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Feliz cumpleaños Stear (regalito por adelantado)
El Reloj
Reto
Reto
—Te advierto que este reloj solo usa piezas especificas. —decía el hombre haciendole entrega del reloj al chico de anteojos quien lo miraba sobres sus monturas.—En esas cajas podras encontrar las piezas para darle vida a este valioso objeto.—
El castaño se acomodó sus anteojos algo titubeante por el incómodo tono que utilizó aquel individuo cuando le explicaba lo que tenia que hacer para reparar el mentado reloj aquel.
¿Piezas específica, habia dicho? No era necesario ser un ingenio para saber aquello, ya que era de conocimiento popular que cada cosa tenia una estructura diferente a otras; que habian objetos que necesitaban de piezas de diferentes formas y tamaños…
Estúpido era aquel hombre al aclarar algo tan evidente, pero el castaño no exteriorizó su pensar, aunque en un momento se sintió dudoso porque vio al sujeto aquel mirarlo fijo como quien está interesado en lo que sea que se le este diciendo para luego hacer una mueca con sus labios semejante a una ironica sonrisa.
—Recuerda lo que te dije—manifestó palmeándole el hombro para luego salir por la pequeña puerta cuya forma era de media luna.
No fue hasta unos segundo después que fue consciente que habia estado conteniendo la respiración. La pequeña figura de aquel hombre— que sabra Dios que papel jugaba en aquel lugar— era intimidante, su tono de voz le hacia justicia al aura fría que desprendía mas sin embargo sus ojos le daban una impresión contraria.
Sacudió la cabeza un par de veces para centralizar sus pensamientos, observó el cuerpo del reloj en sus manos mismo que, a su parecer, iba perdiendo peso ¿O era su imaginación? Lo dejó sobre el mostrador a su espalda, para luego, ir en busca de aquel par de cajas llenas de piezas diversas.
Hace algún tiempo que llegó a ese lugar sin recuerdo alguno; lo curioso de todo fue que, al abrir sus ojos, después de lo que pareció ser una caída al vacío, se encontró sentado en una silla de madera, con sus manos apretándose al reposabrazos y ejerciendo tal presión en la madera con sus uñas que por un momento temió clavarse una estilla, por lo que por puro instinto alejó sus manos de allí y se llevó sus dedos a su boca para succionar la sangre que de seguro brotaría de su piel.
Una risa lo atrajo he hizo que los pies del chico tocaran el enmaderado piso, pues su intrépida acción hizo que este subiera los pies sobre la silla.
El dueño de aquella cantarina risa era de una persona sentado a su lado, este le sonreía y le aplaudía al mismo tiempo que decía “no has cambiado nada”.
Quien le recibía era un chico de una estatura que casi le igualaba, este le sonreía con un brillo que hasta entonces lo tenia confundido.
—¿Tú…digo, usted me conoce? —se señalaba asi mismo un tanto confundido.
El rubio pasó de la pregunta que se le hiciera al señalar con su brazo la puerta.
—¿Me acompañas? — sin esperar respuesta alguna le dio la espalda al confundido chico para, acto seguido, abrir la puerta.
Lo condujo por un pasillo un tanto estrecho y le señalaba los carteles que se alzaban sobre las puertas que se hallaban a cada lado de ese lugar.
El de anteojos miraba curioso todo a su alrededor, aunque por fuera se veía los mismo, lo que le mostraba la transparencia de los pequeños cristales que tenían las hojas de madera era totalmente alucinante…
El rubio no abandonaba su perorata mientras que el castaño parecia perderse en sus interrogantes internas.
—Ya llegara el momento en que lo entiendas todo—le dijo para luego desaparecer cual fantasma.
El crujir que hacia la pequeña lampara de mesa cada vez que el muchacho la posicionaba a su manera para continuar con su trabajo de reparar el pequeño reloj de bolsillo y el tintinear de las piezas que este sacaba de la caja para ver si era las indicadas además del choque de las herramientas, eran los sonidos que opacaban los quejidos de este cada vez que las piezas que parecían ser las correctas se deshacían cual castillos de naipe.
No sabia cuanto tiempo tenia haciendo el esqueleto que complementarían al cuerpo del reloj, pero los montones de tuercas, alambres y esprines que estaban regado por todo el lugar le decían que tenían un buen rato en esa tarea, sin descansar si quiera; y era increíble que su cuerpo no se mostrara abatido después de tantas horas de actividad.
Continuaban en las mismas: hacia un modelo con las piezas, lo entraban en el cuerpo y este se alzaba como si fuera empujada por algún imán y se deshacía en el aire; era como el reloj mostraba su rechazo y esto tenia al castaño realmente frustrado.
A esas alturas los ojos debian pesarle o arderle por estar expuesto a una limitada iluminación pero ni eso…
Ya estaba harto, harto de estar alineando piezas y que el malcriado del reloj se las vomitara, por lo que dejó todo aquel circo a un lado.
