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You are not along
Patty O´Brien miraba por la ventana de la pequeña habitación que le fue asignada desde hace algunos días en el hogar de pony, esa tarde se sentía bastante melancólica y triste, pues los recuerdos que tenía de un día como ese hacia diez años atrás eran tan vívidos como si hubieran sido ayer.
Llegó a principios del mes de mayo para acompañar a Candy en su cumpleaños, durante dos años solamente tenían comunicación por cartas pero ese año hizo todo lo posible para estar ahí, este cumpleaños en particular era muy especial para su amiga, pues después de varios años de sufrimiento guardado y soledad por fin había logrado alcanzar la felicidad al lado del hombre que siempre había amado, de su Terry, que tras años de alejamiento atado a una mujer por honor sin sentido, desde su punto de vista, por fin libre, regreso por su amiga para no dejarla ir nunca más.
Y aquí estaba ella, pues fungió como dama de honor en la boda de Candy y Terry el pasado día siete cumpleaños de su rubia amiga, pero de eso hacía casi dos semanas, su amiga se había ido de viaje de luna de miel pero ella seguía ahí, por una u otra razón no se había querido marchar de ese hermoso y pacífico lugar, estaba muy a gusto ayudando a la señorita Pony y a la hermana María con los niños, dando clases y ayudando en la múltiples tareas, no tenía otra cosa más que hacer, había pedido licencia en la escuela de florida donde daba clases, se sentía a gusto en el hogar de pony; sin embargo, esa tarde se sentía un poco inquieta, reflexionando acerca del rumbo que su vida había tomado, constantemente reclamaba a Candy el estar escondida en ese lugar y ella también hacia lo mismo metida siempre en la escuela y los libros, pero le era muy difícil abrir su corazón nuevamente, la muerte del único hombre al que había querido dejaron profundas heridas, y aunque ya no era una jovencita de diecisiete años aún tenía miedo pero a la vez se sentía sola, muy sola.
Recargada en la ventana sintió el viento acariciar su rostro y mover las cortinas de la ventana trayendo consigo un olor familiar, uno que hacía muchos años no sentía, el aroma de… Stear, aspiro de nuevo, ahí estaba, ese inconfundible aroma a café negro como el que tanto le gustaba a él, a pesar de estar siempre haciendo cosas y metido entre máquinas y herramientas Stear siempre olía y sabia a café, de pronto escuchó una voz susurrándole al oído.
- Hola- habló una aterciopelada voz a espaldas de Patty.
La chica dio tremendo salto del susto, el sonido de la voz de Stear fue muy claro detrás de ella, pero… ¡Era imposible!, él llevaba casi diez años muerto.
-Soy yo Patty, vine a decirte que no estás sola, yo estoy aquí.
- ¡Stear! - mientras daba la vuelta para mirarlo gruesas lagrimas corrían por sus mejillas- ¿Cómo es posible?
- ¿Cómo estás? - inquirió el hombre con una sonrisa en su rostro.
-¡Estas aquí!- exclamo emocionada de verlo, se veía más alto, todo un hombre, como si hubiera estado vivo y hubiera crecido al igual que ella, él llevaba puesto aquel pantalón blanco que se le ajustaba tan bien a sus largas piernas, la camisa roja con las mangas enrolladas mostrando sus musculosos brazos debido a las múltiples veces que cargaba cosas a la hora de hacer sus inventos, la misma de cuando fueron a escocia, aquel verano inolvidable.
-Vengo para decirte que no estás sola, que yo estoy aquí contigo, siempre, aunque estemos lejos siempre estoy aquí, en tu corazón.
-Te extraño tanto- dijo lanzándose a sus brazos enterrando su cabeza en el amplio pecho, sollozando fuertemente, sin poder creer que podía tocarlo, sentirlo, olerlo - ¿Por qué te fuiste?, ¿Por qué me dejaste? - fue el reclamo de la chica.
-Era algo que tenía que hacer Patricia, no llores, era mi destino.
-Ni siquiera te despediste.
-Si lo hubiera hecho ¿Me habrías dejado ir?
-No.
-Por eso no lo hice, además nunca te he dejado sola, siempre estoy cerca Patty, siempre.
Se quedaron en silencio mientras se abrazaban, ella con la cabeza sobre su pecho rodeándole la cintura y él con la suya recargada en su pelo encerrada entre sus brazos.
Después de ese breve espacio, Stear la levanto en brazos y se sentó con ella en un pequeño sillón junto a la ventana, la colocó en su regazo acunándola.
-La otra noche te escuché llorar – mencionó Stear depositando un beso sobre la castaña cabellera– me pediste que viniera – expuso - escuché tus rezos pidiendo que te abrazara.
