La Obsesión
Candy llegó al teatro bastante triste donde fue recibida por Susana con cara de mosca muerta, Susana sabía muy bien que Candy y Terry mantenían una relación amorosa por eso le dijo a Candy que Terry estaba muy ocupado en el camerino…
- ¿En su camerino? - preguntó Candy.
-No, en el mío- le respondió Susana arqueando una ceja.
Aquello era el colmo, ya había sido culpable de muchos desencuentros entre Terry y ella, estaba cansada de sus constantes cizañas era alguien igual de intrigante que Elisa y Neil, sólo que Susanna lo mantenía oculto detrás de su falsa amabilidad. Candy la hizo a un lado y siguió de largo en busca de su novio, cuando lo encontró solo se limitó a reprocharle, le contó lo que Susanna le había dicho.
Terry estaba harto de la insistencia de Susana, él estaba consciente del poder que tenía sobre las mujeres pero Susana estaba ya a un paso de la locura, a veces la pillaba observándolo como una estúpida mientras viajaban o ensayaban, y muchas otras veces la descubría dentro de su camerino asegurando que “algo” se le había perdido < La cordura, probablemente > pensaba Terry, Susana no le parecía fea pero el único ser que tenía poder y control sobre él era Candy, estaba perdidamente enamorado de ella, aunque a veces por orgullo, se limitaba a hacer bromas pesadas, era la única forma que tenía de no perder el control con Candy. Cuando escuchó el reproche de Candy solo pensó que detrás de todo eso estaba Susana.
–Candy, escúchame, no estaba enterado de que nos veríamos en un restaurante-
- ¡TE LO DIJE EN UNA CARTA! Me pediste en una de tus cartas que pautara un encuentro contigo, en esa carta te dije el día, el lugar y la hora… Estaba esperándote, en cambio tú…- Candy rompió en llanto, se sentía humillada y echó a correr, Terry la vio alejarse tan hermosa y sus rizos sueltos, parecía una ninfa, la siguió y la detuvo abrazándola. Para él todo estaba claro, Susana le había confesado que robaba las cartas de su pecosa y acto seguido le declaró su amor, no sabía que sentir con respecto a eso, pero no era nada bueno.
–Candy, no recibí esa carta, Susana me dijo que robaba tus cartas, estaba por enviarte una explicándote que era mejor que nos viéramos todos estos últimos días en el hotel donde me hospedo… Yo estoy a punto de irme a Nueva York para hacer el papel de Romeo, y cuando eso pase… No sé cuándo te vuelva a ver. –
Candy se sentía otra persona, ciertamente antes no sabía cómo eran los celos, sin embargo, ahora estaba enterada de que era un fuego que la carcomía por dentro, pensar que Terry y Susana se irían por tanto tiempo juntos a recorrer el país la hizo determinarse en una decisión: -Entonces… Será mejor que no nos veamos más… Su voz se quebró al final de la oración. Estaba destrozada pero no iba a derramar una lágrima más. Terry intentó seguirla, pero el director del teatro lo llamaba para continuar el ensayo, ya no tenía ánimos de nada…
Los días siguientes Candy estaba cada vez más concentrada en su trabajo, de hecho, Frannie no tenía nada que decirle, a veces solo la fastidiaba por puro gusto y apropósito, en fin, así era Frannie. Candy se reunió con sus amigos, Stear, Archie, Patty, Annie y Albert para salir a pasear, pero, aunque la actitud siempre alegre de Candy engañara a todos no podía hacerlo con Albert, él sabía que algo pasaba entre ella y Terry y no necesitaba deducir mucho, estaban peleados. Candy por su parte no daría su brazo a torcer, ella confiaba en Terry, pero ahora con Susana en medio y Terry permitiendo que le robara las cartas y que la echara del teatro cuando quisiera, no conforme con eso también se iban de gira los dos protagonistas de Romeo y Julieta, no podía evitar sentir todo eso. Las manos le temblaban de solo pensar que entre ellos quizás naciera algo más y no quería estar con Terry para el momento en que eso pasara, sentía un nudo en la garganta mientras fingía una sonrisa estando con sus amigos. Una parte de ella quería encarar otra vez a Susana y pedirle que se quite de en medio, pero Candy pensaba que aquello no tenía sentido, de cualquier modo, ellos se irían juntos de gira y ella no podía pedirle a Terry que dejara sus sueños para estar con ella, era un acto sumamente egoísta.
