MIL AÑOS CONTIGO
CAPÍTULO IX
POR YURIKO YOKINAWA
CAPÍTULO IX
POR YURIKO YOKINAWA
Candy tomaba un breve descanso después de redactar el expediente de una paciente que acababa de ser operada. Haría su recorrido médico para luego entregar a su enlace las novedades acontecidas durante su turno. Había sido un día agotador, permaneció seis horas en el quirófano con una operación exitosa. Se colocó su bata para dirigirse al sexto piso de oncología no sin antes revisar su correo electrónico para ver si había un mensaje de Terry, sonrió cuando leyó la breve misiva de que estaba bien y que “ella” porque así se refería a Susana le había sentido bien haber salido de Nueva York a un lugar muy cálido. Cerró la sesión, luego le contestaría y brevemente le contaría su día. Abrió el registro de llamadas, tenía varias llamadas perdidas de la asistente personal de su esposo. Le entró la preocupación, iba a comunicarse con Neal, pero una enfermera le interrumpió la intención de hacerlo, detrás de ella entraba una elegante señora con un bebé en brazos. Neal no solía platicarle las intimidades de sus empleados, al menos era algo que él debía saber porque era su mano derecha en la empresa, le sorprendía porque ni siquiera le mencionó las incapacidades laborales de la peliroja. El bebé dormía en ese momento en los brazos de su madre envuelto en una suave colcha con estampado infantil.
La enfermera se disculpó por entrar sin avisar justificándose por la manera no educada que su visita no anunciada pretendía hacerlo si no la atendía en ese momento. Candy no entendía nada, si estaba ahí era por alguna otra razón, pero ¿qué le hacía actuar de esa forma? Quizá su hijo se encontraba enfermo… La doctora la invitó a tomar asiento. Elisa suavizó su rostro y eliminó su arrogancia. Estaba decidida en contar su verdad para el bien de su hijo, esperó varias horas para tener ese momento y ahora, no tenía el valor de hacerlo. La esposa de su jefe siempre había sido amable con ella. Neal jamás le había contado nada malo sobre su esposa, solo que ya no la amaba. Candy le llamaba por su nombre hasta que reaccionó, se había perdido en sus pensamientos mientras que en apariencia la miraba a los ojos con culpa. -“Lo siento… lo siento, no debí haber venido. No me presenté a trabajar porque un familiar mío ha enfermado y… y… me sentí con la confianza de preguntarle a usted sobre su diagnóstico, pero creo que no debí hacerlo”- El bebé comenzó a despertar y moverse, el cobertor y gorro que protegía su cabeza resbalaron. Candy pudo ver el hermoso rostro del hijo de la asistente de su esposo, se sintió un poco perturbada y con todo el aplomo que tuvo la invitó a almorzar en su casa para explicarle los cuidados que debía tener su familiar.
El día estaba completamente soleado. Susana imaginaba que el paraíso celestial tenía algún parecido de ese paradisiaco lugar, sus playas turquesa y otras gamas de colores de azul como el de los ojos de su esposo le hacía sentir estar reflejada en él mismo. Sus ojos hundidos marcados con una pronunciadas ojeras le pedía al cielo un momento mas de vida para disfrutar cada instante con Terry. Cuando se sentía agotada de caminar en la orilla de la playa le pedía que la cargara, sentir sus brazos y pecho fuerte del ser que amaba, la brisa del mar, las caricias del sol, las gaviotas la hacían flotar. Una ligera sombra pasó sobre de ellos, levantó la vista, una parvada de patos hacían un vuelo perfectamente sincronizado. Entusiasmada, le pidió a Terry que mirara el bello espectáculo de la naturaleza. Terry se detuvo para observar como se perdían en el horizonte, regresó su mirada al rostro de una Susana sonriente. Ella, le dijo que, si existía la reencarnación, le gustaría ser un ave migratoria para conocer muchos lugares y ser libre como ellas, como el viento. Terry le dio un beso en la frente y le aseguró que algún día su deseo se cumpliría y sería completamente feliz. Un par de lágrimas escurrieron en las mejillas del empresario. Susana le regresó el beso, pero en la mejilla, haciéndole prometer que él sería feliz hoy y siempre sin importar las circunstancias y adversidades. Terry asintió dándole esperanza de una mejoría en su salud y tal sería así que le tendría una sorpresa para la mañana siguiente.
