CAPÍTULO 5
Cómo podría un hombre como él interesarse en sus problemas, pensaba mirándolo a los ojos
—Esta bien, no paso nada no tienes porque…
Ella no lo dejó terminar la frase antes de hablar otra vez.
—Es solo que hace mucho no duermo bien, y...?
—Que hace mucho tiempo no estás con Nadie.
—¿Que..? Cómo te atreves —reaccionó ante su comentario.
—No, no me mal entiendas, yo no hablo de lo sexual, supongo que es lo que pensaste. Lo digo por el lugar donde vives, estás alejada de todo, se ve que no sales desde que tienes la responsabilidad de Daniel, y es admirable de verdad que si, pero hasta la mamá más normal necesita un momento para sí misma, tal vez un massage «idiota para que dices eso, acaso no serías feliz tu de tranquilizarla de ese modo» lo digo por quiza una buena copa de vino con una amiga una noche de movies y palomitas de maiz —dijo antes de seguir pensando en aquello del massge. «pero que me está pasando» se retó nuevamente es que esa mujer enfrente de él lo empezaba a volver loco—. Y seguramente extrañas la ciudad, los amigos, tu trabajo y tal vez tu novio.
Candy, lo miro en alerta ¿Cómo es que sabía que vivía en la ciudad? Sus ojos verdes echaron chispas.
—Seguramente estás pensando que me he insinuado…
—Perdona ha sido una equivocación por mi parte —declaro él.
—Tendría que estar mucho más desesperada de lo que estoy ya… para… Aunque no estoy diciendo que este desesperada por Dios, ya no se ni lo que digo —se corrigió rápidamente—. Haga de cuenta no dije nada es mejor que me vaya a dormir y aproveché las horas de sueño para que Daniel duerma.
Candy lo vio contener la risa ante las sandeces que ya estaba diciendo, ella iba hablar de nuevo cuando recordó las palabras que le decía su hermana cuando entraba en sus crisis nerviosas. «Candy cuando sientas y te encuentres sin salida solo calla es lo mejor, creeme, siempre te delatas con papá y mamá»
—Buenas noches, Ah… y déjeme decirle esto no es un desierto es un poblado maravilloso con gente maravillosa en él, se dió la media vuelta y la vio alejarse.
—Buenas noches señorita White, —el dolor en su entrepierna le decía que no tendría en una buena noche, mirarla de aquel modo responderle, fue tan excitante, que maldita cosa le estaba pasando porque se sentía así de atraído por ella.
Terry en su habitación no pudo dormir hasta las cinco de la mañana, los relámpagos eran constantes; el llanto del niño no se hizo presente, estuvo esperando oírlo llorar, y se levantaría a cuidar de él para que ella descansara, que tan difícil sería preparar un biberón, ella salió tan deprisa huyendo de él que dejó el monitor para escuchar si el pequeño se levantaba. Pero por mágico que fuera ese niño nunca lloro es como si se sintiera protegido y sus oídos jamás escucharon los ruidos de la tormenta.
Candy, por lo contrario, llegó a su habitación, y era tanto el cansancio acumulado las sensaciones experimentadas con aquel extraño que solo se metió a la cama, se acostó, su rostro tocó la almohada y quedó totalmente dormida, la tormenta eléctrica para ella no existió. Despertó a las seis de la mañana espantada no había llevado el monitor del bebé con ella se puso un albornoz no quería que pasara lo de la noche anterior, corrió a la habitación de Daniel y abrió la puerta y para su sorpresa estaba totalmente dormido busco el monitor y no lo encontró. «¿donde lo deje?» pensó, decidió ir a la cocina y tampoco lo vio. Empezó a moler el grano de café, le esperaba un día largo y más con su primer huésped, dejó haciendo el café en la cafetera eléctrica y subió a alistarse para comenzar el día.
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Qué horas eran no lo sabía, la luz del día estaba presente en su habitación, tomo de la mesa su celular y miro que era casi mediodía, se levantó y observó que el día estaba nublado no había dejado de llover, se alistó y bajo.
Miró a Candy dando de comer a Daniel en su periquera.
