Lilqalab
Por el corazón
By Alnair Skat, Adry Grandchester
CAPÍTULO IV
Bañado en un espeso sudor con la cara de preocupación Terry quiso levantarse, pero la debilidad causado por los días que permaneció dormido le provocó un fuerte mareo que lo regresó a la cama. El palacio que durante días había permanecido en densa calma, ahora era un total ajetreo por todas partes. Jon, el jefe de seguridad de los Grandchester estaba a cargo de todos los movimientos en el lugar, quería a sus jefes, tenía muchos años trabajando para ellos.
Todo aquel movimiento llamó la atención de los chicos que seguían conversando en la palapa, todos se pusieron de pie, temerosos, los recuerdos de ese día en el aeropuerto los mantenían alerta, a pesar de la gran seguridad que rodeaba el lugar. Anthony, no esperó más corriendo fue hasta la entrada del inmueble que figuraba como hospital desde hacía días. Los hombres que custodiaban la entrada le impidieron el paso, sin embargo, Jon que iba de salida en ese momento con un movimiento de su mano ordenó que lo dejaran pasar.
— ¡Jon! ¿Qué pasa? Por favor no me digas que es otro ataque como… — El hombre no lo dejó terminar —¡Tranquilícese, joven! No pasa nada malo, al contrario, el joven Terence ha despertado y como buen Grandchester, además de causar conmoción por su estado de salud, también lo es por su tremendo temperamento. En cuanto despertó lo primero que hizo fue dar ordenes como desquiciado. ¡Imagínese! Pensaba que llevaba sólo un día dormido… La verdad es que no importa, lo prefiero así, que inconsciente —Respondió el jefe de seguridad.
— ¡Bueno! Por lo menos esa es una buena noticia, porque nos permitirán, entonces irnos o mínimo llamar a nuestras familias ¿Cierto? —Comentó el rubio deteniendo en su rápido andar a Jon — ¡No, tan pronto, joven! ¡No tan pronto! —Pero, llevamos aquí varios días encerrados, no nos dejan, leer periódicos, mucho menos ver noticieros. ¡Sabes cómo nos sentimos? Encerrados en una lujosa mansión, ¡Pero encerrados al fin! —Increpó Anthony de nuevo.
— ¡Paciencia, joven! Ahora que por lo menos el joven Terence esta de nuevo al frente de la dinastía Grandchester, él mismo les dirá el por qué de todo esto, así como también tomará las decisiones de lo que suceda de aquí en adelante. Mi labor en estos días fue mantener todo como ellos lo dejaron antes de sucumbir ante los estragos de ese fatídico día —Concluyó Jon, quien no se detuvo más, siguió avanzando con rapidez hasta una de las camionetas que se disponía a salir escoltado por otros dos vehículos.
Los demás chicos se acercaron al rubio, quien les explicó lo conversado con Jon. —¡Cielos! Me siento como si estuviera entre los magnates árabes, solo me falta usar turbante jajajajaja… —Comentó Stear, quien provocó que los demás le miraran con desaprobación. — ¡Ustedes no entienden el buen sentido del humor! —Exclamó, tomándose con las dos manos sus lentes simulando que los acomodaba, pero seguía riendo solo.
— ¡Mejor me voy a ver a mi hermano! Él si me entiende. Archie, sentado sobre la mullida cama se miraba al espejo, lucía demacrado, despeinado y enfadado — ¡Se nota que ya te sientes mucho mejor! — Comentó Stear sonriendo — ¿Mejor? ¿Cómo puedo estar mejor con esta apariencia? —Respondió el joven cruzándose de brazos — Debes de tener paciencia Archie, el médico dice que en unos días más podrás levantarte, así que por más que te enfades, debes aceptar las indicaciones y cumplirlas al pie de la letra ehhh… Cómo diría la tía abuela “Un Ardlay, siempre sabe comportarse a la altura de cualquier circunstancia” — Reparó el joven de gafas imitando la voz y postura de la matriarca, generando la risa de los dos hermanos.
