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Agradezco con el alma a mi querida MaxineWinter19 por tan bello obsequio
OPERACIÓN C0507–T1231
CAPÍTULO 5 PARTE 1
CAPÍTULO 5 PARTE 1
Cambridge, Massachusetts
Universidad de Harvard
Años atrás.....
La charla que tuvo con su hermano rindió sus frutos el siguiente día que se presentó en la Universidad, sin duda alguna, el hijo del Presidente no era solo un chico rebelde, era engreído, arrogante e idiota completamente; aunque el desgraciado tenia lo suyo, era realmente apuesto hasta el infierno.
“No debes fijarte en él, recuerda te han contratado para que lo cuides no para que te metas bajo sus sábanas” —le dijo una vocesita en tono de burla
<<¡Mierda!>> —se regañó. Para su desgracia, su yo interno tenía razón.. ¡Por Dios!, esto resultará mas difícil de lo que creí —se dijo mentalmente.
—Fíjate por donde caminas cuatro ojos.
Candy apretó la mandíbula con fuerza ante sus palabras ¿Quien demonios se creía que era para llamarla de aquella manera?
“Es nada mas y nada menos que el hijo del Presidente de los Estados Unidos, cuatro ojos” —le respondió su yo interno mientras reía entre dientes. “Pero eso no le da derecho a llamarme de ese modo. Ni hablar hermosura, ahora te aguantas, Albert te lo advirtió” —su yo interno le recordó.
“Maldición, lo que me faltaba” —Candy rechinó los dientes
—¿Que pasa, ademas de cuatro ojos eres torpe? —dijo el chico de manera burlona al ver que trastabillaba y caía de bruces una vez mas en el frio piso —¡Ah! y para variar eres Pecosa —se carcajeó
—¿¡Pecosa, yo!? —Que el infierno se abriera y se la tragara o terminaría partiéndole aquellos hermosos y blancos dientes .... —“Mierda” —¿Cómo demonios podía fijarse en pequeñeces cuando aquel idiota chico se estaba burlando de ella? —“Eres una tonta Candice”
—Oh si pequeña, lo eres y mucho —su amigo se unió a sus risas burlonas ante sus palabras.
—Escúchame bien... —guardó silencio al tiempo que cerraba los ojos y aspiraba profundamente para recuperar el auto control que acababa de perder y amenazaba con sacar a flote su verdadera esencia
“respira Candy, recuerda el entrenamiento al que fuiste sometida para obtener este puesto. Te haz esforzado tanto por conseguirlo, no puedes permitir que este mocoso engreído y malcriado te saque de tus cabales” —le taladraba su yo interno.
Candy decidido hacerle caso, alzó el rostro y lo miró a los ojos, pero lo hizo en total silencio.
—¡Oh vaya! La Chica Pecosa tiene agallas —se agachó para estar a su altura; con su dedo indice y el pulgar, le alzó la barbilla —¿Me estas amenazando?, Por que si es así, déjame decirte que no tienes idea a quien te enfrentas —le advirtió cambiando el tono de su voz —Como se vé que eres nueva en la Universidad —frunció el ceño y luego rió de manera burlona.
Candy sintió un fuerte deseo de caerle a golpes y borrarle aquella estúpida sonrisa de autosuficiencia, pero se contuvo; la misión recién comenzaba y no podía echarla a perder en su primer día.
“Te advertí que ese tonto atuendo no era buena idea” —le decía de forma burlona su yo interno.
“Cállate” —musitó Candy en su mente. Su yo interno quien se había convertido en su peor enemigo enmudeció al percibir la furia contenida de Candy
—Lo siento —musitó Candy tras ponerse de pie; se giró sobre sus talones y se alejó del lugar tan pronto le fue posible o no podría contenerse más.
