*Contenido absolutamente explicito. Mayores 18*
Se que no es mi madre, esta mujer no es Sarah, pero no me importa, lo que me interesa es un lugar donde descansar, en este caso en esa barca. Corro ese último tramo y me lanzo como quien se zambulle, no alcancé a detenerme, caí directo en el féretro abierto. Es tal mi estado mental y dolor corporal que ya no me molesta el estrecho ataúd. Siento la barcaza moverse, alzo la vista, ella es quien nos mueve y al hacerlo el aire se llena de una pestilencia metálica. No debería mirar, pero no me contengo, no tengo voluntad en este lugar. A duras penas me giró para mirar. Sangre, oscura, espesa y putrefacta. De ella comienzan a brotar partes de seres humanos, cabezas, torsos, brazos, manos. No quiero ver más pero mis parpados no reaccionan “Abre bien los ojos” de nuevo su voz resuena, y a cuenta del nuevo hechizo mi vista se concentra. Las manos que flotaban en la sangre se aferraban a la barcaza, como buscando auxilio, los rostros… era como si gritaran. Yo conocía esas caras. Todas y cada una, gente que mande a matar. Ahora vienen por mí. Siento sus manos sobre mí y yo… no me puedo mover, por más que intento, no puedo hacer nada. ¡BASTAAA!
Al choque de la barca con la orilla las visiones desaparecen, menos el olor y el rojo del río teñido de sangre. He vuelto a mi forma natural y madre ya no está llevándome, sólo yo y el batel. Me baje como pude, trate de mantenerme en pie, cosa que me era casi imposible, fuertes olas de viento me movían a su voluntad, de allá para acá, haciéndome trastabillar. Un campo de flores del infierno, inamovibles, extrañamente, a pesar de las fuertes ráfagas. Gemidos se oyen por doquier, no puedo ajustar mi visión con este maldito viento, sólo distingo figuras, que se mezclan con el carmín como si fuera una masa, se enreda, envuelven, se desarman y vuelven a armar ¿Qué será? Pongo oposición al viento con los ojos clavados al suelo con tal de avanzar, después de un momento el viento se desvanece para transformarse en humedad, caliente, sofocante. Comienzo a sudar profusamente, al punto que mi camisa se humedece al instante pegándose a mi piel, el calor me sofoca, me cuesta respirar. Agua. Levanto los ojos en busca de las figuras… Sobre aplastadas flores estaba Archie de pie, desnudo, jugando con su verga, paseándola por el rostro de… ¡Eliza! Mi hermana bramaba cual animal pidiendo el pene de ese infeliz y él sonriendo deja que ella lo tome con la boca. El bastardo gime de gozo. Mi hermana pasea su lengua, lo succiona como queriendo sacar de esa cosa hasta la última gota. Quiero avanzar y matar al perro a golpes. Las flores lo impiden amarrando mis pies, no puedo patearlas, no puedo romperlas. Fuertes, como si de fierro forjado fueran. Gritos de placer, vuelvo a mirar al frente. Mi hermana en el suelo se abre de piernas. El sarnoso se carcajea acomodándose entre ellas. Al momento del primer embiste, el primer grito de placer no fue de mi hermana, el cuerpo era el mismo, pero la amante era otra. Candy se retorcía bajo el cuerpo de Archie, abriendo la boca en busca de aire, su lengua como la de una serpiente, vibraba en el aire caliente. Se toca los pechos con frenesí, mientras el hijo de puta la embiste con brutal fuerza. Caigo de rodillas, impotente ante lo que mis ojos ven. Absolutamente empalmado ante la diabólica visión ante mí, busco mi verga con rabia y desesperación. Arriba, abajo; arriba, abajo. Por horas con la verga en la mano, viendo la una y mil formas que practicaban ante mí los fornicarios. Mis bolas, todo el cuerpo dolían. Yo no me venía, no podía correrme. Comencé a caer nuevamente pero ahora no había suelo, todo se fue a negro.