—A ver Daniel una más —le decía Candy—. Ahí va el avión caminando y buscá dónde aterrizar, abre la boca, abre la boca. El bebé solo movía la cabeza en negación.
—Dejame intentarlo —dijo una voz varonil detrás de ella haciéndola pegar un brinquito.
El tomo la cuchara de las manos de Candy, y solo dijo:
— Para crecer un montón ton ton
Hay que alimentarse bien bien bien
La naturaleza te dará
Fuerza y alegría de verdad
De muchos colores pueden ser
Frutos naturales
Que te ayudan a crecer
Como en la paleta de un pintor —y por arte de magia Daniel se movía y aplaudía ante la melodiosa canción y abrió la boca para comer.
—Candy se quedó perpleja ante lo que veía, él le cantó la misma canción que su padre le cantaba al pequeño Daniel.
—Creo que lo logré —dijo mirándola—. Terminó sus alimentos. Podría ser que gane yo también algo como premio.
—¡¿Qué dices?!
—Si, un café negro te agradecería en estos momentos.
—Ah… sí claro con mucho gusto «qué recompensa estás pensando, eres una tonta Candy» pensó mientras vertía el líquido caliente en una taza.
—¿Con crema o azúcar? —pregunto.
—No, está perfecto así, ¿Vaya noche no es así? pensé que esos relámpagos nunca cesarán.
—Sentimos haberle molestado anoche señor Baker, los chillidos de Daniel y la tormenta; en realidad no esperaba a nadie aún.
«Aunque supongo no tanto como usted a mí recordó verlo con el torso desnudo»
—Me llamo Terrence, pero puedes llamarme Terry, no me digas señor creo que me imagino a mi abuelo, ¿Oh dime acaso parezco uno?
Candy asintió con la cabeza, entregando su taza de café, no sabía porque pero el nombre le sonaba familiar, «creo que tanto desvelo me está volviendo loca de remate»
—¿Has dormido bien? —preguntó dando un sorbo a su café.
Acaso la estaba acusando de algo, sabía que su aspecto no le ayudaba en nada, desde que cuidaba al pequeño esas ojeras estaban presentes en ella y tal vez no tenía mucho tiempo de cuidar de sí misma.
—Si gracias —respondió.
—Que bueno me alegro, olvidaste el monitor del niño, y decidí llevarlo conmigo por si él se despertaba pero no sé levantó en toda lo noche, está en mi habitación.
Candy agachó su mirada tratando de disimular el intenso rubor de sus mejillas, y puso el menú de desayuno al lado de él.
—Algunas cosas no las tengo, por lo mismo que aún no tengo a mi servicio la cocinera que vendrá abriendo la casa de huéspedes, pero intentaré ser una buena anfitriona Terry.
—No soy difícil de complacer —mencionó seductor—. Un pan tostado y unos huevos, tocino, con eso estoy bien.
—Si quieres puedes pasar al comedor, en lugar de comer aquí en la barra de la cocina.
—Está bien aquí, así sirve que le hago compañía a mi amiguito Daniel, no es así amigo. El pequeño solo aplaudió ante las palabras de Terry.
—Está bien, si así lo quieres.
—En lo que desayunas ¿puedo entonces dejarte en compañía de Daniel? solo iré a tu habitación por el monitor, no tarda en ser su siesta y lo necesito.
—Por supuesto, no hay problema. Terry contempló su vista de espaldas mientras se alejaba.
—Muchas gracias señor Baker, ya estoy aquí, vamos mi amorcito es hora de la siesta que hoy vendrán a revisar el aire acondicionado.
—Crees que el día mejore, quisiera ir por mi equipaje a mi auto y te agradezco mucho por la ropa.
—Una suerte que mi cuñado fuera casi tu size.
El solo trago saliva ante la declaración que él ya sabía.
—La lluvia no va cesar hoy, los pronósticos se acaban hasta mañana, deberías llamar a la aseguradora y ver si vinieron por tu auto, sino darás una vuelta en valde y el carro ya no estará.
—Tienes razón.