Tampoco seria esclavo de aquel trozo de metal, era bueno en lo que hacia o al menos eso pensaba.
Cuando el mendigo chiquillo que vio por vez primera desapareciera ante sus ojos de inmediato se hizo presente el hombre que le encomendara la IMPORTANTISIMA tarea de arreglarle el reloj; este le dijo de la nada que reparara una cajita musical que sacó de su bolsillo; el castaño parpadeó un par de veces por lo que el sujeto aquel le pedia sin siquiera haberse presentado.
Las manos de aquel personaje, insistente, le indicaba que tomara aquel trozo de madera y que hiciera lo que se le habia pedido.
El chico, con los ojos en blanco, tomó la caja para luego obsérvala minuciosamente y dar con el problema: un esprint se habia salido de su órbita y le impedía al objeto continuar con la función que habia sido creado.
Del bolsillo delantero de su camisa sacó una navaja suiza y buscó la parte plana que necesitaba para acomodar el esprint, vio al hombre complacido por el resultado quien una vez mas le ofrecio otra tarea sin siquiera dar la gracia por la anterior, esta vez tendría que arreglar otras cosas, un trabajo mas complejo que los anteriores se le fueron presentando pero que el castaño supo salir airosa de eso que parecía ser una especie de prueba.
Por lo que no comprendía el porque el reloj se le hacía tan difícil de reparar; era tan pequeño, frágil y a la vez tan pesado; si acaso pudiera contra restar la carencia que esta refleja sin singular sonido que el bamboleo de sus agujas provocaba; si pudiera ser un poco más paciente para encontrar las prendas que su caprichosa estructura quería, si pudiera…
Su oxidada cabeza comenzó a crear algunas ideas que condujeron al castaño a continuar con su labor.
Nunca sabría cuanto tiempo pasó tratando de dar con las piezas «especificas» para dar vida al reloj de bolsillo, pero cuando sintió que al fin lo habia logrado el sujeto de la voz intimidante se hizo presente para darle entrega de una muñeca.
—¿Me estas jodiendo? ¿Cree que soy alguna especie de esclavo personal? No crea que porque ando desmemoriado no puedo darme cuenta que está abusando, eh—pero el hombre continuaba haciendo su ya tan común insistencia. —¡no jodas!—manoteo al hombre mandando a la muñeca al piso.
Ya estaba harto de que se le impusieran cosas sin siquiera pedirle consentimiento alguno; ni un simple gracias o gesto de gratitud se le mostraba, solo le daban una tarea tras otras no muy bien terminada la anterior.
—cójala—fue su parca respuesta a la vez que señalaba a la muñeca.
—¿Me está hablando enserio? — el castaño sentía como algo se caldeaba dentro suyo, por lo que inhalo y exhaló aire unas tres veces.
—Cójala—volvió a repetir el hombre esta vez con una media sonrisa que contradecía el brillo de su mirada.
El chico de anteojos lo hizo, no para repararla, porque de seguro eso le pediría; si no para estrellársela en la cara y salir de una vez de allí.
—Ahora tome esto—abria la mano que habia mantenido empuñada para mostrar una leontina. —, ajústala al reloj y luego sígame-
Abrió la puerta sin siquiera darle tiempo al chico de terminar con la ultima tarea que se le habia encomendado, porque esa seria la ultima—se decía mientras pegaba la metálica cadena al reloj del bolsillo mismo que se volvió mas pesado que cuando se lo habian entregado.
Al funcionar la leontina con el reloj sus preguntas ya tenían respuestas.
Ya reconocía su reflejo en el ovalado espejo que reposaba en las paredes.
Ya sabia como y porque estaba en ese lugar.
El cuarto que se le mostraba carente de luz y de objetos se mostraban de otra manera.
El por qué habia estado arreglando el reloj y porque este parecia perder peso….
El reloj…el hombre, debia darse prisa, no podia llegar tarde.
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Sentado en la misma silla que habia ocupado su querido primo Anthony cuando le recibiera, esperaba pacientemente por alguien.
Le entristecía como a la vez le alegraba ser él a quien le encomendaran la labor de conducir por aquel estrecho pasillo a la persona a quien debia agradecerle tanto aunque esta, a la primera, no lo reconociera; le complacía solo recibirla.
A un lado se encontraba la muñeca a la espera por el alma que le seria vertida en su interior y que le daría vida a su hueco cuerpo. Era una muñeca muy bonita, como lo debió ser esa persona en su juventud, de eso no cabia la menor duda.
El crujir de las agujas del reloj se hacían cada vez mas fuerte dando entender que la hora de que esa persona abandonara la vida terrenal y viniera a poblar este lado se acercaba.
La reacción de la chica fue tan calmada y recia como debia esperarse, cosa que lo hizo reir de todas maneras y llevarlo a decir la palabra que le dijera su primo, pero con una sola variante : «No has cambiado en nada, tia»
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Gracias por leer 
yo si pense en otra dimesion ya fallecido el 
ay dolor, Anthony esta ahi 
buenísimo me encanto 
