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GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V

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Rosario Vallejos B
Yuriko Yokinawa
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Yuriko Yokinawa

Yuriko Yokinawa
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V Portad35

Capítulo I Terry Fics
Capítulo II Terry Fics
Capítulo I Candy Lovers
Capítulo II Candy Lovers


Un agradecimiento a las páginas de Candy Lovers y Terry Fics por permitirme publicar los primeros capítulos, así como a Laura B. pr la realización de tan bonita portada.
ENTRE CARDOS Y NARCISOS
CAPÍTULO V
EL COMIENZO, OTRA OPORTUNIDAD
POR YURIKO YOKINAWA



Terrence Granchester había alcanzado en tan poco tiempo fama, popularidad y reconocimiento teatral, aquél joven que llegó de la nada buscando una oportunidad para la actuación le había costado estar en ese lugar y ser lo que era ahora. No aceptó la ayuda de Albert después de que lo rescató de las imposiciones de su padre, así que con lo poco que había ahorrado del cual si era algo considerable pero no como para vivir a como estaba acostumbrado, rentó un pequeño departamento cercano a Broadway, compró lo indispensable y un periódico, encerró con tinta los posibles teatros que consideró podrían aceptarlo, guardó un par de mudas de ropa y partió hacia el Hogar de Pony.


Regresaba con el corazón deshecho, pero sí de corazones rotos hablaba, no se comparaba con el de Candy, entendía sus emociones, él no había tenido mucho amor y una familia a la que comúnmente puede llamársele normal, pero sí sabía lo que era el dolor del alma y eso era justo lo que ella tenía. Ella le pidió que fueran amigos, eso era mejor que nada, respetó sus deseos y al día siguiente muy temprano se fue dejándole una carta con la señorita Pony. Ya no quería perturbarla, al contrario, deseaba su bienestar y es por eso por lo que le pedía que pensara sobre su futuro… Sin dudarlo, fue a buscar a Albert, le habló de sus sentimientos hacia con Candy y aunque ella no lo sabía, le pidió formalmente poder cortejarla. Él sabía que el corazón de ella le pertenecía.


Teniendo la aprobación de ambos y con la esperanza de que tarde o temprano ella le correspondería nuevamente y le declarara de forma abierta su amor, se hizo el propósito de ser el mejor actor para que ella se sintiera orgullosa, poder ganar un poco más y ahorrar lo suficiente para cuando ella aceptara ser su esposa tuviera un patrimonio qué ofrecerle. Su mentalidad juvenil le permitió crear castillos sobre las nubes nubladas de incierto, pero a pesar de las circunstancias él no se daría por vencido. Candy y Terry se necesitaban mutuamente, eran el uno para el otro, ella le enseñó a conocer el amor, él, a vivir el presente, mirar hacia adelante. La correspondencia constante fue un bálsamo para dos almas que se sentían solitarias por la distancia, pero unidas por el corazón.


Visitó los teatros shakespearianos que había encontrado en el diario, sentía frustración porque le pedían experiencia, una escuela de procedencia. Él no tenía ni una ni otra, lo que Terrence Graham (como ahora se iba a llamar) tenía esa vocación, solo pedía una oportunidad de poder audicionar, que alguien pudiera creer en él con tan solo verlo actuar. No le quedó de otra, aceptó un empleo de telonero, quizás estando ahí sabría a quién dirigirse y pudiera escucharlo.


Inicialmente le aburría el oficio, pero se dio cuenta que todo estaba interconectado: teloneros, costureras, actores, los que realizaban las escenografías, la publicidad, el edificio, el director, etc. Todos eran necesarios para el buen funcionamiento y éxito de cualquier obra. Estaba aprendiendo cosas buenas, el hecho de estar ahí no significaba que no siguiera estudiando los libretos que solían dejar los personajes de la obra en sus momentos de ensayo. Él ya se sabía los diálogos, siempre le gustó la actuación, lo llevaba en la sangre, pero tener un cuadernillo en sus manos lo hacía emocionar, como si fuera parte del elenco.


La mayoría de las veces solía ser uno de los últimos en salir cuando terminaba una función, debía dejar todo en orden para el siguiente día. Tomó su abrigo, sus guantes y bufanda, se despidió del portero con un movimiento de cabeza, colocó las manos en sus bolsillos, caminó, una cuadra adelante se encontró con el chofer de una elegante dama que lo esperaba en el interior de un automóvil cubriendo medio rostro con un fino velo oscuro dándole un aire de misterio. Terry abordó el vehículo sin esperar que el chofer hiciera su trabajo. La mujer le tomó ambas manos, tenía cinco semanas que no lo había visto, su trabajo no le permitía verlo como ella hubiera deseado y él tampoco aceptaría que ella se arriesgara a que los medios de comunicación hicieran una jugosa noticia y arruinaran su reputación y su carrera actoral, porque ella era una diva, la mejor actriz de todos los tiempos.