—Subiendo las escaleras la primera habitación a la derecha es la que era de mi hermana y su esposo, puedes tomar la ropa que desees, sin problema de verdad.
—¿Tu que harás?
—Viene un amigo, Jimmy, el acabara de revisar algunas cosas.
—¿Es tu novio? — le incomodo hacer esa pregunta tanto.
—Oh no que dices, es un amigo, bueno en realidad en este pequeño poblado todos somos amigos y nos tendemos la mano unos a otros, solo hay un inconveniente en vivir en un pueblito pequeño, todos conocen tu vida —rio ella, así que a veces este lugar es pueblo chico infierno grande.
—Ya veo, entonces te tomaré algo de ropa prestada.
Terry, entró a la habitación, era hermosa pintada de colores cálidos y una cama King con doseles con un pequeño sillón dando a la ventana, se dirigió a mirar hacia afuera, casi era la misma vista que la de él pero desde otro ángulo. «Creo que ahora se por que cambiaste todo, esta paz que se respira en este lugar» recorrió la habitación y en la mesita de noche al lado de la cama, miró la foto de boda de su hermano, irradiaba felicidad. «De verdad fuiste feliz, al menos ese es mi consuelo» busco un par de pantalones en el closet y dos playeras más.
Volvió a dirigir sus pasos a la ventana y vio llegar una camioneta, Candy vestida con una jacket de lluvia corrió al encuentro del chico abrazándolo. Por alguna extraña razón sintió molestia al observar aquello. Aunque era un día nublado y aún con lluvia comprendio por que su hermano se había enamorado de aquel lugar lleno de árboles y con una vista maravillosa «No tuviste muchos lujos pero disfrutaste del amor y un verdadero hogar» pensó.
Cuando había sido la última vez que él pudiera decir tenía un hogar, tenía un apartamento en Londres, amueblado y decorado por uno de los mejores diseñadores de interiores más famosos; distaba mucho de tener calor de hogar o de poder llamarsele asi, siempre se la pasaba viajando alrededor del mundo por los negocios, prefería que su vida fuera así, a estar en su casa y sentirse solo como siempre lo había hecho.
—Sé que debo hablar con ella y decirle quien soy, pero será hasta el lunes dejaré que pase este fin de semana tal vez la conozca más…
—¿A quién vas a conocer más? —preguntó Candy haciéndolo voltear, el se había perdido en sus pensamientos que no miro que había marchado aquella camioneta y Candy había entrado a la habitación y había escuchado las últimas palabras que había pronunciado en voz alta.
—Oh… si, este digo... que ahora que mejore el clima me encantaría caminar por el pequeño centro del Pony Hill y por este bello bosque quisiera conocerlo más —señaló por la ventana.
Candy, no había escuchado toda la oración pronunciada por él, así que le creyó.
—Estoy segura que cuando lo conozcas te enamoraras de él, cada persona que lo conoce, creeme se van de aquí no siendo los mismos, es un pueblo mágico lleno de amor y gente muy cariñosa.
—Oh ya veo —respondió.
—Encontraste lo que necesitas
—Si, muchas gracias y disculpa me quede admirando el paisaje y pensando; no quise ser entrometido.
—No te preocupes, esta es la unica habitacion que no ha sido remodelada, la mantengo intacta, porque cuando Daniel crezca quiero que él vea y mire las cosas de sus padres tal y como las dejaron, el decidirá que hacer con ellas en un futuro —se acercó a tomar los anillos de bodas de ambos de un pequeño alhajero en el tocador—. Tal vez algun dia le proponga a una linda chica matrimonio y quiera usar el anillo de su madre —sonrió ante la idea
Observando la fotografía de su hermano con su esposa y Terry se animó a preguntar: —¿Qué les pasó?
—Ambos tuvieron un accidente automovilístico, era un día como el de ayer, no lograron salir las aguas del lago eran turbias, aun sigo sin entenderlo por que ellos, debí ser yo, no tengo nadie que sufriría por mi, ellos tenían una vida por delante y un hijo que criar.
