CAPÍTULO III DETERMINACIÓN
Carolina Marlow se encontraba en la comandancia de policía de Manhattan, había denunciado a Terrence Graham por intento de homicidio en contra de su hija Susana Marlow. El agente que tomó su declaración le comentó que se tenía que iniciar una investigación por la importancia de la persona a la que estaba denunciando. Al escuchar eso la mujer montó en cólera y mediante gritos aludió a la ineptitud de los uniformados para hacer su trabajo, esto llamó la atención del jefe de turno, quien se acercó para saber que sucedía; al ver lo alterado de la denunciante con un tono conciliador se dirigió a la mujer. — ¡A ver, cálmese señora! Para agilizar las indagatorias ¿Sabe usted dónde podríamos encontrar al presunto responsable? — La mujer con un tono de voz chillante y con lágrimas en los ojos, respondió que ya había mandado a buscar al joven a los lugares donde pensaba que pudiera estar, pero se quedó pensativa y señaló. — El único lugar donde no se me ocurrió buscarlo fue en la casa de su madre, la actriz Eleanor Baker, puede ser que ahí se haya escondido. — Muy bien, ¿Sabe la dirección? Para que se acuda en este momento, — Cuestionó el oficial — Si claro, yo los llevo. — Aventuró la mujer limpiándose con un pañuelo la cara. — Bien, entonces, ¡Vayan sargento! — Finalizó el jefe de turno retirándose hacia su oficina.
Eleanor se disponía a irse a su habitación, pero escuchó el timbre del portón, extrañada por la hora observó cuando la mucama se dirigió a abrir. Al poco rato tocó a su puerta para informarle con voz temblorosa. — ¡Madame, es la policía y también la señora Marlow! — Está bien Denis, hazlos pasar a la biblioteca en seguida voy. — Indicó la actriz sin inmutarse. Hacía dos años que estaba enterada de todo lo que sucedía con las Marlow, su propio hijo se lo había contado todo, sabía la travesía de su vástago con esas mujeres, así como de sus muchos intentos por escapar de su prisión, le crispaba que él se sintiera atado a un sentimiento de culpa que era exacerbado por la madre de Susana y que fuera por medio de chantajes que lo obligaran a regresar. No soportaba la pose de fragilidad que representaba Susana cada vez que Terry se encontraba cerca.
Estaba segura que ellas con su comportamiento y el haber dejado a Candy habían sido el detonante para que su hijo se hubiese dejado arrastrar por el espiral de amargas experiencias que no le daban alicientes para seguir adelante. Con dolor observó cómo él se fue consumiendo poco a poco, la culpa, el sentirse comprometido, atado, obligado a convivir con esas dos arpías lograron que la actuación ya no le generara paz o alegría, orillándolo a sumergirse en su ensimismamiento y abandonarse al cálido abismo del alcohol, que lo guiaba paso a paso; poco a poco en el precipicio de la ignominia, donde las palabras de su madre ya no tenían eco. Observó con mucha tristeza e impotencia como la alegría de vivir se había evaporado de los azules ojos de su hijo, reflejo de los suyos; le tocó sufrir en carne propia el camino sinuoso de Terrence, por todos lados hasta llegar a Rockstown. El amor de madre no midió tiempo, ni espacio para estar ahí, cerca, a pesar de no poder hacer nada; asimismo, también vio como el amor del chico por Candy lo hizo volver, reinventarse para enfrentarse a un amargo destino, en el que reencontrar la actuación sería su refugio ideal para aguantar las condiciones impuestas por él mismo.
La actriz se reprochaba el hecho de no haber estado con él cuando más lo necesitaba, que el propio joven hubiese puesto una barrera para impedir que ella se acercara. Eleanor era consiente que no hizo un buen papel como madre, que, si bien en un principio no lo hizo porque el duque lo apartó de su lado siendo un niño, también era cierto, que a pesar de saber que ya tenía el protagónico de Romeo y Julieta, nunca se acercó a él, aun cuando supo del accidente de su compañera de tablas. Eran esos remordimientos los que la atormentaban, mismos que le costaron muchos rechazos y arranques de furia de su temperamental hijo, no obstante, fue su constancia, su presencia silenciosa lo que rompió los obstáculos para estar al lado de él; con perseverancia se fue ganando de nuevo el cariño y confianza de Terrence, por eso estaba decidida a ayudarlo en todo, no importaba lo que fuera, esta vez sí haría todo por él. El acercamiento entre madre e hijo le permitió al castaño confiarle el tipo de convivencia con las Marlow, de la misma manera que le relató aquella conversación que el joven escuchó, un día al llegar temprano para invitar a las mujeres a cenar en aquél intento, que hizo para llevarse bien con sus carceleras, la diva recordaba una a una las palabras de aquella charla que su vástago le había confiado.
