OPERACIÓN C0507–T1231
CAPÍTULO 2 —Parte 3
CAPÍTULO 2 —Parte 3
t]—No me me dijiste que tenías mucho trabajo pendiente.
—Lo tengo, pero eso puede esperar hasta mañana —removió la toalla que cubría su desnudez, tomó de entre los cajones un boxer, agarró luego uno de sus trajes y comenzó a vestirse —solo faltan mis zapatos y estaré listo para que partamos.
—Veo que lo has resuelto todo, pero olvidas un pequeño detalle —lo miró —en la velada de recaudación, seremos solo damas.
—Exacto —respondió él —lo más seguro que los caballeros estaran en otro sitio reservado de la mansión —sonrió —puedo aprovechar el tiempo para conversar con el secretario de estado.
—¿Como para que?
—Mientras ustedes hacen lo suyo, yo voy a ultimar con él los detalles del cambio de guardaespaldas, para que se los transmita al Director de la Agencia Central de Inteligencia.
—Y por que no hablas directamente con él, total, es tu amigo ¿No?
—Lo es —respondió el castaño —pero en asuntos de estado, existe un protocolo a seguir.
—Tienes razón, lo había olvidado —Candy sonrió complacida.
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En cuanto vieron llegar la limosina presidencial, decenas de periodistas invitados se aglomeraron, cada uno tenia un propósito en mente; captar una imagen exclusiva de la primera dama la cual usarian como portada de los distintos medios de comunicación que representaban. Grande fue la sorpresa al ver descender al Presidente de los Estados Unidos seguido por su esposa, sus dos inseparables asistentes y un grupo de guardaespaldas que les impidieron a toda costa acercase mas de lo debido.
—¿Quien se cree esa odiosa frentona cara de tortilla mal hecha para sonreírte de manera tan descarada como si yo no estuviera presente ? —le preguntó la rubia pegándose mas a él en cuanto ingresaron al lugar de reunión forzando una sonrisa para las cámaras.
Terry aguantó las ganas de reír ante los comentarios de su esposa. Susana Marlowe había sido una de sus tantas aventuras durante su rebelde juventud, y terminó con ella, cuando Candy apareció en escena.
Candy por su parte, fijó su mirada en aquella joven que no dejaba de sonreirle a Terry y pronto los recuerdos llegaron a su mente.
—Mustia —musitó entre dientes.
—Ignórala —musitó Terry emitiendo una risita entre dientes al ver que su rostro se habia tornado un poco rojo. —¡Aush! —se quejó ante el codazo que recibió —eso dolió
—Y dolerá más si sigues por ese camino —advirtió ella.
La sonrisa de Terry se esfumó de sus labios en cuanto un alto rubio se acercó a ellos.
—Hola Candice, o ¿debo llamarte Primera Dama como lo hacen los demás?
—Hola Tony —sonrió —no digas tonterías, sabes perfectamente que puedes llamarme Candice o Candy como solías hacerlo antes —sonrió
—Gracias por la confianza —le devolvió la sonrisa —siempre es un placer verte
—Lo mismo digo, no creí verte aquí
—Pues ya ves —suspiró —Hola Terrence, me da gusto verte
<> quiso responder el castaño pero se tragó sus palabras.
—Hola Anthony —respondió de manera seca.
—Es una pena vernos en estas condiciones, me habría encantado conversar un poco más contigo Candy.
Terry apretó los puños al escuchar la manera tan confiansuda en la que aquel oxigenado se dirigía a su esposa.
—Si nos disculpas tenemos que avanzar —Terry tomó a Candy del brazo y la hizo avanzar a su lado.
—¿Que diablos fue eso Granchester?
—Es lo mismo que yo preguntó, ¿quien diablos se cree ese oxigenado para hablarte con tanta libertad?
—¿Estas celoso? —ahora fue el momrnto de Candy de reir entre dientes.
—Claro que no —respondió él con la mandíbula apretada —pero siempre he odiado la confianza con la se dirige a ti.
—Te crecerá la nariz como a Pinocho —se burló Candy —Claro que lo estas. Pero para que estes mas tranquilo te diré que la relación entre Anthony y yo fue cien por ciento profesional a diferencia de la tuya con esa frentona, que por cierto, podría necesitar una nueva dentadura si sigue sonriéndote de esa manera tan descarada.
—No te atreverías.
—Claro que no —dijo ella con inocencia —Pero la pobre chica podría sufrir un lamentable accidente dentro del tocador de damas —colocó su dedo índice en la sien —déjame ver...en cuanto ella ingresa al tocador, resbala, golpea su enorme frente en el borde del lavabo y luego se estrella contra el piso provocando graves lesiones en su preciosa dentadura.
—¿Serías capaz?
—Tiéntame —Candy simuló una sonrisa ya que en ese momento el flash de una cámara los iluminó.
Tal y como Terry lo pronóstico, se había acondicionado un segundo salón para que los caballeros disfrutan de juegos de mesas en tanto las damas hacían lo suyo en otro salón.
Una fuerte angustia fue apoderándose de él conforme los minutos pasaban.
En cuanto el sentimiento de angustia aumentó al punto que sintió que el aire le era insuficiente, se puso de pie para ir en busca de su esposa.
Mientras caminaba en dirección al salon donde se encontraban las damas, escuchó gritos. Corrió junto a su guardaespaldas personal hasta el lugar. Al llegar a la puerta, el miedo creciente y helador que aprisionó su corazón se convirtió en terror. El pánico paralizante invadió todo su cuerpo al escuchar disparos que iban y venían y de pronto, todo se volvió un caos.
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