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LO QUE PASÓ EN LAS VEGAS, NO SE QUEDÓ EN LAS VEGAS...
CAPÍTULO 1
Los rayos del sol entraban sin cesar por los grandes ventanales de un moderno edificio cerca del Central Park en Nueva York, solo el aire acondicionado lograba que el interior de una elegante oficina del piso 18 no se convirtiera en un horno; el lugar estaba decorado con toques minimalistas, el amplio escritorio de cristal contrastaba con los cómodos sillones de piel en tono chocolate, un pequeño bar, una mesa de centro y no podía faltar una enorme pantalla, que encendida mostraba en silencio las noticias financieras.
Sobre el escritorio, el monitor de la computadora, una pila de papeles y detrás un hombre sentado, concentrado en unos documentos, salió de su ensimismamiento cuando tres jóvenes entraron de golpe, sin tocar, ni ser anunciados, — ¡Albert! ¡Albert! — Gritaron al unísono — ¿Qué pasa? — Preguntó; un hombre de 37 años, tez blanca, ojos azul celeste, cabellera rubia, cuerpo definido, era extremadamente guapo, sin embargo, los muchachos, no se quedaban atrás, eran sus sobrinos; Anthony Brown, quien más bien podría ser su hijo, por el parecido notable, gallardo de 27 años, con unos ojos azul cielo, rubio y sonrisa amable, hijo de su hermana; mientras que, los otros dos eran los hermanos Cornwell, vástagos de su otra hermana, Alistear de piel blanca que contrastaba con su cabello negro, ojos cafés, que unas gafas, no dejaban ver, su bella sonrisa hablaba por él mismo, siempre alegre, contaba con 29 años. Archibald, se trataba de otro joven apuesto, vestido impecablemente, a su rostro lo enmarcaba una melena rubia, que iba acorde con el matiz de sus ojos color avellana, tenía 27 años, amable y considerablemente metrosexual, podría pasar un terremoto, pero ¡No! Él tenía que estar impecablemente apuesto, esta actitud era motivo de mofa entre los chicos, quienes siempre hacían bromas a costa de la apariencia de Archie.
Los cuatro pertenecientes a la familia Ardlay, una de las más importantes en Estados Unidos. La unidad caracterizaba al clan a excepción de otros primos lejanos, que no eran del agrado de todos, pero los toleraban, se trataba de los hermanos Leagan. En general la convivencia era constante, procuraban pasar tiempo juntos, más los chicos, pero esta ocasión era especial, dado que desde un año atrás habían programado unas vacaciones juntos, vacaciones, que para Albert serían de descanso, su esposa, Michell se iría con sus padres un mes, debido al próximo nacimiento de su único sobrino, quería estar al cuidado de su hermana y estar ahí cuando diera a luz. La pareja era muy extrovertida, siempre hablaban llegando a acuerdos para evitar problemas, la confianza entre los dos era el pilar de su relación. Aún no tenían hijos, pero con el embarazo de su cuñada, Albert ya había acordado con Michell tener a su primer hijo, al regreso de ella, eso significaba, que él ya no contaría con la misma libertad, así que decidió unirse a sus sobrinos en sus vacaciones.
Para los chicos, también serían sus últimos veraneos solteros, ya que a final del año los tres se casarían, así que, su intención era divertirse todo lo que pudieran antes de someterse al esquicito lazo matrimonial, sus prometidas eran amigas entre sí; Ellas, también se irían de viaje juntas, lo acordaron al enterase de las intenciones de sus novios, si ellos querían viajar y parrandear para abstraerse de los últimos preparativos de la boda, ellas de igual manera lo harían. Todo estaba listo, las pruebas de los vestidos habían acabado, no tendrían problema, total, solo era un mes, a su regreso ultimarían detalles.