Los ojos de Eleonor Baker brillaban por la emoción de ver a su hijo, con solo mirarlo le decía cuánto le amaba. Ella deseaba ayudarlo, pero él se rehusaba, el orgullo Granchester corría por sus venas. Respetaba la decisión de Terry, así como de verse de manera clandestina, tampoco había aceptado vivir con ella. Candice tenía mucho que ver que ellos convivieran, ella le pidió que la buscara cuando encontrara trabajo y así lo hizo. Madre e hijo, hijo y madre, como siempre debieron estar, juntos, aunque no lo pudieran gritar al mundo. Mientras el chofer recorría las calles de la ciudad, los dos se ponían al día hasta llegar a un discreto restaurant italiano donde podían seguir platicando con tranquilidad. Terry se bajaba del coche de su madre dos cuadras antes del edificio donde él vivía.


Al entrar, lo primero que veía era la fotografía de Candy disfrazada de Julieta, ese día jamás podría olvidarlo… Luego, se dirigía a la mesa en donde la portera le colocaba la correspondencia en caso de haberlo. La señora le realizaba el aseo tres veces por semana y sin importar el día, ella subía al departamento de Terry para poner las cartas en su lugar, era algo que jamás debía dejar pasar por alto. Para ser un telonero de teatro, (según los pensamientos de la portera) Terry era un chico educado, estudiado y fino. Su porte, rasgos corporales y su acento inglés lo delataba. Así que no entendía qué podía estar haciendo ahí y por qué él nunca le habló más de lo necesario. La encargada del edificio solo sabría que una dama le escribía y qué podría ser su prometida, el sobre rosa con una fina caligrafía y con aroma a rosas le decía mucho y no dudaba que la susodicha era la misma que posaba con una alegre sonrisa para una fotografía, el cual, tampoco podía visualizar su rostro por el antifaz que portaba. Esa escasa información ayudaría a Terry a quitarse de encima por un tiempo a una persona no grata, pero que, en un futuro lejano, le ocasionaría mucho daño, sobre todo, a Candy.


Dormir complacido por leer la correspondencia de la pecosa y de escribirle le motivaba por seguir preparándose, todas las noches repasaba y ensayaba, en cualquier momento le llegaría la oportunidad de tener una audición. La rutina de todos los días, llegar una hora antes que el elenco… solo que él lo hacía con dos horas de anticipación, esa hora lo ocupaba para subir al escenario y se transformaba en el personaje que deseaba representar. Ese fue su secreto hasta que dejó de serlo.


Robert Hathaway tenía cita con los empresarios que invertirían en su próxima obra, tuvo que ir al teatro por los proyectos posibles para presentar en la siguiente temporada, una voz profunda lo hizo direccionar hacia el escenario, se quedó parado en una esquina para no ser visto. Quince minutos después, aplaudía al desconocido, Terry fijó la vista al director, hizo una venia como agradecimiento y se quedó parado sin saber qué sucedería después de eso.


-“Tienes talento muchacho, ¿Cómo te llamas?”-

-“Terrence Graham señor.”

-“Llámame Robert. No te había visto antes. Si te gusta la actuación, ven y participa en las audiciones que se realizarán el próximo mes. Veo mucho futuro en ti.”-

-“Gracias Robert, ahí estaré dando lo mejor de mí.”-

-“Así debe ser siempre, dejar el alma en el escenario. Nos vemos Terrence”


Terrence no podía creer su buena fortuna, había insistido tanto en que le dieran una oportunidad y sin pedirlo ni planearlo, el mismo director lo escuchó y elogió. Sacó su reloj de bolsillo y vio que era hora de empezar a trabajar, con más actitud que otros días comenzó su día. Llegando a su casa, lo primero que hizo fue compartir la buena nueva con Candy. Después que salió la convocatoria y los resultados, a su madre.


“-Hola guapo, ¿Vas a participar en las audiciones?”- Terry no le respondió, solo la miró con sarcasmo. –“Si es así, puedo ayudarte.”- Él entornó los ojos y decidió retirarse. –“Espera, no te vayas, yo sé quién eres”- Ella corrió tras el joven arrogante que con una sonrisa ladeada sin detenerse le dijo: -“No necesito tu ayuda, puedo yo solo… y; ¿Quién se supone que soy?” Ella se detuvo, no esperaba ese tipo de respuesta y reacción por parte de él ni de nadie. No le gustaba juzgar a las personas, pero con él, se había equivocado. Creyó que era un soñador a actor, en diversas ocasiones lo vio haciendo su trabajo de telonero y otras actividades, no solía hablar con nadie, además, lo había visto tomar los libretos olvidados de sus compañeros, es por eso por lo que, al estar presente entre los aspirantes para un papel, quiso ayudarle enseñándole a actuar.