— A todo esto ¿Ya se sabe qué fue todo eso del aeropuerto? Ya quiero ir a conocer la ciudad — Preguntó el convaleciente joven — ¡No! Todo sigue igual estamos en una hermosa prisión de oro, muy lujosa, pero al fin prisión jajajajaja… —Volvió a reír Stear — ¡No le veo la gracia, hermano! — ¡Bueno, tal parece que el encierro los está volviendo intolerantes a todos! Por mi parte, yo estoy contento, agradecido con nuestros salvadores —Dijo solemnemente — ¿Salvadores? No bromees Stear — No puedes negar, que gracias ellos es que todos estamos vivos ehhh —Bueno si, esta bien, pero ¿Salvadores? No emplearía esa palabra —Mencionó aventando una almohada al otro joven, quien divertido salía de la habitación.
Desde que Terry despertara todo comenzó de nuevo en una densa calma, había dado instrucciones para que no se les informara a sus huéspedes todo lo que sucedió, hasta que se tuviera la certeza de que no correrían peligro. Su rutina había cambiado un tanto, además de ocuparse de las cuestiones empresariales, sustituyendo temporalmente a su padre, también estaba a cargo de atender las finanzas, tenía que inyectar demasiado dinero para que sus trabajadores no participaran en las revueltas. Además que el poco tiempo que tenía lo pasaba al lado de Candy, quien tardó unos días más en despertar. Durante esos días el chico se pasaba hasta la media noche velando su sueño.
Se sentaba al borde de la cama tomaba la mano de la joven y le hablaba cariñosamente para que ella despertara — ¡Pecosa! Tienes que despertar ya, no seas floja, me tienes que contestar tantas preguntas. Hasta ahora no entiendo por qué te sueño tanto, por qué siento que te conozco de tiempo atrás, por qué siento enormes celos cuando pienso en tu noviazgo con ese niño bonito… Eso era todos los días, noche tras noche, mientras que no permitía que ninguno de sus primos o amigos la visitase, esos momentos eran sólo para él. Una vez que despertara la chica, seguramente no se acordaría de nada de eso y él tendría que guardar su distancia, ante todo era un caballero, respetaría, aunque le doliera la relación de su pecosa con el chico.
Cuando ella despertó al primero que vio fue a él, se miró en los hermosos ojos azules, que le permitían sumergirse más allá de su propia conciencia, incluso de sus propios límites. Seguía sin entender por qué, pero por el momento sólo quería disfrutar de sus visitas, de su compañía y de sus pláticas interminables que culminaban al apuntar la luz del día. Obvio sabía que tendría que reunirse con los demás, pero necesitaba aprovechar saber si por medio de sus pláticas encontrar el por qué lo sentía tan suyo, como su alma le hubiese pertenecido desde antes de que ella naciera.
Sin que los dos se atrevieran a decir lo que pensaban, trataban mediante sus conversaciones encontrar algún indicio que les permitiera determinar alguna cercanía de sus familias, amigos, entorno. El tiempo que pasaban juntos se les iba en bromas tontas, incluso en algunos coqueteos inocentes, que por lo menos a la chica le provocaban sonrojos constantes que él aprovechaba para burlarse de ella.
Cuando se separaban ambos dilataban tanto en despedirse, que las sonrisa que iluminaba sus rostros al estar a solas los acompañaba todo el día hasta volverse a encontrar. Al momento Terry había evadido audazmente los cuestionamientos de ella para saber qué había sucedido y las circunstancias en las que se encontraban actualmente, él se concretaba a cambiar la conversación — Y dime, pecosa ¿A qué te dedicas en tu país? ¿En verdad te dedicas a ejercer tu profesión o eres una niña consentida de papi? — Ella se puso seria, bajó la mirada y contestó — No tengo padres murieron en un accidente aéreo cuando yo era muy pequeña —Respondió sin volverse a mirarlo — ¡Perdóname! No lo supuse — No te preocupes, pero eso no te da derecho a suponer que soy una niña consentida —Respondió con una mirada fija y ceño fruncido — jajajajaja Lo sé, pero no te enojes ya te he dicho que… —Si ya sé que se me notan más las pecas… La respuesta provocó sonoras carcajadas de los jóvenes.