Desperté sobre mi espalda, estoy hundido en una especie de fango. Tengo el cuerpo entumecido. Si le doy una orden a mis pies, estos no se mueven, ni mis manos. Sólo el cuello y cara responden. Me quedo quieto en la fría oscuridad, esperando lo que vendrá. Algo, que no soy yo, se arrastra, lo siento chapotear. Esta cerca, lo intuyo. Mi respiración se acelera. Un siseo, como el de una serpiente. Recuerdo la lengua de Candy y tiemblo. Un hormigueo me recorre entero, levanto mi cabeza para ver mis pies. Ahí está ella, paseando su asquerosa lengua. Me ve y sonríe mientras sus garras me entierra, desgarrando mi piel. Grito desesperado a la nada, pero nadie viene. Ella muerde, destroza y poco a poco me devora. La siento en mi ingle, tengo miedo, pues intuía que mi cuerpo estaba como muerto. De su boca cae espuma de sangre, feliz por llegar hasta mi hombría, la cual toma con sus manos frías. Cuando abrió sus fauces, yo cerré mis ojos. Mi garganta se desgarra ante el alarido. Otra vez me vi perdiendo el sentido, mientras a duras penas suplicaba. “Candy, por favor, para…”
Cuantas veces he perdido el sentido, ya no lo sé. El maldito me mueve de escenario tras escenario. En todos ellos una Candy transformada, un súcubo, una doncella en apuros. Me engulle, o la devoran, o torturan mientras clama por mi ayuda. La visión de la Tía Elreoy parece ser su favorita, vestida de carnicero con hacha en mano va descuartizando a mi niña. Mis pies amarrados con grilletes, estos atados a bolsas llenas de lingotes de oro. Lo único que tenía que hacer era avanzar, llegar donde la tía, robarle el arma, matarla y así poder salvarla. Pero ya perdí la cuenta, estoy cada vez más flaco, llagas por todos lados, pies ensangrentados. Sólo puedo llorar mientras mi tía con risa siniestra la despedaza.
O un campo lleno de Terrence y Candice. Se golpean con brutal fuerza. Recuerdo que en un principio corría a defenderla. Logrando con ello despertar la ira de ambos, me tiraban al suelo, me escupían, me pateaban. Una fuerza desconocida me levantaba, sólo para que llegaran cientos de ellos para molerme a golpes. De pie sin saber por qué. El cuerpo hecho pedazos, partes de mi colgando, pero no caía, no me desmayaba, no desfallecía. Todos ellos reían y al hacerlo era como oír nuevamente el eco de ese hijo de perra el día que firme el puto contrato.
Pero el que a mí me producía más arcadas, era aquel en el que descanso de boca sobre una cama. Seda fría al tacto de mi piel cansada. Cuando recién desperté a este panorama reí con ganas, tan molido y abatido que no caía en cuenta de que mis pies y manos estaban atados, una extremidad a cada extremo de la cama. Ni siquiera me sentí inquieto, hasta que la vi. Ella venía a mi desnuda, voluptuosa, y de entre las piernas colgaba una especie de anaconda. Mis ojos ya no podían salirse más de órbita. Me tocaba, me besaba mientras yo trataba de tirar de las cuerdas. Sabía que era inútil tratar de razonar con ella. Ella me violaba con fuerza, mientras me ahorcaba con fuerza, su aliento en mi oído.
“si no tratas de relajarte, seguirá doliendo” usaba las mismas palabras que le dijera contra mi
“Estas tan húmedo” sangre, todo dentro de mí estaba roto. Y cuando se venía, prefería hacerlo en mi cara.
Son segundo, minutos, meses, años, centurias. Hasta que un día deje de sentir. No podía importarme menos si Archie se la afilaba, simplemente no me producía nada, bien podía metérselo hasta por las orejas y yo como si nada. Comencé a darle instrucciones a Elroy para que la descuartizara, ver su cara de pánico me provocaba un placer absoluto. Tomé palco en la guerra que tenía montada con Terry, si hubiera tenido armas se las pasaba. ¡HAGANSE MIERDA! Les gritaba. No lloraba, ni pedía clemencia cuando Candy me violaba, a modo de juego, y para molestarla, repito las palabras con ella, como si de un eco se tratara. Últimamente guardo silencio, cosa que la saca de quicio. Ya nada me perturba, nada duele, nada importa.