— ¿Por qué tanto alboroto? — Preguntó Albert, quien por un momento se sobresaltó con el bullicio de los jóvenes — ¡Porque queremos saber si ya te confirmaron las reservaciones, el vuelo, pero sobre todo que tú ya hayas acabado con todos tus pendientes! — Contestó Anthony con una bella sonrisa, mientras que Stear y Archie se notaban emocionados. — ¡Si! Solo que Terrence no ha llamado para ver si pudo conseguir el vuelo, desde que se fue a Inglaterra a ver a su padre, se le ha complicado el cambio de horario, así que… — ¿Cómo? ¿Ese duquecito no ha confirmado?, entonces, ¡Que no vaya!, ¡No vamos a posponer por su culpa! — Intervino Archie — ¡Archie! — Lo retó el rubio mayor — ¿Hasta cuándo vas a dejar tu rivalidad con Terry? Sabes bien que sus ocupaciones son diferentes a las nuestras, el que ustedes trabajen en los negocios Ardlay les da una ventaja, el consorcio, lo puede llevar muy bien George y eso nos permite tomar este tiempo, así que… — ¡Lo siento! Tío, pero ese arrogante no puede fallar, ¿Por qué no le llamas? — Se lamentó Archie. — ¡Sí, eso es! — Intervinieron Stear y Anthony — ¡Es mejor, que estar discutiendo! ¡Ya es miércoles, nuestras vacaciones comienzan el viernes, no queda mucho! — Comentó Stear. — ¡Si eso haré! — Respondió Albert, que enseguida tomó su celular y llamó — ¡Hola, Terry! Buenas noches allá, ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo? Sólo estamos esperando tú confirmación, ¡Nosotros ya estamos listos! — Voy a poner el altavoz para que escuchen los chicos, ¡Ya están aquí de desesperados! —Comentó el rubio sonriendo al ver la cara de sus sobrinos. — ¡Buenas tardes a todos los Ardlay! — Se dejó escuchar una suave y profunda voz — ¿Ansiosos? Jajaja…
Al otro lado del auricular, un joven inglés de 27 años, sonriendo entrecerraba sus ojos azules, al abrirlos se podía ver la profundidad de su mirada, los destellos de felicidad que emanaban de ellos, a su tez blanca la enmarcaba un cabello negro, que con su mano movía hacía atrás, sin embargo, un mechón regresaba a su cara, tan rebelde como el carácter de él, sus facciones delineadas cual adonis, su cuerpo esculpido por la equitación, su pasatiempo favorito. Se imaginó la cara de sus amigos, tenía dos meses fuera. Antes de contraer nupcias, también debía arreglar todos sus asuntos personales y de negocios, aunque su vida estaba en Nueva York, constantemente realizaba viajes a Inglaterra para estar al pendiente de sus padres, pero sobre todo de los oficios del ducado. Sí, él era un miembro de la monarquía, así que sus obligaciones iban más allá de mantener las empresas al corriente, también incluía todas esas cuestiones que tanto le disgustaban, cuidar la relación más que estrecha con la monarquía.
La amistad con los Ardlay había nacido en Londres, donde se conocieron, todos estudiaron en el mismo colegio, solo Albert no cursó con ellos, debido a que era mayor, terminó sus estudios unos años antes. Él que, en un inicio no era del agrado de los primos, por su carácter rebelde no encajaba con aquel grupo de chicos que, la pasaban estudiando y siguiendo las normas de conducta de la alta sociedad, nunca se imaginó, que una chica terminaría por arrastrarlo con su personalidad a ese conjunto de estudiantes tan diferentes a él. Una fraternidad se fue creando traspasando el tiempo escolar. En ese momento no se imaginaron que terminarían tan unidos como para conservar los noviazgos que se formaron en ese tiempo escolar.
— ¡Aristócrata, engreído! ¡Deja de dar largas y contesta! ¿Ya estás listo? — Preguntó Archie exasperado por el silencio de su ahora amigo. Cuando fueron estudiantes, su relación no fue para nada agradable, ya que ambos pretendían a la misma chica, situación que era motivo de interminables peleas, sin motivo aparente, ya que ninguno se atrevió a confesar su amor a la chica hasta tiempo después. — ¡Mi querido elegante! — Con un tono burlón, respondió Terry — ¡Imagino que ya tienes unas veinte maletas para guardar todos los outfits que llevaras, cremas, maquillaje y perfumes, jajaja… ¡No pongas esa cara! ¡Se te arrugará el cutis! Jajaja… — Decía el chico, que sin duda se divertía al imaginar las caras de todos — ¡Vamos, Terry! ¡Deja las bromas para después! ¡Tienes todo un mes para molestar al elegante, ¡Oh! Perdón, a Archie — Interrumpió el rubio mayor, que se volvió para mirar a su sobrino, quien apretaba la mandíbula — Dinos ¿Estás listo? O ¿No? — ¡Cordura, Terrence! ¡Ha hablado la voz adulta! Jajaja… — Respondió Terry — ¡Esta bien! A lo que nos importa — Continúo — No encontré un vuelo que se acomode al día y hora que quiero, para encontrarlos en Nueva York — En ese momento las voces y protestas de todos comenzaron a escucharse en la oficina.