Patty separó un poco su cuerpo para poder ver el rostro amado de Stear.
- Cada día, siempre, desde que te fuiste me pregunto ¿cómo pude dejarte ir?, ¿Cómo dejé que lo nuestro se me escapara como agua entre los dedos?
- Éramos muy jóvenes – señaló el hombre - pero…lo que hubieras o no podido hacer o decir no me habría detenido – puntualizó.
Patricia guardó silencio, sopesando lo que Stear decía.
- ¿Te dolió? – inquirió ella preocupada, acurrucada entre sus brazos.
- ¿Morir? - ella asintió – No – dijo apretándola más - fue una sensación cálida – miró hacia la ventana - puedo recordar claramente mirar el cielo azul, el sol y el mar – suspiró - mi último pensamiento fue para ti y para Candy – Stear entrelazó sus largos dedos con los de Patty – Mi querida Patricia, no dejes que pase un día más preguntándote porque estas sola, ten por seguro que no lo estas, siempre voy a estar contigo, cada vez que pienses en mí vendré a acompañarte – le dio un beso en la frente - pero ya no llores, debes seguir adelante, el amor te espera Patty, sólo debes abrir los ojos, si tu eres feliz yo también lo seré.
-No quiero a nadie más que a ti – declaró la chica aferrándose a la camisa de Stear.
-No Patty – la separó un poco de él – no dejes que el amor se te escape de nuevo por aferrarte a mi recuerdo.
-No voy a poder – afirmó la castaña sollozando.
- Lo harás, yo lo sé, el amor esta muy cerca mi amada Patty, abre tu corazón y este llegará, será tan suave como el viento, apasionado y ardiente como el fuego y tan fuerte y poderoso como el mar te lo aseguro.
Stear se incorporó con el cuerpo de Patty entre sus fuertes y poderosos brazos, caminó con ella hacia la cama, la depositó con suavidad de tal manera que ella pudiera ver hacia afuera, por la ventana, él se acomodó tras ella, abrazándola.
- ¿Ves ese cielo? – Patty asintió – es en donde siempre estoy – señaló - ¿ves ese sol? – cuestiono de nuevo y Patty volvió a asentir – cuando sientas su calor seré yo el que te este abrazando, nunca más estarás sola, siempre, siempre estaré contigo.
Patricia cerro los ojos, la voz de Stear en su oído al tiempo que sentía sus caricias en su espalda, hombros y cintura la estaban haciendo caer en un sopor tal que se estaba quedando dormida.
-Te amare por siempre Stear Cornwell – afirmo Patricia O´Brien quedándose completamente dormida.
Un suave beso con sabor a café fue lo último que Patty logro captar, luego un suave viento, después…nada.
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El sonido de los cascos de caballos despertó a Patty, al abrir los ojos los tonos naranjas del cielo le dieron la bienvenida, se desperezo sonriendo, se sentía tranquila, ligera, unas risas masculinas a lo lejos la hicieron levantarse, se acercó a la ventana abierta contemplando desde ahí el camino de piedra, el padre árbol que imponente se levantaba dejando que el viento fresco de la tarde moviera sus verdes hojas, ahí bajo su cobijo tres jinetes admiraban el paisaje.
Patty dejó caer su cuerpo en el marco, admirando el porte de cada uno de los hombres que a lo lejos hablaban y reían disfrutando el tiempo de esparcimiento… “el amor está muy cerca mi amada Patty, abre tu corazón y este llegará, será tan suave como el viento, apasionado y ardiente como el fuego y tan fuerte y poderoso como el mar” el sonido de la voz de Stear resonó en su cabeza.
Albert, Archie y Tom observaron a la chica apostada en la ventana, levantaron la mano en señal de saludo, los hombres aprovechaban cualquier día para dar paseos a caballo desde Lakewood pasando por el rancho Stevens hasta llegar al hogar de Pony donde, desde hacia un par de semanas una hermosa y dulce señorita habitaba, y de la cual siempre recibían una sonrisa al llegar.
Mientras los caballeros se acercaban Patty lanzó un suspiro al verlos, los tres eran muy atractivos, cada uno tenía virtudes y defectos, pero su corazón era tan puro como el de cualquier niño que habitaba el hogar.
“Un alma pura reconoce otra alma pura” esa frase se la dijo una vez a Candy al reconocerse su amiga.
Los jinetes llegaron hasta donde Patty, desfilando uno por uno por su ventana, gallardos, viriles, hermosos.
“No dejes que el amor se te escape de nuevo por aferrarte a mi recuerdo”
De nuevo las palabras de Stear resonando en su cabeza.