— ¡Madre por ningún motivo Terry puede enterarse de la carta que le mandé a la boba de Candy! — Decía la joven desde su silla de ruedas. —Aún no nos hemos comprometido oficialmente, no puedo estar segura de que se casará conmigo, creo que aguarda el momento en el que yo pueda caminar para irse detrás de ella y eso no lo permitiré, ¡Antes de todo esto le dije que si no era para mí no sería de nadie! — Comentaba la chica mirando de manera decidida a su progenitora. — Pero hija, ¿No crees que él tarde o temprano se dará cuenta de lo que hiciste? Tal vez esa enfermera se haga la aparecida y echarte de cabeza, además yo aun no comprendo ¿Qué pensaste cuando salvaste a ese muchacho? Por más que lo pienso ¡No te entiendo!, ¡La verdad que no lo entiendo!, acaso, ¿No reparaste en que arruinarías tu vida, carrera y tus sueños? — Reprochó Carolina con un gesto de incomprensión. — ¡Te diré, madre!, que en ese momento ¡No pensé en nada!, ¡Tan solo vi que caían las luces y me abalancé para librarlo del peligro!, pero ¡No! ¡Eso era algo que pedía en mis sueños!, ¡Una oportunidad para demostrarle a él que me importaba más que mi propia vida!, ¡Que entendiera de una vez, que mi amor es tan fuerte que soy capaz de arriesgar todo por él! ¡Así él tendría que abrirme su corazón porque yo, Susana soy la que merece estar a su lado! ¡Y no ésa tonta de Candy a quien le bastaron unas cuantas lágrimas y mi perfecta representación de querer suicidarme para que lo dejara! — Contestó la peli lacia con la mirada perdida. — Susy, pero eso de decirle a esa enfermera ¡Que tú lo amarías por las dos! ¡Fue demasiado!, ¡Creo que ella decidió irse porque sabía que no podía competir contigo!, ¡No creo que a Terrence le agrade saber eso!, por otra parte, ¡Está el hecho de tu negativa a mostrarle que ya puedes usar la prótesis!, ¡Que ya no dependes de la silla de ruedas!, pienso que ¡Eso hará más complicada la situación porque él sabrá que lo has estado engañando! — Repuso la mujer mayor con gestos reprobatorios. — ¡No madre!, ¡Tú me tienes que ayudar! ¡Porque no te conviene que él se entere del uso que le estas dando a su dinero!, ¡Te has comprado hasta lo que no necesitas!, ¡No le pagas el salario completo a los empleados! y ¡Lo peor que con su propio dinero has pagado a un abogado para obligarlo a poner a tu nombre una indemnización por mi accidente, si ya lo pagó la compañía de teatro! — Espetó Susana con un tono amenazante, mirando a su progenitora con la certeza de que sus palabras habían descolocado a la mujer. — Además ¡Tampoco te conviene perder todo lo que tienes ahora!, ¡Más a sabiendas que él pertenece a la realeza británica!, ¡Que al casarnos tú también formarás parte de la corte real! Tarde o temprano su padre se enterará y querrá conocer a la mujer que salvó la vida a su hijo. ¡Así que más te conviene ayudarme en todo! — Decía la muchacha ya sin mirar a su madre. Carolina Marlow se mostró indecisa, pero aceptó, dado que no quería perder todo lo que ya le había dicho su hija, pero sabía que se estaban jugando todo a una sola carta, "el engaño", ¡Eso no le daba la certeza de nada!, sobre todo, porque en últimas fechas el chico se ausentaba con mayor frecuencia y el trato hostil que recibía de ella, principalmente no hacía las cosas más fáciles. No podía evitar, le molestaba el porte arrogante del actor, pero sobre todo que no amara a su hija.
Eleanor movió la cara negativamente al rememorar la forma intempestiva en la que Terrence llegó con ella, su mirada turbia como un mar bravío refulgía, mientras le narraba lo sucedido mantenía los puños cerrados fuertemente, tanto, que sus nudillos se tornaron blancos. Su rostro reflejaba impotencia y asco por la vileza de la mujer que lo había rescatado de aquél fatídico accidente, así como por la madre, que la solapaba en todo. Ella sorprendida por todo lo que le narró su hijo, le aconsejó que se tranquilizara, que mantuviera la cabeza fría para tomar decisiones y salir lo menos dañado posible, ya que esas dos eran capaces de armar un escándalo que repercutiría en su carrera, al ser el actor del momento, los medios informativos estaban ávidos de cualquier embuste; así que tendría que actuar con cautela.
