Art. Cici Grandchester
Estoy exhausto, me doy por terminado por hoy... —sentenció Terry desperezándose— Me voy a la cama... —agregó señalando la puerta que daba a los dormitorios
Ambos se encontraban en la biblioteca de la casa de los Grandchester.
— Como quieras. Yo me pienso quedar otro rato —replicó Candy sin apartar la vista de su cuaderno donde su pluma se deslizaba a increíble velocidad. Terry rió resignadamente.
— White es viernes... —dijo comenzando a cerrar su libro— Tenemos todo el fin de semana para acabar con este trabajo que es para el otro viernes... Eres muy... fanática — Candy se encogió de hombros.
—No te obligo a quedarte, Grandchester —aclaró — Deja que yo haga lo que quiera...
—¿No tienes cosas más emocionantes que hacer? —preguntó Terry cruzándose de brazos.l
— Miles — concedió Candy con una leve inclinación de cabeza—, pero no puedo dejarme llevar por lo que quiero hacer en lugar de por lo que debo hacer — Terry resopló.
—Este es el motivo porque tú y yo jamás podríamos casarnos... —dijo llanamente doblando su libreta. Candy levantó la vista y le envió una fulminante mirada— ¿Qué? —preguntó Terry con ingenuidad.
—Discúlpame que sea yo quien te baje de tu hermosa nube de colores... —dijo Candy — Pero ese no es el motivo por el cual tú y yo no podríamos casarnos. Créeme. Hay muchos motivos mejores — Terry alzó una ceja.
—¿Cómo cuáles? —preguntó interesado. Candy rodó los ojos.
—No lo sé... centenares... —dijo comenzando a escribir de nuevo— Y sabes que los hay, Grandchester ... Mira, allí mismo tienes uno... diez años hace que nos conocemos y aun nos llamamos por el apellido...
—Eso puede arreglarse, Candy, — dijo Terry con voz empalagosa.
—Ja, ja, ja, muy gracioso, Terry, — rió Candy sarcástica —. Sabes que hay motivos mucho más serios y creíbles que ese...
— Como por ejemplo... —comenzó Terry instándola a que completara la frase. Candy volvió a resoplar.
— Que nos odiamos. — dijo con voz queda. Terry sonrió de lado y apoyó una mejilla en un puño cerrado.
— Sabes que eso eso no es verdad..... — apuntó. Candy se obligó a no mirarlo a la cara y a que no advirtiera el tono rosado en sus mejillas.
—Como sea... — dijo carraspeando y tratando de sonar casual — Tú y yo sabemos muy bien que es imposible...
— Si dices que lo sabes tan bien, me gustaría que me des un buen motivo... — Candy se mordió el labio y lo examinó unos instantes.
— Simplemente... no eres mi tipo... —dijo encogiéndose de hombros. Terry soltó una carcajada de incredulidad.
— Vamos... tiene que haber algún motivo mejor que ese... Eso es tan trillado.... es un clichè, una ruta de escape fácil.....yo lo sé bien...
"No eres mi tipo', 'necesito tiempo', 'yo soy el del problema, no tú', 'no tenemos nada en común', .....Conozco este tipo de patéticas...
—Bien, bien..... — aceptó Candy fastidiada — Bien... tú...
—¿Yo... qué? —preguntó Terry sonriendo con insistencia. Candy sonrió de repente también.
—Eres un mujeriego por naturaleza —dijo triunfal —. Cada día te miran con diferente chica nueva, y yo no soy de la clase de personas que andan por la vida a sabiendas de que su pareja está con otras personas —Terry asintió unos momentos.
— Es verdad...pero no pasa de un simple paseo —reconoció, y de repente se puso muy serio — Pero podría cambiar por ti...
Los ojos de Candy se dilataron y se clavaron en el rostro de Terry. El castaño le sostuvo la mirada unos instantes, y entonces soltó una carcajada.
—Por Dios.... —dijo— No sabía que tus ojos pudieran abrirse tanto... — Candy bajó la vista, conciente de que debía estar muy roja.
— Es una de mis tanta cualidades que desconoces, Grandchester —dijo enojada —. ¿Cómo quieres que nos casemos si no nos conocemos?
—Estaría encantado de emprender ahora mismo un viaje hasta tu dormitorio para que nos conozcamos más..... — solucionó con facilidad.
—No me interesa conocer nada de tu intimidad, muchas gracias. —dijo Candy terminante. Terry volvió a reír.
—Te estás quedando sin excusas —dijo. —. Admítelo. Toda la hostilidad que estás empleando se debe a que temes darte cuenta de que no hay motivo válido para que tú y yo no nos casemos...
—¡Tú fuiste el que empezó esta estupidez! — gritó Candy furiosa— ¡Tú dijiste que jamás podríamos casarnos sólo porque yo prefiero cumplir con mis obligaciones antes que otra cosa!
—Jamás negué eso —apuntó Terry — Pero yo estaba hablando de un pequeño y simplemente modificable aspecto. Si eliminamos eso, tú y yo seríamos la pareja Ide.....al
Que estupidez! —chilló Candy harta — Sabes que es imposible.
—¿Y por qué? — preguntó Terry. Candy ahogó un grito de frustración contra un almohadón.
—Porque tú jamás podrías seguir mi ritmo de vida. — dijo desesperada.
—¿Tu ritmo de vida?
Continuará …..