-Está bien Stear – se dijo a sí misma al tiempo que daba la media vuelta para ir a recibir a los caballeros que llegaban de su paseo.
“Esa es mi chica, aunque estemos tan lejos, tú nunca estarás sola” se alcanzó a escuchar a lo lejos mientras una silueta alta se desvanecía entre las nubes.
And you are not alone
You are always in my heart
I am here whit you, though we´re far apart
You´re always in my heart.
Por:Temperance/ Primrose.
Para: Guerra Florida 2020
Crédito de la imagen a su respectivo autor
gracias por leer.
Como parte de mi locura por este hombre maravilloso les comparto esta historia original fuera del manga o animé, espero que les guste
Rescate de amor
Las aventuras de Temperance.
Un resplandor blanco y cegador iluminó la oscuridad de la noche en el bosque de Francia. Una figura alada depositó en el suelo un hermoso perro de pelaje dorado y blanco.
– Vamos Dilong – habló la pequeña mujer replegando sus alas – debemos buscar un refugio para esta noche, mañana tendremos un día muy agitado – manifestó la chica .
Si, era Temperance que, dejando a un lado sus deberes y contra todo pronóstico y parloteo de su hermana había llegado unas horas antes para llevar a cabo una misión suicida - palabras de su hermana- y que iba en contra del destino.
– ¿Te das cuenta que podrías morir? – inquirió su hermana molesta dando vueltas de un lado a otro en la habitación que compartían.
A Temperance no le importó nada de lo que le hubieran dicho, ella debía hacer algo.
–¿Qué no entiendes que él no es para ti? En esta vida el no te pertenece tal vez en otra pudiera haber sido pero ahora no – afirmó Moira tajante.
Temperance llegó a un pequeño espacio rodeado de árboles, cerró los ojos, extendió una mano y la tierra comenzó a levantarse, abriéndose de tal manera formando una entrada no muy grande en una especie de cueva que era cubierta por lianas.
– Ven Dilong, busquemos ramas para hacer una fogata – llamó la chica mientras caminaba por los alrededores.
La noche era fresca y silenciosa, el sonido de cañones y balas había dado tregua por unas horas, así que Temperance se apresuró a preparar su refugio.
Después de un rato el lugar estaba listo, Temperance sacó varios aditamentos de una gran mochila que llevó con ella, frazadas limpias, material de curación y medicamentos que gracias a Maegalle había adquirido de otros tiempos en donde la medicina estaba más avanzada, comida suficiente para casi un mes y una pequeña linterna de aceite, también tenía ropa limpia para ella y para... él.
La chica preparó un poco de sopa y café, sacó un trozo de pan y queso, llamó a Dilong para juntos comer un poco y dormir.
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El ruido de los aviones sobrevolando despertó a Temperance, rápidamente vertió un poco de agua en una vasija y se aseo, se cambió de ropa y salió corriendo. Un conjunto de aviones de combate alemán cruzaban por los cielos del bosque, la chica se apresuró a preparar en una mochila más pequeña gasas, vendas y antibióticos. Amarró el improvisado botiquín a su cintura y antes de desplegar sus alas de dirigió a su fiel amigo Dilong.
– Será mejor que adquieras tu verdadera forma amigo, así si alguien se acerca los puedes asustar, como perro pueden dispararte – sugirió la chica – regresaré más o menos antes de que se ponga el sol – fue lo último que dijo antes de levantar el vuelo.
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– ¡Ey Stear! – llamó un joven al alto moreno que contemplaba el campo con flores – parece que siempre si entraremos en acción – informó el muchacho.
– ¡Qué bien! – respondió el hombre colocándose una flor en la solapa del uniforme verde.
Ya en el aire Alistear admiraba los campos que en ese momento iba sobrevolando, estaba en calma, con el ánimo en alto, pensando en las palabras de su recién caído amigo Tommy “regresa a tu casa Stear y cuida a tu novia”, fueron las últimas palabras de joven antes de cerrar los ojos por siempre. Mientras avanzaban el único pensamiento del moreno era... Patty, no tardó mucho tiempo cuando al frente el enemigo venía hacia ellos.
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Esquivando disparos Temperance volaba cerca del escuadrón francés, gracias a la tinta invisible de sus alas nadie podía verla por lo que de tanto en tanto sus pies descalzos descansaban sobre el ala de los aviones.