Elisa esperaba a Candy en una cafetería cercano al hospital, la doctora le había pedido que la esperara ahí en lo que entregaba a sus pacientes y pudiera checar su salida. Miró su reloj de pulso. Benjamín ya había comido su papilla, le revisó el pañal, necesitaba cambiarlo por uno limpio, se dirigió al baño, bajó el cambiador, mientras su hijo se divertía con la mordedora recibió una llamada de Neal, se escuchaba molesto, le reclamaba el haber faltado al trabajo y de no haberle contestado sus mensajes… “Ya se arreglarían en casa.” Guardó su dispositivo y continuó con el cambio de pañal. A veces, Neal era algo posesivo y egocéntrico. Debía tomar decisiones, ya no estaba segura de lo que realmente quería, veía a su hijo, era su viva imagen, el niño lo reconocía como tal. También quería realizarse como esposa, pero las dudas la empezaban a traicionar. ¿Quién le garantizaba que después de saber la infidelidad de Neal éste iría a su lado? Entonces; ¿seguiría entre las sombras viendo pasar el tiempo y con su hijo sin apellido? Necesitaba una señal que le ayudara a hacer lo correcto. Elisa le cambió la pañalera, con las palmas de sus manos se talló la loción del bebé para perfumarlo. Lo levantó, colocó el cambiador en su lugar y comenzó a llenarlo de besos mientras el niño reía a carcajadas. Elisa jamás se dio cuenta que Candy había escuchado y observado ese instante. Ahora, las decisiones las tomaría ella. Regresó a su coche, dos cuadras adelante le envió un mensaje de texto disculpándose por no poder llegar al café… le mandaría un email informándole sobre el padecimiento y cuidados de su familiar enfermo. Elisa lo tomó como la señal que necesitaba, no era el momento de hablar con la esposa de su amante. Ahora, tenía que redefinir la situación sentimental que tenía con Neal y pedirle que él mismo tomara la iniciativa de dejarla, por el amor hacia su hijo y el de ella. Trataría de jugar su última carta.
Candy llegó a su casa, un baño se llevaría sus lágrimas, pero no la traición que sentía en ese momento, su orgullo estaba dañado, todo el tiempo le vieron la cara de estúpida, el tiempo, ¿cuánto sería realmente? Ya no importaba, el daño estaba hecho, ahora entendía la indiferencia de Neal, su cobardía y el interés que le hacía estar con ella. Debía pensar muy bien lo que iba a hacer, de mientras, se arreglaría para recibir a su esposo. Pidió servicio a domicilio en el restaurant que solían frecuentar. Arregló la mesa con velas y vino. Lo esperaría para hablar con él, sin embargo, no llegó a cenar y por vez primera, tampoco a dormir. Tenía grabado el deseo de Elisa… Una señal para saber qué hacer. Este no era el momento. Fue una larga noche, un ataque de ansiedad y presagio despertó a la rubia a temprana hora de la mañana. Revisó su móvil, no había mensajes ni llamadas.
Neal aflojó su corbata en cuanto entró al departamento de Elisa, tomó del cuello a su amante y la besó con violencia hasta que topó la espalda de ella en contra la pared, con la palma de su mano apretó su agarre y le exigió una explicación de su ausencia en la oficina, del departamento y de no responder sus llamadas como mensajes. La típica respuesta del teléfono descargado no lo creyó ni la de la visita al pediatra. Se tornó acalorada la discusión, mas, sin embargo, Elisa nunca mencionó sobre su intento de hablar con Candy. Utilizó el viejo chantaje de dejarlo, de contarle a su esposa, de arruinarle su carrera, de desaparecer con su hijo… Un grito de impotencia salió de la boca de Neal, la tomó de los hombros y colocando su frente con la de ella le pidió paciencia, tiempo y confianza, pero a su vez, lo estaba cansando con toda esa cantaleta cuando ella aceptó tener una relación clandestina sin compromisos. Elisa lo abrazó y con toda honestidad le dijo entre lágrimas que ella ya no quería ser la otra. Benjamín despertó por el ruido ocasionado en la sala, Neal soltó el abrazo de Elisa y fue atender a su hijo.
