[size=32] "Sueño de Ballet"
Capítulo 1
La ciudad empezaba a cobrar vida de un nuevo día de primavera, los rayos del sol que entraban en la habitación, la hicieron despertar al sentir el resplandor de estos en su rostro, pero no quiso abrir sus ojos y mejor se dió la vuelta, dándole la espalda a la claridad de la luz.
-¡Buenos días, despierta ya dormilona! que ya son las seis de la mañana, -dijo la voz de una mujer que había recorrido las cortinas para que entrara la claridad del amanecer.
-Mmm nana Pony dejame dormir cinco minutos más si -dijo la chica cubriéndose nuevamente hasta la cabeza con las sábanas.
-¡Candice White! No señorita, se me pone de pie en este momento, tome una ducha y en cuanto esté lista, baje a desayunar que Tom no tarda en llegar. -dijo la nana Pony halando las sábanas para descubrirla.
-¡Está bien, ya voy! -dijo Candy bostezando y estirando los brazos.
Luego la nana Pony salió de la habitación esbozando una media sonrisa en su rostro.
La nana Pony era una mujer muy amable y emprendedora, que con los años había logrado establecer un pequeño negocio de café y pastelería, llamado Dulce Cielo, ella nunca se casó, pues prefirió criar y salir adelante con aquella criatura de pocos meses de nacida, que un buen día llegó a sus brazos.
Por decisión propia, Paulina quiso que Candy le llamara nana Pony y no mamá, cuando Candy cumplió diez años, Pony le habló de cómo ella había llegado a su vida, confesando que no era su verdadera madre, pero que la quería y la adoraba como si lo fuera, también le hizo saber que siempre podía contar con ella, le dijo que no le guardara rencor a su verdadera madre, por que sea como haiga sido, ella seguía siendo su madre y sus razones habrá tenido para abandonarla.
Candy y la nana Pony vivían en la ciudad de Springfield en Chicago, pero muchos años atrás vivieron en Lakewood, y fué allí un dia de Domingo, que Paulina iba saliendo de la iglesia, cuando una joven mujer que tenía aspecto de pertenecer a una familia adinerada, se le acercó y le entregó a un bebé y con lágrimas en los ojos le dijo "cuidela mucho ya que yo no puedo hacerlo, su nombre es Candice" y luego la joven mujer salió corriendo, perdiéndose entre la multitud dejando a Paulina con muchas inquietudes y preguntas.
La nana Pony, no tuvo valor de dejar a la niña en un orfanato como sus familiares se lo habían sugerido, pero es que cada vez que la veía con sus grandes hermosos ojos verdes, sus rubios rizos que empezaban a crecer, y su piel tan blanca como la porcelana, ella se iba encariñando más y más con la bebé y prefirió quedarse con ella, por eso tomó la decisión de marcharse de Lakewood para darle un mejor futuro a Candy, convirtió una parte de la casa en el primer nivel, en un pequeño café donde no solo atendía a sus clientes en el lugar, sino que también hacía servicios de abastecimientos de pasteles y panadería a las oficinas, casas o algún que otro restaurante que solicitara las órdenes de sus postres, y por lo cual había tenido que contratar a más personal para el área de cocina, y entre ellos a Tom su sobrino quien era el que ayudaba a Candy a transportar los pedidos del dia.
Ya en su bata de baño, Candy secaba su rubia cabellera con la secadora de cabello, luego de terminar lo recogió en un moño dejando caer algunos mechones de cabello a los lado de su rostro, luego maquilló su rostro levemente, pues no necesitaba de mucho, al terminar se dirigió al armario para elegir el atuendo que se pondría, al abrirlo, deslizaba una por una las prendas que estaban colgadas a su izquierda, cuando llegó al fondo de este y fué ahí donde lo vió, colgado dentro de una bolsa protectora de ropa, estaba aquel mini tutú de bailarina de ballet, que su nana le había comprado de niña, y que por motivos económicos y por decisión propia ya no siguió tomando clases, sintió como en su corazón nuevamente nacía aquella gran ilusión de ser una bailarina de ballet clasico, lo sacó de la bolsa y se dirigió frente al gran espejo, donde se podía verse de cuerpo completo, se lo colocó sobre su cintura, y se posicionó de puntillas como si fuera a empezar a bailar y aunque ahora ya no le quedaba, le gusto la imagen que veía.
-¡Candy!, ¿aún no estás lista? ¿por qué tardas en bajar? -preguntó la nana Pony interrumpiendo los pensamientos de la rubia al entrar en la habitación, luego bajó su mirada a las manos de Candy y vió la prenda que ella sostenía, luego le hizo recordar el anhelo que la rubia tenía.
Continuara…….