Después de varios días, tras meditar las palabras de su yo interno y lo sucedido el primer día de clases, Candy decidió hacer un cambió de imagen. La verdad, si era honesta con ella misma, su atuendo en vez de ayudarla le perjudicó en gran manera, el breve encuentro con el malcriado, egocentrista hijo del Presidente de Los Estados Unidos se lo dejó claro —tocó su barbilla meditando en sus opciones —debía planear muy bien lo que haría para que el prospecto a quien debía cuidar, se fijara en ella.
Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios, ante la idea que rondó su mente. No le quedaba de otra, se vestiría de manera coqueta. Buscó entre su ropa algo que pudiera servile, si tenía que cortar y coser para conseguir lo que tenía en mente, lo haría, pero eso no fue necesario.
—Perfecto, esto servirá. Tras echarse un último vistazo al espejo sonrió complacida, aquello sin duda funcionaría... ¡por el momento! —Ni hablar, tendré que hacer un cambio de guardarropa completo.
A la mañana siguiente Candy se paró en la puerta de entrada del auditorio en donde recibiría su primera clase, sonrió al observarlo a la distancia, notó que el chico era popular entre las estudiantes del sexo opuesto y eso iba a usarlo a su favor.
“Esto se pondrá bueno” —su yo interno daba saltitos ante la decisión de Candy.
Tal y como lo planeo, pasó contoneando sus caderas a un lado del grupo de jóvenes. Ocupó una de las sillas vacías. Sacó de entre su bolsa de mano su celular y simuló revisar algo. Cruzó las piernas de manera que gran parte de sus bien torneadas y blancas piernas pudieran ser apreciadas. Acomodó detrás de su oreja de manera coqueta un mechón de cabello sin quitar la mirada del celular.
“Showtime” —se dijo a si misma al mirar por el rabillo del ojo como aquel engreído la observaba. Sonrió para sus adentros al ver que se aproximaba a ella. Se preparó. Aquel sería su momento. — “Te tengo en mis manos mocos engreído, querías jugar rudo, pues bien, veremos de que cuero salen mas correas”
Gracias Por Leer
********
A quienes esten interesadas en seguir leyendo esta historia, la estaré compartiendo en mi cuenta de Wattpad tan pronto como este maravilloso evento llegue a su fin... En la parte de abajo, dejo el link para cuando gusten darse un vuelta
https://my.w.tt/4SWSnyPoEX
Universidad de Harvard
Años atrás.....
La charla que tuvo con su hermano rindió sus frutos el siguiente día que se presentó en la Universidad, sin duda alguna, el hijo del Presidente no era solo un chico rebelde, era engreído, arrogante e idiota completamente; aunque el desgraciado tenia lo suyo, era realmente apuesto hasta el infierno.
“No debes fijarte en él, recuerda te han contratado para que lo cuides no para que te metas bajo sus sábanas” —le dijo una vocesita en tono de burla
<<¡Mierda!>> —se regañó. Para su desgracia, su yo interno tenía razón.. ¡Por Dios!, esto resultará mas difícil de lo que creí —se dijo mentalmente.
—Fíjate por donde caminas cuatro ojos.
Candy apretó la mandíbula con fuerza ante sus palabras ¿Quien demonios se creía que era para llamarla de aquella manera?
“Es nada mas y nada menos que el hijo del Presidente de los Estados Unidos, cuatro ojos” —le respondió su yo interno mientras reía entre dientes. “Pero eso no le da derecho a llamarme de ese modo. Ni hablar hermosura, ahora te aguantas, Albert te lo advirtió” —su yo interno le recordó.
“Maldición, lo que me faltaba” —Candy rechinó los dientes
—¿Que pasa, ademas de cuatro ojos eres torpe? —dijo el chico de manera burlona al ver que trastabillaba y caía de bruces una vez mas en el frio piso —¡Ah! y para variar eres Pecosa —se carcajeó
—¿¡Pecosa, yo!? —Que el infierno se abriera y se la tragara o terminaría partiéndole aquellos hermosos y blancos dientes .... —“Mierda” —¿Cómo demonios podía fijarse en pequeñeces cuando aquel idiota chico se estaba burlando de ella? —“Eres una tonta Candice”
—Oh si pequeña, lo eres y mucho —su amigo se unió a sus risas burlonas ante sus palabras.