— ¡Calma!, ¡Calma! — Decía Albert, intentando controlar a sus sobrinos. — ¡Estás jugando!, ¿Verdad, Terry? — ¡Pero, no me dejaron terminar de explicar — Refutó el castaño — Les decía que no encontré vuelo como yo quería, ¡Pero en ningún momento dije que no llegaría! — ¡Explícate! — Intervino Stear — Decidí tomar un jet especial, ¡Pensé que sería más cómodo para todos viajar así! ¡Ya sé que también tienen su flota aérea!, pero ¡Creo que no todos los días volamos en el Jet real! — En seguida se volvió a escuchar un sinfín de exclamaciones. — Entonces, ¿Estarás aquí el viernes? — Preguntó Anthony — ¡Si! De hecho, pensaba llamar más tarde para comentarlo y bueno, como el itinerario de las vacaciones quedó a su cargo, pues sólo llegaría a Nueva York por ustedes y volaríamos de inmediato al primer destino. — Respondió Terrence. — ¿No verás a Candy? — Cuestionó Archie — ¡No! Ya hemos hablado y está de acuerdo, sabes bien, que, si la veo, no me podré ir — Contestó Terry. — ¡Bueno!, ¡Bueno! — ¡Esa es cuestión de ustedes! Lo importante es que no hay pretextos, el viernes partiremos a nuestro primer lugar de veraneo, ¿Quieren saber a dónde? — Comentó Stear — ¡Claro Inventor! ¡Ya dilo! — Apresuró el inglés — ¡Las Vegas! — Gritaron al mismo tiempo Anthony, Stear y Archie… Del otro lado de la bocina se escuchó una carcajada — ¿No encontraron un lugar más lejos? Jajaja… Teniendo todo un mes para ir a las playas de Indonesia, ¡¿Escogen las Vegas?!... ¡Ni hablar! Jajaja… Espero que su itinerario se componga en los demás destinos ehh… Chicos me tengo que ir, todavía tengo cosas que acordar, me gustaría seguir con la charla, pero… — Esta bien, Terry — Intervino, Albert, ¡Nos veremos el viernes! — Al poner fin a la llamada, los Ardlay se quedaron platicando un poco más para después irse cada uno a sus actividades.
En la mansión de los Ardlay, se encontraban las prometidas reunidas, incluyendo a Michell, la esposa de Albert. Revisaban que todas las invitaciones para las diferentes bodas, se hubiesen entregado. Los enlaces matrimoniales se realizarían por diferencia de un mes entre una y otra ceremonia. La feliz convivencia de las parejas les permitió acordar dejar a la suerte quienes se casarían primero, pero la luna de miel no duraría más de un mes, ya que tendrían que estar presentes en las siguientes nupcias. A diferencia de los chicos, quienes querían disfrutar de su soltería, las jóvenes habían dispuesto un viaje a Hawái, donde se dedicarían a descansar y disfrutar de spa y diferentes tratamientos para la mente, cuerpo y alma. ¡Claro no dejaban de lado la diversión! Que encontrarían en los diferentes centros nocturnos que esas maravillosas playas ofrecían.
— Candy, ¿Verás a Terry el viernes? — Le preguntó Patty a su amiga. — ¡No! Estoy tan ansiosa por estar ya casada que, si lo veo, lo convenzo de que nos vayamos juntos a una anticipada luna de miel… — ¡Santa, Candice! ¿Qué modales son esos? — Respondió la chica santiguándose, antes de soltar una carcajada, al igual que las demás chicas. El tiempo les había permitido convertirse en grandes amigas, desde el colegio en Londres mantuvieron una relación que se estrechó cuando todos se graduaron, los noviazgos fueron cuestión de tiempo, las parejitas se formaron poco a poco, salvo una que nunca pudo darse, la relación que Archie sostuvo con Annie Britter, esa fue la única que no siguió. La belleza de las chicas era evidente, Candice White Ardlay, prometida de Terry, era de rizos rubios, de enormes ojos verdes con un cuerpo hermoso, definido por el ejercicio, contaba con 25 años. Patricia Obrien, novia de Stear, era de baja estatura, delgada, cabello negro, sonrisa dulce y ojos cafés, usaba gafas, tenía 26 años, Karen Kleiss, prometida de Anthony, hija de médicos reconocidos, tenía un carácter algo caprichoso, sus grandes ojos cafés enmarcados por su piel blanca y su larga cabellera castaña clara, jugaba tenis y su delineado cuerpo daba fe de ello, con 26 primaveras. Molly Evans, el amor Archie, una chica de coquetos ojos azul, rubia, de cabello ondulado, sonrisa amable y un cuerpo bellamente torneado, tenía 26 años.