Terry se levantó muy temprano, buscó ropa blanca para ambos, sacó de una cajita una diadema con tres azucenas blancas que había comprado el día anterior en una tienda de souvenirs. Con mucho cuidado despertó a Susana, ella le sonrió, se veía bien, mejorada, un brillo diferente en su mirada plasmando que ese día sería maravilloso. Le pidió a Terry jugo y fruta picada con miel y cereal, él pidió servicio a la habitación y mientras el desayuno llegaba se arreglaron. Hacía mucho tiempo que ella no comía tan bien. Este viaje le había asentado de maravilla, él organizaría otro para mas adelante. Susana se dirigió al tocador para maquillarse ligeramente, cantaba muy animada. Terry se acercó, trenzó la larga cabellera y de la cajita sacó la hermosa diadema con azucenas. Susana colocó el puño de sus manos en su boca por la sorpresa y emocionada le agradeció tan bello detalle. Esas flores eran sus favoritas, perfectas para cerrar un nuevo ciclo en esta vida. Ella se levantó, estaba lista para donde su esposo quisiera llevarla ese día, hasta el fin del mundo si era necesario. Susana tomó de la mano a Terry, lo jaló hacia ella y le dio un último beso de amor, de despedida. Después de caminar por un rato, platicar como buenos amigos, elegir el lugar para ver el amanecer de las Bahamas, dando la bienvenida a otro día de vida, sentir el suave calor de los rayos del sol y de quedarse en silencio para contemplar ese regalo de la naturaleza, Susana Granchester fallecía recargada en el hombro de su esposo con una sonrisa en los labios y en completa paz. –“Eres libre como las aves, del dolor, de tus tormentos… incluso, de mí.”- Fueron las últimas palabras que el empresario le dedicó a la ex actriz.
Candy llevaba su rutina laboral y personal prácticamente en la misma rutina, su corazón se sentía triste, tenía seis meses de no saber nada de Terry, por la prensa se enteró del deceso de su esposa, después de enviarle sus condolencias y recibir una respuesta de agradecimiento ya no tuvieron más comunicación. Neal la evitaba, ella percibía que quería hablar, pero a la hora en que ella le preguntaba si se encontraba bien, solía decir que estaba cansado y se retiraba del lugar. Tomó su lap, abrió su correo electrónico y se desahogó escribiendo al que consideraba una buena amiga: Annie Britter.
Annie y Archibald llegaron a Chicago, Candy, como todos los años elaboraba las invitaciones para la reunión anual empresarial Ardlay-Conrwell. No aceptaron quedarse en casa de la rubia, tenían conocimiento de lo que imperaba en la vida de su sobrina, pero no podían hacer nada si ella no pedía ayuda, sin embargo, no significaba que Archibald le solicitara a George Villers redactar todos los escenarios posibles de un divorcio.
Candy entró del brazo de su esposo al evento, ella era toda una señora y profesionista, varios invitados y familiares estaban presentes, esperaría la hora acordada para dar un discurso de bienvenida y pasar a la mesa para degustar la cena que entre Candy y Annie habían elegido para esa ocasión. Cruzaban algunas palabras personalmente entre los invitados hasta que se separaron para que ella se dirigiera a los asistentes. Cuando los aplausos se terminaron buscó con la mirada a Neal para dirigirse a la mesa. No lo encontró.
Tomó el lugar que le correspondía, su padre que ocupaba la cabecera de la mesa asentía con orgullo la buena organización del evento. Neal se sentaba del lado derecho de su esposa. Minutos después, un mesero asignaba un lugar a Elisa frente a Neal. Era la primera vez que ella asistía a ese tipo de reuniones, generalmente esos encuentros eran familiares, de socios e inversionistas cercanos. Neal al ver a Elisa que entraba a la recepción se dirigió hacia ella y discretamente la llevó a otro lado para reclamarle su presencia en el lugar.