Una rubia de cabellera larga y lacia, ojos azul celeste y delgada le deseaba de manera burlona mucha suerte a su rival de tablas, comúnmente, Susana Marlowe obtenía los protagónicos, su madre, la señora Helen Marlowe, solía ayudarle haciendo uso de sus favores con los productores , todo dependería del papel y del posible protagonista, ella nunca se conformaba con menos, tanto era así, que decía ser la próxima Eleonor Baker del espectáculo, toda una diva de Broadway.


La asistente del director nombraba a los siguientes aspirantes. Terry dejó su libreto en la banca donde esperaba, la misma mujer impertinente de hace días atrás le detuvo, se colocó frente a él y con la mano estirada se presentó: -“Hola, creo que debí presentarme antes, soy Karen Klaisse y seré tu compañera de audición”- Terry por educación extendió su mano, -“Terrence Graham, mucha suerte, Karen”- Sin decir más, ambos se dirigieron a los escenarios. Treinta minutos más tarde salieron de su audición, Karen iba a felicitarlo por su actuación, pero el castaño, siendo parte de su misma personalidad, la dejó parada y se retiró a su casa.


Susana vio lo sucedido y le agradó, se preguntaba si había visto antes a ese muchacho, esperaba que ganase un papel en la obra y si era bueno interpretando, le haría el honor de salir con ella para que fuera conocido y obtuviera popularidad. Pensando de manera maliciosa, Karen debió pensar lo mismo que ella, solo que la presumida tenía un paso delante de ella. Como quien dice, ya le tenía ventaja. Iría averiguar el expediente de ese joven misterioso. Después de chantajear y amenazar a la asistente del director, logró ver su registro, anotó nombre y dirección, conforme iba avanzando en la lectura, se topó con la novedad que él trabajaba de telonero en el mismo teatro, ya decía ella que lo había visto en algún lado, solo que con gorra y el cabello amarrada en una coleta a comparación del cabello suelto y con ropa de diseñador, no decía más, sin experiencia ni estudios histriónicos. Se quedó desconcertada, ya no entendía nada. ¿Cómo es que pudo lograr una audición? ¿Karen Klaisse tenía algo que ver? Ahora iba poner atención en ambos.


Terry continuaba con sus actividades laborales como personales, los actores se encontraban en un receso de quince días en lo que publicaban los resultados de las audiciones. Él estaba apoyando a los de utilería y a los de escenografía en sus ratos libres, trabajaban a marchas forzadas, debía quedar todo listo antes de que se iniciara los ensayos generales si es que deseaba tener un par de días libres como compensación por las horas extras laboradas.


Esos días de descanso los ocupó para buscar escuelas de enfermería, Candy, en una de sus tantas cartas le había mencionado que tenía cierta inclinación por esa noble carrera. A Terry se le hizo muy loable, ella siempre ayudando a los demás. Solo faltaba que ella se decidiese. Él le seguiría insistiendo en que pensara en su futuro y porvenir. De mientras, recopilaría la información correspondiente de cada plantel y le enviaría los formularios de ingreso. Ver a las estudiantes le provocó imaginar a su rubia pecosa vestida de blanco, tuvo que espantar las imágenes de ella saltando sobre los árboles o de verla curando a los enfermos del género masculino, por un momento sintió celos, moviendo la cabeza para pensar en otra cosa, se dirigió a su casa para escribirle a Candy.


Terry miraba por enésima vez la tabla de los resultados de las audiciones, sus manos en los bolsillos y su postura recta le indicaba que estaba de acuerdo con el éxito obtenido, el brillo en sus ojos y una leve sonrisa amenazaba con salir, era un papel realmente pequeño pero significativo, sería el rey de Francia en la obra de “El Rey Lear” de William Shakespeare. Karen lo felicitó, él despertó de su ensoñación. Una franca sonrisa dio como respuesta y se retiró para continuar con su trabajo. Susana estaba cerca de ambos, terminó por reconocer que el telonero era guapo, sin prestarle atención a Karen, optó por irse también, ella había obtenido el papel de Cordelia, así que estaría más cerca de él, creyó que, con eso, podría tener una amistad con el castaño y si funcionaba, un romance, siempre y cuando él tuviera un buen desempeño actoral.


Robert Hattaway, director de la compañía Stratford, liquidaba personalmente a Terry de lo que había sido su trabajo anterior para luego darle a firmar un contrato de exclusividad, él no se equivocaba en reconocer su talento, tenía la intuición que la actuación lo llevaba en la sangre y que lo llevaría muy rápido a la fama. Tal como lo predijo, Terrence Graham recibía buenas críticas en los diarios y conocedores del tema. Después de seis meses de presentaciones, dio inicio las famosas giras. Él ya le había escrito y le había hecho de su conocimiento acerca de las ciudades que visitaría y uno de esos lugares sería Chicago. Él se sentía emocionado, después de un año y meses vería otra vez a Candy y lo vería actuar.


