"Sueño de Ballet"
Capítulo 2
-¡Nana no te escuché entrar! -dijo Candy colocando la prenda dentro de la bolsa para colocarla nuevamente dentro del armario.
-Disculpa cariño, estuve tocando la puerta pero como no abrías he tenido que entrar -dijo Pony dirigiéndose a un pequeño sofá que estaba cerca de la ventana.
-Candy, ven hija siéntate aquí -le dijo Pony dando unas palmaditas en el sofá junto ella.
Obedeciendo a la mujer mayor, Candy se dirigió hacia ella, se sentó y se dispuso a escuchar lo que fuera lo que ella tenía que decirle.
-Dime mi niña, ¿aún te sigue gustando el ballet?
-Yooo? -respondió la rubia dubitativa, -pero Pony al verla así le dijo
-Cariño, quiero que sepas que no se me ha olvidado tu sueño de ser una bailarina, y pienso que ya es hora de que retomes nuevamente tus clases de bailarina, no tienes que dejar tu sueño a un lado hija.
Sinceramente estoy muy agradecida contigo, por la excelente dedicación que has desempeñado en estos años para el Café, y gracias a dios ahora vivimos mucho mejor. Pero no puedo permitir que te quedes haciendo solo esto, ya es hora de que realices tu sueño y con mucho gusto te apoyaré en esto, este sueño que tanto has anhelado, tienes diecisiete años eres joven y aún puedes lograrlo, no abandones
tu sueño mi niña, realizalo y vívelo.
La rubia, no pudo evitar que se le salieran las lágrimas, pues aunque la nana Pony siempre había sido muy comprensiva con ella, esta vez sus palabras llegaron a lo más profundo de su corazón, palabras que fueron lo suficientemente significativas para tomar la decisión, pues era ése empujoncito que ella necesitaba.
-Oh nana -dijo Candy dándole un fuerte abrazo
-Gracias por apoyarme y estar siempre conmigo, gracias por creer en mí, y sí tienes razón retomaré mis clases de ballet…te quiero mucho mucho nana.
-Lo sé mi niña -pero anda termina de vestirte que te espero abajo -dijo Paulina poniéndose de pie y depositando un beso en la coronilla de la rubia cabellera de Candy.
Después de unos minutos, Candy y Pony se encontraban en la cocina degustando de sus alimentos, cuando el timbre de la puerta sonó.
-¡Buenos días familia! -dijo Tom al entrar cuando Candy abrió la puerta. Tom era el hijo de un hermano ya fallecido de Paulina, él y Candy habían crecido casi juntos como hermanos, y siempre la protegía de todo aquel que intentara hacerle daño, fué por eso que Paulina eligió que fuera su sobrino quien acompañaría a Candy para hacer las entregas de las órdenes.
-¡Hola Tom, buenos días! -respondió Candy
-¡Buenos días hijo! ven siéntate, ¿como estas y como está tu mamá? ¿Quieres desayunar algo?
-Gracias tía, estamos bien y no solo café por favor, -respondió él -y ¿cúal es la ruta de hoy día? -preguntó el joven después de algunos minutos.
-Aquí tienes -le dijo Candy entregando una hoja de papel.
-Veamos -dijo Tom empezando a leer uno por uno los nombres de los lugares, y de pronto dijo en voz alta
-¡Empresa Bancaria Ardley!
-Así es, se nos acaba de unir a nuestra lista de clientela, la persona que nos contactó dijo que fuimos recomendados por Sunny Side, lugar para el cuidado de ancianos, pero ¿por qué te sorprendes? -le preguntó Paulina
-Mi querida tía, esta empresa pertenece a la familia más rica de Chicago, la familia Ardley, y quien la dirige es el prestigioso empresario William Albert Ardley, son muy reconocidos en Chicago y en todo el País,...y no dudo que también sean internacionalmente.
-¡Wow! Tom que bien informado que estas -dijo Candy dándole unas pequeñas palmaditas en su espalda.
