Bueno chicas como me retrase con los capitulos pues dejare este y otro más, espero que les guste.
PARTE 12
Después de todo, tuve que esperar hasta hoy para poder abordar el Ferry que me llevaría por el causé del rio San Lorenzo para volver a la isla de los Andley, cuando vi las cartas de Candy quise tomar de inmediato alguna embarcación que me regresara a donde ella, pero fue inútil tuve que devolver al hotel y pasar una noche llena de desesperación, tuve que luchar un poco con la tentación de abrir las cartas, al fin y al cabo, eran para mí, pero me contuve. Por ahora admiro el paisaje junto con otros pasajeros, hay una chica que desde que abordamos no deja de mirarme, es bonita, pero me incomoda la insistencia con la que observa, saque el paquete de cartas, ya había vuelto a armarlo e hice el moño con el listón, de la emoción olvide el orden que llevaban espero las haya puesto bien.
- ¡Ah, Candy! – musite al tiempo que lanzaba un suspiro y cerraba los ojos, recordando su hermoso rostro.
- Lo que yo daría, porqué un hombre suspirara así por mí – dijo una voz femenina, abrí los ojos de golpe y frente a mí estaba esa chica que tanto me estaba mirando.
- ¿Perdón? – respondí con seriedad.
- Lo siento – se disculpó por su atrevimiento – permítame presentarme – me extendió la mano para saludarme, yo me quedé atónito por su actitud tan extrovertida – mi nombre es Billie Eagleson – me sonrió.
- Mucho gusto – le di la mano por cordialidad, no pensaba besársela, esos detalles son para una sola persona, pensé para mis adentros, ella me miro un tanto desconcertada, luego se tomó el atrevimiento de sentarse junto a mí.
- Es un lindo paseo, ¿no lo cree? – comenzó a hacerme la plática - ¿cartas de su novia? – dijo al tiempo que sus ojos azules se postraban en la correspondencia.
- ¡Sí! – afirme y guarde las cartas en un bolso de curo que llevaba sobre las piernas.
- Es muy romántico – la joven suspiro y cerró los ojos, por un momento sentí que en su semblante había una gran tristeza – ¿va a visitarla? – me cuestiono, acercando su rostro muy cerca del mí, por instinto me aleje.
- Bueno, algo así – respondí tajante.
- ¡Yo estoy en mi viaje de bodas! – me explico la chica, yo me quede mucho más sorprendido, si estaba de viaje de bodas qué diablos hacia hablándome a mí, no quería problemas con ningún marido celoso.
- Felicidades – dije mientras comencé a ponerme de pie para alejarme de ella. En ese momento escuché unos sollozos, me volví a verla.
- Bueno… en realidad se supone que este debería de ser mi viaje de bodas – se limpió las lágrimas con un pañuelo que llevaba en las manos, fue ahí que me di cuenta de que solo tenía un anillo de compromiso, me arrepentí de irme y me acomode en mi lugar, no sabía que decir, como puedo preguntarle a una extraña ¿y por qué ya no es su viaje de bodas?, por fortuna ella respondió a mi interrogante – él murió en la guerra – me confesó, me quede helado al escuchar esas palabras.
- La guerra arrebata a muchas personas sus sueños – dije en un susurro, pero creo que la chica me alcanzo a escuchar.
- Fue en la segunda batalla de Marne – me explico, un escalofrío recorrió mi espalda al recordar ese evento, puesto que ahí fue donde Candy… - murió tanta gente – apretó el pañuelo con su puño y llevo este hasta su frente, cerrando los ojos ante el dolor que supongo estaba sintiendo – y entre ellos, él… Edmund – sollozo – era tan joven, tan lleno de sueños e ideales – yo no sabía qué hacer, no pensé que me vería envuelto en esta situación
- Cuanto lo siento – fue lo único que atiné a responder, me puse a pensar en lo terrible que debió haber vivido semejante situación y en el trauma que debe dejar en las personas.
- No entiendo cómo es que Andrew y esa enfermera sobrevivieron – la joven apretó la falda de su vestido con el puño de sus manos, yo me sobresalte por su comentario, ¿acaso dijo Andrew y la enfermera?, ¿se refería al mismo Andrew que yo conozco y a Candy? – lo lamento tanto caballero – se volvió a disculpar – vine a desahogarme con usted – respiro un par de ocasiones, se puso de pie.