Susana había notado los cambios emocionales del actor, aunque seguía siendo arrogante y antisocial podía verse el brillo de su mirada y el rostro relajado. A pesar de los intentos que realizaba para captar la atención del actor, simplemente no lo lograba, inició por hacerle halagos, por preguntarle si era inglés por su acento. Empezar una conversación, invitarle de su desayuno, de ensayar juntos e incluso, de que la llevara a su casa porque su madre se encontraba indispuesta. Él inteligentemente y de manera educada la ignoraba o le decía que estaba ocupado. Las únicas ocasiones que salían juntos del teatro era cuando tenían que presentarse a algún evento social, pero en el transcurso del camino, Terry enmudecía, cerraba los ojos como rememorando algún pasaje de su vida hasta que llegaban a su destino.


La rivalidad entre Susana y Karen parecía que se había agudizado. Era un secreto a voces que ambas estaban embobadas por el nuevo actor, todos lo sabían, menos él. Sus diferencias además de ser actorales, ahora era personales, solo que Karen estaba más que ubicada en cuanto la amistad que empezaba a germinarse entre ellos. Karen era directa, sin tapujos, le decía lo que pensaba y no lo acosaba con preguntas e invitaciones. Y a pesar de todo, también la ignoraba, pero no le incomodaba como Susana.


Una mañana, Susana se atrevió hacer algo inesperado. Llegó al edificio en donde vivía el castaño, estaba frente a su puerta, dudaba si debía tocar o no, la valentía de su osadía ahora la traicionaba por la cordura y el sentido común, estaba dispuesta a retirarse cuando la casera la interceptó a espalda suyo, la miró de pies a cabeza y le preguntó si buscaba al joven, se sintió incómoda por el escrutinio de la señora, imaginaba los pensamientos turbios que debía tener sobre ella. Resolvió salir de su apuro con una mentira piadosa, el cual, esperaba que fuera verdad con el tiempo. –“Sí señora, busco a Terry, verá, soy Susana Marlowe, su compañera de tablas y su novia.”- La casera volvió a mirarla otra vez, pero con recelo. Sacó de su suéter un par de cartas para ver su remitente. La había hecho dudar, aunque Terry era reservado, siempre le preguntaba si le había llegado correspondencia de Chicago, y en varias ocasiones notó como le cambiaba sus facciones a uno más relajado, parecía jurar que denotaba amor cuando miraba la fotografía de una chica disfrazada de Julieta y aunque la chica llevaba antifaz, podía ver sus rasgos y el aura de una persona feliz, el cual, la visita no parecía poseer. –“Lo siento, usted no es la novia del Joven Graham, no se parece a ella, ni siquiera en el nombre.”- Susana palideció, sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría. Con el dictamen de la casera, apretó la falda de su vestido para no soltarle una bofetada, sus lágrimas escurrieron y antes de salir corriendo de ahí cual ladrón sorprendido en pleno robo, le gritó que mentía.


Terry se encontraba desayunado con su madre, le platicaba sobre su nueva faceta como actor. -“Es una experiencia maravillosa, soy lo que quiero ser, es algo que me apasiona, me siento afortunado”- La diva escuchaba cada palabra, cuanto deseaba poder tomarle la mano y llamarle hijo. –“Dime, ¿qué me cuentas de Candy?”- le preguntó, Terry ya le había comentado acerca de su primera gira y de las ciudades que visitaría. Él se ruborizó, controlando sus emociones mas no su boba sonrisa de enamorado le contó que ella estaba nuevamente estudiando de manera personal con tutores y que le había aceptado la invitación de asistir a la función que se daría en Chicago. Terry omitió contarle a su madre que ella asistiría con sus primos y amigas, ya vería la manera él de verla a solas, aunque sea por un momento. Necesitaba saber cómo estaba, como se sentía. El hecho de salir del hogar de Pony e ir a Lakewood para estudiar era ganancia, era un gran paso, prácticamente, era casi dos años de auto encierro. Ahora, ir a Chicago para verlo actuar era demasiado significativo, su corazón le decía que todavía lo amaba.


Candy bajaba de la escalera ataviada con un vestido corte princesa color rosa pastel, sentía que enseñaba demasiado, pero Annie le dijo que exageraba, era lo mejor de la última moda, debía verse como una Andrew y hacer que su amigo Terry no le quitara la vista por ni un segundo. Ella se había ruborizado como una granada, tenía dos años que no lo veía y aunque ya no le escribía de amor desde que le pidió que se dieran un tiempo, se preguntó si él todavía la amaba. Por un momento lo dudaba, nunca tuvo el valor de preguntarle por carta si era cierto el romance que los periódicos solían publicar. Pero ¿qué significaba el hecho de que siempre le escribiera y el haberla invitado al teatro y fiesta que le organizarían a la compañía teatral? ¿Quién invitaría a una amiga teniendo un romance en puerta? Esa noche se lo preguntaría, necesitaba saberlo de sus propios labios.