Terry por su parte sentía que no podía concentrarse en su papel de Romeo, los ensayos se hacían eternos y tediosos, no podía dejar de sentirse culpable, una vez que Susanna le había confesado que robaba sus cartas él debía tener más cuidado con la correspondencia, Susanna había sido la culpable de muchos disgustos y desencuentros entre ellos, no quería perder a Candy, ella era por sobre todas las cosas la persona que más le importaba en el mundo. La recordó una vez más cerró sus ojos y sonrió al recordar su rostro furioso y las pecas bailando sobre su nariz en cada gesto.
Decidió resolver la situación, haría una visita al hospital esperando encontrarla a pesar de que ello significara una reprimenda de parte de Robert y un retraso en los ensayos.
Candy sentía una enorme pasión por su profesión, la forma en cómo mantenía a raya los pensamientos negativos era precisamente ocupándose de otras personas, era, sin lugar a dudas su vocación, sin embargo, de vez en cuando la asaltaban las dudas ¿Habría sido muy precipitada su decisión? Ella no acostumbraba a ser tan impulsiva pero realmente en ese momento se sentía otra persona, los celos la atacaron con una fuerza que ella desconocía, estaba harta, Elisa ya había logrado separarlos una vez, ahora Susanna no perdía oportunidad para hacerles la vida imposible.
Terry preparaba sus maletas para viajar unos días a ver a Candy en el hospital donde trabajaba, Susana irrumpe en su camerino y este la observa, estaba vestida y peinada como Candy solía hacerlo, intentaba actuar como ella parecía que la estaba imitando ¿Acaso se había pintado una pecas alrededor de la nariz? El ya no escuchaba sus súplicas solo quería que saliera de allí lo antes posible era evidente que Susana ya no estaba en su sano juicio.
Al ser rechazada una vez más Susanna golpea a Terry propinándole una sonora cachetada acto seguido y de forma histérica comienza a tirar todas las pertenencias de Terry contra el piso solo gritaba
-POR QUÉ NO ME QUIERES A MI! ¿QUE TIENE ELLA QUE NO TENGA YO?
Susana cae el piso llorando desconsoladamente y Terry siente una enorme piedad por la chica y el deseo de consolarla, pero solo da unos pasos hacia la puerta y justo cuando va a salir le pide perdón y le responde:
- -No es tu culpa… Estoy enamorado de ella desde el primer momento en que la vi.
Terry sale de la habitación con un enorme sabor agridulce no podía dejar de pensar en lo sucedido, sentía una enorme pena por Susanna pero estaba seguro de lo que ella sentía era una obsesión.
Candy había pasado un día muy duro en el hospital, de hecho ocurrió algo que le hizo recapacitar con respecto a su decisión de abandonar a Terry, sin embargo, había pasado varios días y este no le había enviado ninguna carta, quizás era eso lo que quería, quizás habían pasado tanto tiempo separados que los sentimientos de él se habían transformado y ya no eran tan sólidos.
Había otro problema que también la mortificaba, la guerra era una cruda realidad y sentía que como enfermera era su deber ayudar a los heridos en el frente, aquél día habían tenido una reunión al respecto y estaba considerando fuertemente la posibilidad de irse a Europa y cumplir con su deber de enfermera.
Aquella noche estaba libre, escribiría unas cuantas cartas, una para Albert, Annie, sus amigos, a la srita Ponny y a la hermana María, había tomado una fuerte decisión y tenía algo de miedo. Extrañaría a Terry, sus hermosos ojos azules y sus constantes burlas acerca de sus pecas, apagó la lámpara de su mesa de noche y decidió dormir.
Toc, Toc, Toc…
- ¿Frannie? Se preguntó ella.
- Pasa! Está abierto.
No obtuvo respuesta. Intentó dormir nuevamente.
Toc, Toc, Toc…
-Está abierto!
Nada se escuchó…
Toc, Toc, Toc…
Candy se hartó, se levantó de inmediato un poco furiosa, abrió la puerta y…
Lo vio por partes hasta que su mente pudo encajarlo todo de a poco, no podía asimilarlo en pocos segundos.
Anillo, hombre arrodillado, Terry.
¿Terry?
-Cásate conmigo. Dijo él.
Candy se arrodilló, lo abrazó y se echó a llorar.
-Quiero que te vengas de gira conmigo, no te dejaré nunca.
Candy estaba más que dispuesta a aceptar esa propuesta, por supuesto que se iría con él.
Candy y Terry se casaron 3 días después.
Fin.