¿Les ha pasado?
Son las siete de la mañana de un día viernes y nos dirigimos por inercia por ese ansiado café a ese lugar que tiene la bendición de contar con el elixir que cuando has tenido una semana agobiante es lo único que te levanta el ánimo, al menos, creo yo, para pasar las horas en que laboras en un sitio que no vela más que por generar ganancias que claramente van a la bolsa de dueño, pero que, al fin y al cabo es lo que aceptaste para darte una "vida digna” o como dicen mis amigos para pagar las facturas que llegan cada fin de mes.
Pues... esa es mi realidad, no me quejo mas de lo necesario, las culpables son las horas de estrés que paso frente a ese computador y los gritos que a veces mi jefe me dirige cuando entre encargos y tazas de café que preparo para las visitas, el teléfono suena y no alcanzo a contestar antes del tercer timbrazo. Tienen razón, mi jefe es algo nervioso.
Y pues acá estoy, esperando mi anhelada bebida y un rico postre de pecanas y chocolate, anoche soñé con devorarme ese postre, me lo merezco.
Mientras espero mi pedido, el cual ya pague, aprovecho a echarle un vistazo a mi celular, que para variar siempre va en mi mano izquierda a donde quiera que me dirijo, pues tengo que estar atenta a las solicitudes de mi jefe y es justo en ese momento, cuando levanto mi vista para verificar como va mi pedido que me topo con una mirada que me deja sin aliento.
Vaya ¡que mirada! pienso exhalando lentamente el aire que acumule en mis pulmones por la sorpresa, ojos azul profundo como el mar, hermosos vuelvo a cavilar, cabello castaño y piel clara ¡wow! que café ni que nada, esto si que te levanta el ego, me esta viendo, a mi señoras, a mi.
Noto que él también me observa y siento como su mirada viaja desde mi rostro hacia “santa cachucha” to... tod todito mi santo y puro ser y pues, ¿Qué haces en estas circunstancias?
Pues, devolver lo que recibes no, y es ahí donde empiezas a examinar al susodicho y cuando ya vas terminando la inspección y regresas al rostro, el sujeto de tu escrutinio te sonríe de lado.
¡purísima madre de todas las aguas! ¡que vengan los bomberos, que me estoy quemando!
Siento que mis mejías arden e inmediatamente trato de distraerme en otro punto, pasteles, galletas, menú, teléfono, jefe, no logro enfocarme en nada ¡Diosito lindo ayúdame! y no me queda más que levantar mi rostro y devolverle mi más tímida sonrisa acompañada de un leve movimiento de hombros achicando mis ojos, me atrapo en la travesura... a lo hecho pecho, soy una mujer valiente ante todo.
¡Candy!
Apenas escuche a la señorita del mostrador que me esta hablando, pues estoy abochornada y mi mente en blanco.
Yo! logro verbalizar y me acerco y tomo mi pedido, ya no estoy segura de tener hambre, son otros pensamientos los que ahora me alteran, hasta creo que le he perdonado todo a mi ambicioso jefe.
¡¡Gracias!! Le digo con una radiante sonrisa a la señorita y pues, con todo el dolor de mi corazón y aun en shock me dirijo a la salida de aquel lugar, debo volver a mi realidad, pero me siento la mujer más guapa del mundo y eso hará que mi día transcurra genial.
¡Señorita! Me vuelve a llamar la dependiente desde el mostrador cuando estaba a punto de salir del establecimiento, creo que esto es suyo, me dice y agita en el aire una factura, aish, me regaño, no quiero volver al mostrador pero recuerdo que tengo declaración de impuestos este año y regreso mis pasos al mostrador, tomo el dichoso papelito lo meto descuidadamente en mi bolso sin verlo y agradeciendo por enésima vez me dirijo a mi trabajo de forma inmediata pues, ya es tarde y para variar mi jefe me ha escrito un mensaje.
Al fin llega la hora del almuerzo y como era de esperarse estoy en otra cafetería buscando entre mis pertenencias el efectivo para pagar mis alimentos y que creen, me topo con la famosa factura del café de la mañana, factura que por abochornada había dejado en el mostrador, que vergüenza me recrimino nuevamente.
¿Qué? digo indignada al reconocer que ese dichoso papelito no es mi factura, bueno si lo es, solo que por andar de atolondrada buscando dinero, pensé que no lo era, pues tiene escrito algo en su reverso con una caligrafía impecable:
“Hermosa sonrisa Candy… TG”
Ufff me sonrojo nuevamente
Volveré a esa cafetería más seguido ¿no?
Les ha pasado….