A partir de ese momento, juntos iniciaron las investigaciones para obtener las pruebas necesarias que pondrían punto final al abuso de esas mujeres. Empezaron por entrevistarse con los médicos de Susana, quienes les informaron que la joven no tenía ningún problema con su pierna, mientras, que los terapeutas de las terapias de rehabilitación confirmaron, que la chica ya podía caminar perfectamente, incluso comentaron que tenía más de dos meses que la joven no se presentaba a las sesiones sin dar ninguna explicación de su ausencia. Del mismo modo, contactaron al abogado contratado por la señora Marlow, a quien claramente le dijeron que él no otorgaría ninguna indemnización porque la compañía de teatro hubo pagado una muy buena remuneración por el accidente, aclarando también que, en caso de proseguir con ese tema, lo denunciarían ante las autoridades por estafador. El letrado comprendió que era inútil enfrascarse en un juicio que desde un inicio estaba perdido, por lo que entregó todos los documentos que Carolina Marlow le hubiese entregado.
Ambos sabían que era cuestión de tiempo para que se terminara la relación con las arpías, sin embargo, una noche, las cosas se precipitaron, cuando Terrence llegó a la casa de su madre después de los ensayos como alma que lleva el diablo, sin esperar a que fuera anunciado, subió directo a la habitación de la actriz, sin preámbulos con la desesperación visible en su cara, exaltado exclamó. — ¡Mira Eleanor!, ¡No puede ser! ¡Ya no puedo esperar más! ¡Tengo que irme ya!, ¡Candy se casa!, ¡Entiendes! ¡Se casa! — El actor caminaba de un lado a otro por la recámara pasando sus dedos entre su ya no tan larga cabellera, antes de aventar un periódico a la cama de la mujer. — ¡Cálmate hijo! ¡Déjame leer la nota! — Apuntó la hermosa rubia, quien tomó el diario y comenzó a leer en voz alta.
“… La hija del magnate, William Albert Ardlay, la señorita Candice White Ardlay y el señor Archibald Cornwell Ardlay celebrarán este fin de semana una gran fiesta para anunciar su compromiso en la mansión de la familia más importante de Estados Unidos. Al evento asistirán personalidades de la alta sociedad exclusivamente...”
Eleanor sorprendida no daba crédito a lo que había leído, sabía que todo lo referente a Candy tenía la facultad de alterar a su vástago. — ¿Qué harás ahora cariño? — ¿Cómo qué?, ¡Madre! ¡Pues irme! ¡No puedo permitir que Candy se case con ese estúpido! ¡Lo sabía, siempre supe que ese elegante estaba enamorado de ella!, pero ¿Qué habrá pasado con la tímida? —Espetó el castaño que prácticamente hablaba para sí mismo. La actriz lo miraba un tanto desconcertada, aunque sabía que lo que diría molestaría a Terry, no podía dejar de cuestionarle. — ¿Qué pasará con Susana? ¿Ya hablaste con ella? — ¡No, Eleanor! ¡Ni me la recuerdes! — Masculló el actor. — ¿Por qué? ¿Ahora qué hizo? — Inquirió la diva. — ¡Nada! ¡Sólo meterse en mi cama desnuda! — Confesó el joven con un tono de fastidio.
La mujer con las manos en su boca, pasó del desconcierto al asombro, ante la desfachatez de la chica. — ¡No lo puedo creer!, pero ¡Hasta donde fue capaz de llegar!, ¿Quieres que hable con ella? — Agregó molesta. — ¡No!, ¡No será necesario! ¡Con los certificados médicos que tenemos, los documentos que nos dio el abogado de la señora Marlow y con la acción de Susana aprovecharé para terminar cualquier tipo de relación entre nosotros! — ¡En pocas palabras Eleanor!, ¡Me voy para Chicago mañana por la noche! ¡Estoy decidido! ¡Hoy mismo terminaré con todo esto! Por ello, es probable que me vengan a buscar o pretendan armar un escándalo. Por favor mantén la calma y por ningún motivo comentes a qué lugar me dirijo. Te dejo todos los documentos por si son necesarios. Mi abogado está al tanto de todo, listo para actuar en cualquier momento, te dejo también sus datos para que te contactes con él, si se requiere. ¡Ahora lo importante para mí es comprar el boleto de tren para llegar lo antes posible a Chicago y hablar con Candy! — Finalizó el castaño, que salió de la residencia para dirigirse a la estación de tren.
Parecía mentira cómo se habían suscitado los acontecimientos, pero estaba decidida a apoyar a su hijo. Al dirigirse a la biblioteca, la afamada actriz respiró hondo para calmar las ansias que tenía de correr a la madre de Susana. Devolver con creces todo el dolor y abuso que durante tanto tiempo le causaron a su vástago. Era por demás, ya sabía lo que tenía que hacer, aunque el camino era largo, ya se había comenzado, eso era lo importante.
Continuará…