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AMOR COMO EL NUESTRO
Capitulo 3
Todo lo relacionado con Candy le despertaba mucha curiosidad. Por qué Candy no hablaba de ella como lo hacían todas las mujeres. Candy no coqueteaba con él como cualquier otra mujer que conocía, Se sorprendio deseando con Candy lo que obtenía fácilmente de cualquiera otra mujer. Estaba jodidamente enganchado con la rubia pecosa. Le gustaba su manera de retarlo y su humildad. No había sentido el deseo de pertenecer y ser correspondido a una mujer como deseaba con Candy White. Ya era tiempo de que ella lo aceptara, por qué estaba seguro que él no le era indiferente.
Candy acumulaba una serie de sentimientos y sentires encontrados, ganas de experimentar algo que no sabía qué era, se llenó de suposiciones y aunque odiara admitirlo, Terry la inquietaba y mucho, odiaba sentirse locamente atraída por él, odiaba que la vulnerabilidad fuera como una jodida enfermedad. Candy no era una persona que le dedicara mucho tiempo a las inquietudes emocionales. Necesitaba borrarlo y lograr tener la paz que él le había arrebatado.
—¿Por que te interesa conocerme?
Tomado por sorpresa, Terry se le quedó mirando sin expresión. Lo había dejado anonadado.
—¿Es eso lo que te tiene tan callada? Pregunto Terry incrédulo.— Pues si, Candy, me gustaría salir contigo.
—¿Es una declaración?
—Solo a ti se te ocurre preguntarme algo así mientras voy manejando.
Esa era la intención de Candy, sabía que si él estaba ocupado ella podría evaluar sus respuestas, no era tonta y tampoco iba a ser la diversión de un rato de nadie. Se encogió de hombros con la actitud de la persona que dice lo que tiene que decir, sin tapujos o lamentos, y eso le gustó a Terry.
—Me gusta decir lo que pienso, y no me gusta que jueguen conmigo, si esa es tu intención y piensas que por qué me dices palabras bonitas vamos a tener sexo. Ya puedes hacerte a la idea que no va a suceder.
—¿Siempre eres tan prejuiciosa?
—No puedo ser tan ingenua, tienes tu reputación.
—No tengo la culpa. No deberías creer todo lo que escuchas o malinterpretar todo lo que veas.
— Cuándo el río suena, es por que lleva piedras.
—¿Cuántos años tienes? Candy hizo una mueca, eso era lo que iba a decirle después de tremenda bomba. Aún así le respondió.
—Veintidós.
—¿No eres muy joven para pensar así?
—No.
—¿Cuál es la mayor locura que has cometido en tu vida? Ella sonrió, su primera sonrisa del día, y a Terry le bailo el corazón en su pecho, quiso ver ese gesto en su rostro más a menudo. —Aunque la verdad, no te veo haciendo locuras. Ella sonrió traviesa.
—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí. Estaba flirteando con él.
—Supongo que tienes razón —admitió él, sus ojos eran sinceros, otro punto a favor.
— Quizás
—¿Vamos a comer? Antes de estudiar.
—Ese no era el plan, recuerda que estás haciendo tu tesis.
—Cariño, tienes que aprovechar cada momento en la vida.
¿Cariño?
—Estas seguro de querer invitarme. Puedo vaciar tu billetera.
Candy prefirió dejar pasar el ," Cariño" .
—Me arriesgo. Respondió Terry.
Más tarde, y después de una agradable hamburguesa con papas y Coca-Cola, llegaron a una unidad de apartamentos muy elegantes. Candy recorrió con la vista el lugar, pero no le sorprendía, ella conocía muy bien ese tipo de vida, que no necesitaba. Observó que el lugar era muy grande, la sala estába ordenada, Tenía cuadros colgados en las paredes, un televisor de pantalla plana inteligente colgando de la pared de la sala frente a un conjunto de sofás negros. Terry abrió una que creyó era una pared, y conducía a un estudio, La invitó a entrar. Eso sí la impresióno, sobretodo cuando vio libros.
—Muy bonito lugar.
—Gracias. Terry no podía dejar de mirarla, y tendría que dejar de hacerlo o la asustaría. El sutil aroma de su cabello llegó hasta él cuando pasó por su lado. No llevaba maquillaje y no lo necesitaba.
—¿Deseas tomar algo?
—Un vaso con agua. Gracias.
—Ponte cómoda— dijo y camino a la cocina. En cuanto él volvió, Candy ya tenía un par de libros sobre el escritorio, así como su computador portátil. Fue rápida, pensó él, pero no perdería la oportunidad de saber más de ella ahora que la tenía en su espacio
—¿Preparada?
