UN POCO DE RELAJACION
Minific
Género: Romance/Lemmon.
Autora: MaxineWinters19
Capítulo 4.
Minific
Género: Romance/Lemmon.
Autora: MaxineWinters19
Capítulo 4.
El joven actor besaba a Candy en el cuello mientras sus manos se deslizaban debajo de la bata de baño, su lengua succionaba sus pezones y jadeos que Candy intentaba ahogar salían de su garganta, temía que los vecinos los escucharán, aunque no sería la primera vez que tenían quejas por sus sonoras muestras de afecto.
Hubo un instante donde Terry la agarró y la llevo justo al mesón que estaba en la ventana, donde veían toda la ciudad, Candy lo abrazaba con fuerza y se dejaba llevar por las maravillosas manos de su esposo, que se dirigían a su intimidad, acariciando su flor del placer de forma sensual, las piernas de Candy se enrollaron en las caderas de Terry, no quería dejarlo escapar ante la situación en la que él mismo los había metido, tomo sus manos y las mantenía sujetas las de Candy por encima de su cabeza
—¡Oooohh Terry! —Grito Candy cuando su esposo mordisqueaba su cuello, él sabía que eso la volvía loca. Terry dirigió su mano izquierda a la boca de Candy y enterró su rostro en su cuello.
—¡Ay, pecas! Si nos echan del edificio será... será tu culpa.
—¿Por qué?
—¿Acaso lo olvidas? Por faltas a la moral y al decoro.
—¿Es que acaso ellos nos ven? —Es la respuesta de Candy colocando sus brazos en los hombros de Terry —Aunque debo admitir que debo seguir practicando la discreción.
—¿Para que? Digo, eso es lo divertido de esto —Consiguientemente se acerca a ella y la besa, su boca aún sabe a chocolate y eso lo enloquecía. Dejo de acariciarle y bajo la cabeza a su cuello, dejando un rastro de besos, el cual siguió hasta llegar a su entrepierna, ahí siguió bajando para el mismo encargarse por otros medios de darle placer a su esposa.
—Terry yo... ¡Mmmm! —Gimió Candy encorvado la espalda hacia atrás y apretando la cabeza de Terry con sus piernas. Ese hombre no solo hacía magia con las manos, sino con su lengua, y era de los mejores trucos de Terry, el que la volvía loca —¡Mi amor!
Aquella lengua se movía en los puntos más recónditos de la joven, lamía y chupaba con ahínco, el actor no solo era un experto en lenguaje de cejas y ojos, también podía usar su lengua para otras cosas. Se deslizaba de arriba hacia abajo en su flor del placer, provocando que ella se humedeciera cada vez más.
Sólo el hecho de que ambos hicieran eso en la cocina, justo frente a una enorme ventanal les llenaba de un placer prohibido que ninguno de los dos podía negarse a disfrutar.
—¡Terry, por Dios! Los vecinos de al...
—¡Al demonio con los vecinos! —Gruño afincado en su labor, no le interesaba que los del edificio de al frente los vieran, aquello era entre ellos dos.
Candy sujetaba la cabeza de su esposo entre sus piernas, pero ya le estaban temblando, su interior palpitaba ante la excitación que aquello le provocaba, Terry seguía lamiendo su femineidad con ahínco. Pero la misma salud mental del actor corría peligro sino la penetraba en ese mismo instante, sentir su calor y hacerse uno con ella.
Hubo un momento donde levantó las piernas de Candy para intentar penetrarla, pero no resultó como él esperaba.
—¡Auch! —Se quejo Candy colocando la cabeza en el pecho de Terry, y aquello lo aterró al pensar que la había lastimado.
—¿Estas bien, pecosa?
—Si, tu descuida.. es solo que, la espalda me sigue doliendo —Responde entre jadeos, fue ahí donde Terry recordó que ella debía estar exhausta aún —Aunque... has drenado el... 60% de mi estrés con ese increíble oral.
—Oh amor, y bien pudiera hacértelo las veces que quieras —Dice al mismo tiempo que se acerca para besarla. Y aunque quería que ella se sintiera bien no podía robarle su preciado sueño.
—Ya quiero irme a acostar.
—Entonces debo llevarte a la cama para darte un masaje —El actor mira de reojo a Candy, quien sigue sonrojada y no puede evitar acariciarle el rostro a su esposo.
—Bueno... Ese masaje no me caería nada mal. Me lo prometiste.
Con aquella afirmación, llevo a la habitación que compartían desde hacía exactamente un año. Candy tenía la cabeza recostada en uno de los hombros de Terry, sus ojos estaba. cerrados y estaba acurrucada en su pecho. Su adorada esposa, la quería tanto y bien podía admirarla mientras dormía.
La depósito en la cama, no le quería quitara bata de baño, pero tenía la misión de peinarla. Y era una verdadera batalla. Se sentó detrás de Candy con un peine y un poco de crema para peinar y lentamente fue desenredando sus rebeldes rizos dorados, Candy sentía esas delicadas manos haciendo magia en su cabeza, pero tenían un efecto soporífero en ella que era inevitable caer en los brazos de Terry.
—Se siente rico —Dice la joven con ojos cerrados —No te detengas.
—¿Flojita y cooperando?
—Si... en este instante flojita y cooperando —Se burla Candy abriendo sus ojos para ver a Terry ahí, mirándola incandescente —¿Qué hechizo me lanzas para que me enamoré todos los días de ti?
—No lo sé... ¿Qué hechizo me lanzas tu para que cada día me hagas cometer locuras?
—¿Cómo cuales? —Pregunto Candy cerrando los ojos y dejándose llevar por la voz de Terry y sus caricias tiernas en sus brazos.
—Bueno... Cocinar sin matar gente, entrar a un área Covid... —Empieza a acariciar sus senos con suavidad —Divertirme dándote pequeñas muestras de cariño cómo estás.
Terry la toma entre sus brazos y se gira hasta quedar encima de ella, teniéndola a su merced, con sus pechos agitados, sonrojada, era la imagen más erótica de su esposa en ese instante.
—Terry, por favor, aunque me encanta el sexo quisiera descansar un poco.
—Claro que lo harás, pero no dejaré que te acuestes a dormir sin tu merecido masaje —Es la respuesta de Terry, qué se baja para buscar una crema refrescante en la peinadora de Candy, ya sabía que apenas ella se quedará dormida después de una larga jornada lo haría por muchas horas.
A esas alturas, se preguntaba ¿Cómo alguien del área de salud puede dormir tanto?
—Date la vuelta, adorada enfermera con pecas —Dice Terry con una sonrisa divertida. Candy enarca una ceja al verlo tan dispuesto a hacerle un masaje.
—Oh enfermero Grandchester, tenga cuidado. Sabe perfectamente que caeré rendida.
—Quizas, pero me arriesgaré a que en medio del tiempo que dure fría la crema, pueda jugar un poco contigo —Dice Terry colocándose encima de ella, Candy abrió los ojos al sentir el falo de su esposo rozar en su trasero, volteó a mirarlo y él le guiño un ojo mientras se colocaba un poco de crema en las manos.
Sonrió pícaramente al tiempo que se recostaba en la cama, en definitiva ese hombre no la iba a dejar dormir, y ella mucho menos podía hacerlo ahora que el juego apenas empezaba.
Continuará...
LAS AMAZONAS VENIMOS DISPUESTAS A ENCENDER EL COSMOS POR TERRY