— ¡Bueno! No quería, pero es tiempo de irme — ¿Ya? Se me ha pasado el tiempo volando, descansa y por favor ora para que Dios te permita ser menos engreído ¿Quieres? — Respondió la rubia a la despedida del chico — El que ya iba de salida se regresó y tomando con sus dedos el mentón de ella se acercó demasiado, parecía que la iba a besar, pero comentó — Este engreído como tú le dices, te gusta ¡Lo sabes! —Le decía, mientras se acercaba más a su boca hasta sentir el aliento de ella, quien ya había cerrado los ojos para recibir la caricia, sin embargo, Terry con un leve rose de sus labios se despidió diciendo — Sueña conmigo y salió de la recámara rápidamente. Candy tomó la almohada y se la aventó, pero no lo alcanzó, pataleando en la cama tomó un cojín y se tapo la cara de la emoción, no podía negarlo estaba enamorada.
Terry abría la puerta de su recámara cuando sintió que una mano lo sujetaba del brazo — ¡Anthony! ¿Te sucede algo? ¿Qué haces aquí? —Sonrió al verlo — ¡No, no! Aún con tu sonrisa me tendrás que decir que haces en la habitación de Candy todas las noches ¿Por qué no, nos permites verla? Y sobre todo ¿Por qué te veo tan contento? ¿Qué pretendes, Grandchester? — Terry se soltó del brazo y respondió — Como ya te he dicho anteriormente, Candy necesita reposo, en unos días la podrán ver, dos platico con ella para distraerla y distraerme, el encierro no es fácil para mi tampoco y tres no pretendo nada que no pueda conseguir ¿Alguna otra pregunta? Si no tienes más, lo siento, pero tengo que descansar, alguien se tiene que hacer cargo de todo niño bonito — Dijo sin más entrando en su habitación.
Anthony no tenía ningún sentimiento adverso hacia su anfitrión, incluso le estaba agradecido, pero sentía que avanzaba terreno con la rubia, que desde hacía tiempo le había atrapado el corazón, sin embargo, ella nunca le permitió avanzar más allá. Con esos pensamientos se fue a su recámara, no sin antes decir — ¡No te sientas tan seguro Terry! Nos veremos mañana.
Antes de dirigirse a dormir decidió caminar por los jardines, la luna esta en plenitud, la brisa era un poco refrescante en medio del oscuro desierto, miraba al horizonte, se sentía inquieto, pero de momento tenía que acatar las medidas de seguridad, ni de loco volvería a pasar por una situación similar a la vivida con anterioridad. Se encontraba sumido en sus pensamientos cuando vio que Stear salía corriendo por una de las puertas del hospital, al verlo le gritó — ¿Qué pasa? ¿De dónde vienes? El chico de gafas al verlo se dirigió hacía él, casi sin aliento, posicionando sus manos en sus rodillas para recuperarse de la carrera le dijo — ¡Anthony! Vamos tengo que comentarles algo, pero tiene que ser a todos juntos —Pero ¿Qué sucede? —Vamos junto con los demás te lo diré — Ambos se apresuraron a despertar a sus amigas.
Patty y Annie asustadas por los fuertes toques a sus puertas se encontraban en una de las salas comunes de los dormitorios — ¿Pasa algo malo? — Preguntó Annie — ¡Estoy segura de que si, porque si no, estos dos no estarían aquí a estas horas! — Respondió Patty, que bostezaba, mientras tomaba asiento en uno de los sofás. Stear comenzó — ¡Chicos, me he enterado de todo! —¿Qué? —Respondieron al unísono — Si de todo lo que está pasando — ¿Cómo? ¿De qué hablas? —Cuestionó Anthony — Si de lo del aeropuerto — ¡No inventes Stear! No estamos para juegos — ¡No! Es verdad, sucede que hoy anduve curioseando en el interior del palacio admirando las obras de arte de artistas famosos, al final del pasillo una puerta estaba abierta, era la que conectaba con el hospital improvisado, pero no había nadie resguardándola como en otras ocasiones, sin pensarlo dos veces atravesé el umbral, me maraville con lo que veía, si bien, estaba acostumbrado a los lujos por el poderío económico de su familia, no había visto tanto lujo, salvo en los castillos de Inglaterra, Francia o Rusia, era impresionante.
