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¿Señorita Ardley o Señorita Pecas?Capítulo IX
By Rossy Castaneda
Ya habían pasado 5 días desde el festival de mayo en donde todo iba tan bien hasta que Anthony se le ocurrió aparecerse en la segunda Colina de Pony y enfrascarse en una pelea con Terry. ¿Que demonios le pasaba? Gracias a Dios Terry pudo esquivar aquel golpe que hubiese dañado su hermoso rostro. Bien merecido se tenía Anthony el puñetazo que Terry le propinó en la parte baja de su estómago. ¿Y Elisa?, ¿Que demonios hacía ella con los demás chicos?
El sonido de la puerta al abrirse hizo que Candy saliera de sus pensamientos.
—Candice el carruaje de los Ardley aguarda por nosotras —Patty y Annie le anunciaron.
—¿Pueden por favor avisarles que no iré?
—¿Te encuentras bien? —preguntó Patty tocando su frente.
—La verdad me duele un poco la cabeza, ta saben cosa de chicas.
En cuanto Annie y Patty salieron, Candy se dejó caer sobre la cama y lanzó un bufido.
—¡Bah! —no me apetece estar cerca de Anthony y mucho menos de los odios hermanos Leagan, hoy es mi cumpleaños y quiero estar tranquila —entrelazó sus manos detrás de su nuca y cerró los ojos.
—¡Terry! —dijo entre suspiros al recordar aquel breve beso robado —eres un tonto, no necesitabas hacer eso, solo bastaba que lo pidieras —¡Por Dios! —cubrió sus labios —¿Que estaba diciendo?
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—¡Aish! —Pues sí —se respondió a si misma sonrojándose cual granada —pero y Anthony, ¿que va pasar con Anthony?
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—Tienes razón, Anthony ha cambiado mucho, no es ni la sobra del chico noble de Lakewood, se ha vuelto muy hostil y violento —pasó su dedo índice por la comisura de sus labios y acarició estos —Terry en cambio, ha cambiado mucho, es muy caballeroso conmigo y la verdad me la pasó muy bien cuando estamos juntos, él me acepta tal y como soy.
**********
Era el quinto domingo y por consiguiente un día más solo dentro de aquellas murallas.
Terry se dejó caer en el pasto y cerró sus ojos, pensando que a esa hora Candy estaría feliz junto a aquel jardinerito festejando su cumpleaños.
—Si tan solo ella se hubiese quedado hoy, iríamos juntos al zoológico y como regalo de cumpleaños le diría que...
—Al parecer el acostarte en el pasto en medio de la nada es un mal hábito que no piensas dejar ¿verdad?
—¡Candy! —Creí que irías con el resto de los Ardley —dijo Terry abriendo los ojos y sentándose rápidamente.
—Pues ya ves que no —respondió ella sentándose a su lado.
—Pero hoy es tu cumpleaños, pensé que lo festejarían juntos.
Candy hizo una mueca
—Tu lo has dicho —sonrió —es mi cumpleaños y lo menos que quiero es discutir con nadie.
Terry sonrió. Al parecer y a pesar de ser un chico malo y rebelde que rompía las reglas todo el tiempo, Dios lo escuchaba después de todo. Ella estaba ahí a su lado, y con eso la oportunidad de salir juntos y llevar a cabo lo que había pensado hacer segundos atrás antes que ella llegara.
—Te gustaría acompañarme al Blue River y festejar juntos tu cumpleaños ¿Señorita Pecas?.
Candy rodó los ojos, ya se había tardado Terry en llamarla de aquella manera.
—¿Y como se supone que saldremos sin la autorización de nuestras familias genio?
—Eso déjalo de mi parte —dijo Terry poniéndose de pie y extendiéndole la mano para que ella hiciera lo mismo —ve a tu habitación y aguarda unos 30 minutos.
—¿Que piensas a hacer? —preguntó Candy con curiosidad.
—Ve a tu habitación y lo sabrás —respondió él con una sonrisa de medio lado.
—Hoy es mi cumpleaños y por lo tanto merezco saberlo ¿no te parece? —dijo Candy haciendo un puchero como último recurso para saber que se traía aquel mocoso engreído entre manos.
—No pienso saciar tu curiosidad Señorita Pecas —Terry tocó su mentón.
Sin quedarle mas remedio que confiar en lo que sea que Terry fuera hacer, ambos tomaron caminos diferentes.
Candy daba vueltas en círculos dentro de su habitación habían pasado exactamente 30 minutos desde que Terry y ella se separaron y nada .
—Tranquila Candy, tranquila, Terry es la última persona que te de fallaría en un día como hoy.
Tres golpes en la puerta de su habitación la hicieron sobresaltarse.
—Candy —la hermana Margaret la llamó del otro lado de la puerta.
Con la velocidad de una rayo, Candy casi corrió hasta la puerta y abrió esta.
—Si —respondió al abrir la puerta
—Hemos recibido una nota del Duque de Grantchester, en donde nos notifica que tiene autorización de tu familia para que pases tu cumpleaños en el su castillo..