—Escúchame bien... —guardó silencio al tiempo que cerraba los ojos y aspiraba profundamente para recuperar el auto control que acababa de perder y amenazaba con sacar a flote su verdadera esencia
“respira Candy, recuerda el entrenamiento al que fuiste sometida para obtener este puesto. Te haz esforzado tanto por conseguirlo, no puedes permitir que este mocoso engreído y malcriado te saque de tus cabales” —le taladraba su yo interno.
Candy decidido hacerle caso, alzó el rostro y lo miró a los ojos, pero lo hizo en total silencio.
—¡Oh vaya! La Chica Pecosa tiene agallas —se agachó para estar a su altura; con su dedo indice y el pulgar, le alzó la barbilla —¿Me estas amenazando?, Por que si es así, déjame decirte que no tienes idea a quien te enfrentas —le advirtió cambiando el tono de su voz —Como se vé que eres nueva en la Universidad —frunció el ceño y luego rió de manera burlona.
Candy sintió un fuerte deseo de caerle a golpes y borrarle aquella estúpida sonrisa de autosuficiencia, pero se contuvo; la misión recién comenzaba y no podía echarla a perder en su primer día.
“Te advertí que ese tonto atuendo no era buena idea” —le decía de forma burlona su yo interno.
“Cállate” —musitó Candy en su mente. Su yo interno quien se había convertido en su peor enemigo enmudeció al percibir la furia contenida de Candy
—Lo siento —musitó Candy tras ponerse de pie; se giró sobre sus talones y se alejó del lugar tan pronto le fue posible o no podría contenerse más.
Después de varios días, tras meditar las palabras de su yo interno y lo sucedido el primer día de clases, Candy decidió hacer un cambió de imagen. La verdad, si era honesta con ella misma, su atuendo en vez de ayudarla le perjudicó en gran manera, el breve encuentro con el malcriado, egocentrista hijo del Presidente de Los Estados Unidos se lo dejó claro —tocó su barbilla meditando en sus opciones —debía planear muy bien lo que haría para que el prospecto a quien debía cuidar, se fijara en ella.
Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios, ante la idea que rondó su mente. No le quedaba de otra, se vestiría de manera coqueta. Buscó entre su ropa algo que pudiera servile, si tenía que cortar y coser para conseguir lo que tenía en mente, lo haría, pero eso no fue necesario.
—Perfecto, esto servirá. Tras echarse un último vistazo al espejo sonrió complacida, aquello sin duda funcionaría... ¡por el momento! —Ni hablar, tendré que hacer un cambio de guardarropa completo.
A la mañana siguiente Candy se paró en la puerta de entrada del auditorio en donde recibiría su primera clase, sonrió al observarlo a la distancia, notó que el chico era popular entre las estudiantes del sexo opuesto y eso iba a usarlo a su favor.
“Esto se pondrá bueno” —su yo interno daba saltitos ante la decisión de Candy.
Tal y como lo planeo, pasó contoneando sus caderas a un lado del grupo de jóvenes. Ocupó una de las sillas vacías. Sacó de entre su bolsa de mano su celular y simuló revisar algo. Cruzó las piernas de manera que gran parte de sus bien torneadas y blancas piernas pudieran ser apreciadas. Acomodó detrás de su oreja de manera coqueta un mechón de cabello sin quitar la mirada del celular.
“Showtime” —se dijo a si misma al mirar por el rabillo del ojo como aquel engreído la observaba. Sonrió para sus adentros al ver que se aproximaba a ella. Se preparó. Aquel sería su momento. — “Te tengo en mis manos mocos engreído, querías jugar rudo, pues bien, veremos de que cuero salen mas correas”
Gracias Por Leer
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