Sin embargo, al seguir caminando por ese amplio salón, llegué a otro un tanto más pequeño, con periódicos y revistas de todas las nacionalidades regadas entre las mesas, enormes pantallas de televisión seguían noticieros de todas partes del mundo. Vi los noticieros se fue sentando poco a poco en uno de los elegantes sillones, su mente había quedado en blanco, no podía creer todo lo que estaba viendo, al ver el noticiero de habla inglesa llamó su atención ver a su tío Albert Ardlay siendo entrevistado, rápidamente tomó uno de los periódicos y comenzó a leer…
“New York Times: Desplome Histórico en los Precios del Petróleo. El barril de petróleo de referencia en Estados Unidos se derrumbó este lunes a niveles sin precedentes, en un mercado devastado por una demanda en caída libre y reservas estadounidenses casi saturadas.
El oro negro sufrió este lunes un desplome histórico del 305% y por primera vez desde que hay estadísticas entró en valores negativo. Previsiones poco optimistas: Las bolsas de valores de todo el mundo, también han sufrido fuertes caídas, ante la especulación generada para los próximos meses…”
DUBAI (Reuters) La agitación en Irán tras la caída de los precios del petróleo ha desacelerado los esfuerzos de petroleras internacionales para encontrar la manera de salvaguardar sus economías. Pero los disturbios desencadenaron una mayor crisis interna, desde la revolución islámica de 1979. "Es difícil hacer más lenta a una tortuga, pero eso ha pasado" dijo un ejecutivo de una petrolera internacional que pidió anonimato. "Esto ha puesto todo en caída libre, no se están tomando decisiones", agregó. Inconformes con la Reforma Energética se manifestaron desde el lunes en diferentes instalaciones gubernamentales. Durante la protesta los manifestantes consiguieron mover las vallas que cercan el aeropuerto.
Mientras que las negociaciones por rescatar a los hermanos Leagan siguen sin resultados, ante la negativa de las petroleras por garantizar el empleo a sus trabajadores. El magnate de los Ardlay no ha realizado ninguna declaración, cuando llegó al país, solo se concretó a decir que iba a ver a sus sobrinos para regresar a su natal Chicago. Cuando se le preguntó si él negociaría por los Leagan, sin decir nada siguió su camino ante las continuas preguntas de los reporteros. En tanto que los líderes sindicales se han negado a dar muestra de la permanencia de vida de todos los retenidos, el pasado lunes y que pertenecen a familias adineradas de diferentes partes del mundo.
— Así que de eso se trataba, ahora entiendo, pero los periódicos no dicen toda la verdad, eran personas armadas las que habían entrado al aeropuerto, eran grotescos, muchas personas habían perdido la vida en el lugar. Entonces ¿Sus primos?... ¡No puede ser!... Albert está aquí y nos está buscando, pero los periódicos eran de días pasados, la noción del tiempo se les había perdido, no sabía a ciencia cierta, cuanto tiempo llevaban ahí — Decía Anthony, cuando se escucharon fuertes pasos por los pasillos, Terry daba órdenes, ellos salieron a ver que era lo que pasaba y personal de seguridad les ordenó que regresaran a sus habitaciones. Stear y Tonny se negaron y corrieron a la salida para ver qué pasaba.
En el exterior tres helicópteros intentaban aterrizar en el helipuerto, Jon daba instrucciones a sus hombres que no dispararan hasta recibir la indicación, mientras que Terry les dijo a los chicos — ¡Qué hacen? Regresen a sus habitaciones o no será mi responsabilidad si algo les pasa.
Continuará…