-“¿Sucede algo Candy?”- Fue la pregunta que le hizo su padre adoptivo cuando terminó de bajar. –“No habrás cambiado de opinión, ¿verdad? Archie, Stear, Patty,  Annie y yo estaremos ahí, si necesitas un espacio con Terry solo debes decirlo. Has dado varios pasos, otro más, recuerda que dentro de poco vivirás en la mansión de Chicago y si todavía estás decidida en seguir con tu camino te irás a Nueva York con tus primos y novias.-“ Candy esbozó una sonrisa sincera, tomó el brazo de Albert y se dirigieron a la salida en compañía de George. Subieron al vehículo con destino al teatro “De Chicago”.


Sus amigos los esperaban en la entrada del teatro. Los Leagan bajaron de su auto, como una diva, Elisa se posicionó frente ellos, tomó su abanico y tapándose medio rostro insinuó que esa sería su noche, su arrogante conversación le hizo hablar de más, los hermanos Cornwell soltaron una carcajada, las chicas discretamente lo hicieron. Tan concentrada estaba escupiendo vanidades que no se dio cuenta de la llegada del patriarca. –“¡Más te vale no poner en entredicho el apellido, te pido que mantengas tu distancia con cualquier hombre que no sea de la familia o tu prometido, recuerda que te vas a casar, sería muy triste que te dejara por uno de tus tantos comportamientos!”- William conocía a su sobrina, jamás dejaría de envidiar a Candy, suficiente con la mirada de odio que desplegó la pelirroja hacia con su protegida.


Elisa se retiró muy enfadada del brazo de su hermano, no soportaba las humillaciones recibidas por culpa de la huérfana con suerte y, para variar, su prometido no había podido acompañarla a la obra, es por eso por lo que iba a ocupar ese tiempo en saludar a un antiguo compañero de colegio. No le importaría romper su compromiso si Terry Granchester se hechizara de amor con solo verla. Ella era bella y con estilo. En la fiesta del alcalde sería el momento, brillaría como una estrella. Elisa divagaba mientras su hermano no dejaba de pensar en lo hermosa que se veía Candy, su prima, se había convertido en una mujer.


La familia Andrew se dirigió al palco correspondiente. El corazón de Candy se saltó un latido cuando Terry apareció en escena , él había cambiado físicamente, su voz se hizo más profunda, él simplemente estaba más guapo. Se sintió celosa cuando estaba cerca de Susana, tragó en seco al ver que le tomaba las manos, Candy deseaba estar en su lugar, quería levantarse, subir al escenario y quitarla de su toque. La rubia le pidió tiempo… ese tiempo que pudiera bien ser aprovechado por alguien más si ella no esclarecía sus sentimientos. Candy no lo merecía, ella tenía un oscuro pasado y no quería que él cargara con sus miedos e inseguridades. Ella lo amaba, debía hablar con él y preguntarle, quizás, él le diera una oportunidad. Debía verlo, necesitaba sentirse protegida en sus brazos, estaba decidido, esa misma noche le abriría su corazón y contarle lo que no le había dicho en cartas.


La obra terminó, se abrió y cerró el telón tres veces, el público aplaudía, era evidente que había gustado, sobre todo, al rey de Francia. Candy escuchaba los buenos comentarios mientras bajaban las escaleras para dirigirse al lobby del teatro. Los hermanos Leagan se apartaron del grupo. Albert agradeció el gesto al ver que abordaban su vehículo, con seguridad, a la recepción del alcalde. La mayoría se encontraba expectante, Candy no entendía que seguían haciendo ahí, ella quería hacer lo que tenía pensado, sentía que perdía el tiempo. Albert percibió su ansiedad, le colocó su mano en el hombro para tranquilizarla y le dijo que esperara. Sus amigos le dijeron lo mismo y continuaron con la plática como si no pasara nada. Diez minutos después, un tramoyero se acercó al grupo. Ella volteó a ver a Albert pidiendo su aprobación. ¿Verdad que valió la pena la espera? Sus amigos le desearon suerte.