—¿Chicas, ya tienen su equipaje listo? — Preguntó Michell — ¡Si! Comentaron las jóvenes. — Ya todo es cuestión de saber en qué casa nos quedaremos para partir todas juntas al aeropuerto. — Intervino Patty. — Creo que es mejor que se queden aquí, nos queda más cerca la terminal aérea y así no, nos levantaremos tan temprano. — Dijo Candy — Tienes razón, las podré ver antes de irme, Albert me llevará a casa de mis padres el jueves, para que él pueda estar el viernes e irse con los chicos. — Parece increíble que falte tan poco para que todas seamos unas señoras casadas — Comentó Molly — ¡Cierto! Yo que pensé que no me casaría nunca y ahora estoy aquí, a punto de dar el sí con Archie, Y pensar que me caía tan mal, más cuando me lo encontraba con su noviecita. ¡Nunca me imaginé que terminaría tan mal esa relación! — Es mejor que no hablemos de eso, ¡Ya pasó! Y ahora tú estás con Archie. La interrumpió Patty — ¡Es cierto, Molly! No vale la pena recordar todo aquello. Si Annie nunca pudo aceptar que Archie no correspondiera a su modo de amar, aun seduciéndolo para después decir que intentó abusar de ella para obligarlo a casarse, fue el colmo. — Comentó Karen — ¡No! ¡El colmo fue que arremetiera con todos nosotros! — Refutó Candy — Yo quería a Annie como mi hermana, pero nunca pude entender su obsesión por Archie. — En fin… ¿Qué harán? ¿Esperarán a los chicos? — Habló Michell, no quería que la plática se extendiera en ese tema, todo aquello fue muy desagradable para todos, que era mejor olvidarlo.
—¡No! Es muy temprano todavía, mejor vamos por ellos, aprovechamos y nos vamos al cine y después a cenar — Comentó Karen — ¡Lo siento chicas! Yo me quedo, Terry llamará y… — ¡Vamos Candy! — Exclamó Molly, si no te encuentra aquí, te localizará en el móvil — ¡Es verdad! Ya saben como se pone cuando no le contesta el celular, nos llama a todos hasta localizarla, jajaja… — Comentó Patty — ¡Ves! No tienes escapatoria. — No me gusta la idea de hacer mal tercio, ¡Todos van en pareja menos yo! — ¡Nada, Candy! Tú te vienes con nosotros y punto — Concluyó Karen.
Era viernes por la tarde, cinco hombres viajaban en un cómodo jet de la monarquía inglesa, sentados en cómodos sillones bebían whisky y charlaban alegremente — ¡Se me había olvidado sentirme libre! — Decía Albert suspirando. — ¡Cielos! Siempre se ha dicho, que el matrimonio es una cárcel a la que uno mismo se somete, jajaja… — ¡Calla, Terry! Yo no lo digo por eso, sino por estar atrapado en los negocios, todo el tiempo tengo cosas que me impiden salir a caminar o estar más tiempo en casa — ¡Menos mal! Porque si no, ya me estaría arrepintiendo de casarme con Candy, jajaja… — ¿Sí?, ¡cómo no! — Intervino Anthony — Tú que, si no hablas con ella por lo menos tres veces al día, ¡No estas contento!¡Ya parece que la dejarás! Jajaja… ¡Te conviene no decir nada! Porque la última vez que pelearon por más de un mes no te tomó las llamadas, tuviste que suspender tus actividades en Inglaterra para venir a reconciliarte, jajaja… ¡Siii! Y apareció Michael, quien por poco te roba a la novia, jajaja… — ¡Ese doctorcito! ¡Mejor no me lo recuerden! — Respondió Terry — Y ¿Qué me dicen de nosotros? ¡Todo el tiempo nos está molestando para abogar por él!... Jajaja… — Continúo Stear — Las carcajadas no se dejaron espera, rieron todos a costa del castaño.