—Sí. Pasaron la siguiente hora viendo cifras. Candy observaba de ves en cuando el rostro de Terry, que le explicaba la influencia de una de las empresas estudiadas. Él sonrió con picardía, como si hubiera adivinado sus pensamientos, ella se sonrojó y volvió a prestarle atención durante un rato más.
—Para. —Dijo Terry y se levantó de su lugar—. Tengo hambre. ¿Ordenamos una pizza? Candy miró el reloj. Tenía un par de horas antes de ir a trabajar.
—¿Tienes algún compromiso?
—Por supuesto, y no puedo faltar.
Terry la miró ceñudo.
— Ah, sí. Alguien importante?
—Demasiado. Terry empezaba a maldecir.
—Más importante que subir tu nota?
—Digamos que ambos son importantes.
—¿Tienes novio?
Por qué no se lo había dicho antes. Candy lo estaba haciendo sufrir.
—¿Por qué vives solo si tu familia esta aquí? Pregunto cambiándole el tema. Terry no respondió enseguida.
—Digamos que en mi casa no tiene el calor de un. hogar. No has respondido a mi pregunta. Ella lo miró conteniendo la risa.
Necesitaba dejar de mirarlo, se levantó y observó los títulos de la biblioteca. No era muy grande, había varios libros de economía y finanzas, literatura románica, clásica y griega, fantástica, moderna contemporánea, antigua. La mayoría estaban gastados por el uso. A ella le gustaba leer. Otro punto a favor se dijo.
—Te gusta la lectura.
—Puedo asegurarte que a algunos personajes como yo les gusta la lectura. Ella le sonrió. Él se acercó a ella y le habló al oído, lo que le ocasionó un escalofrío.
—Es tu día de suerte, preciosa. Sal conmigo y no volveré a tocar ese tema.
—Eres muy…
—Lo sé, guapo, inteligente, irresistible…
Era todo eso y más, pero no se lo iba a decir.
—Eres raro, terco. Él le sonrió abiertamente, sintió deseo de besarlo.
—Ah —la miró de manera astuta—, vamos a dejarlo en un sinónimo de cualquiera de esas palabras: increíble.
— Además egocéntrico.
— Digamos qué puedo ser un poco de todo, Mejor contesta mi pregunta y deja de seguir evadiendo la respuesta.
—Te parece que si tuviera novio estaría aquí hablando de está manera contigo. Tengo un trabajo, Como puedes ver no tengo mucho tiempo libre para tener novio.
—Has tenido mala suerte, si sales conmigo nada de eso ocurrirá.
—No quiero un novio que me mantenga, me gusta trabajar y ser independiente.
Terry se desenvolvía en el mundo donde las mujeres ocultaban su verdadero rostro, pero Candy era un libro abierto. Carraspeó.
—Candy, si te incomodo de alguna forma, solo tienes que decirlo, no estoy jugando, en serio quiero una oportunidad contigo.
Diablos, eso se había escuchado muy desesperado. Él había querido decir que lo conociera. Pero esas palabras eran ciertas. Estaba loco por una oportunidad. Se había prometido decirle que le gustaba, pero no darle todas las armas en la primera declaración. —Se que te gusto, veo como me miras, en clase no dejas de mirarme.
— Imaginaciones…
— Aún que te mientas y no te atreves a aceptar..., te gusta lo que ves.
—No sé de qué hablas.
—No tiene nada de malo admitir que te gusta alguien.
—No tengo por qué admitir nada —dijo ella con los dientes apretados—. Nos hemos visto un par de veces, eso no significa que nos conozcamos.
—Creía que decías lo que pensabas. Candy comenzaba a estar exasperada al escuchar el tono condescendiente, y la diversión en su voz.
—Eso no tiene nada que ver con hacer tonterías. Terry se quedó mirando a Candy intensamente, cuando la vió sonrojarse esbozó esa sonrisa provocadora mientras bajaba la mirada a sus labios. Camino hasta quedar frente a ella. Candy no se movió, no pensaba darle el gusto de saber que la intimidaba aunque así era.
—¿Tú crees? — dijo pegándola contra él—. No creo. Lo qué si veo es a una niña que no tiene el valor para aceptar lo que siente.
Ella resopló, negando con la cabeza. Estaba enfadada y excitada pero no caería en su juego, si había conección, atracción, y mucha. Pero también estaba la posibilidad que solo quería llevársela a la cama y luego se olvidaría de ella.
—¡Eh, un momento! ¿De verdad estamos discutiendo sobre esto? Lo que me faltaba. Dijo separándose.
