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A sus treinta tres años, y siendo un abogado de prestigio, cuatro años atrás, Terrence Granchester vio junto a su colega y novia como la vida y las ilusiones de un chico huérfano de apenas dieciséis años, se derrumbó tras ser sentenciado por un delito que al inicio alegaba no haber cometido.
Durante todo el proceso, Candice Ardley, una joven abogada determinada quien tras graduarse de derecho en la prestigiosa Universidad de Harvard, defensora de las causas perdidas, creía fielmente que aquel joven era inocente, y estaba dispuesta hacer hasta lo imposible por demostrar que el sistema judicial de New York, estaba corrompido hasta la médula.
Mientras se empapaba de los detalles del caso que la ayudarían durante el proceso de apelación, Candice estuvo a punto de darse por vencida, ya que todo cuanto intentara hacer sería una perdida de tiempo.
—¿Qué pasa Candy, por qué estas tan alterada?
—Terry, no puedo permitir que ese inocente joven cumpla una condena por un delito que no cometió, y mucho menos que lo hayan condenado como un adulto —respondió Candy azotando su escritorio. Se sentía frustrada —; menos cuando las muestras de ADN arrojaron negativo y el verdadero culpable puede andar por ahí suelto cometiendo otros delitos.
—Déjame ver que tienes —Terry se acercó a ella —tomando en cuenta la confesión del chico, pareciera que no hay nada por hacer, sin embargo, siempre existe algo escondido... "Si lo sabré yo" —pensó mientras la miraba a los ojos —es cuestión de escarbar un poco más hasta encontrar un error, por muy mínimo que sea puede ayudarte.
—Lo sé —Candy se dejó caer en la amplia silla detrás de su escritorio —pero no sé por donde demonios comenzar —suspiró —ahora que lo recuerdo, durante la última audiencia, mientras todos salían de tribunal, escuché claramente cuando la encargada de la casa hogar decía que a su niño se le habían violado sus derechos.
—Interesante dato. ¿Investigaste algo al respecto?
—Según tengo entendido, no había ningún adulto cuando fue interrogado.
—Eso no fue lo que la fiscal Leagan dijo en corte.
Candy rodó los ojos. Elisa Leagan se graduó de abogada al mismo tiempo que ella, pero gracias a los contactos de su familia o sabrá Dios de que otra forma, consiguió el puesto de Fiscal general de la ciudad de New York... una completa paracaidista, sin una pizca de experiencia, pero con un corazón podrido, y dispuesta a hacer lo que fuera para salirse con la suya, si lo sabría ella, quien fue víctima de su maldad.
—No creo que sea necesario recordarte quien fue el detective a cargo del caso, Terrence, así que ve tú a saber el método que utilizó para conseguir dicha declaración, para hacer ver a la novata Elisa Leagan como una fiscal competente capaz de resolver el caso mas sonado en la ciudad —Candy rodó los ojos nuevamente.
Para nadie era un secreto que Daniel Leagan era un despiadado, corrupto e intocable detective de la ciudad que contaba con la protección de su hermana.
—Si lo que dices es cierto, hay una posibilidad enorme para que ese joven sea exonerado.
—Lo sé, es por eso que luché tanto para que este caso se re abriera —Candy cerró los ojos —quiero que se le haga justicia a ese muchacho
—Cuenta conmigo, voy a ayudarte con el caso.
—Gracias Terry, no esperaba menos de ti —depósito un suave beso en sus labios.
—Candy —la llamó él después de varios segundos en silencio —¿Cómo es que conoces a Robert Hathaway?
—Es una larga historia que sabrás en dos días.
—Con que tienes secretos conmigo ¡eh! —Terry tocó la punta de su nariz con la yema de su dedo índice.
—En realidad no se trata de un secreto, sino una parte de mi pasado que juré no recordar jamás —lo miró a los ojos —cuando te enteres comprenderás muchas cosas, pero antes que eso suceda, pongámonos a trabajar en el caso ¿te parece?
—De acuerdo —respondió él devolviéndole la sonrisa.