Terry tenía comunicación con Albert, a pesar de que le escribía a la rubia, también lo hacía con él, así, se habían organizado para que su amigo pudiera llevarla al teatro y concertar una cita a solas con ella, ya que, al día siguiente, partirían al medio día para Philadelphia. Terry agradeció al buen hombre por el favor. En cuanto ella entró se quedó sin habla, no cabía duda de que ella también había cambiado y ese vestido la traicionaba aún más, la hacía ver muy hermosa. Ella se sentía igual, de cerca, se miraba diferente, no le hacía justicia las imágenes que el periódico plasmaba ni el traje de Romeo. Terry estaba listo, su frac negro, le resaltaba aún más su porte aristocrático. Después de observarse por completo, lograron sonrojarse cuando sus miradas se encontraron, ambos sonrieron al mismo tiempo, él abrió sus brazos, ella fue hacia él, se sintió en casa y lloró, ambos lloraban, no supieron el tiempo que estuvieron así, suavemente la apartó, le tomó su barbilla para que ella pudiera verlo también, no había necesidad de palabras en ese momento, la transparencia de sus ojos gritaba cuanto se amaban. Ambos se acercaron lentamente, un beso casto, otro y otro, Terry desvió sus labios al oído de la rubia, ella entró en ansiedad, sus miedos no debían dominarla, tenía que apartarlos. Él le habló y mediante un susurro le dijo: “Te amo, sé mi novia otra vez por favor, dime que sí”. Ella lloraba otra vez, ella asentía y cuando al fin pudo hablar le dijo que sí, él la levantó en vilo y comenzó a dar vueltas con ella, se sentían felices, él decía que era el hombre más feliz del mundo. La bajó y buscó sus labios, ella correspondió su beso, con ambas manos tomó su rostro mientras ella sentía que flotaba.


Susana disimuladamente esperaba que Terry saliera de su camerino, ella tenía rato de estar lista. Siempre que finalizaba una función estando de gira los actores salían en pareja acorde al papel que les correspondía, ella se las ingeniaba para coincidir en los pasillos para llegar juntos a la salida. Terry la ignoraba y en algunas ocasiones aceleraba el paso para dejarla atrás, eso no le importaba, poco a poco él se fijaría en ella, incluso extrañaría su compañía cuando ella lo dejara de buscar, esperaría el momento adecuado para intercambiar sus acciones. Si quería conquistarlo, debía ser más inteligente que Karen utilizando la psicología inversa. Su compañero de tablas estaba tardando mucho en salir, los iban a dejar si no se apuraban, así que con toda la confianza del mundo se dirigió al camerino del castaño y sin previo aviso y sin tocar la puerta, la abrió. Grande fue su sorpresa al mirar a Terry besando a una… ¿fan?, ofendida, se acercó con la intención de agredir a Candy. Terry detuvo la mano de Susana y con la misma la sacó de ahí, no sin antes advertirle que no se metiera con su novia. Entonces, recordó lo que le había dicho la casera, debió tomar en cuenta el comentario, creyó que se lo había dicho para hacerle pasar un mal rato, también, entendía el buen humor y el por qué en esa ciudad había dado lo mejor de su actuación.


Susana fue en busca de Robert Hattaway, debía reportar lo sucedido. Todos tenían conocimiento del reglamento y Terry había hecho caso omiso del mismo. Haría que ambos pasaran una vergüenza delante de quienes estuvieran presente, sobre todo ella, por la situación poco decorosa en que estaban. Encontró al director en compañía de un caballero rubio muy alto y buen mozo con un vaso de whisky, se notaba que era parte de la élite social alta. Con toda la imprudencia que la caracterizaba interrumpió la conversación y agregándole de su cosecha contó lo sucedido. Ambos hombres la escucharon. Robert rogaba a todos los dioses que se callara, o que se la tragara la tierra, lo que sucediera primero, por culpa de ella iba a perder a un inversionista. Albert no le quitaba la mirada, parecía una niña berrinchuda que le habían robado su dulce. Fingiendo que no la conocía ni la identificaba le preguntó su nombre… “Con que usted es la famosa Susana Marlowe” afirmó con un sarcasmo. “Terry ya me había hablado de usted.” La actriz se desubicó por un momento y pensó que quizá, él había hablado de ella confiando sus sentimientos a ese amigo, ruborizándose por lo que imaginaba le dijo que era ella. Para saber un poco más de Terry, partió con la pregunta obligada, ¿qué le había platicado de ella? Ese era el cuestionamiento que Albert esperaba escuchar y sin contemplación le soltó: “Terry me dijo que usted es una sombra en su vida, que se siente acosado y que si no la ha puesto en su lugar es porque son compañeros de tablas. Espero que eso le sirva de información y si tiene tantita dignidad, le aconsejo que sepa guardar su distancia con él y que jamás vuelva a levantar falsos a una dama, porque a la siguiente, tendrá que entenderse con mis abogados. Susana se puso demasiado pálida, no entendía absolutamente nada. Volteó a ver a Robert para que le dijera algo, pero no fue así. Albert se despidió como si nada hubiera pasado y se retiró. El rostro del director se mostraba ahora iracundo, ella sintió temor, antes de retirarse también, le advirtió: “Mas te vale tomar en cuenta su consejo, no sabes con quien te estás metiendo y para evitarte más problemas, terminando la presentación en la recepción del alcalde inmediatamente regresarás al hotel”. A Susana no le quedó de otra más que aceptar la sanción interpuesta. “Esto no se quedará así.” pensó.