A como pudo, Candy ocultó su asombro. Así que era eso lo que aquel insolente rompe reglas había hecho. ¡Ja! ¿Por que debía de extrañarle que falsificara la firma del Duque?
—Gracias —Respondió la joven rubia esbozando una sonrisa.
Cinco minutos mas tarde, Candy salía de las murallas del Colegio San Pablo en compañía de Terry e ingresaba a un coche de alquiler.
—¿Como te las ingeniaste para que las hermanas no se preguntaran porque un coche de alquiler y no un carruaje con el escudo de los Grantchester? —preguntó una sorprendida Candy
Terry sonrió ampliamente mostrando sus blancos dientes.
—Un pequeño truquito que uso cada vez que quiero salir.
—¡Ah si! —Candy enarcó una de sus cejas —¿Al igual que el que usaste para falsificar la firma del Duque y el sello de la casa Grantchester?
—Que te puedo decir —Terry se encogió de hombros.
—Oh vamos Terry, dime de una vez como le hiciste —accidentalmente Candy le cayó encima luego que el carruaje diera un brinco.
Sus rostros quedaron tan cerca que cada uno podia sentir la respiración del otro.
Cuando Terry acercó mas su rostro al suyo, Candy cerró sus ojos preparándose para lo que venía. Su decepción fue tan grande que se removió rápidamente y ocupó su lugar cuando sintió los labios de Terry besando su frente.
Durante el resto del camino, Candy permaneció en silencio en tanto Terry la observaba.
Su ceño estaba ligeramente fruncido, sus manos cruzadas a la altura de su pecho y su mirada perdida en la parte exterior del carruaje. Terry hubiese pagado lo que le pidieran por saber sus pensamientos.
—De acuerdo te lo diré —Dijo rompiendo con aquel sepulcral silencio —Es cierto, lo confieso, falsificó la firma y la caligrafía de mi padre cada vez que deseo salir del colegio —suspiró —para el sello, uso esto —dijo sacando de uno de los bolsillo de su pantalón
su anillo con el escudo de la casa Grantchester.
—¿Y para el carruaje? —preguntó la joven rubia retomando su espíritu curioso.
—Uso esto —Terry sacó del otro bolsillo, el escudo que extrajo de uno de los coches de la casa Grantchester.
El carruaje se detuvo, y tras pagarle al cochero que siempre lo ayudaba en sus escapadas, Terry ayudó a Candy a bajar. Luego de pagar las entradas, juntos ingresaron al Blue River y se dirigieron a la pequeña casa de receso donde estaban seguros encontrarían a Albert, aquella era precisamente la hora de su descanso.
Albert los recibió con una enorme sonrisa. Mientras conversaban, el joven rubio notó la conexión que había entre ellos dos. Ambos tan parecidos y tan diferentes a la vez, era una mezcla entre el día y la noche, entre lo salado y lo dulce y muchas otras cosas.
—Mi tiempo de receso ha terminado —Albert se puso de pie.
Candy y Terry hicieron lo mismo y se despidieron de su amigo.
Albert los observó mientras se alejaban, dejó escapar un suspiro, habían cosas en las que él, por muy patriarca del clan Ardley que fuera y podía mover los hilos a su antojo para manejar la vida de todos los miembros de la familia. No interferir en los sentimiento de Candy, era una de ellas.
**************
Candy y Terry se sentaron en una de las bancas y degustaron unos dulces que Terry compró.
Luego de minutos de silencio que se volvieron una eternidad para Terry, finalmente se decidió a hablar lo que guardaba en su corazón.
—Candy, hay algo que me gustaría decirte y hoy que es el día de tu cumpleaños considero que es el mejor momento para hacerlo.
—Sucede al... —Candy fue incapaz de completar la frase al ver los brillantes ojos de Terry mirándola sin parpadear siquiera.
—Me gustas Candy y quiero saber si tu sientes lo mismo.
—Terry yo....
—¿Así que éste es tu dolor de cabeza? —dijo Anthony quien al verlos se separó del grupo y en dos zancadas llegó a ellos.
Candy y Terry giraron sus rostros y se encontraron con la mirada enfurecida de Anthony.
—¡Anthony! —los ojos de Candy estuvieron a punto de salir de sus cuencas.
—Había preparado una fiesta de cumpleaños sorpresa para ti y me plantas por él —Le gritó Anthony señaló a Terry.
—Yo no acepte en ningún momento tu invitación —respondió la rubia.
—Pero tampoco la rechazaste —Anthony alzaba la voz cada vez más
—Modera tus modales Brown, ten cuidado como te diriges a Candy —Terry se puso de pie plantándose de manera amenazante frente a Anthony.
—Tu no te metas Grantchester, esto no te concierne, este asunto es entre Candy y yo
—Pues para que lo sepas, todo lo que tenga que ver con Candy me concierne.
—¿Y eso como por que?