—Es muy bueno para dejarlo pasar. Lo siento.
—¿Tengo que sentirme halagada? —Su tono de voz era molesto, trató de disimular su hostilidad—. Soy una afortunada —concluyó con sarcasmo.
—Se lo que valgo y tengo confianza.
Su comentario la lastimo, aunque no tenía derecho a juzgarlo sin darle la oportunidad de conocerlo mejor.
—¿Te crees irresistible?
—Sí.
Estaba jugando con ella.
— Te voy a ahorrar un montón de tiempo. No, y por otro lado hay muchas chicas mejores y fáciles en otro lado.
—¿Crees que sabes algo de mí porque escuchas a la gente? Has decidido que me conoces por que escuchas a otros. Creo que la arrogante aquí eres tú.
—He visto como se cuelgan a ti, parece que a ti te gusta que lo hagan..
— Lo digo, eres arrogante.
Terry ya había tenido suficiente. No toleraba el rechazo y Candy ya se había superado.
—Piensas muy mal de mí…
—Lo que yo piense no tiene que afectarte.
—Pero me afecta.
— Debo irme. Gracias por ayudarme. Lo digo enserio. Él no contestó, estaba molesto. Todo había salido mal. Quizás era hora de pasar de Candy.
—No entiendo cuál es el problema —dijo Abi—, le gustas, te gusta, está buenísimo…
— Sólo Piensas en eso.
— Lo que pasa es que crees que va a ocurrir lo mismo que sucedió con el cabrón de tú ex? Claro, ya entiendo. Temes que te pase lo mismo.
—No es eso, simplemente no tengo tiempo para los de su clase —dijo, pero Abi tenía razón, Había estado enamorada y la habían lastimado. No quería pasar por eso otra vez, y sentía que con Terry iba a llorar mucho.
Estuvo dos días todo el tiempo estudiando en la biblioteca. Entraba a clases y evitaba mirarlo, fingía que él no estaba allí, y cuanto sonaba el timbre era la primera en salir. Él no intento de contactarla, ni mucho menos. El trabajo para subir su nota y gracias a Dios, la bibliografía que le había dado Terry le había servido. Deseaba olvidarse de la discusión, pero a medida que pasaron cuatro días empezó a cuestionarse si no había sido muy dura con él. Terry tenía razón, se dejó llevar por las apariencias y por lo ocurrido con su ex hacía dos años. No era perjuiciosa, solo precaución, Había días que le daban ganas de buscarlo y explicarse, pero entonces se reprendía por pensarlo, era un arrogante ególatra, por su cabezoneria.
Una semana hasta que se convenció de que el que la estaba evitando era él. El viernes Terry no volvió a la clase de Ames y no era que las estuviera pendiente. Ni siquiera se lo encontró en el campus, era como si hubiera desaparecido. Hasta que escucho comentarios que había asistido a las fiestas durante la semana.
La decepcionaba que se hubiera dado por vencido tan pronto, Fue toda una sorpresa, el lunes, al finalizar su turno de trabajo, encontrarlo a la salida, recostado fuera de su auto. Había pasado siete días desde la última vez que lo vio tan cerca. Estaba metida en problemas.
—Hola.
—No me he portado bien contigo. Te debo una disculpa. Tuve una mala experiencia con un chico hace dos años, di por sentado que eras igual. No te conozco. Pero eso si, aclaro, sigo pensando que eres un arrogante.
Terry se quedó callado. Lo suficiente para que ella se volviera loca.
— ¿Has terminado el trabajo de Ames? Lo puedo revisar antes de que lo entregues, pasado mañana.
—Eso sería genial, y muy amable de tu parte, estos días han sido locos, básicamente vivo entre el trabajo, el campus o durmiendo y estudiando. Por cierto como sabes que trabajo aquí?
—Abi.
— Cómo no. ¿Estoy disculpada?
— Al final de la cena que me debes te diré si estás disculpada.
Terry había luchado contra la imperiosa necesidad de ir tras ella. Pero allí estaba él en plan cazador. La energía que irradiaba de Candy y lo inocente de su mirada lo hacían olvidarse de todo. Era una mujer segura de sí misma, sin temor de estar sola, no estaba buscando atraerlo y eso lo confundía.
—¿Por qué estudias Finanzas? Ella se encogió de hombros, llevando su bebida a los labios. Habían escojido el restaurante en uno de los hoteles más reconocidos de la ciudad por tener el restaurante al aire libre a 6.000 pies de altura. Terry se dio cuenta que ella no se sorprendía por el sitio que había escogido llevarla, no pretendía impresionarla. Solo quería que ella se la pasará bien. Pero despertó su curiosidad por saber más de ella.
