UN POCO DE RELAJACION
FINAL.
FINAL.
La mañana había llegado para ellos, Candy seguía rendida en los brazos de Terry, él hacía horas que había despertado, pero no quería irrumpir el sueño de su esposa, ni quitarle el brazo suyo que ella usaba como almohada así se encalambrara, trabajaba mucho y esas horas donde ella podía recuperar sus energías eran vitales ¿18 horas llevaba dormida? No lo sabía, pero quería consentirla apenas despertara.
Un beep de algún reloj junto a la cómoda lo alerta, se gira y descubre que era la una de la tarde, sonrió de medio lado. Quizás debía despertarla solo para volver a hacer el amor y caer nuevamente a dormir, le da un beso en la frente de forma suave y posterior va migrando a sus mejillas y a sus labios.
Candy se encuentra estuporosa, pero siente los labios de Terry sobre los suyos, abre ligeramente la boca para que él pueda adueñarse de ella.
—Buenos días, mi amor —Dice Candy al tiempo que da un bostezo.
—Querras decir buenas tardes, estimada enfermera con pecas —Se burla el quitando su brazo de la cabeza de Candy y colocando su cuerpo encima de ella —Es la una de la tarde.
—¿En serio? —atina a preguntar ella y recibe un gesto asertivo por parte de Terry.
—Pero descuida, sólo recobrabas energías —Se acerca a ella nuevamente y vuelve a besarla —Y yo mismo me encargaré de drenar esas energías.
La toma de la cintura hasta lograr que ella sienta su masculinidad dura y caliente aguardando por ella.
—¡Estas contento de verme!
—Oh Candy... —Susurra el joven acariciandole la frente a su esposa son dejar de sonreír —Siempre para mí será un gusto verte.
Se va introduciendo lentamente en su esposa quien no tarda en aceptarlo sin más, estremeciéndose ante el miembro de Terry, Candy lo abraza con sus brazos y piernas inclinándose hacia atrás mientras él empieza con sus movimientos de vaivén y ella le sigue de forma sincrónica. Cada que amanecía podía decir que era afortunada de tener un hombre fiel y leal que le hiciera reír todos los días y le diera sorpresas, o expresará su amor con gestos tan simples como un baño o una simple cena.
No podía pedir más a la vida.
Terry colocó ambos brazos a los lados de la cabeza de Candy, reflejándose a los ojos, el la besa de forma tal que le roba el aliento, sigue empujando con fuerza, ella gime en medio de los besos y las deliciosas estocadas de su esposo consentidor.
—Enfer... enfermero Grandchester ¡Aaaahhh! —Grita Candy al sentir como se potencian las penetraciones de Terry dentro suyo, ella se contrae al sentirlo tan suyo y como la forma como la adora.
—Esto es... una recompensas... estimada enfermera con pecas —Dice sonriendo a su esposa quién le responde del mismo modo.
Terry entierra en rostro en el cuello de Candy y vuelve a empujar con más fuerza, su esposa grita al sentir aquel orgasmo que la elevada hasta el quinto cielo y todo se tiñe de rosa en su mente y esa deliciosa calidez en su interior le confirma que aún en medio de un desastre mundial podía ser feliz, sobre todo teniendo a la persona correcta. Terry la sigue abrazando mientras se vacía en su interior cálido, se desliza por su cuello sin dejar de darle besos tiernos.
Se miran mutuamente a los ojos con una sonrisa, quizás nunca se aburran de verse de esa manera, pero siempre conservarían ese amor y esa confianza para todos los días decirse a los ojos que nada ha cambiado.
—De verdad quieres ser tu esta vez quien me deje hecha carne molida —Susurra Candy olfateando el cabello de su esposo.
—Quizas... pero no. Te quiero relajada y plácida hoy.
—¿Para que?
—¿Crees que no me aprovecharé de tus días de aislamiento voluntario? Oh no, adorada enfermera con pecas. La relajación que mereces va más allá del sexo salvaje y largas horas de sueño.
—¿Así? —Pregunto Candy curiosa ante la respuesta de Terry. El actor se levanta de la cama y la levanta entre sus brazos para así ambos ducharse plenamente.
Después de almorzar, algo ligero y de hacer las revisiones de signos vitales de Candy, que serían parte de su protocolo personal desde el inicio de la cuarentena, Terry quiso hacer algo más para ella. Cosas que solo ellos dos sabían y los hacia compenetrarse.
—¡Terrence Grandchester! Adoro estas lindas muestras tuyas, pero me conformo con ver una película o seguir durmiendo unas horas más —Masculla Candy acomodándose la bata de baño mientras Terry la guía por el pasillo con pétalos nuevos por la casa.
—Te tengo una sorpresa, adorada Candy.
—No son platos sucios ¿Verdad?
—¿Me crees tan cruel? —La guío de la mano hasta la pequeña sala, ahí fue donde Candy pudo decir que ese hombre era el amor de su vida y era capaz de todo por ella.
Quizás, Terrence Grandchester era de esos pocos hombres que solo se podía admirar en la literatura, era atento a las necesidades de su esposa y quería una tarde especial para ella ahora que estaba espabilada. Las cortinas eran oscuras, buscando un ambiente íntimo para los dos, el camino de pétalos terminaba en un círculo alrededor de pequeños cojines en el suelo con música suave y pequeñas velas que daban un aire de romanticismo.
—¡Wow! Qué hermoso.
—No todo es sexo, adorada enfermera con pecas —Dice el actor estrechandola entre sus brazos con cariño —Y si vas a cumplir tu aislamiento voluntario, lo cumpliré contigo.
—¿Y el teatro?
—¡Para eso existe internet! —Bromea Terry dándole besos a su esposa —Hoy es el día donde te dedicaré todos los poemas que quieras.
—Si... y quizás podamos tomarnos tiempo para hornear un Terry en miniatura —Terry la observa con picardía, y no puede evitar imaginarse mil y un cosas con esa propuesta.
—Bueno... lo mejor de buscar niños, es el proceso de hacerlos —Se burla al tiempo que toma a Candy entre sus brazos —¿Bailamos, adorada enfermera con pecas?
—Por supuesto, adorado enfermero Grandchester —Y guiados por la suave música empiezan a bailar lentamente en su mar de amor y flores.
Si, esos días de encierro quizás serían interminables, pero para ellos, esos días donde todo era de higienización y limpieza era el verdadero paraíso.
FIN
LAS AMAZONAS HEMOS VENIDO A ENCENDER EL COSMOS POR TERRY