Candy luchaba por razonar de nuevo, pero estaba tan impresionada que le parecía imposible hacerlo. No podía quitarse de la cabeza lo que le había dicho, que había pagado a su madre para que la acogiera en casa.
- ¿Conoces a Melany? -le preguntó con voz muy débil, mientras él ponía en marcha el coche.
- ¿Por qué me haces esa pregunta tan estúpida?- le preguntó Terry, frunciendo el ceño, mirando la pálida expresión en su cara-. ¡No me digas que no te ha dicho de dónde venía todo el dinero!
-A mi madre le quedó una asignación bastante generosa de su segundo matrimonio -murmuró Candy, con voz temblorosa, mientras intentaba calmarse un poco-. De ahí es de donde procedía el dinero. Y por lo que se refiere a mis participaciones en Carson.....
-Tu madre dejó a John wilson cuando se vino abajo su nightclub. No le quedó dinero para poder pagar a nadie. Cuando tú volviste a casa de tu madre, ella tenía un montón de deudas. ¡Yo fui el que os saqué de la miseria!
-Yo no... -De pronto, le tiró una carpeta de plástico a las piernas.
-Yo soy el propietario de la casa de tu madre. A mí no me importó mantener a mi suegra, porque de esa manera sabía que tú tendrías todas las comodidades. Pero lo que más me molesta es saber que tú estabas enterada de todo -Abrió la carpeta y vio las escrituras de la casa que su madre tenía en Londres, en las que aparecía el nombre de Terry como propietario. Era una prueba irrefutable que dejaba sin respiración.-. ¡Si no se hubieran puesto en contacto conmigo por un asunto relacionado con la hipoteca, ahora no tendría esas escrituras para enseñártelas! -Gritó Terry -. Tengo un cajón lleno de facturas en mi despacho. ¡Falsas! Dime, ¿de verdad alguna vez fuiste al colegio por el que yo pagué?
-Asistí al instituto tecnológico durante un tiempo... -le dijo Candy, mientras iba asimilando el origen de toda aquella ira.
-¿Y no asististe a clases de montar a caballo, música y esquí? ¿No aprendiste idiomas? ¿No fuiste de vacaciones? Yo creo que ni siquiera has estado un solo curso en la universidad.
Candy empezó a mover la cabeza. Todas las piezas del rompecabezas iban encajando. Melany era la persona que había engañado a Terry. Su madre, su propia madre. Empezó a sentirse enferma. Melany había estado llevando una vida de lujo. No trabajaba. Poseía una casa, con muebles muy caros, un ropero bastante extenso y se iba de vacaciones con bastante frecuencia. Cuando se dio cuenta de que Terry había sido el que había estado pagando todo aquello, Candy se sintió desolada.
-Yo no sabía nada... ¡te lo juro! -le dijo.
-Muy bien. Pues siéntate y relájate, porque voy a denunciar a tu madre por gastarse el dinero que enviaba para ti -Candy se quedó pálida-. Pero todavía tienes que explicarme de dónde sacaste el dinero que invertiste en Carson Travel....
- ¡Ese dinero no era tuyo! -protestó ella-. Ese dinero fue del seguro que mi padre se hiso cuando yo era niña...
- ¿George, el jugador compulsivo, se hiso un seguro? -Murmuró Terry-. Pero si a ese hombre le quemaba el dinero en el bolsillo. Si tu padre hubiera tenido un seguro, hubiera intentado recuperar el dinero al mes siguiente. No habría sido capaz de pagar las mensualidades - Candy trataba de concentrarse. La verdad era que no tenía constancia de que la procedencia de aquel dinero fuera de una póliza de seguro. Cuando ocurrió, tenía sólo dieciocho años y no se le había pasado por la cabeza cuestionar a su madre. Melany había metido el dinero en su cuenta corriente. Y a partir de ese momento, Melany no le había dado nada más. ¿Qué había pretendido Melany con todo ello? ¿Engañar a Terry, para que pensara que Candy estaba enterada de todo aquel engaño? Sólo de pensarlo, se le revolvía el estómago-. Al principio pensé que me estabas diciendo la verdad. Pensé que no sabías que yo te estaba manteniendo, hasta que me enteré de que comprabas acciones de Carson Travel. Me enfadé mucho cuando me enteré de que no habías ido a los colegios que yo había pagado, pero podía habértelo perdonado. Pero lo que no te perdono es que seas una mentirosa y una ladrona, como tu madre.
-Para el coche... quiero vomitar -Candy se puso la mano en la boca. Cuando salió, casi se cae del coche. Se agarró a la puerta y respiró aire fresco.
-Te has puesto enferma de verdad -le dijo Terry, saliendo del coche y acercándose a ella-. Creí que estabas fingiendo - Candy ni siquiera pudo levantar la cabeza para mirarlo. Tenía los nervios agarrados al estómago. Se preguntaba cuánto dinero se habría guardado Melany a lo largo de aquellos cinco años. Incluso era posible que Melany se hubiera vuelto tan exigente, que Terry empezara a sospechar-. Siéntate... - la agarró con mucha suavidad por los hombros y la volvió a sentar en el asiento del coche-. Baja la cabeza, si todavía estás mareada -le indicó él, sin soltarla. Candy se fijó en sus zapatos hechos a mano-. ¿Estás mejor? -le preguntó Terry, soltándola.
Ella asintió, miró hacia arriba y se encontró con unos ojos azules brillantes entre unas pestañas negras largas y sensuales. Aquellos ojos tenían un efecto extraordinario en ella. La hacían sentirse débil. Sin darse cuenta, se quedó mirándolo, como si la hubiera hipnotizado. Terry se volteo y ella se quedó mirando al vacío.
¿Qué le estaba pasando? ¿Le habría hecho perder la cabeza la noticia de que su madre se había quedado con todo el dinero? Tenía que concentrarse. Terry era un hombre muy guapo, pero ella ya era lo suficientemente madura como para controlarlo.
Continuará...
Última edición por Lady Letty el Vie Mayo 06, 2022 1:00 am, editado 1 vez