—Me atraen los números, Respondió Candy por fin.
—Naciste en Nueva York.
—Soy de Chicago.
—Tu familia vive allí.
—Mi familia adoptiva, si. Terry abrió la boca pero ella se adelanto.— Soy huérfana, y antes de que saques conclusiones, soy una huérfana muy feliz con su vida. ¿Desencantado?
Terry la miró ceñudo.
—Me estás jugando otra vez. Es solo que me sorprendió la noticia.
—No tiene por qué, crecí sin padres, sin la calidez de un hogar, no tuve hermanos. Pero el amor que me dieron en el hogar de Pony fue mucho, como para no sentirme sola. Cuando entre en la adolescencia fui dada en adopción. Eso es todo.
La atracción por Candy White crecía con cada minuto que estaba pasando a su lado.
—¿Y...tú?
—¿ Interesada?
—Mucho.
—Buena pregunta, pero creo que te quedarás sin la respuesta —respondió rápidamente con una sonrisa en sus labios.
—Leí poco de ti en internet, no se dice mucho. pero si la muerte de tu padre, lo siento, debió ser difícil para ti crecer sin él.
—Fue hace mucho tiempo.
—¿Lo extrañas?
—Siempre eres muy curiosa.
— Es justo, solo Intentó tener un empate.
—La muerte de mi padre fue hace mucho tiempo. Cambiamos de tema.
—Debió ser difícil para tu madre…
—Y sigues… Pasemos a otra cosa, no me malinterpretes, pero hay mucha mierda en mi familia que no me gusta hablar.
El mesero llegó con los platillos en ese momento. Cenaron en silencio cada uno con sus propios pensamientos. No obstante el ambiente era agradable. Quizá era la compañía.
Charlaron después de terminar de cenar, cuando salieron del restaurante eran las dos de la mañana. Prometieron reunirse para revisar el trabajo de Candy.
—Gracias por la cena. Dijo ella en la puerta de su residencia.
—De nada.
—Ten cuidado. Terry se alejó hacia su propio auto, con las manos en los bolsillos, meditando que, a pesar de las charlas y el tiempo compartido, seguían estando como el primer día.
A lo mejor, pensó Candy, él había perdido el interés. No supo por qué un atisbo de decepción, la invadió, pues Terry no había vuelto a insistir con ella, los siguientes dos días la trato como cualquier tutor trata a un estudiante. Si supiera los pensamientos de Terry estaría llena de felicidad.
Terry no se sentía derrotado apesar de la lentitud con que iban las cosas con Candy. Decidió que le daría su espacio. En su interior sabía que era cuestión de tiempo para que ella le dijera, si.
Era viernes, y el cumpleaños de Abi, así que Candy no podía negar nada de los planes que Abi tenía para festejar de su cumpleaños.
—¡Por el mejor cumpleaños de mi vida! —exclamó Abi. El Barman les sirvió tres shots más de tequila.
—Buena música, baile, bebidas, y algún chico caerá.
—Me anoto —contesto Candy de buen humor, ya había bebido un poco más de lo que su cuerpo toleraba. Hicieron un brindis con los vasos y comenzaron a reír.
—¿ Estás listo? Pregunto Andrés amigo de Terry.
— Enserio, sigues con lo mismo. No tengo ganas de salir a ningún club.
—No seas aburrido, ¿desde cuándo te niegas a un buen rato? Es el cumpleaños de mi amiga. Le he dicho que iría.
—Es tu amiga, no mi amiga.
— Deja de ser tan puñetas.
—Ya... tú ganas, vamos.
Treinta minutos después. Terry y Andrés cruzaron las puertas del Night Club.
—¿Sabes donde esta tu amiga?
—Si, sígueme.
—Es un amigo y me gusta. Te va a caer bien, y va a traer un amigo. Candy estaba a gusto en el lugar, no quería tener que ser la acompañante de un chico al que no conocía.
—Solo por qué es tu cumpleaños, pero estás advertida, nada de irte y dejarme con el tipo.
—Prometido. Abi llevo su mano a su pecho justo donde está el corazón con bastante dramatismo. Candy puso los ojos en blanco.
—¡Alli está! Terry dirigió la mirada donde le estaba señalando Andrés.
Era un jodido sueño ver a Candy allí, estaba jodidamente hermosa, sexy y tan sensual.
Continuará...
VIVA GUERRA FLORIDA.
Saludos...
JillValentine.x.