***Muchas gracias por leer el comienzo de esta mini historia, espero que sea de su agrado.
[/size]
Capítulo 1
La ciudad empezaba a cobrar vida de un nuevo día de primavera, los rayos del sol que entraban en la habitación, la hicieron despertar al sentir el resplandor de estos en su rostro, pero no quiso abrir sus ojos y mejor se dió la vuelta, dándole la espalda a la claridad de la luz.
-¡Buenos días, despierta ya dormilona! que ya son las seis de la mañana, -dijo la voz de una mujer que había recorrido las cortinas para que entrara la claridad del amanecer.
-Mmm nana Pony dejame dormir cinco minutos más si -dijo la chica cubriéndose nuevamente hasta la cabeza con las sábanas.
-¡Candice White! No señorita, se me pone de pie en este momento, tome una ducha y en cuanto esté lista, baje a desayunar que Tom no tarda en llegar. -dijo la nana Pony halando las sábanas para descubrirla.
-¡Está bien, ya voy! -dijo Candy bostezando y estirando los brazos.
Luego la nana Pony salió de la habitación esbozando una media sonrisa en su rostro.
La nana Pony era una mujer muy amable y emprendedora, que con los años había logrado establecer un pequeño negocio de café y pastelería, llamado Dulce Cielo, ella nunca se casó, pues prefirió criar y salir adelante con aquella criatura de pocos meses de nacida, que un buen día llegó a sus brazos.
Por decisión propia, Paulina quiso que Candy le llamara nana Pony y no mamá, cuando Candy cumplió diez años, Pony le habló de cómo ella había llegado a su vida, confesando que no era su verdadera madre, pero que la quería y la adoraba como si lo fuera, también le hizo saber que siempre podía contar con ella, le dijo que no le guardara rencor a su verdadera madre, por que sea como haiga sido, ella seguía siendo su madre y sus razones habrá tenido para abandonarla.
Candy y la nana Pony vivían en la ciudad de Springfield en Chicago, pero muchos años atrás vivieron en Lakewood, y fué allí un dia de Domingo, que Paulina iba saliendo de la iglesia, cuando una joven mujer que tenía aspecto de pertenecer a una familia adinerada, se le acercó y le entregó a un bebé y con lágrimas en los ojos le dijo "cuidela mucho ya que yo no puedo hacerlo, su nombre es Candice" y luego la joven mujer salió corriendo, perdiéndose entre la multitud dejando a Paulina con muchas inquietudes y preguntas.
La nana Pony, no tuvo valor de dejar a la niña en un orfanato como sus familiares se lo habían sugerido, pero es que cada vez que la veía con sus grandes hermosos ojos verdes, sus rubios rizos que empezaban a crecer, y su piel tan blanca como la porcelana, ella se iba encariñando más y más con la bebé y prefirió quedarse con ella, por eso tomó la decisión de marcharse de Lakewood para darle un mejor futuro a Candy, convirtió una parte de la casa en el primer nivel, en un pequeño café donde no solo atendía a sus clientes en el lugar, sino que también hacía servicios de abastecimientos de pasteles y panadería a las oficinas, casas o algún que otro restaurante que solicitara las órdenes de sus postres, y por lo cual había tenido que contratar a más personal para el área de cocina, y entre ellos a Tom su sobrino quien era el que ayudaba a Candy a transportar los pedidos del dia.
Ya en su bata de baño, Candy secaba su rubia cabellera con la secadora de cabello, luego de terminar lo recogió en un moño dejando caer algunos mechones de cabello a los lado de su rostro, luego maquilló su rostro levemente, pues no necesitaba de mucho, al terminar se dirigió al armario para elegir el atuendo que se pondría, al abrirlo, deslizaba una por una las prendas que estaban colgadas a su izquierda, cuando llegó al fondo de este y fué ahí donde lo vió, colgado dentro de una bolsa protectora de ropa, estaba aquel mini tutú de bailarina de ballet, que su nana le había comprado de niña, y que por motivos económicos y por decisión propia ya no siguió tomando clases, sintió como en su corazón nuevamente nacía aquella gran ilusión de ser una bailarina de ballet clasico, lo sacó de la bolsa y se dirigió frente al gran espejo, donde se podía verse de cuerpo completo, se lo colocó sobre su cintura, y se posicionó de puntillas como si fuera a empezar a bailar y aunque ahora ya no le quedaba, le gusto la imagen que veía.
-¡Candy!, ¿aún no estás lista? ¿por qué tardas en bajar? -preguntó la nana Pony interrumpiendo los pensamientos de la rubia al entrar en la habitación, luego bajó su mirada a las manos de Candy y vió la prenda que ella sostenía, luego le hizo recordar el anhelo que la rubia tenía.
Continuara…….
***Muchas gracias por leer el comienzo de esta mini historia, espero que sea de su agrado.
[/size]