Tres pares de ojos observaban discretamente lo que ocurría entre los amantes. El brillo de la mirada de Elisa al ver a Neal era a la evasiva que éste le daba, incluso, daba por asentado que se burlaba de su inteligencia, tenía el temor que en cualquier momento soltaría su infidelidad ante todos. Annie mordazmente empezó a cercarse a ella en una conversación sin sentido hasta que Candy y Archie se unieron a una plática laboral y viajes de negocios. La expresión de Neal se tornaba de lo mas incómodo, se levantó de su lugar, con una cuchara golpeó su copa y sin más, invitó a los presentes a festejar el quinto aniversario de bodas adelantando como regalo un viaje como una segunda luna de miel. Elisa se disculpó y se marchó del lugar argumentando una fuerte jaqueca.
-“¿Hablaste con ella?, ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Cómo lo ha tomado? Me siento muy feliz, ya no tendremos que ocultarnos- Elisa bombardeó con preguntas y una afirmación a Neal en cuanto cruzó el umbral de la puerta. Él agachó la vista y le respondió: -“Lo siento, no pude, no tuve las palabras para decirle cuando la miré a los ojos. Yo te amo, pero con ella tengo mucho que perder y contigo sería empezar de nuevo y no deseo hacerlo, debes comprenderme, acepta estar conmigo sin compromisos, por nuestro hijo.”- Una sonora carcajada se escuchó en la habitación. –“¿Tu hijo? Si ni siquiera tiene tu apellido… Después de la reunión familiar y de ser el hazme reír de tu familia me hizo pensar que tu flamante esposa sospechaba de lo nuestro y no estaba equivocada.”- -“¿Qué quieres decir Elisa?”- -“Quiero decirte querido, que ella ya lo sabe, tu cobardía me dijo que no lo harías, así que me adelanté, lo sabe todo y lo intuyó cuando conoció a tu hijo. Ahora, te pido que te vayas de nuestras vidas, te sobró valor para mentirme todo este tiempo, pero no para enfrentarla.”- Todos los sentimientos de enojo, impotencia, miedo y frustración pasó por el cuerpo de Neal. Antes de cometer una tontería en contra de la madre de su hijo golpeó la pared y se retiró.
Candy no esperaba que Neal hiciera una invitación pública de celebrar su aniversario de bodas y menos una segunda luna de miel y sin consultarlo. ¡Hasta dónde llegaba su cinismo!, siempre lo hacían en privado cuando todo entre los dos estaba aparentemente bien. Los aplausos no se hicieron esperar. Elisa, se retiró del lugar para ser abordada mas adelante por George Villers. Candice White la citaba para hablar de negocios en el hotel Waldorf Astoria.
-“Has cometido un error… ¿eso es lo que me estás diciendo? ¡Qué sincero eres! ¡Qué nobleza la tuya al pedirme perdón! Lo sé todo, absolutamente todo, ahora me dices que ella fue la que te sedujo hasta que caíste con sus encantos… Te creo, ella te obligó. Ahora, quiero que desaparezcas de mi vida.”- -“Debes creerme, yo te amo, acepto la culpa, no debí involucrarme con ella, fui débil y si no la dejé fue por el niño, todo el tiempo me chantajeaba con hacerle daño.”- “¿Crees que no me di cuenta de los cambios que ha habido en nuestra relación? Esto no es de ahorita, así que no mientas, te lo repito, lo sé todo, siempre intenté acercarme, de salvar nuestro matrimonio, incluso te propuse visitar a un consejero matrimonial. Toma, te doy dos días para que firmes el divorcio y no es negociable, ¡firmas o firmas! George te asesorará en caso de que no tengas para pagar a un abogado. Ahora, te pido que te vayas de mi casa, en la entrada encontrarás una maleta, luego te envío lo demás a la dirección que le indiques a George. ¡Ah! Mi padre lo sabe todo, no intentes buscarlo porque perderás el trabajo.”