- No tenga cuidado – también me puse de pie – a veces es bueno desahogarse con alguien –en eso no mentía, en ocasiones uno siente que se ahoga con sus propios sentimientos y en veces, solo en veces, se necesita hablar con alguien.
- Es usted muy amable – la dama dio la vuelta – fue un gusto conocerlo, pero no me dijo su nombre – parecía que quería saberlo.
- Mi nombre es Clark Eversong – al parecer ella no conocía quien era yo en realidad.
- Espero no sea la última vez que lo vea – dijo mientras me extendía la mano otra vez.
- No creo que nos volvamos a ver – le asegure, tome su mano y de manera cordial me despedí, di la vuelta, en ese momento el ferry atraco en una de las islas, la dama bajo junto con otros pasajeros, no sin antes echarme un vistazo de nueva cuenta. Cuando la embarcación volvió a navegar me quede pensando mucho en esa chica y no por el hecho de que fue solo hermosa, porque lo era, me vino a la mente los recuerdos de la guerra y de todo aquello que deja tras su final, países devastados en todos los sentidos, miles de muertos, pobreza, mujeres que perdieron el sueño de formar una familia con el hombre que amaban, tantas cosas tristes y negativas, pero yo quería ver las cosas de forma positiva, a mí, a mí me estaba dando la oportunidad de continuar un sueño que se vio truncado hace un tiempo atrás. A lo lejos visualicé la isla perteneciente a los Andley, todo mi ser se sintió aliviado, no había sido siquiera dos días los que estuve fuera y para mí había sido como un año, añoraba ver a Candy, estar con ella y hacerle sentir cuanto la amaba, no importaba que Andrew estuviese ahí, nada ni nadie me haría dudar de mis sentimientos, aunque en el fondo no dejaba de pensar en la pobre mujer con la que platique horas atrás, su historia parecía una novela romántica y trágica, no, yo no iba a esperar a llegar ese punto, bueno… tuve la suerte no estar en su lugar, me sorprendía como la vida iba hilando los encuentros, y sentía que mi encuentro con esa chica - ¡mmm! ¿Cómo se llamaba?, ¡ah sí, Billie! – sentía que ese encuentro algo traería en algún futuro, no sabía si bueno o malo, aunque yo esperaba fuese positivo. Cuando el ferry se fue acercando vi que varios de los empleados ya esperaban ahí, entre ellos la señora Bellamy, la cual no tenía muy buen semblante, sus ojos se llenaron de sorpresa al verme, creo que esperaba que ya no regresara, pero no me quedaría a averiguarlo, era tanta mi prisa por bajar que todavía no amarraban la embarcación en el muelle y yo, ya había dado un gran salto con mi bolso en mano – buenas tardes, salude al personal de servicio, cuando pase frente a mi le regalo una amplia sonrisa a Bellamy.
- Regreso demasiado rápido – mascullo la mujer, con su característico aire de seriedad.
- El señor William lo autorizo – dije sin borrar la sonrisa de mis labios, en ese momento vi que el rostro de la señora Bellamy se notaba tenso al igual que los demás empleados, no quise preguntar, tal vez solo era mi imaginación, por ahora lo único que yo deseaba era ver a Candy, que me llenara el corazón con su sonrisa y esas ocurrencias que solo ella tenía, camine deprisa por el jardín, sobre el césped, el cual ya estaba seco, como podía ser posible que en solo día y medio, haya quedado seco y que las hojas de los árboles se hubiesen desprendido y quedado muertas junto a las raíces, por un instante sentí escalofrío, cuando voltee y mire las jardineras que rodeaban el perímetro de la casa vi que los trilios blancos habían desaparecido. Mire a mi alrededor y fue ahí que caí en cuentas que algo había pasado, todo se tornaba lúgubre y sepulcral, camine deprisa hacia el interior de la casa, con un poco de desesperación, debo admitir, cuando entre vi Andrew se encontraba en la estancia principal, sentado en uno de los sofás y que tenía un libro de medicina en las manos.