El viento soplaba fuerte a esa altura, los ojos dorados de Temperance buscaban con avidez entre la línea formada por más de diez aviones, dejó que el viento la desplazaran a los del frente, ¡Ahí estaba! En la primera línea de ataque, Alistear, volvió a desplegar las alas acercándose pero la fila se dispersó, el avión donde por un momento se detuvo giró a la derecha alejándose de Stear, debía apurarse, tomó impulso para seguir al chico pero una ráfaga de balas la hizo replegarse, un avión alemán estaba cerca, bajo un poco para esquivar y evitar ser alcanzada, siguió volando hasta alcanzar su objetivo, estaba por sostenerse del ala derecha cuando un disparo le rozó el hombro pero logró alcanzar el de Alistear.
– ¡No! – exclamó la chica al tiempo que se colocaba sobre la nave – ¡Alistear! – le llamó sin ser escuchada.
Entonces sucedió, el enemigo atajó por la izquierda llenando de plomo la nave francesa y abatiendo al piloto, Temperance, con el hombro ardiendo por el rozón apenas y escucho al hombre pronunciar un nombre “Patty”, su corazón dolió, aún más que la herida en su hombro, como pudo llegó hasta el piloto que para ese momento estaba desmayado, mientras caían le soltó el cinturón, le sostuvo por debajo de los brazos y antes de que la nave cayera...un resplandor blanco se alcanzó a ver tan solo segundos antes que el avión explotara al impactar en el suelo.
– ¡Dilong! ¡Ven aquí! – solicitó Temperance mientras, sudorosa deposita el cuerpo de Stear en el suelo, cerca de su refugio.
El dragón de tierra llegó junto a ella.
Con rapidez la chica sacó los implementos, el cuerpo de Stear sangraba, tenía una herida en el hombro y varias en la pierna izquierda, le preocupaba que alguna de ellas hubiera roto algún hueso o una arteria principal.
– ¡Pon tu pata aquí Dilong! – pidió al dragón – haz presión mientras reviso su pierna – dijo con las manos llenas de sangre.
Posteriormente sacó unas tijeras y cortó el pantalón del lado izquierdo, había tres heridas en el muslo y uno en la pantorrilla izquierda, buscó orificios de salida, no habían.
– ¡Dioses, ángeles que me guían ayúdenme! – suplicó al tiempo que con una pinza urgaba para sacar las balas.
– ¡Ahhh! – fue el alarido de dolor que el joven moreno soltó al sentir el jugueteo en su pierna.
– ¡Dilong sujétalo fuerte! – grito la ojidorada.
El dragón posó sus dos patas sobre el cuerpo de Stear, inmovilizandolo.
– ¡Todo estará bien Alistear, te lo prometo! – afirmó la chica mientras sus manos trabajaban rápido.
– ¿Eres un ángel? – alcanzó a pronunciar el hombre antes de desmayarse de nuevo.
Durante varios minutos que a Temperance le parecieron horas logró sacar las balas del cuerpo de Stear, vendo sus heridas y le inyectó el medicamento, de nuevo agradecía a Maegalle el haberla llevado a esa época moderna donde aprendió cómo curar, utilizó la sábana que le sirviera la noche anterior y con la ayuda de Dilong coloco el pesado cuerpo masculino para poder arrastrarlo hasta el refugio, posteriormente se curó a sí misma, tomó algunas pastillas para el dolor y para evitar la infección de la herida, cuando al fin hubo acabado se recostó al lado del hombre y lloró, lloró tanto que, cansada se quedó profundamente dormida.
– Tempe, Tempe – se oyó una voz – ¡Lo lograste hermana, lo salvaste! – era la voz de Moira – recuerda hermana, cuando él esté recuperado debes dejarlo regresar a casa, con ella.
– ¿Dónde estás Moi? – inquirió la chica todavía adormilada.
– No puedo decirte, sólo recuerda, él debe regresar a casa, no es correcto que estés mucho tiempo con él sola – Moira se ruborizó al recordar las visiones que tuvo de su hermana con el joven Cornwell.
– Lo sé, no te preocupes, él es un caballero – afirmó Temperance sin saber que los hilos del destino ya habían marcado su camino.
– Vuelve a dormir – susurró Moira – nos estaremos comunicando de vez en cuando ¡Y no vuelvas a meterte en mis visiones! Se que así supiste dónde encontrarlo.
– ¡Lo siento! No fue intencional, no siempre puedo controlarlo – se disculpó – además él es uno de nosotros, aunque su espíritu ahora este dormido sé que el arcano que habita en el le da esa sabiduría, no podía dejarlo morir, no todavía – dijo al tiempo que acariciaba los cabellos oscuros de Stear.
Moira la miró con ternura, su hermana era la fuente de paz y fortaleza, esperaba que así como la brindaba a los demás hiciera acopio de ella cuando llegara el momento de separarse de aquel chico.
Continuará...
¿Qué es lo que le espera a Temperance al lado de su amado Stear cuando esté recobre la conciencia?
