DEBER O AMOR
BY..PECAS TG
Candy pasó largo tiempo en la ducha, permitiendo que el agua caliente relajara sus músculos y posponiendo al mismo tiempo la inevitable conversación con Terry. Cuando empezó a salir agua fría, salió a regañadientes de la ducha, se secó con una toalla, se puso la bata y se secó el pelo antes de salir del baño.
Se quedó estupefacta al ver a Terry esperándola en la habitación. No estaba preparada todavía, pensó con un estremecimiento de pánico. Fuese lo que fuese lo que tuviera que decir, no quería oírlo. Tenía que vestirse, prepararse mentalmente.
Terry se incorporó al instante cuando la vio.
-- Lo siento -- dijo, con aspecto un tanto agitado -- . Sólo he venido a ver cómo estaban los cachorros.
Con cierto alivio, Candy comprendió que en realidad no la estaba esperando, que no iba a abordar inmediatamente la conversación que los dos habían estado eludiendo. Y no pudo evitar sonreír al ver que los cachorros lo atraían. Terry estaba demostrando cierta debilidad por Miena y por sus crías... que intensificaban su afecto por él.
Cerrándose la bata con la mano izquierda, Candy se arrodilló para acariciar la cabeza peluda de Miena.
-- Eh, pequeña, ¿cómo estás? ¿Tienes hambre? ¿Sed?
-- Comió un poco mientras estabas en la ducha -- dijo Terry -- . Eh... me quedé vigilando a los cachorros mientras ella estaba en la cocina. No sabes lo mucho que chillaron.
Candy rió.
-- Tal vez sean minúsculos, pero saben cómo expresar su descontento -- acariciando a los cachorros por última vez, Candy se puso en pie y se tambaleó un poco al tropezar. Aunque recuperó enseguida el equilibrio, Terry alargó el brazo para sujetarla.
-- ¿Estás bien?
Candy asintió, vívidamente consciente de su mano en el hombro, a pesar de la capa de felpa que se interponía entre ambos.
-- Estoy bien, gracias. Será mejor que me vista ya.
Era una insinuación para que Terry saliera de la habitación. O no la captó o la ignoró. En lugar de apartarse, levantó la mano para deslizar los dedos por la curva de su mejilla.
-- Tienes la piel todavía sonrojada de la ducha -- comentó con suavidad -- . Casi es tan rosa como tu bata.
Candy sintió cómo su rubor se intensificaba, y no tenía nada que ver con la ducha. Terry le pasó el pulgar por el labio inferior. Notó cómo le temblaba y supo que él también era consciente de su reacción.
Bajó la cabeza para acariciar su pelo con el rostro, luego su mejilla sonrosada.
-- Hueles también -- murmuró -- . Como un melocotón caliente por el sol.
-- Es... -- carraspeó, conmovida por las palabras que, viniendo de Terry, eran casi poéticas -- . Es un champú nuevo.
-- Me gusta -- deslizó los labios ligeramente por su mejilla, luego los acercó a su boca -- . Me da hambre.
Candy notó que se le cerraban los párpados y levantó las manos mecánicamente para apoyarlas sobre su pecho.
-- Terry....
-- Candy -- su nombre era una suave caricia sobre sus labios húmedos y entreabiertos -- . Deja que te bese.
Ella se dejó rodear por sus brazos. Terry la besó en profundidad, lentamente. Candy subió las manos para tomar su rostro. La primera vez que Terry la había besado, había reaccionado como nunca lo había hecho al abrazo de un hombre, la había estremecido por completo y seguía haciéndolo con cada beso. Sí, Terry tenía cosas que la irritaban, pero tal vez había dejado que su incertidumbre sobre sus verdaderos sentimientos por él. Si la convencía de que la amaba como necesitaba ser amada por el hombre que sería su marido y el padre de sus hijos, podía pasar por alto pequeñas imperfecciones humanas... igual que él pasaría por alto las suyas.
Terry la atrajo súbitamente contra él, hundiendo las manos en sus caderas, sujetándola contra la rígida evidencia de que, al margen de lo que sintiera por ella, la atracción física era auténtica.
-- Candy -- murmuró -- . Te deseo. Te deseo con locura.
No era precisamente lo que necesitaba oír... pero desde luego era un paso en la dirección adecuada.
-- Yo también te deseo -- susurró -- . Pero...
-- Hablaremos -- le prometió con voz ronca entre beso y beso -- . Después, ¿de acuerdo?
Candy bajó las manos al cinturón de su bata y lo soltó rápidamente.
-- Después -- accedió, y dejó caer la prenda de sus hombros.
Terry contuvo el aliento y luego deslizó las manos desde sus costados a sus senos. Los rodeó con suavidad, bajó la cabeza e introdujo en su boca primero un pezón y luego el otro, repitiendo las atenciones hasta que Candy empezó a temblar y a aferrarse a él, anhelando una conexión más íntima.
Terry la condujo a la cama y ella lo siguió con ansiedad, despojándolo de su ropa por el camino. Aquello no era sólo deseo, pensó mientras lo urgía a echarse sobre el colchón y lo cubría con su cuerpo. Lo que sentía hacia Terry era intenso, complejo, poderoso. ¿Pero le correspondía él de la misma forma? ¿Estaba profunda y apasionadamente enamorado de ella o sólo sentía un cariño mezclado con la atracción física?