-Pues ya ves, a uno que le interesa saber lo que pasa a sus alrededores, -le dijo Tom sonriendo, y traviesamente colocando su mano detrás de la cabeza de Candy para simular unas orejas de burro.
-¡Tom! -dijo la rubia apartandola inmediatamente
-¡Basta ya chicos!, terminen su café ó se les hará muy tarde, recuerden que nuestro lema es la puntualidad -mencionó Paulina.
La primera parada que hicieron los chicos fué en el Sunny Side, donde Candy aprovechó para agradecerle al gerente del lugar, por la recomendación de Dulce Cielo a la empresa Ardley, luego se dirigieron al resto de los locales siguientes de la lista de ése día, y finalmente como lo estipulaba la nota de la última localización, era que la orden debiera de estar ahí a las doce en punto.
Aún faltaban diez minutos cuando Candy y Tom se estacionaron en la parte trasera de la empresa bancaria Ardley, bajaron las cajas de los postres para colocarlos nítidamente en un carrito de cocina rodante, ya frente a la puerta Candy tocó el audio de seguridad y después de identificarse, la puerta se abrió permitiéndoles el acceso al edificio.
Ya adentro los recibió Amanda, gerente del Café de la empresa donde cocinaban para todo el personal de la empresa, Candy se presentó como asistente de la dueña de Dulce Cielo y Tom como su ayudante, después de las introducciones Amanda dijo.
-Candy, gracias por llegar a tiempo, veras es que ha regresado el dueño de la empresa de sus innumerables viajes por el mundo, y están a punto de terminar una reunión muy importante con otros empresarios y no tardan en bajar para almorzar.
-Amanda no tienes que agradecer nada, en verdad soy yo la que agradece por darnos la oportunidad de servirles con nuestro producto que espero sea de su agrado, -dijo Candy tomándole de las manos, y de pronto una fuerte y demandante voz las interrumpió.
Continuará……
**Gracias por leer
Capítulo 2
-¡Nana no te escuché entrar! -dijo Candy colocando la prenda dentro de la bolsa para colocarla nuevamente dentro del armario.
-Disculpa cariño, estuve tocando la puerta pero como no abrías he tenido que entrar -dijo Pony dirigiéndose a un pequeño sofá que estaba cerca de la ventana.
-Candy, ven hija siéntate aquí -le dijo Pony dando unas palmaditas en el sofá junto ella.
Obedeciendo a la mujer mayor, Candy se dirigió hacia ella, se sentó y se dispuso a escuchar lo que fuera lo que ella tenía que decirle.
-Dime mi niña, ¿aún te sigue gustando el ballet?
-Yooo? -respondió la rubia dubitativa, -pero Pony al verla así le dijo
-Cariño, quiero que sepas que no se me ha olvidado tu sueño de ser una bailarina, y pienso que ya es hora de que retomes nuevamente tus clases de bailarina, no tienes que dejar tu sueño a un lado hija.
Sinceramente estoy muy agradecida contigo, por la excelente dedicación que has desempeñado en estos años para el Café, y gracias a dios ahora vivimos mucho mejor. Pero no puedo permitir que te quedes haciendo solo esto, ya es hora de que realices tu sueño y con mucho gusto te apoyaré en esto, este sueño que tanto has anhelado, tienes diecisiete años eres joven y aún puedes lograrlo, no abandones
tu sueño mi niña, realizalo y vívelo.
La rubia, no pudo evitar que se le salieran las lágrimas, pues aunque la nana Pony siempre había sido muy comprensiva con ella, esta vez sus palabras llegaron a lo más profundo de su corazón, palabras que fueron lo suficientemente significativas para tomar la decisión, pues era ése empujoncito que ella necesitaba.
-Oh nana -dijo Candy dándole un fuerte abrazo
-Gracias por apoyarme y estar siempre conmigo, gracias por creer en mí, y sí tienes razón retomaré mis clases de ballet…te quiero mucho mucho nana.