- -“Me voy, no porque me lo pidas, pero antes de irme debo confesarte que a pesar de que siempre estuviste a mi lado, me daba igual si estabas o no, me sentía sofocado cuando me hablabas de tus pacientes, de tus sueños, y lo peor, es que jamás sentí tus caricias, te entregabas por cumplir, obligación, qué se yo, tú eres la doctora… yo te amaba, eso es verdad, pero conocí a Elisa y con ella supe lo que era la pasión, la entrega, el amor, mas sin embargo, no podía dejarte, me sentía culpable cuando llorabas en silencio, eres una gran mujer Candy…”- Le dolió las palabras de Neal, quizá, las cosas hubieran sido diferente si no hubiera otro amor idealizado en el corazón de la doctora. Independientemente de ello, le dolía su traición y falta de honestidad. Lo mas sano era separarse como mutuo acuerdo. Ahora, solo le restaba esperar la decisión de Neal, aunque tarde o temprano ella obtendría nuevamente su libertad, pero si era inteligente, su actual esposo firmaría de manera voluntaria. –“Me voy a un hotel en lo que rento un departamento, nos vemos en los tribunales mi amor”-
La enfermera se disculpó por entrar sin avisar justificándose por la manera no educada que su visita no anunciada pretendía hacerlo si no la atendía en ese momento. Candy no entendía nada, si estaba ahí era por alguna otra razón, pero ¿qué le hacía actuar de esa forma? Quizá su hijo se encontraba enfermo… La doctora la invitó a tomar asiento. Elisa suavizó su rostro y eliminó su arrogancia. Estaba decidida en contar su verdad para el bien de su hijo, esperó varias horas para tener ese momento y ahora, no tenía el valor de hacerlo. La esposa de su jefe siempre había sido amable con ella. Neal jamás le había contado nada malo sobre su esposa, solo que ya no la amaba. Candy le llamaba por su nombre hasta que reaccionó, se había perdido en sus pensamientos mientras que en apariencia la miraba a los ojos con culpa. -“Lo siento… lo siento, no debí haber venido. No me presenté a trabajar porque un familiar mío ha enfermado y… y… me sentí con la confianza de preguntarle a usted sobre su diagnóstico, pero creo que no debí hacerlo”- El bebé comenzó a despertar y moverse, el cobertor y gorro que protegía su cabeza resbalaron. Candy pudo ver el hermoso rostro del hijo de la asistente de su esposo, se sintió un poco perturbada y con todo el aplomo que tuvo la invitó a almorzar en su casa para explicarle los cuidados que debía tener su familiar.
El día estaba completamente soleado. Susana imaginaba que el paraíso celestial tenía algún parecido de ese paradisiaco lugar, sus playas turquesa y otras gamas de colores de azul como el de los ojos de su esposo le hacía sentir estar reflejada en él mismo. Sus ojos hundidos marcados con una pronunciadas ojeras le pedía al cielo un momento mas de vida para disfrutar cada instante con Terry. Cuando se sentía agotada de caminar en la orilla de la playa le pedía que la cargara, sentir sus brazos y pecho fuerte del ser que amaba, la brisa del mar, las caricias del sol, las gaviotas la hacían flotar. Una ligera sombra pasó sobre de ellos, levantó la vista, una parvada de patos hacían un vuelo perfectamente sincronizado. Entusiasmada, le pidió a Terry que mirara el bello espectáculo de la naturaleza. Terry se detuvo para observar como se perdían en el horizonte, regresó su mirada al rostro de una Susana sonriente. Ella, le dijo que, si existía la reencarnación, le gustaría ser un ave migratoria para conocer muchos lugares y ser libre como ellas, como el viento. Terry le dio un beso en la frente y le aseguró que algún día su deseo se cumpliría y sería completamente feliz. Un par de lágrimas escurrieron en las mejillas del empresario. Susana le regresó el beso, pero en la mejilla, haciéndole prometer que él sería feliz hoy y siempre sin importar las circunstancias y adversidades. Terry asintió dándole esperanza de una mejoría en su salud y tal sería así que le tendría una sorpresa para la mañana siguiente.