- ¡Buenas tardes! – Andrew me saludo al percatarse de mi presencia.
- ¡Buenas tardes! – respondí con la misma formalidad con que el me hablo, camine hacia el pasillo que me conduciría a las escaleras para subir a la planta donde estaba mi habitación, donde estaba, Candy, cuando llegue al último escalón vi que Annie salía del cuarto de mi pecosa, me miro un poco sorprendida.
- Pensé que llegarías mañana – dijo seria, sentí como si me hubiese recriminado mi inesperado retorno.
- ¿Tiene algo de malo que haya vuelto antes? – le cuestione, ella negó con la cabeza y bajo la mirada - ¿Qué paso? – le cuestione, ella me miro con cierta sorpresa - ¿parece como si hubiese pasado una tormenta en mi ausencia? – ella no aparto la mirada de mí, sentía que quería decirme algo – los árboles, el césped, la flores, todo está muerto y seco – señale hacia afuera de la casa, tal vez fue mi imaginación, pero me pareció que Annie dio un respiro de alivio.
- ¡Ah, eso! – se acercó a mí – si cayo una tormenta y termino con lo poco que quedaba en pie – se encogió de hombros mientras me explicaba, no sé por qué, pero siento que hay algo más – ayer no pudimos salir todo el día, la lluvia y granizo hizo de las suyas – se mordió el labio inferior – voy por la comida de Candy – dio la vuelta para retirarse, pero yo la detuve del brazo.
- ¿Fue algo más que eso? – le cuestione con frialdad.
- ¡Terry! – me llamo por mi nombre de pila, yo la mire recriminatoriamente – lo siento, ¡Clark!, puedes llevarle tú la comida – me ordeno – creo que le hará muy bien verte y saber que estas aquí – los ojos azules de Annie parecían ocultar algo.
- ¡Claro! – accedí, sabía que Annie no me diría nada y que tendría que averiguar por mi cuenta lo que había pasado, pero por ahora lo único que yo quería era ver a Candy, sentirla junto a mí, quería experimentar esa sensación en mi cuerpo, el frío y el calor que me invadían al mismo tiempo – voy a dejar esto a mi habitación y voy su comida – me dirigí a mi cuarto y de inmediato me puse el uniforme, cuando salí al pasillo, Annie ya traía la charola, me la entrego en las manos y se fue, yo me dirigí a la habitación de Candy, toque la puerta, ella respondió de inmediato y me permitió la entrada, cuál fue mi sorpresa cuando di la vuelta y vi la habitación, estaba desordenada, como si un huracán hubiese pasado por aquí, al dar el primer paso, la suela de mi zapato aplasto algo, parecía un pedazo de vidrio - ¿Qué había pasado aquí? – era la pregunta que rondaba por mi cabeza, Candy estaba en la terraza, a pesar de que había sol, este no calentaba demasiado, ella tenía puesta una manta para cubrir su espalda.
- Annie, deja la comida sobre la mesa – ordeno Candy, en un tono seco y duro – y déjame sola – era como si tuviera un nudo en la garganta.
- Señorita Candy – hable con mi fingida voz.
- ¡Clark! – ella casi grito y se puso de pie – ha vuelto – dijo al tiempo que caminaba hacia a mí, la manta que la cubría cayó al suelo lentamente, al menos así lo percibieron mis ojos, ella extendió los brazos hacia mí y sin importarle que la charola cayera al piso me abrazo de una manera que jamás pensé lo haría – no me vuelva a dejar sola – ella se aferró a mí y yo no dude en envolverla en mis brazos, ella comenzó a llorar de una manera en que nunca la había sentido, parecía que en el fondo estaba sufriendo por algo, pero no quise preguntar, solo disfrute del silencio, de su calor y del viento que alborotaba nuestro cabello, me atreví a besar su pelo, luego mis ojos se postraron en una persona que nos miraba fijamente desde abajo. Andrew no aparto la mirada de nosotros, y a mí me invadió la curiosidad de saber que había pasado en mi breve ausencia, pero viendo como estaban las cosas supuse que tendría que averiguar por mi cuenta, pues estoy seguro de que nadie diría nada y yo… yo no me atrevería a preguntarle directamente a Candy.
CONTINURA…