Ya era de noche cuando los caballeros llegaron al Aeropuerto Internacional McCarran en las Vegas. Una lujosa limusina los trasladó al hotel Bellagio, uno de los más lujosos en el mundo, el cual era uno de los más míticos y conocido de esa ciudad, este lugar se rodó la famosa película Ocean´s Eleven. En la recepción les dieron la llave de su suite a cada uno. — ¡Chicos! — Albert se dirigió a sus acompañantes — Vamos a cenar algo, ¡Tengo hambre! — ¡Ohh, no! No esperes que salga con estas fachas, tengo que asearme, fueron más de 5 horas de viaje — Respondió Archie — ¡No inventes, tardarás más que las chicas en cambiarte!... Jajaja… — Intervino Anthony — ¡Yo estoy muy cansado! ¡Vayan ustedes! Yo me iré a mi habitación, tomaré una ducha y dormiré — Comentó Terry — ¡Ahh, no!¡ Si Archie irá, así como está tú también!, así que iremos todos juntos. — Concluyó Stear que, ya estaba llamando a los mozos para que se llevarán el equipaje. Sorprendidos por la energía del chico de gafas, finalmente aceptaron salir.
La diversión se veía en todas partes, los grandes hoteles y casinos les daban la bienvenida a los jóvenes, que habían entrado a un restaurante para comer. Todos llamaron a sus respectivas novias, pero Terry se había apartado para llamar a Candy, no quería dar motivos para que sus amigos se burlaran de él. — ¿Cómo estás, cariño? — Preguntaba, el inglés a su novia — ¡Bien, ya en Hawái — ¡Qué bien! Aquí ya es de noche, parece mentira que haya tres horas de diferencia. — Sí, eso nos permite hacer más cosas o salir a caminar un poco — Contestó la rubia, que también se había separado de sus amigas para contestar. — Entonces ¿Qué harán? ¿Ya se van a dormir o irán a algún casino? — ¡No lo sé, pecosa! Acabamos de cenar y por lo menos yo, estoy muy cansado. — ¡Nosotras, saldremos! Pero también estamos agotadas por el viaje. ¡Así que nos repondremos para iniciar nuestros recorridos mañana! ¡Disfruta tus vacaciones, engreído, que yo haré lo mismo, pero extrañándote! — ¡Yo también, te echaré de menos! ¡Pero me consuela saber que pronto estaremos juntos hasta hacernos viejitos! ¡Te amo pecas! ¡No lo olvides, ni me olvides! — ¡Yo más, Terry! — El castaño terminó su llamada y al voltear vio a un grupo de chicas que lo miraban, pero no le tomó importancia.
Regresó a su mesa, pero antes de sentarse, Stear dijo — ¡Hay si, cuando estemos viejitos!... Jajaja… Todos soltaron sonora carcajada que provocó que todos voltearan a ver al grupo de chicos. — ¡Stearrrr! ¿Qué haces escuchando conversaciones ajenas! — ¡Yo solo iba pasando!... Jajaja… ¡Bueno, bueno! Es hora de irnos — Comentó Albert, justo cuando un grupo de chicas, entraron al restaurante, mirando sensualmente a los caballeros, quienes habían guardado silencio. Todos se miraron entres sí, pero Stear, que se tapaba la boca con su mano, no aguantó más reía por lo bajo, lo que provocó que al unisonó, los otros cuatro se carcajearan, sin motivo aparente, — ¡Vamos! — Repuso Albert, ¿Vamos a otro lado! Estos momentos hicieron que me recuperara, ¡Total! Apenas inician las vacaciones y no tenemos que levantarnos temprano.
Estaban inmersos en su plática que no prestaron atención al grupo de chicas que los miraban, comentando entre ellas. — ¡Esos chicos buscan diversión! — Comentó una joven de nombre Elisa, de cabellera rojiza, era hermosa, ataviada con un vestido corto, rojo que resaltaba sus caderas. A su lado estaba Susana una rubia de cabello largo y ojos azules, quien comentó — ¡Sí! ¡Y nosotras vamos a dárselas!... Jajaja… — Rieron todas, menos una muchacha de ojos celeste, cabellera negra, vestida con una minifalda negra, un top blanco, que mostraba sus atributos. — ¿Qué pasa, Annie? — Preguntó Luisa — ¡Nada! Estoy algo cansada — Contestó — ¡Vamos! ¡Esos chicos son lo que esperábamos! Estos días han estado muy aburridos — Intervino Jessy — ¡Es cierto! ¡Me encantó el rubio mayor! — Reparó Lily, una guapa mujer, madura de melena negra, ondulada, de penetrantes ojos negros, era exuberante, a diferencia de las otras mujeres, que se veían de menor edad. Todas eran amigas, ninguna poseía fortuna, trabajaban en un centro comercial y rentaban un departamento entre todas, pero en las noches, salían para conocer algún hombre, que cumpliera todos sus sueños. Alguien que, las sacara de trabajar y complaciera todos sus caprichos.