Elisa esperaba a Candy en una cafetería cercano al hospital, la doctora le había pedido que la esperara ahí en lo que entregaba a sus pacientes y pudiera checar su salida. Miró su reloj de pulso. Benjamín ya había comido su papilla, le revisó el pañal, necesitaba cambiarlo por uno limpio, se dirigió al baño, bajó el cambiador, mientras su hijo se divertía con la mordedora recibió una llamada de Neal, se escuchaba molesto, le reclamaba el haber faltado al trabajo y de no haberle contestado sus mensajes… “Ya se arreglarían en casa.” Guardó su dispositivo y continuó con el cambio de pañal. A veces, Neal era algo posesivo y egocéntrico. Debía tomar decisiones, ya no estaba segura de lo que realmente quería, veía a su hijo, era su viva imagen, el niño lo reconocía como tal. También quería realizarse como esposa, pero las dudas la empezaban a traicionar. ¿Quién le garantizaba que después de saber la infidelidad de Neal éste iría a su lado? Entonces; ¿seguiría entre las sombras viendo pasar el tiempo y con su hijo sin apellido? Necesitaba una señal que le ayudara a hacer lo correcto. Elisa le cambió la pañalera, con las palmas de sus manos se talló la loción del bebé para perfumarlo. Lo levantó, colocó el cambiador en su lugar y comenzó a llenarlo de besos mientras el niño reía a carcajadas. Elisa jamás se dio cuenta que Candy había escuchado y observado ese instante. Ahora, las decisiones las tomaría ella. Regresó a su coche, dos cuadras adelante le envió un mensaje de texto disculpándose por no poder llegar al café… le mandaría un email informándole sobre el padecimiento y cuidados de su familiar enfermo. Elisa lo tomó como la señal que necesitaba, no era el momento de hablar con la esposa de su amante. Ahora, tenía que redefinir la situación sentimental que tenía con Neal y pedirle que él mismo tomara la iniciativa de dejarla, por el amor hacia su hijo y el de ella. Trataría de jugar su última carta.
Candy llegó a su casa, un baño se llevaría sus lágrimas, pero no la traición que sentía en ese momento, su orgullo estaba dañado, todo el tiempo le vieron la cara de estúpida, el tiempo, ¿cuánto sería realmente? Ya no importaba, el daño estaba hecho, ahora entendía la indiferencia de Neal, su cobardía y el interés que le hacía estar con ella. Debía pensar muy bien lo que iba a hacer, de mientras, se arreglaría para recibir a su esposo. Pidió servicio a domicilio en el restaurant que solían frecuentar. Arregló la mesa con velas y vino. Lo esperaría para hablar con él, sin embargo, no llegó a cenar y por vez primera, tampoco a dormir. Tenía grabado el deseo de Elisa… Una señal para saber qué hacer. Este no era el momento. Fue una larga noche, un ataque de ansiedad y presagio despertó a la rubia a temprana hora de la mañana. Revisó su móvil, no había mensajes ni llamadas.
Neal aflojó su corbata en cuanto entró al departamento de Elisa, tomó del cuello a su amante y la besó con violencia hasta que topó la espalda de ella en contra la pared, con la palma de su mano apretó su agarre y le exigió una explicación de su ausencia en la oficina, del departamento y de no responder sus llamadas como mensajes. La típica respuesta del teléfono descargado no lo creyó ni la de la visita al pediatra. Se tornó acalorada la discusión, mas, sin embargo, Elisa nunca mencionó sobre su intento de hablar con Candy. Utilizó el viejo chantaje de dejarlo, de contarle a su esposa, de arruinarle su carrera, de desaparecer con su hijo… Un grito de impotencia salió de la boca de Neal, la tomó de los hombros y colocando su frente con la de ella le pidió paciencia, tiempo y confianza, pero a su vez, lo estaba cansando con toda esa cantaleta cuando ella aceptó tener una relación clandestina sin compromisos. Elisa lo abrazó y con toda honestidad le dijo entre lágrimas que ella ya no quería ser la otra. Benjamín despertó por el ruido ocasionado en la sala, Neal soltó el abrazo de Elisa y fue atender a su hijo.
