—Está bien — Candy abrió los ojos y lo observó subir las escaleras. Se agarró en el respaldo de la silla, porque pensó que se iba a marear. Había bebido demasiado y no había comido apenas. Estaba furiosa consigo misma por ser tan estúpida. Se sirvió una taza de café, que se bebió de forma inmediata, para ver si se espabilaba un poco. Con la cabeza un poco más despejada, empezó a subir las escaleras. Así era como ella se lo había imaginado. Terry esperándola en la habitación. Entró y lo vio metido por primera vez en la cama de matrimonio... Un sentimiento de angustia se apoderó de ella. Tenía un aspecto muy sensual. La cabeza empezó a darle vueltas y pensó que de un momento a otro se iba a marear
—. ¿Qué te pasa? —Le preguntó Terry, mientras apartaba la sábana a un lado—. Dios..... pensé que era mi imaginación cuando estábamos abajo, pero ahora que te veo, estás....
—Ohhh… — Candy se metió en el cuarto de baño. Se sintió asustada. Le hubiera gustado quedarse sola y morir.
—Te sentirás mejor cuando comas —le aseguró Terry.
Poco convencida de ello, Candy se quedó mirando la tostada medio quemada que había en la bandeja del desayuno. Era más seguro que mirar a Terry. Un sentimiento de turbación la desgarraba, al recordar todo lo que había pasado entre ellos la noche anterior. Terry, al principio, incrédulo por el estado en el que se encontraba ella, después impaciente, desesperado y después amable. ¿Por qué había sido tan amable?
—Gracias —le dijo, con la mandíbula apretada, colocándose la hombrera del camisón con el que había dormido.
—Tiene que haber una razón para que te emborracharas de esa manera.
—No estaba borracha. Estaba un poco alegre —contraatacó, mientras daba un mordisco a la tostada.
— ¿Estás enamorada de Mike Carson?
—Candy casi se atraganta.
— ¡No estoy enamorada de él! ¡Somos sólo amigos!
—Pues no sé por qué entonces estabas tan nerviosa...
— ¡Eso es ridículo! ¿Por qué tienes que dar tanta importancia a algo que fue como un accidente?
—Porque sólo pensar en el peligro que corres comportándote de esa manera en compañía de un hombre menos escrupuloso que yo, me pone enfermo.
—Tú no eres quién para decirme cómo me tengo que comportar.
Terry la miró con tono burlón desde la puerta. Candy siguió comiendo, bajando la cabeza para ocultar su sonrojo. Creyendo que Terry había salido de la habitación, se sobresaltó cuando él levantó la bandeja y se sentó al borde de la cama. Candy se puso tensa al sentir su mano acariciarle el pelo.
Después, Terry sonrió, con una de aquellas sonrisas tan carismáticas que aceleraban su traicionero corazón. Estaba tan cerca que olía su masculino aroma, a piel calentada por el sol. Las aletas de su nariz se abrieron. Sintió un nudo en la garganta. Levantó su mano de forma involuntaria y se la puso en el hombro, con la mirada clavada en la de él. Cuando él acercó su cabeza, ella se estremeció.
Empezó a besarla con mucha suavidad, su ternura era un bálsamo para su sensibilidad. Le mordisqueó los labios. Ella estiró sus brazos, le rodeó el cuerpo con ellos y tiró de él. Su cuerpo le pedía algo que sólo él se lo podía dar. El cuerpo le ardía por dentro. Cuando Terry le metió la lengua entre sus labios, el corazón le golpeó con tanta violencia que creyó que iba a dejar de respirar. Terry levantó poco a poco la cabeza y la miró a la cara. Con un gesto impasible, se puso en pie. Parecía que estaba muy relajado.
—Yo todavía no he desayunado
—murmuró, y salió de la habitación. Candy se quedó helada por aquel desplante. Se apoyó en la almohada, aturdida por la pasión. Al cabo de un rato, retiró la bandeja del desayuno y se fue a la ducha. Salía del cuarto de baño, cuando creyó oír que alguien llamaba a la puerta—. ¿Candice? —Llamó Terry —. Baja — Con el ceño fruncido se fue hacia la escalera. Miró y vio a Mike en el vestíbulo.
— ¿Mike ? —exclamó, asombrada.
—Sí... Mike —confirmó su socio, mirándola indignado—. ¿Me quieres explicar qué está pasando aquí?
LA tensión que se sentía en el salón, casi se podía cortar con un cuchillo. Candy empezó a bajar las escaleras. Mike la estaba mirando con un gesto de furia contenida, como acusándola de algo. Candy miró a Terry, quien permanecía de pie, con gesto impenetrable.
— ¿Qué diablos estás haciendo aquí, Mike? —Le preguntó Candy, con cierta inseguridad—. ¿Cómo has averiguado dónde estaba?
—Éste era el único sitio que me quedaba por buscar —replicó Mike —. Me acordaba del nombre de este pueblo. Sabía que tenías familia aquí. ¿Pero por qué no le dijiste a nadie dónde ibas?
—Te dejé un mensaje ayer, en el contestador... — respondió Candy, mientras intentaba buscar la razón por la que Mike había abandonado la agencia y había ido a Escocia en su busca —.Ya sé que tendría que haber llamado antes, pero no entiendo por qué has tenido que venir hasta aquí...
—Tu madre...
— ¿Mi madre? —interrumpió Candy.
—Yo no me preocupé de nada, hasta que llamé a tu madre para saber si te habías puesto en contacto con ella. Cuando se enteró de que habías venido a Escocia y que yo no tenía noticias tuyas, se puso histérica.
— ¿Histérica? —repitió Candy, con voz temblorosa, incapaz de imaginarse a su madre en ese estado emocional.
—A mí me entró el pánico, cuando me enteré que habías devuelto el coche que habías alquilado. No hay nadie que abandone en vacaciones su medio de transporte. ¡Además, parecía como si se te hubiera tragado la tierra!
—No se me ocurrió pensar que ibas a preocupar tanto por mí... antes nadie...
—Nunca habías hecho una cosa así. Tu madre llamó a la policía....
— ¿La policía? — Candy parpadeó, horrorizada — Lo siento, pero no sé qué mosca les ha picado a todos...
—La verdad es que yo tampoco —Mike miró a Terry, quien se había puesto muy tenso al oír la referencia que había hecho a la policía —.Pero lo cierto es que apareciste en las noticias de la tele de anoche. Turista inglesa desaparecida...
—Oh, no... —murmuró Candy.
— Helen piensa que te han raptado.
— ¿Raptado? —interrumpió Terry, al oír aquella barbaridad.
—O que alguien ha tratado de vengarse, por tus conexiones millonarias en esta isla —finalizó Mike con sarcasmo, mirando a Terry —Las dos opciones son posibles, y más después de ver la buena relación que tienes con tu marido.
—Lo mejor será que llame a mi madre. No sé lo que ha podido pasar para que se comporte así...
—Porque se siente culpable —aclaró Terry.
—Tendrías que haberme dicho que todavía estabas casada — dijo Mike, mirando a Candy — ¿Sabe él cuánto tiempo has estado viviendo conmigo?
— ¿Viviendo contigo? — preguntó Candy desconcertada por aquella descripción de las condiciones en las que compartían el mismo apartamento.
Continuará....