¿Un día? Apareció ante mí mientras estaba viendo como tía se manchaba el mandil por millonésima vez. “Te felicito” me sonrió con los brazos abiertos, avanzando hacia mí, a su paso el escenario iba desapareciendo. Yo ni me moví, imperturbable permanecí en mi asiento en absoluto mutismo. “Pensé que perderías la cabeza en algún momento” palmoteo mi espalda “Estas hecho del material que necesito… Te propongo un nuevo trato”
Desde entonces soy un príncipe del infierno, llego a los incautos que lloran sus miserias descontentos.
“¿Y tú? ¿Tienes algún deseo?... A ti que lees te digo… yo puedo cumplir todos tus sueños”
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Con esto me despido de la GF los retos que debo los voy a subir al Foro, porque soy tozuda y no tendré paz mental si no los termino... Tiene continuación esto? Si... Inframundo pues!
Al choque de la barca con la orilla las visiones desaparecen, menos el olor y el rojo del río teñido de sangre. He vuelto a mi forma natural y madre ya no está llevándome, sólo yo y el batel. Me baje como pude, trate de mantenerme en pie, cosa que me era casi imposible, fuertes olas de viento me movían a su voluntad, de allá para acá, haciéndome trastabillar. Un campo de flores del infierno, inamovibles, extrañamente, a pesar de las fuertes ráfagas. Gemidos se oyen por doquier, no puedo ajustar mi visión con este maldito viento, sólo distingo figuras, que se mezclan con el carmín como si fuera una masa, se enreda, envuelven, se desarman y vuelven a armar ¿Qué será? Pongo oposición al viento con los ojos clavados al suelo con tal de avanzar, después de un momento el viento se desvanece para transformarse en humedad, caliente, sofocante. Comienzo a sudar profusamente, al punto que mi camisa se humedece al instante pegándose a mi piel, el calor me sofoca, me cuesta respirar. Agua. Levanto los ojos en busca de las figuras… Sobre aplastadas flores estaba Archie de pie, desnudo, jugando con su verga, paseándola por el rostro de… ¡Eliza! Mi hermana bramaba cual animal pidiendo el pene de ese infeliz y él sonriendo deja que ella lo tome con la boca. El bastardo gime de gozo. Mi hermana pasea su lengua, lo succiona como queriendo sacar de esa cosa hasta la última gota. Quiero avanzar y matar al perro a golpes. Las flores lo impiden amarrando mis pies, no puedo patearlas, no puedo romperlas. Fuertes, como si de fierro forjado fueran. Gritos de placer, vuelvo a mirar al frente. Mi hermana en el suelo se abre de piernas. El sarnoso se carcajea acomodándose entre ellas. Al momento del primer embiste, el primer grito de placer no fue de mi hermana, el cuerpo era el mismo, pero la amante era otra. Candy se retorcía bajo el cuerpo de Archie, abriendo la boca en busca de aire, su lengua como la de una serpiente, vibraba en el aire caliente. Se toca los pechos con frenesí, mientras el hijo de puta la embiste con brutal fuerza. Caigo de rodillas, impotente ante lo que mis ojos ven. Absolutamente empalmado ante la diabólica visión ante mí, busco mi verga con rabia y desesperación. Arriba, abajo; arriba, abajo. Por horas con la verga en la mano, viendo la una y mil formas que practicaban ante mí los fornicarios. Mis bolas, todo el cuerpo dolían. Yo no me venía, no podía correrme. Comencé a caer nuevamente pero ahora no había suelo, todo se fue a negro.
Desperté sobre mi espalda, estoy hundido en una especie de fango. Tengo el cuerpo entumecido. Si le doy una orden a mis pies, estos no se mueven, ni mis manos. Sólo el cuello y cara responden. Me quedo quieto en la fría oscuridad, esperando lo que vendrá. Algo, que no soy yo, se arrastra, lo siento chapotear. Esta cerca, lo intuyo. Mi respiración se acelera. Un siseo, como el de una serpiente. Recuerdo la lengua de Candy y tiemblo. Un hormigueo me recorre entero, levanto mi cabeza para ver mis pies. Ahí está ella, paseando su asquerosa lengua. Me ve y sonríe mientras sus garras me entierra, desgarrando mi piel. Grito desesperado a la nada, pero nadie viene. Ella muerde, destroza y poco a poco me devora. La siento en mi ingle, tengo miedo, pues intuía que mi cuerpo estaba como muerto. De su boca cae espuma de sangre, feliz por llegar hasta mi hombría, la cual toma con sus manos frías. Cuando abrió sus fauces, yo cerré mis ojos. Mi garganta se desgarra ante el alarido. Otra vez me vi perdiendo el sentido, mientras a duras penas suplicaba. “Candy, por favor, para…”
Cuantas veces he perdido el sentido, ya no lo sé. El maldito me mueve de escenario tras escenario. En todos ellos una Candy transformada, un súcubo, una doncella en apuros. Me engulle, o la devoran, o torturan mientras clama por mi ayuda. La visión de la Tía Elreoy parece ser su favorita, vestida de carnicero con hacha en mano va descuartizando a mi niña. Mis pies amarrados con grilletes, estos atados a bolsas llenas de lingotes de oro. Lo único que tenía que hacer era avanzar, llegar donde la tía, robarle el arma, matarla y así poder salvarla. Pero ya perdí la cuenta, estoy cada vez más flaco, llagas por todos lados, pies ensangrentados. Sólo puedo llorar mientras mi tía con risa siniestra la despedaza.
