatua de sal Niel, has algo para enmendar el desastre que has causado.
—¿Que se supone que puedo hacer?
—¡Por Dios Niel!, piensa —Masculló la joven pelirroja. Ante la falta de reacción de su hermano Elisa dirigió su mirada ambarina hacia la joven rubia —Candice ¿podrías por favor ir a aquella mesa, tomar la servilleta, ir al cuarto de baño, humedecerla un poco y traerla para limpiar el traje de Anthony? —su tono de voz era amable.
—Claro —respondió la joven rubia emprendiendo la marcha.
—Y tu que haces ahí de pie, ve y acompáñala —ordenó la joven pelirroja a su hermano mayor.
—Disculpa al tonto de mi hermano, Anthony.—espero pueda limpiarse, —dijo mirando la mancha que comenzaba a marcarse —sería una pena que tu traje se eche a perder y de suceder eso, haré que el tonto de Niel pague los daños con el dinero que recibe cada mes.
Conforme hablaba, Elisa observaba la puerta de entrada del salon de baile.
—No debes preocuparte tanto por esto —decía Anthony con suavidad —fue un accidente que pudo pasarle a cualquiera.
—Déjame ver —Elisa se acercó a hasta su cuello al ver como Candy ingresaba en el salon de baile.
—¿Que haces? —Anthony giró ligeramente su rostro al sentir como Elisa olfateaba cerca de su cuello. Sus rostros quedaron tan cerca.
—Olfateo un poco —respondió ella alzando levemente el rostro quedando tanta cerca de la comisura de los labios de él que desde el ángulo donde Candy se encontraba daba la impresión que se estaban besando.
—Lamento interrumpir —dijo una molesta Candy —aquí tienes la servilleta que me pediste.
—Gracias Candice eres muy amable —dijo Elisa con una sonrisa en sus labios.
—De nada —respondió Candy secamente —los dejos para que continúen lo que estaban haciendo antes que los interrumpiera.
Anthony se liberó de Elisa y fue tras ella.
—Candy aguarda.
Candy aceleró mas el paso, luchaba por retener las lagrimas que amenazaban en salir de sus verdes ojos.
Anthony la alcanzó antes que llegara a su habitación.
—¿Candy que pasa contigo, porque has salido del salon de baile de esa manera?
Ante la falta de respuesta, Anthony se puso frente a ella impidiendo que avanzara.
—Déjame pasar Anthony.
—No, —respondió él —no puedes marcharte así, aún no me has dado tu respuesta.
—No creo que haga falta después de lo que acabo de ver.
—¿A que te refieres? —preguntó Anthony confundido.
—No te hagas el tonto conmigo Anthony, sabes perfectamente a que me refiero.
Anthony negó con la cabeza..
—Explícate, porque francamente no sé de que hablas.
Candy empuñó sus manos
—Escúchame bien Anthony, el que sea una huérfana no te da derecho a que juegues con mis sentimientos.
—No lo estoy haciendo, lo que te dije en el salon de baile es lo que realmente siento y puedo demostrártelo.
—¡Ah si! —dijo ella frunciendo el ceño —y tu manera de demostrarlo es besando a Elisa.
—¿Que? ¿De que hablas?
—No tienes por que fingir demencia conmigo, vi como se besaban
—Eso no es cierto —se defendió él
—Basta Anthony, no me trates como una tonta pueblerina, por que no lo soy —Candy alzó la voz —compórtate como el caballero que eres y acepta de una vez lo que hiciste, porque yo sé perfectamente lo que vi —dijo removiéndolo de su camino de un empujón e ingresando a su habitación cerrando la puerta tras de si.
—Candy, te juro que no es lo que estas pensando.
—Vete Anthony, no quiero hablar contigo.
—Candy por favor escúchame, permíteme explicarte lo que sucedió.
—No hay nada que explicar, lo que vi me es suficiente. Quédate con Elisa ella es la dama que te conviene.
—Pero yo te quiero a ti y si no estas conmigo prefiero morir.
—No seas ridículo Anthony.
—No lo soy —respondió el rubio con voz derrotada —lo que he dicho es la verdad.
Candy dejó caer libremente las lágrimas que había retenido.
—Vete Anthony, por favor déjame sola, no quiero verte ahora, hablaremos mañana.
—¿Me lo prometes?
—Tienes mi palabra —respondió ella al otro lado de la puerta
—De acuerdo —respondió él pegado a la puerta —te quiero Candy, nunca lo olvides.
**********************
—¡Jaque mate!
Sus risas burlonas inundaron la habitación. Era la tercera vez que le ganaba a su amigo.
—Debo reconocer que eres muy bueno en esto.
—Lo soy —respondió de manera arrogante —Dime una cosa, ¿de verdad no sabes jugar ajedrez?
—No —respondió su amigo —¿Por que lo preguntas? es la primera vez que lo hago. —aquello era una especie de mentira piadosa, en realidad él era muy bueno jugando aquel juego de mesa que se practicaba para matar el ocio entre las personas de su entorno, pero no podía demostrar su destreza abiertamente frente a aquel chico quien creía que él era el sobrino del administrador de una familia de alta sociedad.
—Al principio tuve la impresión que sabias jugar y que solo estabas permitiéndome ganar para hacerme sentir bien.
—Pues ya ves, te equivocaste, soy pésimo jugador —sonrió
—Cuando quieras puedo darte unas cuantas clases —dijo sonriendo de medio lado.