Por Elyer G.
Son las siete de la mañana de un día viernes y nos dirigimos por inercia por ese ansiado café a ese lugar que tiene la bendición de contar con el elixir que cuando has tenido una semana agobiante es lo único que te levanta el ánimo, al menos, creo yo, para pasar las horas en que laboras en un sitio que no vela más que por generar ganancias que claramente van a la bolsa de dueño, pero que, al fin y al cabo es lo que aceptaste para darte una "vida digna” o como dicen mis amigos para pagar las facturas que llegan cada fin de mes.
Pues... esa es mi realidad, no me quejo mas de lo necesario, las culpables son las horas de estrés que paso frente a ese computador y los gritos que a veces mi jefe me dirige cuando entre encargos y tazas de café que preparo para las visitas, el teléfono suena y no alcanzo a contestar antes del tercer timbrazo. Tienen razón, mi jefe es algo nervioso.
Y pues acá estoy, esperando mi anhelada bebida y un rico postre de pecanas y chocolate, anoche soñé con devorarme ese postre, me lo merezco.
Mientras espero mi pedido, el cual ya pague, aprovecho a echarle un vistazo a mi celular, que para variar siempre va en mi mano izquierda a donde quiera que me dirijo, pues tengo que estar atenta a las solicitudes de mi jefe y es justo en ese momento, cuando levanto mi vista para verificar como va mi pedido que me topo con una mirada que me deja sin aliento.
Vaya ¡que mirada! pienso exhalando lentamente el aire que acumule en mis pulmones por la sorpresa, ojos azul profundo como el mar, hermosos vuelvo a cavilar, cabello castaño y piel clara ¡wow! que café ni que nada, esto si que te levanta el ego, me esta viendo, a mi señoras, a mi.
Noto que él también me observa y siento como su mirada viaja desde mi rostro hacia “santa cachucha” to... tod todito mi santo y puro ser y pues, ¿Qué haces en estas circunstancias?
Pues, devolver lo que recibes no, y es ahí donde empiezas a examinar al susodicho y cuando ya vas terminando la inspección y regresas al rostro, el sujeto de tu escrutinio te sonríe de lado.
¡purísima madre de todas las aguas! ¡que vengan los bomberos, que me estoy quemando!
Siento que mis mejías arden e inmediatamente trato de distraerme en otro punto, pasteles, galletas, menú, teléfono, jefe, no logro enfocarme en nada ¡Diosito lindo ayúdame! y no me queda más que levantar mi rostro y devolverle mi más tímida sonrisa acompañada de un leve movimiento de hombros achicando mis ojos, me atrapo en la travesura... a lo hecho pecho, soy una mujer valiente ante todo.
¡Candy!
Apenas escuche a la señorita del mostrador que me esta hablando, pues estoy abochornada y mi mente en blanco.
Yo! logro verbalizar y me acerco y tomo mi pedido, ya no estoy segura de tener hambre, son otros pensamientos los que ahora me alteran, hasta creo que le he perdonado todo a mi ambicioso jefe.
¡¡Gracias!! Le digo con una radiante sonrisa a la señorita y pues, con todo el dolor de mi corazón y aun en shock me dirijo a la salida de aquel lugar, debo volver a mi realidad, pero me siento la mujer más guapa del mundo y eso hará que mi día transcurra genial.
¡Señorita! Me vuelve a llamar la dependiente desde el mostrador cuando estaba a punto de salir del establecimiento, creo que esto es suyo, me dice y agita en el aire una factura, aish, me regaño, no quiero volver al mostrador pero recuerdo que tengo declaración de impuestos este año y regreso mis pasos al mostrador, tomo el dichoso papelito lo meto descuidadamente en mi bolso sin verlo y agradeciendo por enésima vez me dirijo a mi trabajo de forma inmediata pues, ya es tarde y para variar mi jefe me ha escrito un mensaje.
Al fin llega la hora del almuerzo y como era de esperarse estoy en otra cafetería buscando entre mis pertenencias el efectivo para pagar mis alimentos y que creen, me topo con la famosa factura del café de la mañana, factura que por abochornada había dejado en el mostrador, que vergüenza me recrimino nuevamente.
¿Qué? digo indignada al reconocer que ese dichoso papelito no es mi factura, bueno si lo es, solo que por andar de atolondrada buscando dinero, pensé que no lo era, pues tiene escrito algo en su reverso con una caligrafía impecable:
“Hermosa sonrisa Candy… TG”
Ufff me sonrojo nuevamente
Volveré a esa cafetería más seguido ¿no?
Les ha pasado….
Por Elyer G.