Besó su mandíbula fuerte y prominente. Y luego su cuello, donde el pulso le palpitaba bajo la piel.
Su tórax amplio y liso. Dejó un rastro de besos rápidos de un pezón a otro y luego descendió, haciendo que su estómago se contrajera bruscamente bajo sus labios. arrancándole un gemido.
Terry no tardó mucho tiempo en incorporarla y besarla con una aspereza que no era propia de él... pero que la deleitaba por su urgencia.
-- Ahora -- dijo Terry, sujetando sus caderas.
-- Ahora -- corroboró Candy, elevándose sobre él.
Terry los unió con una penetración rápida y fuerte que dejó a Candy sin aliento. Y cuando empezó a moverse en su interior, lanzó un gemido. Y luego, un grito ahogado de éxtasis.
Momentos después, Terry gimió y se puso rígido, anunciando su propia liberación. Y luego estalló en su interior y la sujetó con fuerza contra su pecho.
Candy enterró el rostro en su garganta, luchando por recobrar el aliento. ¿Y si aquélla era la última vez que hacían el amor? Se aferró a él con repentina desesperación. La idea de no volver a estar con Terry le producía un dolor y un vacío enorme en el pecho. Aquello no era sólo afecto, lo amaba. Tenía gracia, pero no se había dado cuenta de cuánto lo amaba hasta aquel fin de semana, cuando había tenido que enfrentarse a la posibilidad real de perderlo.
Sabía que no había huido por miedo de no amar a Terry lo bastante para casarse con él. Había tenido miedo de que no sintiera lo mismo por ella, de que quisiera casarse únicamente porque todo el mundo lo esperaba de él.
.
Candy y Terry tardaron un tiempo en recuperarse por entero de su acto de amor. Entrelazados en la estrecha cama, dormitaron durante un tiempo, dando opción a que sus respiraciones y sus pulsos se normalizaran. Salieron de la cama como aquella mañana, cuando Miena los despertó para salir fuera.
Terry suspiró.
-- Yo la sacaré, ya me estoy acostumbrando -- dijo tomando su ropa -- . Tú intenta vestirte y vigilar a los cachorros al mismo tiempo.
Candy asintió.
-- Te veré en el salón -- le dijo -- . Como has dicho antes, tenemos que hablar.
-- Sí -- corroboró Terry en tono sombrío, volviendo la cabeza en el umbral -- . Ya va siendo hora.
Candy inspiró hondo y tomó sus ropas mientras Terry seguía a la impaciente perra por el pasillo.
Se tomó su tiempo para ponerse un poco de maquillaje antes de salir de la habitación. Sombra de ojos, colorete, un poco de rimel. Incluso un toque de brillo de labios. Más que pensar en su aspecto, lo que Candy quería era sentirse más segura de sí misma.
-- Está bien, Miena... y los pequeños. Allá vamos -- declaró, esbozando una trémula sonrisa -- . Deseadme suerte.
Miena movió la cola. Los cachorros se apretaron aún más contra su madre e ignoraron a Candy por completo.
Terry estaba dando vueltas por el salón cuando Candy entró. No era una buena señal, pensó, hundiendo las manos en los bolsillos. Y tenía el ceño fruncido... otro mal presagio. Tragó saliva.
-- ¿Terry?
Él se dio la vuelta, y su expresión se suavizó parcialmente.
-- Me gusta -- dijo, señalando torpemente los pantalones de color caqui y la blusa roja que se había puesto para reunir valor.
Como los sermones floreados nunca habían sido el fuerte de Terry, Candy había aprendido a valorar sus pocos elogios. No lo habría dicho si no lo pensara de verdad, se dijo.
-- Gracias.
-- Eh... ¿quieres beber algo? ¿Un refresco o algo así?
Parecía extrañamente inseguro, casi nervioso. La preocupación de Candy creció.
-- No, estoy bien.
Terry asintió, de nuevo con expresión lúgubre.
-- Entonces, ¿por qué no te sientas? Ponte cómoda.
Candy se sentó al borde mismo de una silla, con la espalda completamente recta. No estaba cómoda, pero era lo único que podía hacer, por el momento.
Terry permaneció de pie, con las piernas separadas, los hombros cuadrados, la barbilla con gesto decidido. Tenía la misma cara que ponía cuando tenía un asunto difícil entre manos y quería resolverlo con rapidez y eficacia.
-- He estado pensando -- dijo bruscamente -- . Sobre nuestro compromiso, quiero decir.
Candy asintió y esperó. Terry inspiró profundamente.
-- Realmente no hay razón para que lo anulemos ahora, ¿verdad? Hemos tenido oportunidad de hablar y pasar tiempo juntos, y ahora sabemos a qué atenernos. Hace meses que está todo planeado y dispuesto, no hace falta que cancelemos ahora los planes. Lo mejor será que nos casemos.
CONTINUARÁ...Gracias por leer
PD..chicas si, voy a terminar la historia aquí. De echo ya sólo falta 2 o 3 cap..para terminarla..