—Que quiero recuperar la posesión por la que pagué un precio. Estoy en mi derecho —Candy se echó a reír. Después lo miró con expresión de incredulidad.
—Estás loco, o estás bromeando... Prefiero pensar que estás bromeando.
— ¿Por qué? —Terry le dirigió una mirada fulminante—. Para empezar tú fuiste la que me atrapaste.
—Eso no es cierto...
— ¡Cómo te atreves a negarlo! ¿Quieres que te recuerde que no te opusiste cuando te lo propuso tu abuelo? Yo nunca te había puesto la mano encima, pero tú no dijiste nada para que pensaran lo contrario.
Candy se quedó mirando el suelo, sintiendo un nudo en la garganta, al recordar lo que había pasado. Se había enfadado mucho con Terry por haberla llevado de vuelta a Escocia. Se había escondido en el asiento de atrás de su coche, para escaparse. Había sido un acto impulsivo, de pura desesperación.
El tío abuelo de Terry, había muerto esa misma semana. Ella había sido consciente de que Terry ya no iba a tener razón alguna para acercarse al pueblo. En aquellas circunstancias, no había sido capaz de ocultar sus sentimientos por él y en el pueblo se habían oído rumores, lo cual había puesto furioso a su abuelo. Por eso le había prohibido escribir más a Terry.
Terry no descubrió que ella estaba en el coche hasta que paró en una gasolinera de un pueblo de la costa. Aquella ocasión fue la única vez que ella recordaba que él había perdido los estribos. Sin escuchar sus súplicas, la había metido en el coche y la había llevado de vuelta a casa. Cuando llegaron, ya había oscurecido. Ante los ojos de Niko White, pasar una noche en compañía de un hombre arruinaba completamente su reputación, con muy pocas posibilidades de redención. En aquel mismo instante le exigió a Terry que se casara con ella.
—Mi abuelo sabía que entre nosotros no había pasado nada —empezó a decirle Candy con voz temblorosa, intentando defenderse.
—Pero yo sabía que si no me hubiera casado contigo, no habrías podido soportar vivir en aquella casa. Dejé que mi conciencia me convenciera de que eras responsabilidad mía. ¿Y qué recibí a cambio? —Le preguntó Terry—. Una mujer que se llevaba el osito de peluche a la cama a dormir. Pero te puedo decir que aquello fue más eficaz para no tener relaciones contigo, que un cinturón de castidad de los de la edad media.
—Tú dijiste que querías tener una esposa...
—Ya tengo una. También tengo la custodia del osito —le informó Terry con sarcasmo.
— ¡Tú no tienes ningún derecho sobre mí!
— ¿Has hecho ya las maletas? —le preguntó Terry, sin hacerle caso.
—Sí pero...
—Bien ... Como ya no tienes que descansar, no gastaremos más tiempo aquí —Terry abrió la puerta y la miró. Candy sacó un poco la lengua y se humedeció los labios.
— ¿Por qué haces todo esto? ¿Qué pretendes?
—La verdad, Candice.... ¿Siempre eres tan lenta para comprender las cosas? —le dijo, dirigiéndole una mirada que helaba—. No deberías haberme mentido.
— ¿Mentido? —Repitió Candy, cuando él le puso la mano en los hombros, para ayudarla a bajar por la escalera de caracol—. ¡Yo no te he mentido!
—Habría sido más comprensible si hubieras confesado todo cuando nos encontramos. Pero las mentiras me ponen furioso —gruñó Terry—. Cuando esta mañana supe la verdad, estuve a punto de subir y zarandarte hasta que te hubieran sonado todos los dientes de esa pérfida cabeza que tienes.
— ¿De qué diablos me hablas? —exclamó Candy.
—De tu cincuenta por ciento en la empresa Carson—replicó Terry en un tono de acusación—. ¡Sacaste de un apuro a tu amante con mi dinero! —Terry se quedó tan sorprendida que no supo qué decir—. Yo no esperaba recibir a mi esposa en puro estado virginal. Ni tampoco esperaba que me recibieras con los brazos abiertos. ¡Pero lo que nunca me imaginé era que durante los últimos cinco años hayas estado en connivencia con esa zorra que te trajo a este mundo!
Candy trató de tragar saliva, pero no pudo. Se había quedado paralizada. Terry le estaba hablando de su madre. Estaba acusando a Melany de avariciosa. ¿Por qué? ¿Cómo podía hacer una cosa así, cuando ni siquiera la conocía? Aquello no tenía sentido. Ella había comprado participaciones en Carson Travel con el dinero que sacó de una póliza de seguros.
—Cuando pienso en todo lo que hice para protegerte, más me molesta tu conducta — abrió la puerta del dormitorio y entró a por la maleta. Salió y le puso una mano en la espalda, encaminándola hacia la escalera de caracol, que daba a un salón muy grande—. Dio mio... lo que tuve que pagar a tu madre para recuperarte. Incluso tuve que sobornarla para que te acogiera en su casa cuando me abandonaste.
— ¿Le pagaste a mi madre? —repitió Candy, sin creerse lo que estaba oyendo.
Terry soltó poco a poco el aire de sus pulmones.
—Tenía que haber exigido una anulación inmediata. No me tenía que haber dejado convencer de que la anulación iba a ser un trauma para ti...
— ¿Un trauma...? —repitió Candy cuando llegó al vestíbulo. Parecía que las piernas se le iban a doblar de un momento a otro. Gotas de sudor aparecieron en el labio superior.
—Fui un imbécil —se quejó Terry—. Sin hacer ninguna pregunta pagué un montón de dinero para que terminaras tus estudios y tuvieras todas las comodidades. ¿Y qué me dan a cambio? Una esposa que no sabe más que balbucear italiano. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que has preferido vivir con tu amante en pecado, antes que darme mi libertad.
—Terry..... —murmuró Candy.
—No me digas nada. ¡No quiero oír más mentiras! — La interrumpió Terry
—. Ya me dejé engañar ayer. Incluso te pregunté si te dedicabas al negocio del turismo. ¡Maldición! Lo que más me duele es que me dijeran que tenía que mandar dinero para pagar tu tratamiento. ¡Estoy seguro de que te casaste conmigo porque sabias que soy rico! ¡Sólo un hombre rico puede permitirse mantener a ti y a tu madre durante estos cinco años! —Cuando terminó, Terry abrió la puerta de su lujosa camioneta que estaba en el aparcamiento, mientras ella se quedó mirándolo asombrada, sin saber qué responder. La agarró en brazos, la levantó del suelo, la puso en el asiento y cerró la puerta de un portazo. Candy empezó a respirar como si estuviera a punto de ahogarse. Se puso las manos en las sienes—. ¡Así que no me mires con esos ojos y me digas que estoy bromeando cuando digo que quiero que me den lo que es mío, porque para eso he pagado! —Continuó Terry, cuando Candy se colocó a su lado—. ¡Una palabra más y te juro que las hundo a ti y a tu amante! Y luego denuncio a Melany por todas las facturas falsas que ha presentado en tu nombre, pretendiendo que todavía seguías estudiando.
Continuará....
Última edición por Lady Letty el Vie Mayo 06, 2022 12:52 am, editado 1 vez