-Lo sé mi niña -pero anda termina de vestirte que te espero abajo -dijo Paulina poniéndose de pie y depositando un beso en la coronilla de la rubia cabellera de Candy.
Después de unos minutos, Candy y Pony se encontraban en la cocina degustando de sus alimentos, cuando el timbre de la puerta sonó.
-¡Buenos días familia! -dijo Tom al entrar cuando Candy abrió la puerta. Tom era el hijo de un hermano ya fallecido de Paulina, él y Candy habían crecido casi juntos como hermanos, y siempre la protegía de todo aquel que intentara hacerle daño, fué por eso que Paulina eligió que fuera su sobrino quien acompañaría a Candy para hacer las entregas de las órdenes.
-¡Hola Tom, buenos días! -respondió Candy
-¡Buenos días hijo! ven siéntate, ¿como estas y como está tu mamá? ¿Quieres desayunar algo?
-Gracias tía, estamos bien y no solo café por favor, -respondió él -y ¿cúal es la ruta de hoy día? -preguntó el joven después de algunos minutos.
-Aquí tienes -le dijo Candy entregando una hoja de papel.
-Veamos -dijo Tom empezando a leer uno por uno los nombres de los lugares, y de pronto dijo en voz alta
-¡Empresa Bancaria Ardley!
-Así es, se nos acaba de unir a nuestra lista de clientela, la persona que nos contactó dijo que fuimos recomendados por Sunny Side, lugar para el cuidado de ancianos, pero ¿por qué te sorprendes? -le preguntó Paulina
-Mi querida tía, esta empresa pertenece a la familia más rica de Chicago, la familia Ardley, y quien la dirige es el prestigioso empresario William Albert Ardley, son muy reconocidos en Chicago y en todo el País,...y no dudo que también sean internacionalmente.
-¡Wow! Tom que bien informado que estas -dijo Candy dándole unas pequeñas palmaditas en su espalda.
-Pues ya ves, a uno que le interesa saber lo que pasa a sus alrededores, -le dijo Tom sonriendo, y traviesamente colocando su mano detrás de la cabeza de Candy para simular unas orejas de burro.
-¡Tom! -dijo la rubia apartandola inmediatamente
-¡Basta ya chicos!, terminen su café ó se les hará muy tarde, recuerden que nuestro lema es la puntualidad -mencionó Paulina.
La primera parada que hicieron los chicos fué en el Sunny Side, donde Candy aprovechó para agradecerle al gerente del lugar, por la recomendación de Dulce Cielo a la empresa Ardley, luego se dirigieron al resto de los locales siguientes de la lista de ése día, y finalmente como lo estipulaba la nota de la última localización, era que la orden debiera de estar ahí a las doce en punto.
Aún faltaban diez minutos cuando Candy y Tom se estacionaron en la parte trasera de la empresa bancaria Ardley, bajaron las cajas de los postres para colocarlos nítidamente en un carrito de cocina rodante, ya frente a la puerta Candy tocó el audio de seguridad y después de identificarse, la puerta se abrió permitiéndoles el acceso al edificio.
Ya adentro los recibió Amanda, gerente del Café de la empresa donde cocinaban para todo el personal de la empresa, Candy se presentó como asistente de la dueña de Dulce Cielo y Tom como su ayudante, después de las introducciones Amanda dijo.
-Candy, gracias por llegar a tiempo, veras es que ha regresado el dueño de la empresa de sus innumerables viajes por el mundo, y están a punto de terminar una reunión muy importante con otros empresarios y no tardan en bajar para almorzar.
-Amanda no tienes que agradecer nada, en verdad soy yo la que agradece por darnos la oportunidad de servirles con nuestro producto que espero sea de su agrado, -dijo Candy tomándole de las manos, y de pronto una fuerte y demandante voz las interrumpió.
Continuará……
**Gracias por leer