Terry se levantó muy temprano, buscó ropa blanca para ambos, sacó de una cajita una diadema con tres azucenas blancas que había comprado el día anterior en una tienda de souvenirs. Con mucho cuidado despertó a Susana, ella le sonrió, se veía bien, mejorada, un brillo diferente en su mirada plasmando que ese día sería maravilloso. Le pidió a Terry jugo y fruta picada con miel y cereal, él pidió servicio a la habitación y mientras el desayuno llegaba se arreglaron. Hacía mucho tiempo que ella no comía tan bien. Este viaje le había asentado de maravilla, él organizaría otro para mas adelante. Susana se dirigió al tocador para maquillarse ligeramente, cantaba muy animada. Terry se acercó, trenzó la larga cabellera y de la cajita sacó la hermosa diadema con azucenas. Susana colocó el puño de sus manos en su boca por la sorpresa y emocionada le agradeció tan bello detalle. Esas flores eran sus favoritas, perfectas para cerrar un nuevo ciclo en esta vida. Ella se levantó, estaba lista para donde su esposo quisiera llevarla ese día, hasta el fin del mundo si era necesario. Susana tomó de la mano a Terry, lo jaló hacia ella y le dio un último beso de amor, de despedida. Después de caminar por un rato, platicar como buenos amigos, elegir el lugar para ver el amanecer de las Bahamas, dando la bienvenida a otro día de vida, sentir el suave calor de los rayos del sol y de quedarse en silencio para contemplar ese regalo de la naturaleza, Susana Granchester fallecía recargada en el hombro de su esposo con una sonrisa en los labios y en completa paz. –“Eres libre como las aves, del dolor, de tus tormentos… incluso, de mí.”- Fueron las últimas palabras que el empresario le dedicó a la ex actriz.
Candy llevaba su rutina laboral y personal prácticamente en la misma rutina, su corazón se sentía triste, tenía seis meses de no saber nada de Terry, por la prensa se enteró del deceso de su esposa, después de enviarle sus condolencias y recibir una respuesta de agradecimiento ya no tuvieron más comunicación. Neal la evitaba, ella percibía que quería hablar, pero a la hora en que ella le preguntaba si se encontraba bien, solía decir que estaba cansado y se retiraba del lugar. Tomó su lap, abrió su correo electrónico y se desahogó escribiendo al que consideraba una buena amiga: Annie Britter.
Annie y Archibald llegaron a Chicago, Candy, como todos los años elaboraba las invitaciones para la reunión anual empresarial Ardlay-Conrwell. No aceptaron quedarse en casa de la rubia, tenían conocimiento de lo que imperaba en la vida de su sobrina, pero no podían hacer nada si ella no pedía ayuda, sin embargo, no significaba que Archibald le solicitara a George Villers redactar todos los escenarios posibles de un divorcio.
Candy entró del brazo de su esposo al evento, ella era toda una señora y profesionista, varios invitados y familiares estaban presentes, esperaría la hora acordada para dar un discurso de bienvenida y pasar a la mesa para degustar la cena que entre Candy y Annie habían elegido para esa ocasión. Cruzaban algunas palabras personalmente entre los invitados hasta que se separaron para que ella se dirigiera a los asistentes. Cuando los aplausos se terminaron buscó con la mirada a Neal para dirigirse a la mesa. No lo encontró.
Tomó el lugar que le correspondía, su padre que ocupaba la cabecera de la mesa asentía con orgullo la buena organización del evento. Neal se sentaba del lado derecho de su esposa. Minutos después, un mesero asignaba un lugar a Elisa frente a Neal. Era la primera vez que ella asistía a ese tipo de reuniones, generalmente esos encuentros eran familiares, de socios e inversionistas cercanos. Neal al ver a Elisa que entraba a la recepción se dirigió hacia ella y discretamente la llevó a otro lado para reclamarle su presencia en el lugar.
Tres pares de ojos observaban discretamente lo que ocurría entre los amantes. El brillo de la mirada de Elisa al ver a Neal era a la evasiva que éste le daba, incluso, daba por asentado que se burlaba de su inteligencia, tenía el temor que en cualquier momento soltaría su infidelidad ante todos. Annie mordazmente empezó a cercarse a ella en una conversación sin sentido hasta que Candy y Archie se unieron a una plática laboral y viajes de negocios. La expresión de Neal se tornaba de lo mas incómodo, se levantó de su lugar, con una cuchara golpeó su copa y sin más, invitó a los presentes a festejar el quinto aniversario de bodas adelantando como regalo un viaje como una segunda luna de miel. Elisa se disculpó y se marchó del lugar argumentando una fuerte jaqueca.