Candy y Terry salieron del camerino del brazo, estaban tranquilos, sus rostros iluminados irradiaban felicidad. Minutos atrás Susana les había hecho pasar un mal rato, era el momento de hablar y abrir sus corazones. Aunque ella fue testigo de la forma en que él la había sacado y de lo que le había dicho, platicaron de manera breve para no generar malentendidos, y de la distancia y prudencia que debían tener y guardar con Susana y Elisa.


Una Susana Marlowe pasó al lado de ellos con los ojos llorosos y enfurecida. La pareja se preguntaba mentalmente qué le había sucedido. Albert les había platicado en el camino, con lo dicho por su amigo, reafirmaron lo que anteriormente habían platicado entre ellos. El camino se les había hecho corto, platicaron de todo un poco, los tres recordaban alegres momentos y anécdotas de los viajes de Albert antes y después tomar posesión de los negocios familiares.


Los Cornwell y sus novias ya estaban en la recepción, saludaron al actor, Terry se despidió, debía integrarse con sus compañeros de reparto para que los presentaran nuevamente y estuvieran en las palabras que dirigiría el gobernador a los invitados. Palabras más, palabras menos, eso era un discurso electoral, pensaba Terry a sus adentros, no veía el momento en que cerrara su boca para poderse retirar, bueno, no sería tan obvio, por educación estaría un rato más con Candy, salvo el caso que ella deseara quedarse en lo que restaba de la velada. Después de los aplausos comenzó a tocar la orquesta, con una venia, le pidió bailar con él, una sonrisa tímida le dio la respuesta, las miradas verde y azul no se apartaron en ni un momento, el corazón de ambos parecía que iba a explotar, sentían estar entre nubes, en un sueño del cual no quisieran despertar. Terry notó que no lo rechazó cuando la acercó un poco a su cuerpo. Candy estaba terminando de sobreponerse de aquel día trágico, ya no probó más suerte, con eso era suficiente, ya eran novios, aceptó sus besos, su abrazo y un baile. La tenía cerca y podía hablarle libremente de amor. “Candy, te ves hermosa esta noche.” “Terry, tú, te ves bien mozo. ¿Cuánto habían bailado? Se les acabó el encanto cuando escucharon los aplausos, estaban tan ensimismados entre ellos mismos que no se percataron del tiempo. Candy se sonrojó. Ambos rieron como chiquillos descubiertos en plena travesura. Tomando el brazo de Terry se dirigieron a la mesa donde estaban sus amigos. No tardando, los meseros servirían los platillos que la misma esposa del gobernador eligió para agasajar a sus invitados.


Mientras, Susana se despedía de sus compañeros argumentando una jaqueca. No había aceptado que James la acompañara ni siquiera a la salida, quería que Terry la viera para que se ofreciera llevarla. Pasó de largo a Karen, así como ella tampoco notó su presencia porque estaba embobada mirando quien sabe qué cosa. No la estaba ignorando, Karen realmente estaba viendo algo que le había llamado la atención, la notó desconcertada y con la ojos cristalizados, haciendo a un lado la educación, enfocó la vista a donde ella miraba, “Terry”, dijo en voz muy baja. “Estás con ella otra vez”, colocó su mano en la boca para evitar un sollozo. Ni cuando actuaba mostraba esa pasión en su semblante, las manos la tomaban con posesión. ¿Por qué no ella si la mayor parte del tiempo estaban juntos? Su corazón se rompía en mil pedazos. ¿Por qué no ella? ¿Por qué?, se preguntaba una y otra vez cuando se dirigía a la salida. Susana iba con la cabeza agachada, no se dio cuenta que alguien más iba con la misma prisa y para su buena o mala suerte, chocaron. Un rostro furioso la quería fulminar en ese instante…


