Hola, hola. Aquí estoy de nueva cuenta para responder al Team reto.
FLOR MARCHITA
Hija, acércate. Escúchame, siempre quise ser el mejor ejemplo para ti, pero en algún punto me equivoqué. He visto y apoyado muchos de tus caprichos y los de tu hermano, ahora que la muerte está rondando en mi habitación he tenido tiempo para ver mis errores, no quiero este triste final para ti. Estoy sola por aferrarme a banalidades, tu padre me dejó, Neil ya ni si quiera se acuerda de mí. Y tú mi niña, sé que me amas, pero tu corazón es frio como el hielo y duro como una piedra.
—Madre no digas tonterías. No te vas a morir, veras que pronto estarás bien, Neil es un idiota ya le envié una carta y le exigí que se presente de inmediato, él no te ha olvidado solo ha estado muy ocupado y mi corazón no es como dices.
—Mi niña, te has pasado la vida entera llenando tu alma de rencor. El odio hacia esa mujer ha hecho que dejes de preocuparte por ti, primero fue por Anthony, después por ese actorcillo que al final se casó con ella. Nunca me has ocultado nada de lo que has hecho para hacerla infeliz, pero ¿y tú? ¿Qué has hecho para encontrar la felicidad? Has perseguido a los hombres que se han enamorado de ella y al final estas sola. Tuviste excelentes pretendientes de buenas familias, pero querías a los que pretendían a la huérfana. Eres hermosa Eliza, aún puedes encontrar a alguien.
—Madre, si no me he casado es porque no me interesa el amor. Aún soy joven.
—¡Tienes veinticuatro años Eliza! tu edad casadera está terminando, por favor, libérate de ese odio que tienes en tu corazón. ¿No te das cuenta que te hace daño?, allá afuera hay hombres que están dispuestos a amarte con locura, deja de buscar las cualidades de Anthony, Terence y los pretendientes que tuvo Candice alguna vez. Intenta ser feliz.
Lágrimas bañaban el bello rostro de Eliza, sin embargo, era una flor marchitándose con el paso del tiempo. Aparentaba más edad de la que tenía, nadie negaba lo elegante y bonita que era, muchos jóvenes la quisieron cortejar en los mejores años de su vida. Pero altanera como era, los despreciaba hasta que perdían el interés. Se aferró a los hombres que se acercaron a Candy antes de que se casará con Terry. La tersa piel de seda y aroma de la divina juventud se desvanecían con los días, la amargura que la embargaba era mayor. Sara Leagan murió ese mismo día, después de suplicarle a su hija que buscará la felicidad.
¿Podría hacerlo? Muy a su pesar tenia miedo de lograrlo, asistía a las mejores fiestas de Chicago, la gente la saludada con mucho respeto. Los jóvenes la miraban de lejos y desviaban la mirada cuando ella pasaba a su lado. Pocos eran los que la invitaban a bailar, en su mayoría hombres respetables y ricos, pero que le duplicaban o triplicaban la edad.
Por las tardes le gustaba pasear e ir al teatro. La belleza no disminuyó con el paso de los años, pero ahora su piel estaba marchita. Su mirada siempre endurecida, veía a las parejas caminar tomadas de las manos, con pequeños niños que saltaban y reían. Se preguntaba cómo seria un hijo suyo, quizás seria una niña ¿tendría el color de su cabello, de sus ojos? Por un momento su mirada se enternecía.
Aceptó el cortejo de un hombre que le llevaba veinte años, pero que la trataba con suma ternura y delicadeza. Se casó con él, Eliza perdió las esperanzas de ser madre cuando cumplió tres años de casada. La regia mujer de mirada triste recordaba con nostalgia a los hombres que ahora veía acompañados de sus esposas y sus numerosos hijos.
Mientras ella era la esposa de un hombre de una cuantiosa fortuna, de envidiable belleza, pero marchita como las flores que se deshojan con los días.
FIN