-“¿Hablaste con ella?, ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Cómo lo ha tomado? Me siento muy feliz, ya no tendremos que ocultarnos- Elisa bombardeó con preguntas y una afirmación a Neal en cuanto cruzó el umbral de la puerta. Él agachó la vista y le respondió: -“Lo siento, no pude, no tuve las palabras para decirle cuando la miré a los ojos. Yo te amo, pero con ella tengo mucho que perder y contigo sería empezar de nuevo y no deseo hacerlo, debes comprenderme, acepta estar conmigo sin compromisos, por nuestro hijo.”- Una sonora carcajada se escuchó en la habitación. –“¿Tu hijo? Si ni siquiera tiene tu apellido… Después de la reunión familiar y de ser el hazme reír de tu familia me hizo pensar que tu flamante esposa sospechaba de lo nuestro y no estaba equivocada.”- -“¿Qué quieres decir Elisa?”- -“Quiero decirte querido, que ella ya lo sabe, tu cobardía me dijo que no lo harías, así que me adelanté, lo sabe todo y lo intuyó cuando conoció a tu hijo. Ahora, te pido que te vayas de nuestras vidas, te sobró valor para mentirme todo este tiempo, pero no para enfrentarla.”- Todos los sentimientos de enojo, impotencia, miedo y frustración pasó por el cuerpo de Neal. Antes de cometer una tontería en contra de la madre de su hijo golpeó la pared y se retiró.
Candy no esperaba que Neal hiciera una invitación pública de celebrar su aniversario de bodas y menos una segunda luna de miel y sin consultarlo. ¡Hasta dónde llegaba su cinismo!, siempre lo hacían en privado cuando todo entre los dos estaba aparentemente bien. Los aplausos no se hicieron esperar. Elisa, se retiró del lugar para ser abordada mas adelante por George Villers. Candice White la citaba para hablar de negocios en el hotel Waldorf Astoria.
-“Has cometido un error… ¿eso es lo que me estás diciendo? ¡Qué sincero eres! ¡Qué nobleza la tuya al pedirme perdón! Lo sé todo, absolutamente todo, ahora me dices que ella fue la que te sedujo hasta que caíste con sus encantos… Te creo, ella te obligó. Ahora, quiero que desaparezcas de mi vida.”- -“Debes creerme, yo te amo, acepto la culpa, no debí involucrarme con ella, fui débil y si no la dejé fue por el niño, todo el tiempo me chantajeaba con hacerle daño.”- “¿Crees que no me di cuenta de los cambios que ha habido en nuestra relación? Esto no es de ahorita, así que no mientas, te lo repito, lo sé todo, siempre intenté acercarme, de salvar nuestro matrimonio, incluso te propuse visitar a un consejero matrimonial. Toma, te doy dos días para que firmes el divorcio y no es negociable, ¡firmas o firmas! George te asesorará en caso de que no tengas para pagar a un abogado. Ahora, te pido que te vayas de mi casa, en la entrada encontrarás una maleta, luego te envío lo demás a la dirección que le indiques a George. ¡Ah! Mi padre lo sabe todo, no intentes buscarlo porque perderás el trabajo.”- -“Me voy, no porque me lo pidas, pero antes de irme debo confesarte que a pesar de que siempre estuviste a mi lado, me daba igual si estabas o no, me sentía sofocado cuando me hablabas de tus pacientes, de tus sueños, y lo peor, es que jamás sentí tus caricias, te entregabas por cumplir, obligación, qué se yo, tú eres la doctora… yo te amaba, eso es verdad, pero conocí a Elisa y con ella supe lo que era la pasión, la entrega, el amor, mas sin embargo, no podía dejarte, me sentía culpable cuando llorabas en silencio, eres una gran mujer Candy…”- Le dolió las palabras de Neal, quizá, las cosas hubieran sido diferente si no hubiera otro amor idealizado en el corazón de la doctora. Independientemente de ello, le dolía su traición y falta de honestidad. Lo mas sano era separarse como mutuo acuerdo. Ahora, solo le restaba esperar la decisión de Neal, aunque tarde o temprano ella obtendría nuevamente su libertad, pero si era inteligente, su actual esposo firmaría de manera voluntaria. –“Me voy a un hotel en lo que rento un departamento, nos vemos en los tribunales mi amor”-
CONTINUARÁ
Portada realizada por la talentosa Laura Balderas
Última edición por Yuriko Yokinawa el Lun Mayo 18, 2020 10:38 pm, editado 1 vez