Elisa rabiaba, William Albert se lo había advertido: “Debía comportarse”, no podía evitar ni disimular la envidia de ver a ese par de enamorados, se suponía que Candy se encontraba enclaustrada en el país del nunca volverás. Tampoco se explicaba cómo es que el patriarca permitía ese tipo de espectáculos ante la alta sociedad, es más, ¿Cómo demonios se conocían? Era evidente que se llevaban muy bien, a la distancia se notaba la camaradería que había entre todos los chicos. Deseaba en el fondo del corazón que la huérfana fuera solo una aventura, que se aprovechase de su falta de virtud y desapareciera de su vida, pero no, la mirada de Terry la veía con amor y ella, tímidamente le correspondía. Debía hacer algo para arruinarles el momento, o mejor aún, hacerle pasar la misma vergüenza pública que solía utilizar en el Colegio San Pablo. No era buena idea pasar por el arco del triunfo las órdenes de tan prestigioso miembro de la familia. Como deseaba que el tonto de su prometido estuviera con ella para así tener cualquier pretexto de acercarse a la mesa de los jóvenes. Buscó a Neal, vaya ayuda con su hermano, se suponía que estarían juntos en la recepción. Lo vio apoyado en la pared del salón de baile con una copa de wiski con una sonrisa torcida. Espantó el deseo de saber que pensaba su hermano, pero era inevitable, podría apostar que tenía nombre y apellido.


Su cólera se había incrementado, ahora su hermano era víctima de los encantos de esa menuda mujer, parecía que Neal no pensaba en la humillación que le hizo pasar el día de su compromiso ni de que ella ese día había resultado ser la prometida oficial de Karol Bonfil sin su consentimiento. No le quedó de otra poner de su parte, el muchacho se había portado de lo más amable y educado y aunque no le era indiferente, deseaba al actor de teatro, Terrence Graham destilaba pasión. Caminó como energúmeno hacia con su hermano, todo iba bien hasta que chocó con la coprotagonista de Terry, la muy ilusa estaba llorando. Ganas no le faltaron de ofender a esa actriz de quinta por interponerse en su camino… pero no, ella era una dama. Como fuego llameante la intimidó. Susana se disculpó. Entonces, la mente de Elisa Leagan recordó lo que la prensa escribía de ellos dos. Esta era su oportunidad y no la iba a dejar pasar. Aceptó su disculpa y ofreció la suya también, platicaron un momento breve y acordaron verse al día siguiente en un café cercano al hotel donde se hospedaba el elenco de la obra.
CONTINUARÁ.



Última edición por Yuriko Yokinawa el Miér Jun 03, 2020 8:00 am, editado 7 veces

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Rosario Vallejos B

Rosario Vallejos B
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Omg ese par de viboras no se cansa de hacerle daño ha Candy GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 523232 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 391439
Terry la ama la adora GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 463717 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 754880 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 754880 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 754880 
Que traman esas víboras🐍🐍
Ojalá Albert no lo permitan 🇳🇴gracias te sigo GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452

Lau_4_U

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Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Wooow affraid que buen capítulo Yurico. study

Terry comenzando desde abajo como talonero, scratch teniendo contacto con los actores, directores y el resto de ese mundo... luego la reconciliación con su madre. GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 162544

Robert lo ve actuar y decide darle una oportunidad, y se lleva un pequeño papel... GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 142209 tanto Karen como Susana ya le habían echado el ojo al inglés pero este simplemente la ignoraba. GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 867592 Pero Susana sí que se le metió entre ojo y ojo... no dejaba de acosarlo y hasta su departamento fue a dar. GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 88885

Lo bueno es que su casera no la dejó pasar y le dijo que ella no era su novia, que era una mentirosa. GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 77731

Mientras tanto Candy se prepara para ir a ver la puesta en escena de Terry, se pregunta si la seguirá queriendo, GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 87635 es llevaba por Albert, sus amigas y primos que la apoyan en todo momento.

Candy siente nervios cuando la obra termina y la conducen al camerino de Terry, este le dice que la ama y que quiere ser su novio, ella acepta y la besa en eso entra la Gusana y los ve... va corriendo a contarle a Robert lo que vio no sabiendo que Albert es el padre de Candy, despotrica contra de ella y Albert sale a su defensa... GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 252821 Susana no entiende nada, pero Robert se lo confirma. GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 898997

Ya en la recepción Terry se siente libre para demostrarle su amor a Cand, bailan y se besan... GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 3178663600 Eliza se enoja porque Terry debería de estar con ella y no con  Candy... GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 413636 se tropieza con la Gusana y se quedan de ver... ¿qué estarán planeando esas dos? GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 275964

Mil gracias por compartir tan linda historia, GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 971718 me encanta como escribes... GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 408560 ¡Muchas Felicidade! GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 189452

Un abrazo a la distancia. GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 752716 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 752716 GUERRA DE GUERRILLAS. "ENTRE CARDOS Y NARCISOS" CAPÍTULO V 752716

Amethyst

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Niño/a del Hogar de Pony
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Claudia Ceis

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Ay Dios ya se unieron estás dos
.. nooo esto no me gusta 
Me alegra que los rebeldes se han dado un nueva oportunidad y espero que sepan defenderla de la Gusi y de Elisa 

Felicity Grand


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Me encantó la escena de Albert, Robert y la gusana jajajaja... Se dio de bruces contra la pared...
Y ahora unirán fuerzas las 2 víboras ahhh

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