O un campo lleno de Terrence y Candice. Se golpean con brutal fuerza. Recuerdo que en un principio corría a defenderla. Logrando con ello despertar la ira de ambos, me tiraban al suelo, me escupían, me pateaban. Una fuerza desconocida me levantaba, sólo para que llegaran cientos de ellos para molerme a golpes. De pie sin saber por qué. El cuerpo hecho pedazos, partes de mi colgando, pero no caía, no me desmayaba, no desfallecía. Todos ellos reían y al hacerlo era como oír nuevamente el eco de ese hijo de perra el día que firme el puto contrato.
Pero el que a mí me producía más arcadas, era aquel en el que descanso de boca sobre una cama. Seda fría al tacto de mi piel cansada. Cuando recién desperté a este panorama reí con ganas, tan molido y abatido que no caía en cuenta de que mis pies y manos estaban atados, una extremidad a cada extremo de la cama. Ni siquiera me sentí inquieto, hasta que la vi. Ella venía a mi desnuda, voluptuosa, y de entre las piernas colgaba una especie de anaconda. Mis ojos ya no podían salirse más de órbita. Me tocaba, me besaba mientras yo trataba de tirar de las cuerdas. Sabía que era inútil tratar de razonar con ella. Ella me violaba con fuerza, mientras me ahorcaba con fuerza, su aliento en mi oído.
“si no tratas de relajarte, seguirá doliendo” usaba las mismas palabras que le dijera contra mi
“Estas tan húmedo” sangre, todo dentro de mí estaba roto. Y cuando se venía, prefería hacerlo en mi cara.
Son segundo, minutos, meses, años, centurias. Hasta que un día deje de sentir. No podía importarme menos si Archie se la afilaba, simplemente no me producía nada, bien podía metérselo hasta por las orejas y yo como si nada. Comencé a darle instrucciones a Elroy para que la descuartizara, ver su cara de pánico me provocaba un placer absoluto. Tomé palco en la guerra que tenía montada con Terry, si hubiera tenido armas se las pasaba. ¡HAGANSE MIERDA! Les gritaba. No lloraba, ni pedía clemencia cuando Candy me violaba, a modo de juego, y para molestarla, repito las palabras con ella, como si de un eco se tratara. Últimamente guardo silencio, cosa que la saca de quicio. Ya nada me perturba, nada duele, nada importa.
¿Un día? Apareció ante mí mientras estaba viendo como tía se manchaba el mandil por millonésima vez. “Te felicito” me sonrió con los brazos abiertos, avanzando hacia mí, a su paso el escenario iba desapareciendo. Yo ni me moví, imperturbable permanecí en mi asiento en absoluto mutismo. “Pensé que perderías la cabeza en algún momento” palmoteo mi espalda “Estas hecho del material que necesito… Te propongo un nuevo trato”
Desde entonces soy un príncipe del infierno, llego a los incautos que lloran sus miserias descontentos.
“¿Y tú? ¿Tienes algún deseo?... A ti que lees te digo… yo puedo cumplir todos tus sueños”
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Con esto me despido de la GF los retos que debo los voy a subir al Foro, porque soy tozuda y no tendré paz mental si no los termino... Tiene continuación esto? Si... Inframundo pues!
Última edición por cilenita79 el Sáb Mayo 16, 2020 9:23 am, editado 1 vez