El inglés y los Ardlay caminaba sin rumbo fijo, disfrutaban la noche, el cansancio del viaje, dio paso al relajamiento, todos estaban dispuestos a divertirse. — ¡Miren ese casino! ¡Es nuevo, no lo conocía! — Dijo Anthony — ¡Cierto! ¡Yo tampoco! — Exclamó Archie, que se paró para observar la majestuosa fachada del lugar se trataba del Palms Casino Resort — ¡Entremos! — Apuntó Stear, quien no esperó a los demás fue directo a la entrada. Albert y Terry se miraron, Terry se encogió de hombros y comentó — ¡Ni hablar! Veamos que nos ofrece el lugar, ¡Relajémonos! — Albert aceptó, sin decir nada. Los muchachos se dividieron; Anthony y Stear fueron a las mesas para ver cómo jugaban, Archie y Terry se acercaron una de las tres discotecas que había ahí, la música los animó a entrar. Albert por su parte, observaba las clases de juego que impartían en otro espacio. — ¡Les mandaré un mensaje a los demás para que se vengan, esto se ve divertido y pronto comenzará el espectáculo! — Decía Archie a Terrence. ¡El lugar se ve bien!, ¡Aunque no bailaré!, ¡Me gustan los performances! — Poco después se les unieron Anthony, Stear y Albert.
Lily, que observaba de lejos, preguntó —¿Cuánto traen de dinero, chicas? — ¡Yo no mucho! — Respondió Susana, — ¡Yo traigo como 50 dólares! — Dijo Luisa —¿Tú, Elisa? — ¡Igual 50 dólares! —¿Y tú Annie? — ¡Cien!, pero una parte es para la renta. — ¡No te preocupes! ¡Si todo sale como quiero! ¡Ninguna nos preocuparemos por la renta! — Atisbo Lily. — ¡Entremos! ¿Listas? ¡A desplegar sensualidad y todos nuestros encantos!
Así lo hicieron, buscaron una mesa cerca de los chicos, quienes pidieron una botella de whisky y observaban el espectáculo. Estaban Alegres, así que se acabó la botella, pidieron otra, las bromas corrían, incluso Terrence, que estaba agotado por el largo viaje, reía de las bromas que todos le hacían al elegante, que no dejaba de quejarse de su atuendo. El performance, terminó y comenzó la música para bailar, pero ellos seguían embromándose, el alcohol, ya había hecho su efecto. — ¡No! ¡No! Aristócrata, ¡Siempre has sido un arrogante! — ¡Y Cursi! — Decían Stear y Archie. — Y ¿Ustedes de que se quejan? Si no son más que un par de locos ¡Los hermanitos Corwel! A todos lados juntos ¡Parece que están pegados!... Jajaja… Contestaba Terry. — ¡Me vas a disculpar! Pero ¡No están pegados! Intervino Anthony que, ya arrastraba la lengua al hablar. ¡Están cosidos por la tía abuela!... — Reían todos.
— ¡Voy al servicio! — Dijo Anthony — Alguien acompáñelo, no se vaya a ir por el retrete… jajaja… — Respondió Terry, —¡Si! ¡Si! ¡Vamos! — Manifestó Stear, quién ya traía las gafas chuecas, la camisa desabrochada y los ojos rojos. — ¡Esos dos ya están un poco indispuestos! — Le dijo Terry a Albert — ¡Si! ¡Creo que es hora de irnos!, ¡Yo también estoy un poco mareado!, pero la verdad, ¡Muy a gusto! — ¡Es verdad! ¡Yo también me estoy divirtiendo mucho! Creo que estás vacaciones serán inolvidables. — Concluyó el inglés.
Archie iba a pedir la cuenta cuando llegaron Anthony y Stear abrazados de Luisa y Elisa.
Continuará…
Última edición por Adry Grandchester el Jue Abr 14, 2022 3:35 am, editado 1 vez
Se me hace tan graciosa la forma fresca y divertida de bromearse!!! me ha encantado!!! esperaremos muuuucho más de esta historia!!... al final me preocupe por esas pobretonas hijas del "interés"!!! 