—La vida suele ser muy cruel a veces, mi madre falleció siendo yo muy pequeño y mi padre solo se lleno de odio y resentimiento contra la vida y sus propios hijos creeme si hubiésemos tenido mi hermano y yo alguien de bondadosa como tu por madre nuestras vidas hubieran sido totalmente diferentes, la vida y el destino ha puesto en tus manos un hijo maravilloso debes de dejar de tener esos pensamientos de culpabilidad que no ayudarán a Daniel, en nada, los seres mueren es verdad pero su recuerdo y amor lo llevamos en nuestra memoria, debes mirar hacia delante por él Candy —señaló otra foto del pequeño Daniel.
—¡Estás viva! —deja de quejarte.
—¡Cómo te atreves! —reaccionó molesta—. Un engreído arrogante que por qué cree que le he contado algo de mi vida, puede hablarme, de tal modo. Solo por que la inclemencias del tiempo no mejoran créame le pediría que se fuera señor Baker.
—Creeme que a veces los consejos de los clientes son los mejores.
—¡Estupido! —mencionó ella.
—Con ese carácter creo correras a cada uno de tus huéspedes.
Ella salió del cuarto furica azotando la puerta, el suspiro sabía que se le había pasado un poco la mano en hablarle así, pero era la verdad, el dolor de la muerte no mejora si uno se sigue diciendo hubiese sido yo, el lo sabía mejor que nadie, el dia de la muerte de su madre él se sintió tan culpable. Por mucho tiempo se preguntó si él hubiese montado ese caballo.
Era él, al que le tocaba montar la tarde que saliera hacerlo con su madre, ella era una amazona experta y quería enseñarle desde pequeño a su hijo, solo que esa tarde ella le dijo que cambiarían de caballos que estaba listo para montar a la gran Teodora.
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—Has mejorado mucho hijo, es hora de que montes a Teodora.
—No mamá, no quiero, aun le tengo miedo, es muy imponente me da miedo
—No temas hijo, ella será tu mejor amiga, es maravillosa no lo crees —le dijo acariciándola—. Ella te quiere, por favor hoy dame ese gusto, intenta montarla a todo galope, hoy podemos competir tú y yo ¿qué te parece? además te tengo un secreto ¿quieres saberlo?
—Si mamá, dímelo me encantan los secretos.
—Ella es para ti, es mi regalo especial, solo que no había querido decirlo, se que este animal tiene una conexión muy especial contigo.
—¡De verdad mami! —emocionado respondió Terry.
Sí hijo, así que anda vayamos a disfrutar de esta tarde todavía no llega tu padre, si nos ve cambiar de caballo sabrá que te he contado el secreto.
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Pasó tan rápido, el caballo la tiró haciendo se golpeara la cabeza, no quiso ir al hospital dijo que solo se recostaría un rato y cuando Terry fue a buscarla la encontró muerta en la cama. Y su padre al cambiar tanto supuso que siempre lo culpo por la muerte de ella, hasta más adulto comprendió que no había sido culpable, que la muerte toca a la puerta cuando menos lo esperas que aunque no hubiesen cambiado de caballos, si era su tiempo de morir pasaría de algún modo o de otro. Y es lo que le quería hacer entender a Candy. «creo que lo hice de la peor manera, pero necesitaba que alguien se lo dijera»
Candy lloraba en su cuarto, cómo se atrevía a hablarle de esa manera, quien se creía era; en el fondo sabía que tenía toda la razón ya eran más de seis meses de creer que hubiese sido mejor que la muerte se la llevara a ella, sus palabras le dolieron. Tenía la boca llena de verdad. Sus palabras golpearon algo dentro de ella. Hizo recuento de lo ocurrido y sabía que desde el accidente ella se recriminaba y no se sentía merecer ser la madre de el niño, ¿como lograr ser como la maravillosa madre que era Patricia? ¿Acaso algún día podría ser la milésima de cariñosa y buena que fue su hermana? Esos pensamientos no la dejaban seguir adelante. Ella lo sabía en el fondo muy bien y que un extraño viniera de la nada y se lo dijera era como un balde de agua fría para que reaccionara.
Continuará….