—No sería mala idea —respondió su amigo
El joven castaño sacó su reloj de bolsillo
—¿Sucede algo? —preguntó su amigo al ver como se ponía de pie y avanzaba en dirección a la puerta.
—No —respondió —saldré un rato a caminar por la proa del barco.
—Aguarda, iré contigo.
—No hace falta —le sonrió.
—No voy a dejar que andes solo por ahí.
—No te preocupes no voy a hacer ninguna tontería —suspiró —quiero estar solo un momento. Y tú ¿no irás con tu tío a recibir el nuevo año? —ya casi es hora.
—¡Santo Dios! —fingió azoramiento —tienes razón, mi tío va a matarme si no llego a tiempo —estrechó su mano —nos vemos en unas horas —se despidió
*******************
Era casi la media noche y Candy no podia dormir. Cada vez que cerraba sus ojos esmeraldas, la imagen de Anthony junto a Elisa aparecían en sus sueños. La perfecta noche de fin de año se convirtió en su peor pesadilla.
Cansada de dar vueltas en la cama, decidió levantarse y salir a caminar un momento. Necesitaba respirar aire fresco para despejar sus pensamientos y pensar con mas claridad todo lo que había sucedido. Anthony aseguraba que las cosas no eran lo que ella pensaba. Pero no se trataba de lo que ella pensara, sino lo que sus ojos habían visto y eso no tenía explicación. —Anthony y Elisa se estaban besando minutos después que él le propusiera ser su novia.
Con su cabeza revuelta, Candy se puso con rapidez el vestido que yacía sobre la silla, tras colocarse el chal y una pequeña bufanda salió de su habitación. Al ver que la noche era brumosa y fría, se dio media vuelta para regresar a su habitación, pero una ráfaga de viento provocó que el la pequeña bufanda saliera volando por los aires.
—Lo que me faltaba —dijo yendo tras la prenda.
Estaba a punto de recogerla cuando una vez mas el viento la alejó de su lado. Suspiró y salió tras ella.
Se detuvo al ver la figura de un joven que parecía tener la intención de lanzarse Atlántico.
De pronto, sintió un temor la invadiéndola por completo
—Anthony no —dijo acercándose un poco más. Se detuvo al ver que el chico no era rubio sino castaño —Llora —musitó al ver como una solitaria lágrima caía por su mejilla
—¿Quien anda ahí? —preguntó el joven girándose.
Candy se detuvo de golpe a unos cuantos pasos de él.
—Disculpa no fue mi intensión molestarte, te confundí con alguien mas, pero al darme cuenta que no eras quien pensaba estaba por marcharme pero me detuve al ver que estabas triste
—Que estaba triste, seguro has visto mal, estoy muy triste —El joven se echó a reír
Candy lo observó detenidamente preguntándose ¿que le causaba tanta gracia? Por que había cambiado de estado de animo tan pronto? Primero llora y ahora se ríe a carcajadas. ¿Estaría loco o quizás borracho? Esa era la única explicación a su comportamiento.
—En que estas soñando Pequeña Pecosa. Le preguntó él al ver como ella lo observaba sin pestañear si quiera
—¿Pecosa yo? —dijo Candy con los ojos muy abiertos.
—Lamento mucho tener que decírtelo pequeña, pero realmente eres muy Pecosa —se burló.
—No me interesa lo que digas, a mi me gustan mis pecas —respondió furioso.
—Entiendo, por eso las coleccionas —respondió el joven mas burlón aún.
—Si, —respondió ella con el ceño fruncido —y estoy pensando en adquirir más. ¿Quien se cree para hablar e así? —pensó
—Que bien —como si fuera posible, su tono era mas burlón que al principio.
—Seguramente estas celos porque no tienes ninguna —replicó temblando de rabia.
El silbido burlón que salió de sus labios y sus siguientes palabras enfierecieron mas a Candy al punto que apretó los dientes.
—Y debo imaginar que también estas orgullosa de tu pequeña naricita.
—Claro que lo estoy —Candy empuño ambas manos. ¿Que demonios le importaba?
Unos pasos aproximándose hicieron que Candy girara su rostro
—Señorita Candy, ¿es usted?
—Adios Pecosa —dijo el joven castaño aprovechando la llegada de alguien a quien conocía perfectamente.
—Mocoso atrevido —respondió Candy furiosa ante la manera como la llamaba.
—No se quede aquí señorita Candy, hace mucho frio y puede enfermarse.
—George ¿El chico que estaba aquí es...
—¿Se refiere al señor Grantchester? ¿Lo conoce? —le preguntó George interrumpiéndola.
—No, no lo conozco, jamás he escuchado ese apellido
—Los Grantchester son una familia noble de Inglaterra
—¡Vaya! Quien lo diría
—¿Le ha hecho algo el joven Grantchester ?
—No —respondió la joven —lo confundí con Anthony.
—¿Con joven Anthony? —preguntó George sorprendido —Creí que estaban juntos.
—Si, lo estábamos pero me retiré a mi habitación —respondió la rubia sin dejar de mirar al joven castaño —en realidad creí que era Anthony, se parece un poco, pero solo de espalda —hizo una mueca —pero viéndolo de frente y hablando con él me di cuenta que son muy diferentes, y no solo físicamente, sino en su forma de ser. Anthony es tierno, él en cambio —dijo señalando al chico que se alejaba —es un grosero ... "pero muy apuesto" —se dijo para si, sonrojándose ante sus pensamientos.
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Apareció el que esperábamos :amore:ahora es cuando comenzará la guerra