—Eso si es algo que no te concierne —respondió Terry con voz gélida
Stair, Archie, Annie, Patty y los molestos hermanos Leagan llegaron en el momento justo que los dos chicos se habían ido a golpes.
—¡Basta! —Gritó Albert quien al ver a Anthony dirigirse a toda prisa hasta donde Candy y Terry se encontraban, dejó de lado lo que estaba haciendo y se dirigió a aquel lugar para impedir que aquellos dos se fueran a golpes pero desafortunadamente estaba lejos de ellos y le demoró llegar mas tiempo de lo que pensó —¿que creen que hacen? —dijo una vez pudo con la ayuda de Stair y Archie separar a aquellos dos que parecían un par de gallos de pelea.
Ninguno de los dos dijo nada, en su lugar se miraban con la mas infinita furia.
—Todo es culpa de Candice —la chillante voz de Elisa se escuchó .
—Cállate Elisa, cuando aprenderás a no ser tan entrometida, nadie te ha preguntado nada —Dijo Stair fulminándola con la mirada. La actitud de Elisa ya había colmado su paciencia.
—Y tu deberías moderar tus modales cuando te dirijas a una dama —Elisa alzó la nariz de manera arrogante
—Tu lo haz dicho —respondió Stair — una dama no a una serpiente como tu.
Elisa dio un chillido similar al sonido de un pequeño cerdito, mientras Archie apretaba los labios para no reír, era la primera vez que veía a su pacifico hermano furioso y hablando de aquella manera. Stair era el mas tranquilo de los tres, era el típico joven relajado que ignoraba todo lo que los demás decían y hacían, siempre estaba absorto en sus inventos defectuosos, pero ahora dividía su tiempo entre sus creaciones y Patty.
—¿Como te atreves a llamarme así? —Eliza apretó los puños —Niel has algo.
—¿Y que puedo hacer yo? —preguntó un cobarde Niel retrocediendo
—Esto lo sabra la Tia Abuela —Amenazó Elisa.
—Haz lo que se te venga en gana —respondió Stair.
—Ya Stair, no merece la pena que hagas rabietas por ella —dijo Archie para tranquilizarlo.
Candy, Annie y Patty estaban sorprendidas de escuchar a Stair hablándole de aquel modo a Elisa.
—Lo mejor es que todos ustedes regresen a su casa antes que el encargado del zoológico los eche a todos y les prohiba la entrada nuevamente—Albert se dirigió a sus sobrinos —y ustedes regresen al Colegio —se dirigió a Candy y Terry.
—Candy vendrá con nosotros —dijo Anthony.
—De ninguna manera —intervino Terry —ella vino conmigo y conmigo se regresa.
—¿La hermana Grey, sabe que ustedes dos salieron juntos sin la compañía de una adulto? —preguntó Elisa de manera desdeñosa mirando a Candy —y el Bisabuelo William autorizó a que salieras con ellos?
—Mi padre fue por nosotros.
—¡Ah si! —Elisa miró a todos lados —y donde se encuentra ahora el Duque de Grantchester?
Candy palideció.
—Eso es algo que no te interesa
Elisa enarcó una ceja.
—Dime Candy, ¿el Bisabuelo William autorizó a que salieras con ellos?
Siendo él el Bisabuelo William y sabiendo perfectamente que no había autorizado nada, Albert decidió intervenir, a juzgar por la mandíbula apretada de Terry y la palidez de Candy, se dio cuenta que en efecto, el Duque no estaba con ellos y eso significaba un gran problema para ambos chicos, si a Elisa se le ocurría abrir la boca, algo que Albert no dudaba que haría. Necesitaba hacer algo para ayudarlos a salir bien librados, ya buscaría luego la manera de enviar a George para que hablara con el padre de Terry y lo pusiera al tanto de la situación.
—El Duque de Grantchester se retiró hace unos minutos —intervino Albert dirigiéndose a Candy y a Terry —les dejó dicho que se le presentó una emergencia y que enviaría al cochero por ustedes para que los llevara de regreso al Colegio San Pablo
—Muy conveniente —Elisa esbozó una siniestra sonrisa .
—Anthony, el señor Albert tiene razón es mejor que nos marchemos ahora mismo —Archie se dirigió a su primo que continuaba con el ceño fruncido.
—No permitiré que Candy se vaya con él —dijo el joven rubio señalando a Terry.
—¿Y como piensas impedirlo? —Terry lo miró de pies a cabeza.
¡Por todos los cielos! Albert se sentía entre la espalda y la pared. Por un lado estaba su sobrino Anthony a quien prometió proteger tras la muerte de su hermanas Rosemary, y por el otro estaba Terry, aquel joven aristócrata que lo trato de igual a igual siendo él, el sobrino de un administrador como se fingió durante todo el viaje de New York a Londres.
—Vine con Terry y con él regresaré —Dijo Candy poniendo fin aquella discusión y evitando que Albert se decidiera entre uno u otro .
:-``:tenia que 