Gracias por leer
SED DE JUSTICIA
BY ROSSY CASTANEDA
CAPÍTULO 2
BY ROSSY CASTANEDA
CAPÍTULO 2
A sus treinta tres años, y siendo un abogado de prestigio, cuatro años atrás, Terrence Granchester vio junto a su colega y novia como la vida y las ilusiones de un chico huérfano de apenas dieciséis años, se derrumbó tras ser sentenciado por un delito que al inicio alegaba no haber cometido.
Durante todo el proceso, Candice Ardley, una joven abogada determinada quien tras graduarse de derecho en la prestigiosa Universidad de Harvard, defensora de las causas perdidas, creía fielmente que aquel joven era inocente, y estaba dispuesta hacer hasta lo imposible por demostrar que el sistema judicial de New York, estaba corrompido hasta la médula.
Mientras se empapaba de los detalles del caso que la ayudarían durante el proceso de apelación, Candice estuvo a punto de darse por vencida, ya que todo cuanto intentara hacer sería una perdida de tiempo.
—¿Qué pasa Candy, por qué estas tan alterada?
—Terry, no puedo permitir que ese inocente joven cumpla una condena por un delito que no cometió, y mucho menos que lo hayan condenado como un adulto —respondió Candy azotando su escritorio. Se sentía frustrada —; menos cuando las muestras de ADN arrojaron negativo y el verdadero culpable puede andar por ahí suelto cometiendo otros delitos.
—Déjame ver que tienes —Terry se acercó a ella —tomando en cuenta la confesión del chico, pareciera que no hay nada por hacer, sin embargo, siempre existe algo escondido... "Si lo sabré yo" —pensó mientras la miraba a los ojos —es cuestión de escarbar un poco más hasta encontrar un error, por muy mínimo que sea puede ayudarte.
—Lo sé —Candy se dejó caer en la amplia silla detrás de su escritorio —pero no sé por donde demonios comenzar —suspiró —ahora que lo recuerdo, durante la última audiencia, mientras todos salían de tribunal, escuché claramente cuando la encargada de la casa hogar decía que a su niño se le habían violado sus derechos.
—Interesante dato. ¿Investigaste algo al respecto?
—Según tengo entendido, no había ningún adulto cuando fue interrogado.
—Eso no fue lo que la fiscal Leagan dijo en corte.
Candy rodó los ojos. Elisa Leagan se graduó de abogada al mismo tiempo que ella, pero gracias a los contactos de su familia o sabrá Dios de que otra forma, consiguió el puesto de Fiscal general de la ciudad de New York... una completa paracaidista, sin una pizca de experiencia, pero con un corazón podrido, y dispuesta a hacer lo que fuera para salirse con la suya, si lo sabría ella, quien fue víctima de su maldad.
—No creo que sea necesario recordarte quien fue el detective a cargo del caso, Terrence, así que ve tú a saber el método que utilizó para conseguir dicha declaración, para hacer ver a la novata Elisa Leagan como una fiscal competente capaz de resolver el caso mas sonado en la ciudad —Candy rodó los ojos nuevamente.
Para nadie era un secreto que Daniel Leagan era un despiadado, corrupto e intocable detective de la ciudad que contaba con la protección de su hermana.
—Si lo que dices es cierto, hay una posibilidad enorme para que ese joven sea exonerado.
—Lo sé, es por eso que luché tanto para que este caso se re abriera —Candy cerró los ojos —quiero que se le haga justicia a ese muchacho
—Cuenta conmigo, voy a ayudarte con el caso.
—Gracias Terry, no esperaba menos de ti —depósito un suave beso en sus labios.
—Candy —la llamó él después de varios segundos en silencio —¿Cómo es que conoces a Robert Hathaway?
—Es una larga historia que sabrás en dos días.
—Con que tienes secretos conmigo ¡eh! —Terry tocó la punta de su nariz con la yema de su dedo índice.
—En realidad no se trata de un secreto, sino una parte de mi pasado que juré no recordar jamás —lo miró a los ojos —cuando te enteres comprenderás muchas cosas, pero antes que eso suceda, pongámonos a trabajar en el caso ¿te parece?
—De acuerdo —respondió él devolviéndole la sonrisa.
Gracias por leer